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«Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell»: las Brontë; libro y análisis


«Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell»: las Brontë; libro y análisis.




Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell (Poems by Currer, Ellis, and Acton Bell) es una colección de poemas del romanticismo de las escritoras inglesas Charlotte Brontë (1816-1855), Emily Brontë (1818-1848) y Anne Brontë (1820-1849), publicada en 1846.

La antología cuenta con los mejores poemas de las hermanas Brontë. Su título, Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell emplea los tres seudónimos —Currer (Charlotte), Ellis (Emily) y Acton (Anne)— que frecuentemente utilizaban para evadir el prejuicio que existía contra las mujeres en el ámbito de la poesía, preservando además la primera letra de sus verdaderos nombres.

Se trata del primer y único libro de poemas publicado por las hermanas Brontë, aunque de hecho la primera edición fracasó estrepitosamente, con apenas dos copias vendidas. Esto no impidió que cada una de ellas continuara su carrera de autora, logrando un tremendo éxito comercial y cultural con sus novelas, como Jane Eyre (Jane Eyre), de Charlotte Brontë; Cumbres borrascosas (Wuthering Heights), de Emily Brontë; y Agnes Grey (Agnes Grey), de Anne Brontë.

Es importante mencionar que la segunda edición de Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell, de 1850, incluyó una gran cantidad de poemas inéditos, incluso aquellos pertenecientes al ciclo de poemas de Gondal, Angria y Gaaldine, aquellas tierras mágicas fraguadas por exuberante la imaginación de las hermanas Brontë.




Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell.
Poems by Currer, Ellis, and Acton Bell, Charlotte Brontë (1816-1855), Emily Brontë (1818-1848) y Anne Brontë (1820-1849)
  • A la imaginación (To Imagination)
  • Arrepentimiento (Regret)
  • Cuando deba dormir (When I Shall Sleep)
  • El viento nocturno (The Night Wind)
  • En retrospectiva (From Retrospection)
  • La noche se oscurece a mi alrededor (The Night is Darkening Round Me)
  • La tumba de mi señora (My Lady's Grave)
  • Muerte (Death)
  • No es de cobarde mi alma (No Coward Soul is Mine)
  • Partida (Parting)
  • Pasión (Passion)
  • Placer (Pleasure)
  • Qué claro ella brilla (How Cleare She Shine)
  • Recuerdo (Remembrance)
  • Una escena de muerte (A Death-Scene)
  • Un prisionero en el calabozo (A Prisoner in a Dungeon Deep)
  • Ven, camina conmigo (Come, Walk With Me)
  • Advertencia y respuesta (Warning and Reply)
  • Aliento (Encouragement)
  • Amor y amistad (Love and Friendship)
  • Anticipación (Anticipation)
  • Apostasía (Apostasy)
  • Confidencia (Confidence)
  • Consuelo de la tarde (Evening Solace)
  • Días pasados (Past Days)
  • El consuelo (The Consolation)
  • El filósofo (The Philosopher)
  • El árbol (The Arbour)
  • El misionario (The Missionary)
  • El monólogo del maestro (The Teacher's Monologue)
  • El penitente (The Penitent)
  • El prisionero (The Prisoner)
  • El sendero estrecho (The Narrow Way)
  • El sueño de la esposa de Pilato (Pilate's Wife's Dream)
  • El viejo estoico (The Old Stoic)
  • El viento nocturno (The Night-Wind)
  • El visionario (The Visionary)
  • En memoria de un día feliz de febrero (In Memory of a Happy Day in February)
  • Esperanza (Hope)
  • Estrellas (Stars)
  • Fe y abatimiento (Faith and Despondency)
  • Fluctuaciones (Fluctuations)
  • Frances (Frances)
  • Gilbert (Gilbert)
  • Hogar (Home)
  • Implora por mí (Plead for Me)
  • La campanilla (The Bluebell)
  • La carta (The Letter)
  • La dama a su guitarra (The Lady to Her Guitar)
  • La oración del doble (The Doubter's Prayer)
  • La paloma cautiva (The Captive Dove)
  • La serenata del estudiante (The Student's Serenade)
  • La voluntad de la esposa (The Wife's Will)
  • Líneas escritas desde casa (Lines Written from Home)
  • Líneas escritas en un día ventoso en el bosque (Lines Composed in a Wood on a Windy Day)
  • Los dos niños (The Two Children)
  • Los tres guías (The Three Guides)
  • Mártir de honor (Honour's Martyr)
  • Mementos (Mementos)
  • Memoria (Memory)
  • Música en la mañana de Navidad (Music on Christmas Morning)
  • Paz doméstica (Domestic Peace)
  • Preferencia (Preference)
  • Presentimiento (Presentiment)
  • Si esto fuese todo (If These Be All)
  • Simpatía (Sympathy)
  • Stanzas (Stanzas)
  • Tiendas de invierno (Winter Stores)
  • Últimas palabras (Last Words)
  • Una palabra para el elegido (A Word to the Elect)
  • Una reminiscencia (A Reminiscence)
  • Un sueño diurno (A Day Dream)
  • Vanitas Vanitatum, Omnia Vanitas (Vanitas Vanitatum, Omnia Vanitas)
  • Vida (Life)
  • Vistas de vida (Views of Life)




Libros de poemas. I Poemas góticos.


El análisis y resumen del libro de Charlotte Brontë, Emily Brontë y Anne Brontë: Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell (Poems by Currer, Ellis, and Acton Bell), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

Alicia en el País del Opio: drogas en novelas clásicas


Alicia en el País del Opio: drogas en novelas clásicas.




Si bien hoy nos resulta difícil de creer, durante el siglo XIX era perfectamente normal comprar sustancias tales como el láudano, el opio, la morfina, la cocaína, e incluso el arsénico, de forma totalmente legal. En este contexto, las drogas dentro de la literatura, y específicamente dentro de las novelas victorianas, eran tan frecuentes que ni siquiera era necesario mencionarlas para que el lector advirtiera su presencia.

Pensemos en la novela de Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland). Desde luego que la atmósfera onírica de la historia podría hacernos pensar que Alicia estaba bajo los efectos de alucinógenos; sin embargo, Lewis Carroll no solo lo sugiere a través de este medio sino que directamente lo aclara en varios pasajes.

Es cierto que las sustancias que Alicia consume en el País de las Maravillas jamás son descritas específicamente como drogas; no obstante, también es justo pensar que esa aclaración era redundante: Alicia bebe de misteriosas botellas llenas con líquidos extraños, saborea pasteles decorados con semillas de amapola, presencia orugas descomunales que fuman exquisitas hierbas y atestigua la presencia de hongos mágicos.

A esto hay que añadirle que todos estos ingredientes aparecen dentro de un contexto en el que Alicia pierde por completo el control de su cuerpo, así como la noción de tiempo y espacio.

Alicia y su País del Opio no es un caso aislado, sino parte de una costumbre tan arraigada en la sociedad que su utilización dentro de la literatura era casi una obligación.

Repasemos algunas de las novelas más importantes de la época que se apoyan en esta tradición.

Las drogas son elementos esenciales en Villette (Villette), de Charlotte Brontë; así como en La inquilina de Widfell Hall (The Tenant of Widfell Hall), de Anne Brontë. Ambas novelas utilizan a Branwell Brontë, hermano de las autoras, como modelo del típico inglés adicto al láudano.

En Catherine (Catherine), de William Makepeace Thackeray, la heroína frecuenta a todos los boticarios de Londres para adquirir láudano y de ese modo aliviar el terrible dolor de muelas que la aqueja. Algo parecido ocurre en La feria de las vanidades (Vanity Fair), del mismo autor, donde la seductora Becky Sharp jamás deja de rellenar sus botellas de láudano para lucir fresca y radiante.

Elizabeth Gaskell, en cambio, utiliza a las drogas como forma de evasión, no de tratamiento médico. En Mary Barton (Mary Barton), John Barton se intoxica periódicamente para sobrellevar su estado de perpetua depresión como consecuencia de la pobreza y el desempleo.

Wilkie Collins, gran adicto al opio como medio para suavizar los padecimientos del reuma y la gota, hizo de las drogas el núcleo de la trama argumental de La piedra lunar (The Moonstone), quizás una de sus novelas más famosas.

George Eliot aportó lo suyo en Daniel Deronda (Daniel Deronda); también en Silas Marner (Silas Marner), donde la miserable Molly Farren es adicta al opio; o en Middlemarch (Middlemarch), donde el doctor Lydgate consume cuanta sustancia alucinógena encuentra a su paso, mientras que Will Ladislaw busca en la exploración narcótica los medios para alcanzar la inspiración artística.

En Trompeta principal (Trumpet Major), Thomas Hardy consigue que Bob Loveday pierda la conciencia en varios pasajes debido al consumo excesivo de té de amapola.

Uno de los casos más notables de la mención de drogas dentro de la literatura es el clásico de Robert Louis Stevenson: El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde (The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde); donde un sujeto anodino, chato, se convierte en una bestia impulsiva luego de beber una extraña pócima.

Si bien la fórmula de este brebaje no es aclarada por Stevenson, a lo largo de la novela se deduce que esta tiene que ver con algún tipo de psicotrópico.

También hay una gran cantidad de referencias a las drogas en El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray), de Oscar Wilde. De hecho, a lo largo de la historia Dorian frecuenta regularmente el ámbito pernicioso de un fumadero de opio.

Tampoco podemos dejar de lado al clásico de Bram Stoker: Drácula (Dracula).

Allí, el doctor Jack Seward, quien administra el manicomio de Carfax, es un impulsivo adicto a la morfina. Incluso el doctor Abraham Van Helsing, más recordado por practicar una de las primeras transfusiones de sangre en la literatura, le inyecta morfina a Lucy Westenra antes de que la muchacha se transforme en vampiro.

Para finalizar mencionaremos a un último personaje, aunque la lista podría prolongarse indefinidamente: Sherlock Holmes; sí, el detective de Arthur Conan Doyle. Si bien no se asume a sí mismo como un adicto, ocasionalmente se inyecta cocaína, según él, para estimular su cerebro cuando no se encuentra trabajando en un caso.




Libros extraños y lecturas extraordinarias. I Autores con historia.


Más literatura gótica:
El artículo: Alicia en el País del Opio: drogas en novelas clásicas fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

10 libros que podrían enorgullecerte de estar sola


10 libros que podrían enorgullecerte de estar sola.




Basta de flores, chocolates, películas románticas, cenas íntimas (¿acaso las hay públicas?) y todo ese despliegue de artificiosa burocracia que despliegan las personas en pareja para olvidar otros aspectos rutinarios de su condición.

Claro que en el reparto de reproches a las mujeres les toca la peor parte.

Ser soltera, o estar sola, puede transformarse de un interesante estilo de vida, incluso de una elección perfectamente válida, en una perpetua sucesión de interrogatorios de parte de terceros interesados, vaya uno a saber porqué, en emparejarlas.

Al respecto hay que decir que son muchos los autores que han plantado batalla frente a aquella idea estúpida de que la mujer sólo puede sentirse completa en pareja.

—Macanas —diría el profesor Lugano; opinión que seguramente sería suscrita por la licenciada Safo.

A continuación citamos 10 libros que podrían enorgullecerte de estar sola. Para apartarnos ligeramente de nuestra costumbre de reseñar, ésta vez dejaremos que sean los propios autores quienes filosofen sobre la cuestión de la soltería y sus enormes posibilidades para desarrollar una vida plena.



10- Seré calma; seré mi propia amante.
(I will be calm; I will be mistress of myself)
Sensatez y sentimientos (Sense and Sensibility, Jane Austen)


Excelente consejo de Elinor Dashwood; especialmente adecuado para esos momentos donde el impulso de verificar cada movimiento de tu ex en Facebook se vuelve incontrolable.



9- Cuánto más solitaria, con menos amigos, con nada de estabilidad, más me respeto a mí misma.
(The more solitary, the more friendless, the more unsustained I am, the more I will respect myself)
Jane Eyre (Jane Eyre, Charlotte Brontë)


Jane Eyre es una de esas novelas que glorifican la soledad como modo de vida; y para eso, curiosamente, apela a una de las historias de amor más notables de todas las épocas.



8- Una de las cosas más importantes en el mundo es aprender a pertenecerse a uno mismo.
(The greatest thing in the world is to know how to belong to oneself)
Ensayos (Complete Essays, Michel de Montaigne)


Una frase que, en tiempos mejores, podría sustituir a toda la fraseología de posesión que suele adornar el discurso de los enamorados: necesitar, ser para el otro, no existir sin él o ella, no caben en la filosofía de Montaigne.



7- Mi ser es todo mío. No tengo ninguna necesidad del tuyo.
(My self is all to me. I don't have any need of you)
Cierro la puerta sobre mí misma (I Lock My Door Upon Myself, Joyce Carol Oates)


Hay que admitir que Joyce Carol Oates quizá va demasiado lejos en su declaración. De hecho, es fácil imaginarla en un tono similar al de Gollum abrazándose a sí mismo y acariciando el Anillo Único; sin embargo, el empoderamiento del ser puede, en ciertos casos, parecer un rasgo de egoísmo.



6- Si yo siguiera la inclinación de mi naturaleza sería mendiga y soltera, en vez de casada y reina.
(If I follow the inclination of my nature, it is this: beggar-woman and single, far rather than queen and married)
Obras completas (Collected Works, Elizabeth I de Inglaterra)


La reina Elizabeth I de Inglaterra ascendió al trono para producir un heredero. En cambio, le dio la espalda a la tradición y gobernó soltera durante 44 años. Pocas mujeres en la historia podrían defender la soltería con mejores argumentos.



5- Que Dios no me envíe un marido es una merced que le imploro de rodillas todas las mañanas y todas las noches.
(If God send me no husband, for the which blessing I am at him upon my knees every morning and evening)
Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, William Shakespeare)


Ambos, Benedick y Beatrice, observan la vida conyugal con ciertas reservas. Ella, sin embargo, planta una de las más conmovedoras resistencias al matrimonio en una época donde lo único que se esperaba de la mujer era que se casara.



4- Mientras ella piense en un hombre nadie objetará que la mujer piense.
(As long as she thinks of a man, nobody objects to a woman thinking)
Orlando (Orlando, Virginia Woolf)


Brillante reflexión de Virginia Woolf, probablemente la más lúcida feminista de la historia, acerca de las estructuras mentales aprobadas por la sociedad de su tiempo: pensar en él está bien; pensar en una misma, pésimo.



3- Los hombres se casan porque están cansados; las mujeres por curiosidad. Ambos terminan decepcionados.
(Men marry because they are tired, women, because they are curious: both are disappointed)
El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray, Oscar Wilde)


Cierto o no, Oscar Wilde ataca la institución del matrimonio por encima de la idea de pareja, en su tiempo, claramente despareja. No obstante, sirve como ejemplo de que ciertas metas, como casarse, deberían ser apenas el comienzo de una aventura.



2- Cualquiera que se regocije en la soledad, o es una bestia salvaje o un dios.
(Whosoever is delighted in solitude, is either a wild beast or a god)
Sobre la amistad (On Friendship, Francis Bacon)


En realidad, aquí Francis Bacon recicla una frase de Aristóteles (aquel que es incapaz de vivir en sociedad o es una bestia o un dios) pero adaptándola a la idea de soledad en términos de pareja. Subjetivamente, preferimos la versión reciclada.



1- Aquellos que conocen el valor y el exquisito sabor de la solitaria libertad (pues únicamente se es libre cuando se está solo), el acto de partir es el más valiente y hermoso de todos.
(For those who know the value of and exquisite taste of solitary freedom ―for one is only free when alone―, the act of leaving is the bravest and most beautiful of all)
La nómada: los diarios de Isabelle Eberhardt (The Nomad: The Diaries of Isabelle Eberhardt, Isabelle Eberhardt)


Para aquellos que no la conozcan, Isabelle Eberhardt fue una escritora y exploradora de principios del siglo XX, que para sentirse con mayor libertad comenzó a vestirse de hombre. Murió joven, a los 27 años, soltera pero jamás sola, luego de sobrevivir a varios intentos de asesinato por defender la libertad de los pueblos africanos.




Libros extraños y lecturas extraordinarias. I Feminología: filosofía de la mujer.


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10 personajes masculinos de los que podrías enamorarte


10 personajes masculinos de los que podrías enamorarte.




No es infrecuente que algunas lectoras se enamoren de los personajes masculinos de sus novelas favoritas. Esta idealización se produce de manera espontánea, como consecuencia de ciertos parámetros y expectativas que el personaje cumple sin proponérselo.

No obstante, si fuese tan sencillo que una lectora se enamore de un personaje masculino habría muchos más amoríos transliterarios de los que realmente hay.

Enamorar a una lectora no es fácil. El rito requiere una serie de ingredientes difíciles de identificar, pero que están ahí, perfectamente visibles, aunque su correcta combinación se inscriba en una especie de alquimia que sólo los grandes autores manejan con propiedad.

A continuación citamos 10 personajes de los que las lectoras podrían enamorarse, si no es que ya lo están.



10- Frederick Wentworth:
Persuasión (Persuasion, Jane Austen)

Ejemplo de estoicismo amoroso, del hombre que no retrocede aún cuando todo el escenario parece desfavorable.

Le propone matrimonio a Anne, protagonista de la novela, y es rechazado debido a ciertas intrigas organizadas por la celosa Lady Russell.

Lejos de refugiarse en la angustia, Frederick recurre a una paciencia infinita para colaborar desde la trastienda con la vida de Anne. Afortunadamente, su éxito en las Guerras Napoleónicas mejoraron ostensiblemente su situación financiera, lo cual le permitió volver a la carga en una época en la que la economía de un hombre definía sus aptitudes como futuro esposo.



9- Rhett K. Butler:
Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, Margaret Mitchell)

Al principio, admirador secreto de Scarlett O'Hara, y al final de la novela su tercer esposo.

Rhett suele escandalizar a todos por su comportamiento público, el cual se acerca bastante al carisma del chico malo. En varios pasajes advierte que no es un buen hombre con el cual contraer matrimonio, y lo prueba del modo más rotundo.

A pesar de esta fachada de tipo duro, Rhett ama sinceramente a Scarlett, aunque nunca se declara abiertamente, incluso después de casados. Ya en el ocaso de la novela descubrimos que la razón de su discreción tiene que ver con el destino infausto de todos aquellos que amaron a Scarlett y por eso fueron despreciados.



8- Martín:
Sobre héroes y tumbas (Ernesto Sábato)

Martín encarna el principio del muchacho devastado por el amor.

Puro, melancólico, perturbado, Martín se enamora de la mujer más improbable para él: Alejandra, tan independiente y lejana como presa de sus propios demonios personales.

Si bien la personalidad de Martín no es precisamente la de un galán, por su tenacidad y constancia, aún a sabiendas de que su amor por Alejandra sólo puede conducir al desastre, logran colocarlo entre los personajes masculinos más destacables de la novela latinoamericana.



7- Edward Fairfax Rochester:
Jane Eyre (Jane Eyre, Charlotte Brontë)

Ejemplo del hombre perseguido por circunstancias desfavorables.

No sólo elige mal a su esposa, Bertha Mason, sino que se casa con ella justo antes de enamorarse perdidamente de otra mujer, Jane Eyre.

Esta desafortunada sucesión de hechos conducen a Rochester a convertirse en un héroe torturado, en parte byroniano, en parte masoquista; sin embargo, su locura de amor queda perfectamente justificada a lo largo de la novela, y permite la forja de una de las historias de amor más notables de todos los tiempos.



6- Heathcliff:
Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights, Emily Brontë)

Prototipo del héroe byroniano; es decir. el arquetipo del héroe torturado, romántico, cuya pasión es tan desbordante y enfermiza que es capaz de destruir a todos los que lo rodean, incluso a la mujer que ama.

A lo largo de la novela Heathcliff adquiere proporciones épicas.

Su deseo de venganza lo consume, lo vuelve un hombre perturbado; no obstante, a medida que crece su faceta también aumenta su capacidad de fascinar a las mujeres; quizá porque en ningún momento se establece claramente como héroe o villano, ni siquiera para la adorable Catherine Earnshaw.



5- Holden Caulfield:
El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye, J.D. Salinger)

Uno de los personajes masculinos más notables del siglo XX; y un ícono de la rebeldía adolescente de los años '50.

Holden Caulfield es un muchacho trágico, con la extraña cualidad de percibir los aspectos más ridículos de las personas que lo rodean, como la superficialidad, la vanidad y el narcisismo.

Como consecuencia, Holden Caulfield se vuelve un tipo desconfiado, cínico, capaz de exhibir todos los rasgos y comportamientos que desprecia.



4- Fitzwilliam Darcy:
Orgullo y prejuicio (Pride and Prejudice, Jane Austen)

Apuesto, inteligente, Darcy intepreta el modelo de hombre aplomado pero socialmente torpe que tanto agradaba a las mujeres del siglo XIX.

Darcy suele generar una opinión inicial bastante pobre; hay cierta rectitud en él, cierto orgullo que muchos han confundido como un elemento del título. Sin embargo, las mujeres que llegan a conocerlo de manera más profunda caen rendidas a sus pies.

La razón de su magnetismo continúa siendo desconocida, pero quizá tenga que ver con el hecho de ser uno de los pocos personajes masculinos que se enamora de los defectos de una mujer, y no tanto de sus virtudes.



3- Adán:
Diario de Adán y Eva (The Diaries of Adam and Eve, Mark Twain)

El Adán de Mark Twain presenta una serie de curiosidades que lo justifican como uno de los personajes masculinos más requeridos por las lectoras.

En principio, este Adán está más dispuesto a recorrer la geografía secreta de Eva que la exótica fauna y flora del Edén.

En cierta forma, Adán descubre aquí que no hay destierro en la historia de la manzana prohibida. Todo lo contrario: el único Edén posible es junto a Eva, aún en los páramos y yermos que se extienden fuera del Paraíso.



2- Florentino Ariza:
El amor en tiempos del cólera (Gabriel García Marquéz)

Florentino Ariza tiene la mala suerte de enamorarse de Fermina Daza, muchacha de la alta sociedad, a la que intenta conquistar mediante audaces promesas epistolares.

El padre de Fermina se opone a estos coqueteos, y se propone separar a la pareja a cualquier precio.

Con el tiempo consigue que Fermina se case con otro hombre más acorde a su condición social, sin saber que Florentino Ariza es uno de esos personajes masculinos capaces de esperar toda la vida por la mujer que ama.



1- Richard Collier:
En algún lugar del tiempo (Somewhere in Time, Richard Matheson)

Richard Collier es un personaje extraordinario: padece un tumor cerebral y le queda muy poco tiempo de vida, el suficiente como para enamorarse de una mujer que aparece en una vieja fotografía de principios de siglo, la actriz Elise MacKenna.

Si enamorarse de una mujer de otra época es un problema difícil de resolver, encontrar el modo de llegar hasta ella a través del tiempo justifica la reputación de Richard Collier como uno de los personajes masculinos más tenaces de la historia.




Libros extraños y lecturas extraordinarias. I Autores con historia.


Más literatura gótica:
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Una novela para cada signo del zodiaco


Una novela para cada signo del zodiaco.




La astrología aspira a convertirse en spoiler de la vida.

A todos nos gusta saber algo del libro que vamos a leer o la película que vamos ver. Para eso existen las reseñas, las contratapas, los trailers; en fin, toda una ingeniería que nos confía una parte superflua de la historia pero que se reserva los asuntos más relevantes.

La astrología se rehúsa a anticipar los eventos míseros de nuestro futuro, como una uña encarnada o un sifón que nos abandona a la mitad de un aperitivo; en cambio, resuelve pronosticar hechos decisivos para la trama de nuestra vida.

En el arte los spoilers son indeseables. Nadie quiere saber de antemano el final de una película, o en tal caso cualquier episodio intermedio que posea algún grado de relevancia, como la muerte de tal o cual personaje. Pero cuando se trata de la vida a muchos les gustaría saber en detalle qué es lo que va a pasar.

De ahí la vigencia de la astrología.

Esta refutación de las predicciones, las profecías, los pronósticos, los buenos y malos augurios, no nos impide jugar con la astrología; aunque en principio debamos establecer nuestras propias reglas.

Dejemos de lado los anuncios impactantes de la astrología como pseudociencia y tomemos, por ejemplo, las supuestas características de cada signo del zodiaco. Sobre ellas basaremos la siguiente lista de novelas, una para cada signo zodiacal.



Aries:
El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye, J.D. Salinger)


Ideal para el signo de Aries, es decir, para personas independientes, duras cuando la ocasión lo justifica, y que rara vez se inclinan por la fantasía sin cierto grado de conexión con la realidad objetiva.

En este contexto, El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye), de J.D. Salinger, parece escrito para todos aquellos que valoren la autoderminación y el valor para despejar la maleza de lo superfluo y dedicarse a perseguir las grandes abstracciones de la vida.



Tauro:
Crimen y castigo (Prestupleniye i nakazaniye, Fyodor Dostoyevsky)


Los del signo de Tauro probablemente aprecien mejor que nadie los clásicos de la literatura debido a su notoria capacidad para ser pacientes, tenaces, cuando no directamente obstinados.

Este podría ser el caldo de cultivo ideal para Crimen y castigo, de Fyodor Dostoyevsky, ya que combina el aplomo que supone la comisión de un hecho abominable con el remordimiento necesario para confesarlo.

Perfecto para sujetos con metas claras, objetivas, que siempre obtienen lo que quieren, aunque al final esto no coincida exáctamente con lo que es mejor para ellos.



Géminis:
El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, Robert Louis Stevenson)


Si bien es un error suponer que el signo de Géminis posee dos caras, cuando más bien las incluye a todas; es decir, posee multitudes dentro de sí mismo; este clásico de Robert Louis Stevenson expresa a la perfección al menos dos facetas de esa variada personalidad.

Lo interesante de este signo del zodiaco es que sus miembros pueden identificarse con todas las variantes de las emociones humanas, lo cual los coloca en una posición de privilegio para examinar la neurosis y aún la violencia inusitada que se expresan a partir del mismo principio.



Cáncer:
Cumbres borrascosas (Wuthering Heights, Emily Brontë)


Ser sensible no es un defecto, como lo prueban millones de personas bajo el signo de Cáncer.

Para ellos, las relaciones con amigos, familia y pareja son esenciales para sentirse plenos, muy a pesar de que el resto del mundo a veces no comprenda la complejidad de su universo interior.

Estos individuos entienden a la perfección la nostalgia, la tristeza, pero también la alegría que supone estar vivo en un mundo donde la mayoría duerme un criterioso sueño hecho de hábitos adquiridos. En este contexto, Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, es una opción inobjetable.



Leo:
El viejo y el mar (The Old Man and the Sea, Ernest Hemingway)


Acusados injustamente de narcisistas, las personas del signo de Leo son, según nos cuentan nuestros astrólogos de cabecera, líderes por naturaleza. Creativos, apasionados, audaces, los del signo de Leo no pueden leer nada que no les interese profundamente.

Basándonos en estos datos inciertos podemos especular que su opción más adecuada es, desde luego, Ernest Hemingway.

Hemingway posee la rara cualidad de abordar cuestiones profundas desde una poderosa simplicidad. El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) es el ejemplo más paradigmático de su maravillosa obra.



Virgo:
Un mundo feliz (Brave New World, Aldous Huxley)


Novela ideal para los del signo de Virgo, básicamente autómatas hiperorganizados pero con un fuerte sentido de humanidad.

Un mundo feliz, de Aldous Huxley, nos lleva a recorrer un futuro cargado de reglas y prohibiciones cuyo propósito es adormecer el instinto natural del hombre por lo bello en favor de lo práctico.

Quizás este futuro refleje bastante bien la personalidad de Virgo: organizado hasta el más mínimo detalle pero siempre con el corazón abierto y bien predispuesto para el trabajo y el esfuerzo.



Libra:
Historia de dos ciudades (A Tale of Two Cities, Charles Dickens)


Sociales, diplomáticas, las personas de Libra son lo que se dice equilibradas. Rara vez caen en extremismos, fundamentalismos, pero cuando sí lo hacen efectúan esa transición con la más atildada ferocidad.

Los de Libra prefieren las astucias sobre la acción directa, de modo que podrían convertirse en ávidos lectores de este clásico de Charles Dickens.

Historia de dos ciudades (A Tale of Two Cities) plantea dos enfoques opuestos: la paz y la tranquilidad, la vida sencilla, sin grandes sobresaltos, en contraste con la agitación, el desafío y el caos. El equilibrio entre ambos extremos parece ser el terreno más óptimo para los librianos.



Escorpio:
El monje (The Monk, Matthew Lewis)


Decir que los de escorpio son apasionados sería decir muy poco realmente. Todo parece indicar que uno querría tenerlos de su lado, nunca como enemigos. Pueden ser amigos ferozmente leales, amantes acalorados, o implacables adversarios que nunca olvidan ni perdonan.

Pocas novelas admiten este grado de intensidad, de pasión, de retorcida y vengativa naturaleza; salvo que apelemos a autores con las mismas características.

El monje (The Monk), de Matthew Lewis, expresa el aspecto más desaforado del signo de Escorpio, eso sí, hasta límites vecinos de la criminalidad más abyecta.



Sagitario:
Diccionario del diablo (Devil's Dictionary, Ambrose Bierce)


Sagitario es el signo que mejor entiende el humor en todas sus facetas, desde lo más inocente a lo más oscuro.

Entusiastas, filosóficos, curiosos, los sagitarianos son capaces de abordar las grandes cuestiones del universo desde una perspectiva más bien hilarante, sin perder por ello su agudeza natural.

Si bien el Diccionario del diablo (Devil's Dictionary), de Ambrose Bierce, no es una novela sino más bien un conjunto enciclopédico de observaciones, presenta las características típicas que el sagitariano disfruta intensamente. Ideal para sus sujetos más inclinados por lo ácido.



Capricornio:
Jane Eyre (Jane Eyre, Charlotte Brontë)


Los capricornianos son probablemente las personas más gentiles y amables de todos los signos del zodiaco. Hablamos aquí de sujetos disciplinados pero con cierta inclinación por lo fantástico.

Si hubiese que resumirlos en pocas palabras habría que decir que los capricornianos no toleran estupideces.

Los de Capricornio no necesariamente se ven atraídos por los clásicos; y ciertamente esta novela de Charlotte Brontë quizás sea un tanto gótica para ellos. No obstante, en su esencia nos habla de una mujer independiente que aprende a valerse por sí misma, a confiar en sus propios deseos; muy aconsejable para los especímenes de este signo.



Acuario:
El hombre hembra (The Female Male, Joanna Russ)


Inclasificables desde todo punto de vista. Los acuarianos pueden ser excéntricos, humanitarios, activistas, o básicamente cualquier cosa que exija cierto grado compromiso.

Acuario es un signo original, por lo tanto los acuarianos tienden a vivir en su propio mundo, no siempre luminoso sino en ocasiones bastante oscuro.

Este fuerte compromiso con exteriorizar de forma casi obsesiva lo que les ocurre convierte a los acuarianos en sujetos ideales para los rincones más inaccesibles de lo fantástico. Al respecto, la gran novela de Joanna Russ: El hombre hembra (The Female Male), que presenta el desafío narrativo de convertir a un hombre en mujer, literalmente, resulta ideal para emparejarse tanto con la intensidad de los acuarianos como con su búsqueda de justicia e igualdad.



Piscis:
Un mundo devastado (Earthworks, Brian Aldiss)


A los del signo de Piscis les convendría cualquier novela capaz de capturar su imaginación, por cierto, desbordante.

Lo extraño, lo mágico, lo que se corre ligeramente de lo habitual y lo cotidiano, son poderosos atractivos para ellos.

Esto los coloca como grandes lectores de todo lo que se relacione directamente con la fantasía pero no necesariamente con lo fantasioso. Hay una diferencia, no siempre clara, entre ambos universos, pero el pisciano es perfectamente capaz de distinguirla.

Las distopías son perfectas para los piscianos, y dentro de ellas la novela de Brian Aldiss: Un mundo devastado (Earthworks), donde se nos lleva a recorrer un futuro arrasado por desastres ecológicos, aunque todavía con espacio para la lucha y la individualidad.




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Estadísticas del AMOR y el BESO en las novelas románticas


Estadísticas del AMOR y el BESO en las novelas románticas.




Es fácil caer en la suposición de que en todas las novelas del romanticismo, y aún en las novelas victorianas, el amor florece casi como una consecuencia inevitable; una fungosidad empalagosa, se diría, producto de la frecuentación y el hastío de sus protagonistas a propósito de la constipación reinante en sus sociedades.

En este escenario el AMOR y el BESO deberían reinar por encima de otras emociones, de otros rituales; sin embargo, la diferencia estadística entre unos y otros es realmente notable.

Tomemos como ejemplo una breve lista de novelas clásicas de amor, algunas provenientes del romanticismo, otras del período victoriano, y analicemos la cantidad de veces que mencionan la palabra AMOR y el número de BESOS que realmente describen.



Jane Eyre (Jane Eyre, Charlotte Brontë)
235 veces utiliza la palabra AMOR.
51 BESOS.

No es extraño que Charlotte Brontë haya liberado sus deseos de gritar la palabra AMOR en Jane Eyre. Estaba acostumbrada a disimular esas expresiones de afecto ya que amaba secretamente a un hombre casado, un acartonado profesor, con quien intercambiaba cartas de perfil más bien discreto.

Esa prudencia de Charlotte Brontë para proteger el honor de su amado quedó totalmente devastada en la novela Villette (Vilette), donde justamente retrata la relación clandestina de una mujer obsesionada con un profesor Belga.


Cumbres borrascosas (Wuthering Heighs, Emily Brontë)
128 veces utiliza la palabra AMOR.
36 BESOS.

No debemos dejarnos confundir por esta estadística.

Si bien es cierto que Emily Brontë emplea muchas veces la palabra AMOR, dejándonos además algunos BESOS memorables, la palabra que mas insiste en Cumbres borrascosas es VENGANZA.



Orgullo y prejuicio (Pride and Prejudice, Jane Austen)
122 veces utiliza la palabra AMOR.
3 BESOS.

Sensatez y sentimientos (Sense and Sensibility, Jane Austen)
124 veces utiliza la palabra AMOR.
6 BESOS.

Casi como si se tratara de una receta de cocina, Jane Austen emplea casi la misma cantidad de veces la palabra AMOR en Orgullo y prejuicio y Sensatez y sentimientos. Lo curioso es que, al menos en la obra de Jane Austen, la palabra AMOR no fatiga al lector, aún cuando aparezca varias veces en una misma oración:

«La imaginación de una mujer muy rápida; salta de la admiración al amor y del amor al matrimonio en un instante»

(A lady's imagination is very rapid; it jumps from admiration to love, from love to matrimony in a moment)

También hay que decir que, al menos en Sensatez y sentimientos, el AMOR y los BESOS ocurren en la primera parte de la novela, y están prácticamente ausentes al final.


Pero la cuestión del AMOR y los BESOS no es una problemática de género, o quizás sí; muchos autores varones alcanzan cifras astronómicas, muy superiores a las de las mujeres.

El ejemplo más notable es León Tolstói.

Anna Karenina (Anna Karenina, León Tolstói)
633 veces utiliza la palabra AMOR.
118 BESOS.

Resulta bastante difícil entender cómo diablos en una novela donde el AMOR y los BESOS abundan de esta manera todo finalice con uno de los suicidios más clásicos de la literatura.






Tess la de los d'Urberville (Tess of the d'Urbervilles, Thomas Hardy)
226 veces utiliza la palabra AMOR.
45 BESOS.

Thomas Hardy desafía las costumbres de su época al desnudar algunas cuestiones de las que nadie se atrevía a hablar, por ejemplo, de violación.

De hecho, la gran mayoría de los BESOS que recibe la pobre Tess proceden de Alec, un psicópata libertino que suele tomarlos por la fuerza.


Se podría decir que estas tendencias obsoletas son producto de una época y que luego se fueron aplazando o sustituyendo por otras.

Tomemos como ejemplo el clásico de Franz Kafka:

La metamorfosis (Die Verwandlung, Franz Kafka)
4 veces utiliza la palabra AMOR.
2 BESOS.











Esto nos tranquiliza como lectores. Por fin el AMOR dejó de ser una abstracción secuestrada por sentimentalismos. Ya no habrá clásicos de la literatura que abusen del AMOR y los BESOS con semejante ligereza, al menos en obras totalmente desligadas del romanticismo...

Entonces aparece él, con sus cifras siderales, y lo cambia todo, lo revierte, pero utilizando la misma abundancia.

Ulises (Ulysses, James Joyce)
412 veces utiliza la palabra AMOR.
98 BESOS.

Imposible suprimir siquiera uno solo de ellos.










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