Cómo reconocer un beso de despedida.


Cómo reconocer un beso de despedida.




—¿Es posible reconocer el último beso, profesor Lugano?

El profesor levantó la mirada, sumerdida en un gastado volumen del De Masticatione Mortuorum in Tumulis, se acomodó las gafas, y se dispuso a responder con un claro gesto de abatimiento.

—Yo nunca he podido reconocerlo. Pero no se preocupe. Todos los besos son el último beso.

—¡Eso es lo que me aterra, profesor! Cada vez que pienso en besarla temo horriblemente que sea la primera y última vez que lo haga. El miedo que siento es tan grande, tan intenso, que incluso me ha privado de la voluntad necesaria para acercar mis labios a los de ella.

—¿Es usted poeta?

—No, carnicero.

—El oficio es lo de menos. Posee usted la sensibilidad y la intuición filosófica de los poetas.

—¿De verdad?

—Por supuesto. Solo le falta adquirir el último signo trágico del versificador compulsivo: la resignación.

—Pero es que justamente no quiero resignarme, profesor. No quiero tener un último beso.

—En su oscura comprensión de las cosas usted ha percibido que existe una cifra finita de besos, y que cada uno de ellos nos acerca más y más al último.

El hombre, visiblemente perturbado, se incorporó y ganó la puerta dando largas zancadas. Se perdió entre la multitud.

—Creo que ha inquietado innecesariamente a ese muchacho, profesor —afirmó un acólito—. El pobre infeliz aún no ha besado a su amada y usted alimenta sus miedos con alocadas fantasías acerca de besos de despedida.

—No es el miedo, sino la certidumbre de que hay un último beso marcado para cada uno de nosotros, el que estimuló la retirada de nuestro joven comensal.

El profesor Lugano cerró el libro y nos echó una mirada inclasificable.

—Cada vez que una mujer les permita besarla consideren lo siguiente: todo beso, incluso el primero, es el principio de una despedida.

Los más viejos del grupo se quedaron reflexionando sobre el asunto. El resto se precipitó hacia la calle, buscando afanosamente a alguien para despedirse.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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