«A la fantasmal luz de la luna»: Thomas Lovell Beddoes; poema y análisis.


«A la fantasmal luz de la luna»: Thomas Lovell Beddoes; poema y análisis.




«El mayor deseo de mi corazón
es verte pálida, recostada
en el más suave féretro,
a la fantasmal luz de la luna.»



A la fantasmal luz de la luna (The Ghosts' Moonshine) es un poema gótico del escritor inglés Thomas Lovell Beddoes (1803-1849), publicado de manera póstuma en la antología de 1851: Poemas escogidos (Collected Poems).

A la fantasmal luz de la luna agrupa las tres grandes obsesiones de los poemas de Thomas Lovell Beddoes: la muerte, el amor y lo sobrenatural. Este poema en particular gira entorno a un joven que atrae a una mujer al cementerio para asesinarla

Este motivo, así como la estructura del poema, pertenecen a la fórmula de la balada medieval. Cuando uno piensa en la Edad Media supone que sus cantos tratan sobre caballeros, hadas, magos y bosques embrujados, pero no es así. La balada es una forma de tradición oral, y aborda todos los temas, algunos épicos, dinásticos, otros enfocados en los llamados crímenes pasionales, incluso en la violencia doméstica. La poesía gótica, heredera del macabre del medioevo, atenuó el motivo de la chica engañada y arrastrada a su muerte; en cambio, presenta a una damisela en apuros que es atraída a un lugar solitario [no obligada], a menudo un castillo o una abadía en ruinas. Las baladas son más crudas: la mujer ofrece poca o ninguna resistencia, es asesinada y su cuerpo es abandonado, aunque a menudo retorna espiritualmente. En ocasiones se aparece un elemento adicional: el arrepentimiento, por lo que el asesino es castigado a través de la locura o la muerte [ver: El cuerpo de la mujer en el Gótico]

El estribillo de A la fantasmal luz de la luna sugiere la interminable recreación de un crimen, lo cual puede verse como una especie de infierno personal. El poema comienza con una serie de acciones aterradores aunque mediante un lenguaje que evoca amor y ternura. Pronto es evidente que no estamos ante dos amantes en la intimidad del dormitorio, sino frente a un asesino y su víctima:


Es medianoche, mi esposa;
yacemos bajo
la tempestad radiante y sin temor,
en el cálido trueno:
(¡No tiembles ni llores! ¿Qué puedes temer?)
El mayor deseo de mi corazón
es verte pálida, recostada
en el más suave féretro,
a la fantasmal luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo dos demonios, que soplan
a través de las costillas del asesino
de un lado a otro,
a la fantasmal luz de la luna.


El «cálido trueno» es un oximoron que expresa el trastorno mental del Orador, el cual llama «esposa» a su víctima. Ella «tiembla» y «llora»; no es para menos, está en manos de un psicópata que está a punto de concretar su fantasía homicida. Su «mayor deseo», afirma, es verla «pálida» [es decir, muerta], y «recostada en el más suave féretro a la fantasmal luz de la luna».


¿Quién anda ahí, dijo asustada,
agitando y despertando al pobre muerto?
Es su pala, cavando
(¡No tiembles ni llores! ¿Qué anhelas?)
donde se entrelazan las hierbas,
una cama agradable, doncella mía,
que los niños llaman tumba,
a la fría luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo dos demonios que soplan
de un lado a otro entre las costillas del asesino,
a la fantasmal luz de la luna.


La segunda estrofa comienza mostrando el desconcierto de la víctima. Deduce que está en un cementerio, oye la pala de su torturador mientras cava su futura tumba. Ahora bien, es importante aclarar que esta es solo una interpretación. El Orador quizás no es un psicópata humano, sino la propia Muerte, una figura sobrenatural que lleva a su víctima a la consumación de su vida. Conociendo la obsesión de Thomas Lovell Beddoes con la muerte, podrían ser ambas cosas, tal vez simultáneamente, siendo el asesino una encarnación momentánea de la Muerte [ver: Muerte no te enorgullezcas]

En esta segunda estrofa está el elemento más inquietante del poema. En el romanticismo [y en todo el camino hasta nuestros días], la niñez está asociada a la inocencia, y la inocencia a la ignorancia de la muerte. En otras palabras, los adultos intentamos mantener a los pequeños lo más alejados posible de estos temores. El desquiciado orador de Thomas Lovell Beddoes invierte esta idea, otorgándoles a los niños una fría percepción de la mortalidad. Los adultos, en realidad, somos los inocentes porque podemos expresarnos con eufemismos, podemos rodear los temas que nos preocupan; mientras que los pequeños, en cambio, van al grano, y en cierto modo se enfrentan a sus miedos de manera más directa. El ataúd, dice el Asesino/Muerte, es una «cama agradable» «que los niños llaman tumba a la fría luz de la luna».


¿Qué estiras sobre la blancura
de su hermosa garganta?
¿Una cadena de seda para cubrir
el brillo de su pecho?
(No tiembles ni llores: ¿qué temes?)
Mi sangre se ha derramado como vino;
me has estrangulado y asesinado, amor mío,
me has apuñalado, querido,
bajo la fantasmal luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo su duende que sopla
a través de las costillas del asesino,
bajo su propia luz de luna.


En la tercera estrofa aparece una nueva voz, tal vez la del lector, que interroga al asesino sobre sus actos.

Lo que observa el lector es que el asesino ha estado viviendo una fantasía, el embellecimiento de un acto detestable. Thomas Lovell Beddoes sugiere que la mujer está desnuda [la cadena no la adorna, la cubre], lo cual alimenta la sensación de que estamos ante un crimen de índole psicosexual. Hay estrangulamiento y apuñalamiento, que implican proximidad física en la comisión del crimen.

El estribillo cambia aquí, sufre un ajuste, aunque sigue siendo impenetrable. Los dos «diablos» se convierten en un goblin [duende] «que sopla a través de las costillas del asesino». Al parecer, los espíritus pueden experimentar una especie de segunda muerte [subjetiva] y resucitar para experimentarla una y otra vez en «su propia luz de luna» [ver: «Y con eones extraños incluso la muerte puede morir»]

Thomas Lovell Beddoes estudió medicina, pero no soportó sus métodos a principios del siglo XIX. Pasó gran parte de su vida sufriendo depresión y estaba obsesionado con la muerte. Todo esto, sumado a una inusual imaginación, lo llevó escribir algunos de los poemas más macabros y originales de la época.

Es casi imposible hacer un resumen de sus poemas que tratan sobre la muerte. Es un motivo ubicuo en su obra. A veces son crímenes recreados después de la muerte, muertes antinaturales, horribles, remordimientos insoportables. Es interesante notar que esta obsesión lo hizo menos solemne que Edward Young, Robert Blair, y otros poetas de cementerio. La obsesión implica frecuencia, familiaridad. Mientras otros autores pensaban ocasionalmente en la muerte, Thomas Lovell Beddoes pensaba en ella todo el tiempo [ver: Y la Muerte no tendrá dominio]

Thomas Lovell Beddoes se suicidó bebiendo veneno en la ciudad de Basilea, Suiza, el 26 de enero de 1849, a la edad de 45 años.




A la fantasmal luz de la luna.
The Ghosts' Moonshine, Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Es medianoche, mi esposa;
yacemos bajo
la tempestad radiante y sin temor,
en el cálido trueno:
(¡No tiembles ni llores! ¿Qué puedes temer?)
El mayor deseo de mi corazón
es verte pálida, recostada
en el más suave féretro,
a la fantasmal luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo dos demonios, que soplan
a través de las costillas del asesino
de un lado a otro,
a la fantasmal luz de la luna.

¿Quién anda ahí, dijo asustada,
agitando y despertando al pobre muerto?
Es su pala, cavando
(¡No tiembles ni llores! ¿Qué anhelas?)
donde se entrelazan las hierbas,
una cama agradable, doncella mía,
que los niños llaman tumba,
a la fría luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo dos demonios que soplan
de un lado a otro entre las costillas del asesino,
a la fantasmal luz de la luna.

¿Qué estiras sobre la blancura
de su hermosa garganta?
¿Una cadena de seda para cubrir
el brillo de su pecho?
(No tiembles ni llores: ¿qué temes?)
Mi sangre se ha derramado como vino;
me has estrangulado y asesinado, amor mío,
me has apuñalado, querido,
bajo la fantasmal luz de la luna.
¿Es el viento? No, no;
solo su duende que sopla
a través de las costillas del asesino,
bajo su propia luz de luna.


It is midnight, my wedded;
Let us lie under
The tempest bright undreaded,
In the warm thunder:
(Tremble and weep not! What can you fear?)
My heart's best wish is thine, -
That thou wert white, and bedded
On the softest bier,
In the ghost's moonshine.
Is that the wind? No, no;
Only two devils, that blow
Through the murderer's ribs to and fro,
In the ghosts' moonshine.

Who is there, she said afraid, yet
Stirring and awaking
The poor old dead? His spade, it
Is only making, -
(Tremble and weep not! What do you crave?)
Where yonder grasses twine,
A pleasant bed, my maid, that
Children call a grave,
In the cold moonshine.
Is that the wind? No, no;
Only two devils, that blow
Through the murderer's ribs to and fro,
In the ghosts' moonshine.

What doest thou strain above her
Lovely throat's whiteness?
A silken Chain, to cover
Her bosom's brightness?
(Tremble and weep not: what dost thou fear?)
- My blood is spilt like wine,
Thou hast strangled and slain me, lover,
Thou hast stabbed me dear,
In the ghosts' moonshine.
Is that the wind? No, no;
Only her goblin doth blow
Through the murderer's ribs to and fro,
In its own moonshine.


Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Thomas Lovell Beddoes.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Thomas Lovell Beddoes: A la fantasmal luz de la luna (The Ghosts' Moonshine), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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