«Un reloj golpeando la medianoche»: Thomas Lovell Beddoes; poema y análisis.
Un reloj golpeando la medianoche (A Clock Striking Midnight) es un poema gótico del escritor inglés Thomas Lovell Beddoes (1803-1849), publicado en la antología póstuma de 1851: Poemas completos del fallecido Thomas Lovell Beddoes (Collected Poems by the Late Thomas Lovell Beddoes).
Thomas Lovell Beddoes fue uno de los poetas más sombríos del romanticismo. Su obsesión por la muerte nos ha dejado algunas interesantes reflexiones versificadas que se destacan por lo particular de su estilo.
De todos esos poemas fúnebres se destaca Un reloj golpeando la medianoche; especie de alegato en contra del tiempo, cuya voracidad nos impide aferrarnos a la felicidad pero también al infortunio.
Un reloj golpeando la medianoche.
A Clock Striking Midnight, Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)
Escuchao el eco de los pasos del Tiempo,
Esos momentos se han perdido
En el desconocido sepulcro de los años.
Tu nombre se ha desvanecido en el olvido,
Hundido para siempre en las aguas del pasado,
Convertido en sagrada roca, adorado
por las custodias del valor, de la fuerza y del bien.
El futuro se pasea con jóvenes alas sobre el mar,
Naciendo detrás del vuelo, invisible para el siglo humano;
Con sus cien pasos indolentes,
Masticando el mundo desde el exterior,
Pasando suave sobre las almas mortales.
Así le canto al Tiempo, al coloso del universo,
Que con cada pie sumido en la Oscuridad
Se desliza silenciosamente.
Nubes de muerte se abaten sobre nosotros,
Es en vano luchar contra la marea;
Todos debemos hundirnos desgarrando el aire.
Con frenético dolor nos enfrentaremos a la Fama.
Podemos pensar en la Eternidad,
De quien el Tiempo es esclavo,
Sometido y arrastrado por las sombrías
fronteras de la destrucción.
¿Serán estas palabras el eco de nuestro destino?
Tal vez nuestros temblorosos pensamientos
Jamás se perderán, escritos en las inmutables estrellas
Como orgullosas aves; como los reyes de antaño
En sus tronos de mármol,
Sonriendo con la luz del relámpago.
Buceando en aquel mar del espíritu,
De rebaños mortales; finalmente nos hundiremos.
Nuestro rostro será pintado de arcilla,
De nuevo en el vientre de la Madre Tierra,
Mientras nuestra alma, en peregrino vuelo,
Persigue un más brillante nacer.
Hark to the echo of Time’s footsteps; gone
Thise moments are into the unseen grave
Of ages. Thy have vanished nameless. None,
While they are deep under the eddying wave
Of the chaotic past, shall placea stone
Sacred to these, the nurses of the brave,
The mighty, and the good. Futurity
Broods on the ocean, hatching ‘neath her wing
Invisible to man the century,
That on its hundered feet, a sluggish thing
Gnawing away the world, shall totter by
And sweep dead mortals with it. As I sing
Time, the colossus of the world, that strides
With each foot plunged in darkness silent glides,
And puffs death’s cloud upon us. It is vain
To struggle with the tide; we all must sink
Still grasping the thin air, with frantic pain
Grappling with Fame to buoy us. Can we think
Eternity, by whom swift Time is slain,
And dragged along to dark destruction’s brink,
Shall be the echo of man’s puny words?
Or that our grovelling thoughts shall e’er be writ
In never fading stars; or like proud birds
Undazzled in their cloud-built eyrie sit
Clutching the lightning, or in darting herds
Diving amid the sea’s vast treasury flit?
Sink, painted clay, back to thy parent earth
While the glad spirit seeks a brighter birth
Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)
Thise moments are into the unseen grave
Of ages. Thy have vanished nameless. None,
While they are deep under the eddying wave
Of the chaotic past, shall placea stone
Sacred to these, the nurses of the brave,
The mighty, and the good. Futurity
Broods on the ocean, hatching ‘neath her wing
Invisible to man the century,
That on its hundered feet, a sluggish thing
Gnawing away the world, shall totter by
And sweep dead mortals with it. As I sing
Time, the colossus of the world, that strides
With each foot plunged in darkness silent glides,
And puffs death’s cloud upon us. It is vain
To struggle with the tide; we all must sink
Still grasping the thin air, with frantic pain
Grappling with Fame to buoy us. Can we think
Eternity, by whom swift Time is slain,
And dragged along to dark destruction’s brink,
Shall be the echo of man’s puny words?
Or that our grovelling thoughts shall e’er be writ
In never fading stars; or like proud birds
Undazzled in their cloud-built eyrie sit
Clutching the lightning, or in darting herds
Diving amid the sea’s vast treasury flit?
Sink, painted clay, back to thy parent earth
While the glad spirit seeks a brighter birth
Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)
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