10 personajes de ficción con graves trastornos psicológicos.
De entrada conviene aclarar que el título de este artículo, además de pretencioso, es inexacto. Ningún personaje de ficción se ha transformado en nada, salvo en iconos o figuras representativas en el imaginario colectivo; sin embargo, algunos de ellos fueron vistos como ejemplos de ciertos trastornos bastante curiosos.
Síndrome de Cenicienta.
El Síndrome de Cenicienta define a cierto tipo de mujeres con un miedo irracional por la independencia.
Naturalmente, el nombre se inspiró en el cuento de hadas Cenicienta (Cinderella)
Síndrome de Madame Bovary.
Inspirado en la protagonista de Madame Bovary (Madame Bovary), de Gustave Flaubert, Emma Bovary.
El término fue acuñado por el filósofo francés Jules de Gaultier, y alude a un perpetuo estado de frustración que procede de la incapacidad crónica de separar las ilusiones y expectativas, a menudo desproporcionadas, de la realidad objetiva.
Síndrome de Huckleberry Finn.
Inspirado en el protagonista de la novela clásica de Mark Twain: Las Aventuras de Huckleberry Finn (Adventures of Huckleberry Finn).
Se caracteriza por la tendencia a evitar las responsabilidades y cambiar con frecuencia de trabajo y vocación. Puede definírselo como un mecanismo de defensa psicológico en sujetos de baja autoestima, tendientes a la depresión e incapaces de enfrentarse al rechazo.
Síndrome de Rapunzel
Rapunzel es la protagonista de uno de los cuentos de hadas de los Hermanos Grimm, aquella doncella encerrada en la torre y poseedora de un cabello fantásticamente largo.
El Síndrome de Rapunzel define un extrañísimo trastorno intestinal con solo veinticinco casos registrados. Consiste en la formación de una especie de bola de pelo que se extiende desde estómago hacia intestino.
Todos los casos documentados ocurrieron en mujeres jóvenes con severos trastornos de la personalidad, a menudo exteriorizada en actos de tricofagia, es decir, el desaconsejable consumo compulsivo de cabello.
Síndrome de Otelo.
Basado en el Otelo (Otelo) de William Shakespeare; aquel eterno y fatal celoso de Desdémona.
Se trata de un delirio patológico caracterizado por los celos, desde luego, desmedidos, y una preocupación irracional sobre la infidelidad de la pareja.
El sujeto, casi siempre hombre, está totalmente convencido de que su pareja le es infiel, aún sin que existan motivos objetivos que justifiquen sus celos.
Síndrome de Rebeca.
Variante femenina del Síndrome de Otelo, basado en la matriarca bíblica Rebeca.
Síndrome de Pollyanna.
Inspirado en la novela de Eleanor H. Porter: Pollyana (Pollyana).
Quienes lo padecen sufren una desmedida idealización de situaciones y experiencias, así como un tremendo exceso de amabilidad; es decir, optimistas crónicos que no se basan en la realidad objetiva.
Podemos verlos como aquellas personas que solo son capaces de ver el lado bueno de las cosas.
Síndrome de Maléfica.
Inspirado en Maléfica (Maleficent), la villana de La Bella Durmiente (The Sleeping Beauty).
Se caracteriza por mujeres con personalidad pública dominante, avasallante, incluso cruel, pero que en la intimidad se muestran notablemente inseguras.
Síndrome de Alicia.
Basado en la protagonista de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland), de Lewis Carroll.
Aquellos que lo padecen sufren un grave trastorno en la percepción de las formas y tamaños de los objetos.
Muchos especialistas creen que el propio Lewis Carroll, autor de la historia y poseedor de terribles ataques de migraña, pudo experimentar en carne propia una combinación de alteraciones sensoriales que luego plasmó en el País de las Maravillas, entre ellas: palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras).
Síndrome de Judas.
Construido sobre la premisa de Judas Iscariote, aquel apóstol que traicionó a Jesús (según los mitos bíblicos).
Define un tipo de personalidad fuertemente moral, ética, intachable, pero que es capaz de cometer y luego ocultar un único acto atroz e inconfesable.
El lado oscuro de la psicología. I Misterios miserables.
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3 comentarios:
Seguro usted lo sabe, y mi pregunta es ¿cuál fue la razón para excluir los tan mencionados complejos o síndromes de Edipo, Electra, Medea, El Quijote..., y los que se me escapen a mí también?
Ah, he incluido este blog entre mis recomendados, en el blog que creé.
Los casos que citas, Domingo, son complejos; y en el artículo citamos síndromes. Básicamente la diferencia entre complejo y síndrome es que el primero es un trastorno de la personalidad, es decir, únicamente psicológico, mientras que el segundo incluye síntomas clínicos. Saludos!
Gracias por su aclaración. No volveré a pasar por ignorante al respecto.
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