Por qué a tu cerebro le gustan los spoilers


Por qué a tu cerebro le gustan los spoilers.




Después de décadas y décadas de ser condenados por la opinión pública, por fin llegó el día de la reivindicación de los spoilers (literarios, eso sí).

Esto incluye a los lectores que se spoilean a sí mismos, quiero decir, aquellos que van directamente a la página final del libro antes de empezar por el principio. Si sos parte de este grupo de renegados la ciencia afirma que tu cerebro quizá trabaje de forma más coordinada durante el resto de la lectura.

Los investigadores Nicholas Christenfeld y Jonathan Leavitt, de la Universidad de San Diego, publicaron hace un tiempo en la revista Psychological Science un estudio bastante extraño acerca de los spoilers y cómo estos afectan al cerebro durante la lectura.

En principio se seleccionaron a 30 personas para leer 30 relatos distintos de autores como Roald Dahl y Agatha Christie. Algunos eran entregados tal como aparecen en muchas antologías; otros, en cambio, eran precedidos por un brevísimo resumen de la historia, y en algunos casos con una clara anticipación del final.

La lectura, naturalmente, fue monitoreada con aparatología de última generación.

Los resultados fueron sorprendentes: el cerebro de aquellos que habían sido spoileados trabajaron de una forma más coordinada, encendiendo áreas de la corteza cerebral vinculadas al placer; y de forma mucho más intensa que los lectores que nada sabían sobre el relato que tenían enfrente.

Lo curioso es que esta dinámica se repitió incluso en sujetos que se mostraban abiertamente contrarios a los spoilers. Al parecer, aunque como lectores odiemos saber cómo termina una historia, a nuestro cerebro le encanta.

Finales sorpresivos, giros inesperados, vueltas de tuerca, todo eso funciona muy bien con casi todos los lectores, salvo con nuestro cerebro, que prefiere saber de antemano quién es el asesino al final del cuento.

¿Por qué?

En principio, el estudio apunta a que nuestro cerebro tiene una rara afinidad por los baches; es decir, que prefiere rellenar lo que no sabe a partir de una certeza rectora; en este caso, el final de un cuento. Con ese conocimiento el cerebro recorre la historia de una forma más coordinada, apreciando detalles que sólo adquieren relevancia cuando conocemos el final.

Esta es la razón por la cual los más chicos adoran escuchar una y otra vez la misma historia. Lejos de apreciar que el narrador realice pequeños cambios en el argumento, el niño promedio objetará de inmediato cualquier alteración, incluso de una simple palabra.

En este punto sería razonable preguntarnos acerca del valor de releer una novela; y si no es ésta una forma disimulada de spoiler.

A propósito, los investigadores fueron más allá, incluyendo algunas películas memorables con finales sorprendentes para verificar si nuestro cerebro responde de la misma forma que frente al spoiler literario.

Al parecer, nuestro cerebro disfruta muchísimo más de la segunda vez que vemos películas como Sexto sentido o El club de la pelea. ¿Por qué? Porque le permite recorrer la historia paso a paso para verificar incongruencias en el camino, detalles que sólo adquieren importancia una vez que sabemos cómo terminará todo.

Ahora bien, esta afinidad del cerebro con los spoilers no justifica en absoluto que ese hábito se ejerza con impunidad sobre terceros.




Libros extraños y lecturas extraordinarias. I El lado oscuro de la psicología.


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1 comentarios:

Julia L. Pomposo dijo...

Muy interesante todo esto que escribes, nunca había oido la expresión "magia roja", magia, ocultismo y religión, nunca se han llevado bien. Respecto al otro tema, pienso que leer el final de un libro antes de empezarlo, tal vez tenga su gracia,es como aquellos casos policiacos donde conoces al asesino desde el principio de la película, pero hay que averiguar porqué lo hizo.
Me ha gustado mucho tu post.
Un abrazo



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