El mito de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro.
Todos escuchamos esta teoría, que de alguna forma abre la puerta hacia un mundo desconocido de fuerzas paranormales latentes: solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro.
Naturalmente, se trata de un mito falso; lo cual no le ha impedido permanecer casi inalterable en el imaginario colectivo, incluso entre psicólogos y matarifes. ¿Por qué? Tal vez porque sería realmente genial que fuese cierto.
En definitiva, a todos nos gusta pensar que solo utilizamos un pequeño porcentaje de nuestro potencial.
No obstante, y a pesar de que muchos lo consideren un hecho científico, este mito se basa en construcciones publicitarias y pseudocientíficas que buscan explotar nuestro deseo de superación.
Si solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro entonces resulta legítimo hacer algo por activar el 90% restante.
La fórmula comercial, tan seductora como tranquilizadora, sería la siguiente: usted es un imbécil pero no se preocupe, solo está utilizando el 10% de su cerebro.
Promesas de una autosuperación milagrosa, millones y millones de dólares en libros de autoayuda, terapias y otras quermeses se basan en esta idea falsa, presentada como un hecho científico.
Ahora bien, si solo controlamos el 10% de nuestro cerebro, ¿qué ocurre con el otro 90%?
En este caso, el 90% restante del cerebro normalmente es presentado como una región oscura, en penumbras, un Mordor intracraneal donde se agitan toda clase de poderes sobrenaturales en estado latente, por ejemplo, telepatía, telequinesis, clarividencia, etc.
Creer que esto es posible es negar de plano la teoría de la evolución.
El cerebro humano es el producto de la selección natural, y un producto realmente costoso.
Para crecer y operar el cerebro consume el 20% del oxígeno que respiramos, además de condensar entre el 2 y el 3% de nuestro peso corporal. ¿Por qué nuestro organismo, resultado de millones de años de cuidadosa selección, invertiría estos recursos vitales para mantener un órgano que está funcionando solo al 10% de su potencial?
La naturaleza no se reserva propiedades. Un cerebro con capacidades latentes pero en desuso son una pérdida de energía, pero sobre todo de oportunidades. Nadie con cierto grado de lógica bebería su propia orina si dispusiese de una reserva inagotable de agua.
Pero supongamos por un momento que este mito sea cierto: solo usamos el 10% de nuestro cerebro. ¿Qué ocurriría si a causa de un accidente o un derrame perdemos el 90% que resta? Con esa lógica, seguiríamos funcionando como hasta ahora, sin observar ningún cambio radical.
No obstante, el resultado de un daño cerebral de tamaña envergadura sería catastrófico.
Si perdiéramos solo el 50% de nuestras funciones cerebrales pasaríamos a engrosar el género vegetal, y aún con claras desventajas frente a las plantas, ya que ni siquiera seríamos capaces de respirar por nuestra cuenta.
No podríamos experimentar ni el más ínfimo grado de consciencia, y mucho menos pensar. Todos nuestros sentidos serían inútiles, ya que no podríamos procesar la información que nos envían. La memoria y las emociones tampoco estarían disponibles. Sin asistencia artificial, moriríamos en cuestión de minutos.
Pero tampoco es necesario apelar a ejemplos tan dramáticos para probar que la teoría del uso del 10% del cerebro es falsa.
Con muchísimo menos del 50% del cerebro afectado, incluso con una pequeña área dañada por una contusión, un derrame o un trauma, nos dejaría en una situación comprometida. Sencillamente seríamos incapaces de funcionar con normalidad.
Desde luego, no solo son especulaciones teóricas. Las neurociencias han puesto a prueba la hipótesis del 10% del cerebro al rastrear supuestas áreas silenciosas en el cerebro mediante estimulación eléctrica.
Esto fue realizado en miles de neurocirugías, e incluso sobre pacientes despiertos, desde luego, anestesiados localmente, ya que el cerebro no posee receptores de dolor. Los resultados fueron contundentes: no hay zonas mudas en nuestra cabeza.
Con los avances tecnológicos la ciencia pudo profundizar en sus investigaciones al respecto: mapas cerebrales, electroencefalogramas, tomografías, scanners, resonancias magnéticas, etc. Todo ello condujo a entender qué partes del cerebros están involucradas en cada una de las funciones de nuestro organismo. Tampoco se hallaron zonas en blanco.
Pero la prueba más contundente sobre este tema procede de la enorme flexibilidad de nuestro cerebro.
Si un área relativamente pequeña del cerebro se daña, por el motivo que sea, éste responde de dos formas: o anula el «cableado» de la función dañada, es decir, degenera en su funcionalidad; o sobreestimula otras zonas para suplementar ése déficit.
Ahora bien, si el mito del 10% del cerebro es mentira, ¿por qué sobrevive con tanta insistencia en el imaginario colectivo?
En el libro: 50 mitos de la psicología popular (50 Great Myths of Popular Psychology) se acuña un término interesante para definir estas leyendas: psicomitología.
Sencillamente nos gusta lo desconocido. Adoramos creer que nuestro potencial no tiene límites, y en cierta forma esto es cierto.
No cometeríamos un error al afirmar que muchas personas solo usan el 10% de su capacidad mental, e incluso mucho menos; pero ese porcentaje nada tiene que ver con el cerebro. Éste funciona de la misma forma, con las mismas regiones, hemisterios, córtex y centros de análisis tanto en sujetos probadamente brutos como en otros geniales.
Todos hemos escuchado por ahí que los genios, por ejemplo, Albert Einstein, utilizaban un porcentaje mayor de sus cerebros.
De nuevo, falso.
Las neuronas se llevan todo el crédito en nuestra fauna y flora cerebral. En cierta forma, están en medio de la acción, y son responsables de nuestros pensamientos y otras actividades mentales complejas. Su cifra oscila en torno a las cien mil millones en todos los seres humanos, genios o brutos. Las células gliales superan por diez el número de neuronas en nuestro cerebro, y aunque su popularidad sea mucho menor, cumplen un rol determinante para que nuestro cerebro funcione al 100%.
A no confundirse: la capacidad mental puede desarrollarse y aumentar considerablemente. El cerebro, en cambio, no posee territorios vírgenes, dormidos, esperando un chispazo milagroso para activarse.
Egosofía: filosofía del Yo. I El lado oscuro de la psicología.
Más literatura gótica:
- Por qué ver películas de terror es bueno para tu cerebro.
- Por qué leer poesía es bueno para tu cerebro?
- Cómo funciona el cerebro de las mujeres.
- Cómo nuestro cerebro influencia en el amor, el sexo y las relaciones.
3 comentarios:
Difiero en lo que acabas de exponer, lo que yo digo es que solo usamos el 10% de nuestro cerebro conscientemente. Por ejemplo, tú no puedes decidir cuándo tener hambre, sed o sueño simplemente tu cerebro te avisa. Tampoco puedes elegir cuando hacer la digestión, cuando producir orina o cuando producir determinada hormona. Todo esto lo hace el cerebro independientemente de si queremos o no.
Si al usar el 100% del cerebro nos referimos a controlar todo lo que ocurre en nuestro cuerpo conscientemente seria prácticamente igual a tener súper poderes, podríamos secretar adrenalina en la cantidad que quisiéramos cuando fuera más conveniente, hacer que algún tipo celular entre en mitosis para aumentar su cantidad (con eso se podría aumentar la visión, oído, masa muscular, numero de neuronas).
Excelente artículo, estoy muy de acuerdo contigo, saludos, felicidades por el blog
Extraña observación. Si uno debiese actuar conscientemente sobre las funciones biológicas deberíamos nacer con la consciencia totalmente desarrollada, lo cual es imposible e inviable en términos de supervivencia. Usamos el 100% del cerebro, de forma consciente e inconsciente. El potencial, en todo caso, pasa por la capacidad intelectual, que puede variar.
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