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¿Los gatos y perros pueden ver a los espíritus?


¿Los gatos y perros pueden ver a los espíritus?




Otro interesante artículo titulado: Sobre la mediumnidad de los animales, extraído de El libro de los médiums (Le livre des médiums), obra del reconocido espiritista Allan Kardec (1804-1869), donde se comentan las aptitudes de ciertos animales domésticos, principalmente perros y gatos, para ver a los espíritus (ver: Mis gatos en modo «guardaespaldas paranormales»)


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¿Los animales pueden ver a los espíritus? (ver: ¿Qué ocurre con el alma de las mascotas fallecidas?)

Muchas veces se ha hecho esta pregunta y ciertos hechos parecen responder afirmativamente.

Lo que acredita esta opinión son los signos notables de inteligencia de los gatos, capaces de adivinar el pensamiento de sus amos y de ver directamente a los espíritus, fantasmas y almas en pena (ver: Telepatía animal)

Sin duda no se les puede negar a los gatos cierta dosis de inteligencia, pero sería preciso convenir que en esta circunstancia su perspicacia sobrepujaría de mucho a la del hombre, porque no hay nadie que pueda vanagloriarse de hacer lo que ellos hacen.

En efecto, se sabe que la lucidez es esencialmente variable y que está sujeta a frecuentes intermitencias, mientras que en los gatos sería permanente y funcionaría con una regularidad y una precisión que no se ve en ningún ser humano.

Por lo demás es un hecho que los gatos solo llegan a este grado de habilidad de forma natural, sin ayuda ni cuidados particulares.

Se trata, pues, de saber, si los animales son aptos como los hombres para servir de intermediarios con los espíritus en sus comunicaciones inteligentes.

Parece bastante lógico el suponer que un ser viviente, dotado de cierta dosis de inteligencia, sea más propio a este efecto que un cuerpo inerte sin vitalidad como una copa, por ejemplo; sin embargo, esto no tiene lugar.

La cuestión de la mediumnidad de los animales se halla completamente resuelta en la disertación siguiente dada por un Espíritu, cuyo fondo y sagacidad se ha podido apreciar por las citas que hemos tenido la ocasión de hacer.

La cuestión de la mediumnidad de los animales es promovida y sostenida por uno de vuestros más fervientes adeptos. Él pretende, en virtud de este axioma: Quien puede lo más puede lo menos, que nosotros podemos mediumnizar a los gatos y a los otros animales y servirnos de ellos en nuestras comunicaciones con la especie humana. Esto es lo que vosotros llamáis en filosofía, o más bien en lógica, pura y simplemente un sofisma. Vosotros animáis, dice él, la materia inerte, es decir, una mesa, una silla, un piano; a fortiori debéis animar la materia ya animada de los pájaros. Pues bien; en el estado normal del Espiritismo no sucede esto, no puede ser.

En primer lugar convengamos bien en nuestros hechos. ¿Qué es un médium? Es el ser, es el individuo, que sirve de trazo de unión a los Espíritus para que éstos puedan comunicar con facilidad con los hombres: espíritus encarnados. Por consiguiente, sin médium no hay comunicaciones tangibles, mentales, escritas, físicas ni de ninguna clase.

Hay un principio que, estoy seguro, es admitido por todos los espiritistas: y es que los semejantes obran sobre sus semejantes y como sus semejantes. Así, pues, ¿cuáles son los semejantes de los Espíritus sino los Espíritus, encarnados o no encarnados? Vuestro periespíritu y el nuestro están sacados del mismo ambiente, son de una naturaleza idéntica, son semejantes en una palabra; poseen una propiedad de asimilación más o menos desarrollada, de imitación más o menos vigorosa, que nos permite a Espíritus y encarnados ponernos con mucha prontitud y con mucha facilidad en relación.

En fin, lo que pertenece en propiedad a los médiums, lo que es de la misma esencia de su individualidad, es una afinidad especial, y al mismo tiempo una fuerza de expansión particular que aniquila en ellos toda refractibilidad y establecen entre ellos y nosotros una especie de corriente y de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Por otra parte, esta refractibilidad de la materia es la que se opone al desarrollo de la mediumnidad en la mayor parte de aquellos que no son médiums.

Los hombres siempre tienen propensión a exagerarlo todo; los unos, no hablo ahora de los materialistas, niegan un alma a los animales y otros quieren darles una, por decirlo así, semejante a la nuestra. ¿Por qué queréis confundir de este modo lo perfectible con lo imperfectible? No, no, estad bien convencidos, el fuego que anima a las bestias, el soplo que les hace obrar, mover, y hablar en su lengua, no tiene en cuanto al presente, ninguna disposición para mezclarse, para unirse, para confundirse con el soplo divino, el alma etérea, el Espíritu en una palabra, que anima el ser esencialmente perfectible: el hombre, este rey de la Creación. Por lo demás, ¿no es esta condición esencial de perfectibilidad lo que constituye la superioridad de la especie humana, sobre las otras especies terrestres?

El perro, que por su inteligencia superior entre los animales, se tornó amigo y comensal del hombre, ¿es perfectible por sí mismo y por su iniciativa personal? Nadie se atrevería a sostenerlo, porque el perro no hace progresar al perro; y aquel de entre ellos que mejor adiestrado está, lo es siempre por su adiestrador.

De este progreso constante, invencible, irrecusable de la especie humana y del modo de estacionarse indefinido de las otras especies animadas, convenid conmigo que si existen principios comunes en lo que vive y se mueve sobre la tierra, el aliento y la materia, no es menos verdad que vosotros, sólo Espíritus encarnados, estáis sometidos a esta inevitable ley del progreso que os empuja fatalmente hacia delante y siempre adelante. Dios ha puesto los animales a vuestro lado como auxiliares para alimentaros, para vestiros, para secundaros. Les ha dado cierta dosis de inteligencia porque para ayudaros le es necesaria la comprensión, y ha proporcionado su inteligencia a los servicios que están llamados a prestaros; pero en su sabiduría no ha querido que estuviesen sometidos a la misma ley del progreso.

Se ha dicho: los Espíritus mediumnizan y hacen mover la materia inerte, las sillas, las mesas, los pianos; hacen mover, sí, pero, ¿mediumnizan? ¡No! Porque, lo repito, sin médium ninguno de estos fenómenos pueden producirse. ¿Qué tiene de extraordinario el que con el auxilio de uno o de muchos médiums, hagamos mover la materia inerte, pasiva, que justamente en razón de ser pasiva e inerte es, por lo mismo, propia para sufrir los movimientos y las impulsiones que deseamos imprimirle? Para esto tenemos necesidad de los médiums, es positivo, pero no es necesario que el médium esté presente o tenga conciencia de ello, porque nosotros podemos obrar con los elementos que nos proporciona, sin él saberlo y fuera de su presencia sobre todo en los hechos tangibles y de los aportes.

Nuestra capa fluídica, más imponderable y más sutil que el más sutil y más imponderable de vuestros gases, uniéndose, casándose, combinándose con la capa fluídica más animalizada del médium y cuya propiedad de expansión y de penetración es impalpable para vuestros sentidos groseros y casi inexplicable para vosotros, nos permite mover los muebles y aun romperlos, en piezas o cuartos que no están habitados.

Ciertamente los Espíritus pueden hacerse visibles y tangibles para los animales, y a menudo el espanto repentino de que se ven poseídos y que os parece sin motivo, está causado por la vista de uno o de muchos de estos Espíritus mal intencionados para los individuos presentes o para aquellos a quienes pertenecen estos animales. Muy a menudo veis caballos que no quieren avanzar ni retroceder, o que se encabritan ante un obstáculo imaginario; pues bien: tened por cierto que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu o un grupo de Espíritus que se complacen impidiéndoles adelantar.

Acordaos de la mula de Balaam, que viendo un ángel delante de ella blandiendo su brillante espada, se obstinaba en no moverse del puesto; es que antes de manifestarse visiblemente a Balaam, el ángel quiso hacerse visible al animal; pero, lo repito, nosotros no mediumnizamos directamente ni a los animales ni a la materia inerte; siempre nos hace falta de concurso consciente o inconsciente de un médium humano, porque nos hace falta la unión de fluidos homogéneos, lo que nosotros no encontramos ni en los animales ni en la materia bruta.

Establecido esto, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes diversas; que ciertos sentimientos, ciertas pasiones idénticas a las pasiones y a los sentimientos humanos se desarrollan en ellos; que son sensibles y reconocidos, vengativos e iracundos, según se les trata. Es que Dios, que no hace nada incompleto, ha dado a los animales compañeros o servidores del hombre, cualidades de sociabilidad que faltan completamente a los animales salvajes que habitan los desiertos. Pero de esto a poder servir de intermediarios para la transmisión del pensamiento de los Espíritus, hay un abismo: la diferencia de las naturalezas.




Fenómenos paranormales. I Parapsicología.


Más literatura gótica:
El artículo: ¿Los gatos y perros pueden ver a los espíritus? fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

¿De qué están hechos los espíritus?


¿De qué están hechos los espíritus?




A propósito de la sustancia que sostiene a los espíritus y les permite, entre otras indiscreciones, manifestarse en el plano físico, citamos un interesante artículo de Allan Kardec (1804-1869), padre del espiritismo, autor de obras fundamentales del estudio de los fantasmas, espíritus y almas en pena, como: El cielo y el infierno (Le Ciel et l'Enfer), El evangelio según el espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme), El Génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme) y El libro de los espíritus (Le livre des espirits).

El artículo: ¿De qué están hechos los espíritus? se encuentra en el libro de 1861: El libro de los médiums (Le livre des médiums).



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Separada la opinión materialista, como condenada a la vez por la razón y por los hechos, todo se reduce a saber si el alma después de la muerte puede manifestarse a los vivos (ver: El espíritu de mi ex está tratando de comunicarse)

La cuestión, reducida de este modo a la más simple expresión, se encuentra singularmente despejada. Se podría preguntar, desde luego, por qué seres inteligentes que en cierto modo viven en nuestro centro, aunque invisibles por su naturaleza, no podrían atestiguar su presencia de una manera cualquiera. La simple razón dice que para esto no hay nada absolutamente imposible y esto es ya alguna cosa (ver: Un espíritu está tratando de comunicarse conmigo)

Esta creencia tiene, por otra parte, el asentimiento de todos los pueblos, porque se la encuentra por todas partes y en todas las épocas (ver: Señales de que hay un espíritu en tu casa)

Una causa, sobre todo, ha contribuido a fortificar la duda en una época tan positiva como la nuestra, en que se procura darse cuenta de todo, en que se quiere saber el por qué y el cómo de cada cosa, y consiste en la ignorancia de la naturaleza de los Espíritus y de los medios por los cuales pueden manifestarse. Adquirido este conocimiento, el hecho de las manifestaciones nada tiene de sorprendente y entra en el orden de los hechos naturales (ver: Sentir que hay un espíritu en casa)

La idea que uno se forma de los Espíritus hace a primera vista incomprensible el fenómeno de las manifestaciones. Estas manifestaciones no pueden tener lugar sino por la acción del Espíritu sobre la materia; por esto los que creen que el Espíritu es la ausencia de toda materia, se preguntan, con alguna apariencia de razón, cómo puede obrar materialmente. Pero ahí está el error, porque el Espíritu no es una abstracción: es un ser definido, limitado y circunscripto (ver: Mi hijo de dos años habla con un espíritu)

El Espíritu encarnado en el cuerpo, constituye el alma; cuando lo deja a la muerte, no sale despojado de toda envoltura. Todos los Espíritus nos dicen que conservan la forma humana, y en efecto, cuando se nos aparecen es bajo la que nosotros les conocíamos. Observémosle atentamente en el momento en que acaban de dejar la vida; están en un estado de turbación; todo está confuso a su alrededor; ven su cuerpo sano o mutilado según el género de muerte; por otra parte se ven y se sienten vivir; alguna cosa les dice que este cuerpo le pertenece y no comprenden que estén separados de él. Continúan viéndose bajo su forma primitiva, y esta visión produce en algunos, durante cierto tiempo, una singular ilusión: la de creerse aún vivos (ver: Infección Astral: casas tomadas por los espíritus)

Disipado este primer momento de turbación, el cuerpo viene a ser para ellos un vestido viejo, del cual se han despojado, y que no lo echan de menos; se sienten más ligeros y como desembarazados de un peso; no experimentan ya dolores físicos, y son muy felices en poder elevarse, recorrer el espacio así como lo hacían diferentes veces, viviendo en sueños. Sin embargo, a pesar de la ausencia del cuerpo, acreditan su personalidad; tienen una forma, pero una forma que no les molesta ni les embaraza; ellos, en fin, tienen la conciencia de su yo y de su individualidad (ver: Espíritus que no abandonan su antigua casa)

¿Qué debemos deducir de todo esto? Que el alma no lo deja todo en la tumba, y que algo se lleva consigo (ver: ¿Los gatos y perros pueden ver a los espíritus?)


Numerosas observaciones y hechos irrecusables de que tendremos que hablar más tarde nos han conducido a esta consecuencia, a saber que en el hombre hay tres cosas:

1- el alma o Espíritu, principio inteligente en quien reside el sentido moral

2- el cuerpo material, envoltura grosera, de la que está temporalmente revestido para el cumplimiento de ciertas miras providenciales.

3- el periespíritu, envoltura fluídica semimaterial, sirviendo de lazo entre el alma y el cuerpo.


La muerte es la destrucción o, mejor, la desagregación de la envoltura grosera, de aquella que el alma abandona; la otra se separa y sigue al alma, que se encuentra de esta manera tener siempre una envoltura; esta última, bien que fluídica, etérea, vaporosa, invisible para nosotros en su estado normal, no por eso deja de ser materia, aunque hasta ahora no hayamos podido cogerla y someterla al análisis (ver: ¿Amigos imaginarios o espíritus reales?)

Esta segunda envoltura del alma o periespíritu existe pues, durante la vida corporal; es el intermediario de todas las sensaciones que percibe el Espíritu, aquel por el cual el Espíritu transmite su voluntad al exterior y obra sobre los órganos. Para servirnos de una comparación material, es de hilo eléctrico conductor que sirve a la recepción y a la transmisión del pensamiento; es, en fin, ese agente misterioso, inaccesible, designado con el nombre de fluido nervioso, que tan gran papel juega en la economía, y del que no se tiene bastante cuenta en los fenómenos fisiológicos y patológicos. No considerando la medicina sino el elemento material ponderable, se priva en la apreciación de los hechos de una causa incesante de acción. Pero no es este el lugar de examinar esta cuestión tan solo haremos observar que el conocimiento del periespíritu es la llave de una porción de problemas hasta ahora inexplicables (ver: El olor de los espíritus)

El periespíritu no es una de esas hipótesis a las cuales se han recurrido algunas veces en la ciencia para la explicación de un hecho; su existencia revelada por los Espíritus, es también resultado de observaciones. Durante su unión con el cuerpo, o aun después de su separación, el alma no está nunca separada de su periespíritu (ver: Espíritus y «ambientes cargados»)

Se ha dicho que el Espíritu es una llama, una chispa: ésta debe entenderse del Espíritu propiamente dicho, como principio intelectual y moral, y al cual no se podría atribuir una forma determinada; pero en cualquier grado que se encuentre, está siempre revestido de una envoltura o periespíritu cuya naturaleza se va haciendo más etérea a medida que se purifica y se eleva en la jerarquía; de tal suerte, que para nosotros la idea de forma es inseparable de la de Espíritu, y que no concebimos la una sin la otra. El periespíritu forma, pues, parte integrante de hombre; pero el periespíritu solo no es el Espíritu como el cuerpo solo no es el hombre, porque el periespíritu no piensa; es al Espíritu lo que el cuerpo es al hombre; esto es, el agente o instrumento de su acción (ver: Espíritus que se "pegan" a las personas)

La forma del periespíritu es la forma humana y cuando nos aparece es generalmente aquella bajo la cual hemos conocido al Espíritu en su vida. Se podría creer, según esto, que el periespíritu, separado de todas las partes del cuerpo, se amolda de algún modo sobre él y conserva su tipo, pero no parece que sea así. La forma humana, con algunas diferencias de detalle y salvo las modificaciones orgánicas necesarias para el centro en el cual el ser está llamado a vivir, se encuentra en los habitantes de todos los globos; al menos ésto es lo que dicen los Espíritus; es igualmente la forma de todos los Espíritus no encarnados y que no tienen más que el periespíritu; es aquella bajo la que en todo tiempo se han representado los ángeles o Espíritus puros; de donde debemos deducir que la forma humana es la forma tipo de todos los seres humanos a cualquier grado que pertenezcan (ver: Seducción paranormal: encuentros calientes con fantasmas y espíritus)

Pero la materia sutil del periespíritu no tiene la tenacidad ni la rigidez de la materia compacta del cuerpo; es, si podemos expresarnos así, flexible y expansible por esto la forma que toma, aunque calcada sobre la del cuerpo, no es absoluta; se pliega a voluntad del Espíritu, quien puede darle tal o cual apariencia a su gusto, mientras que la envoltura sólida le ofrece una resistencia insuperable. Desembarazado de esa traba que le comprimía el periespíritu se extiende o se estrecha, se transforma, en una palabra, se presta a todas las metamorfosis, según la voluntad que obra sobre él. A consecuencia de esta propiedad de su envoltura fluídica, es como el Espíritu que quiere hacerse reconocer, puede, cuando esto es necesario, tomar la exacta apariencia que tenía en vida, hasta la de los accidentes corporales que pueden ser signos de reconocimiento.

Los Espíritus, como se ve, son, pues, seres semejantes a nosotros, formando a nuestro alrededor toda una población invisible en el estado normal; decimos en el estado normal porque, como lo veremos, esta invisibilidad no es absoluta.

Hemos dicho que, aunque fluídica, no deja de ser una especie de materia, y esto resulta del hecho de las apariciones tangibles. Se ha visto, bajo la influencia de ciertos médiums, aparecer manos teniendo todas las propiedades de manos vivientes que tienen calor, que se pueden tocar, que ofrecen la resistencia de un cuerpo sólido que os agarran, y que de repente se desvanecen como una sombra. La acción inteligente de estas manos, que obedecen evidentemente a una voluntad, ejecutando ciertos movimientos, aun tocando aires sobre un instrumento prueba que son la parte visible de un ser inteligente invisible. Su tangibilidad, su temperatura, en una palabra, la impresión que hacen sobre los sentidos, puesto que se ha visto que han dejado señales sobre la piel, dar golpes dolorosos o acariciar delicadamente prueban que son de alguna materia. Su desaparición instantánea prueba también que esta materia es eminentemente sutil y se modifica como ciertas sustancias que pueden alternativamente pasar del estado sólido al estado fluídico y recíprocamente.

La naturaleza íntima del Espíritu propiamente dicho, esto es, del ser pensador, nos es enteramente desconocida; solo se nos revela por sus actos, y sus actos no pueden afectar a nuestros sentidos materiales sino a través de un intermediario material. El Espíritu tiene, pues, necesidad de materia para obrar sobre la materia. Tiene por instrumento directo su periespíritu, como el hombre tiene su cuerpo, pues su periespíritu es materia, como acabamos de verlo. Tiene en seguida por agente intermediario el fluido universal, especie de vehículo sobre el cual obra, como nosotros obramos sobre el aire para producir ciertos efectos con ayuda de la dilatación, de la comprensión, de la propulsión o de las vibraciones.

Considerada de esta manera la acción del Espíritu sobre la materia, se concibe fácilmente; se comprende desde luego que todos los efectos que de esto resultan entran en el orden de los hechos naturales, y no tienen nada de maravilloso. Sólo han parecido sobrenaturales, porque no se conocía la causa; conocida ésta lo maravilloso desaparece y esta causa está toda entera en las propiedades semimateriales del periespíritu. Este es un nuevo orden de hecho que una nueva ley viene a explicar, y de la cual nadie se maravillará dentro algún tiempo, lo mismo que sucede hoy día con la correspondencia a larga distancia en algunos minutos por la electricidad.

Quizá nos preguntarán cómo el Espíritu, con la ayuda de una materia tan sutil, puede obrar sobre cuerpos pesados y compactos, levantar mesas, etcétera. Seguramente no sería un hombre de ciencia quien pudiera hacer semejante objeción; porque sin hablar de las propiedades desconocidas que puede tener este nuevo agente, ¿no tenemos nosotros bajo nuestros ojos ejemplos análogos? ¿Acaso la industria no encuentra sus más poderosos motores en los gases más rarificados y en los fluidos imponderables? Cuando se ve que el aire derriba los edificios, que el vapor arrastra masas enormes, que la pólvora gasificada levanta rocas, que la electricidad rompe árboles y agujeréa murallas, ¿es extraño admitir que el Espíritu, con ayuda de su periespíritu, pueda levantar una mesa, sobre todo, cuando se sabe que este periespíritu puede venir a ser visible, tangible y obrar como un cuerpo sólido.




Fenómenos paranormales. I Consultorio paranormal.


Más literatura gótica:
El artículo: ¿De qué están hechos los espíritus? fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

El misterio de las mesas parlantes


El misterio de las mesas parlantes.




Hay fenómenos paranormales que van perdiendo fuerza en el imaginario colectivol. Uno de ellos es el conocido misterio de las mesas parlantes (ver: El verdadero significado de los fantasmas)

A finales del siglo XIX, las mesas parlantes eran notablemente populares, tal vez a causa de su naturaleza proclive a la repetición por parte de cualquier profano sin ningún tipo de habilidad especial.

En 1850 se lo conoció como Table Turning, las mesas giratorias, muy utilizadas en círculos espiritistas. El mecanismo era bastante sencillo. Un grupo de personas, casi siempre conocidas entre sí, se sentaban alrededor de una mesa buscando producir movimientos anómalos con o sin la asistencia de espíritus (ver: Peligros de invocar a los muertos)

Luego de un período de tiempo preestablecido, en general matizado con fórmulas y palabras mágicas, los fenómenos paranormales no se hacían esperar. Generalmente se oían crujidos o rápidos desplazamientos de la mesa, al principio imperceptibles, así como golpes de intensidad variable en otros rincones de la habitación o en dependencias vecinas (ver: Algo golpea 3 veces la puerta de mi habitación)

Harry Price, el famoso cazador de fantasmas, y Harry Houdini, hábil desenmascarador de prodigios fraudulentos, atestiguaron sesiones espiritistas donde los comensales debían hacer grandes esfuerzos físicos para no ser desalojados de sus asientos por los movimientos repentinos de las mesas parlantes (ver: Cuando algo invisible te toca)

William Hope, el fotógrafo de lo paranormal, denuncia que las mesas parlantes están animadas por una fuerza invisible e indudablemente inteligente, con la cual es posible establecer un código de comunicación para conversar con ella (ver: Algo me llamó por mi nombre)

Por ejemplo, un golpe significa SÍ y dos golpes NO (ver: Un golpe: «SÍ»; dos golpes: «NO»; tres golpes: «DÉJAME ENTRAR»). También se daban combinaciones azarosas que requerían la interpretación fina de exégetas que aludían a emisiones y polusiones sonoras perfectamente naturales aunque inapropiadas en un recinto cerrado.

Daniel Dunglas Home, el gran levitador de su tiempo, presenció fenómenos paranormales de increíble envergadura, como la total levitación de la mesa y sus comensales. Otros denuncian apariciones lumínicas, fosforescentes, manos invisibles y lívidas que pellizcaban a las damas, ráfagas de viento, objetos que se materializaban e incluso la aparición de ectoplasma desde distintos orificios del médium (ver: ¿De qué están hechos los espíritus?)

La mayoría de los charlatanes de la época atribuyen estos fenómenos paranormales a la actividad de entidades desencarnadas. Una minoría racionalista sospecha la presencia de desconocidas fuerzas psíquicas, individuales o grupales, actuando al unísono sobre la mesa (ver: Espíritus y «ambientes cargados»)

Ya a finales del siglo XIX se produjo una verdadera fiebre en torno a las mesas parlantes, que en honor a la verdad hacían poca justicia a su nombre, ya que rara vez hablaban.

El espiritista Allan Kardec fue quizás el primero en establecer un código ordenado de comunicación, por el cual logró consignar mensajes de profundo escepticismo aún en personas probadamente muertas. Para conocer algo más acerca de este código recomendamos la lectura de su obra El libro de los espíritus (Le livre des espirits).

El éxito de las mesas parlantes se debió en gran parte a que prescindía de especialistas. No hacían falta médiums calificados para llevar adelante sesiones formidables. Cualquiera, aún los más incrédulos, podían sentarse en grupo y divertirse con las cacofonías y repiques de los muertos (ver: Escuchar fantasmas de niños que ríen y lloran en la casa)

En cierto sentido las mesas parlantes anunciaron el auge del tablero Ouija, y aún del juego de la copa, aunque sus características se revisten algún tipo de solemnidad carente en las primeras (ver: Ouija: errores frecuentes, peligros y consecuencias)

Los peligros de las mesas parlantes son largamente comentados por Allan Kardec. Este espiritista señala, sin ningún pudor, que los muertos rondan en todas las mesas, paranormales o no, husmeando a espaldas de todos los comensales del orbe que se sientan a compartir una comida o una infusión (ver: ¿Los fantasmas son «grabaciones» impresas en la realidad?)

Este acecho no es casual, ni responde a móviles banales. Algunos muertos, sostiene el el ocultista Eliphas Levi, desconocen que han fallecido, y buscan insesantemente saciar aquellos apetitos para los cuales es imprescindible poseer órganos digestivos (ver: El Cadáver Astral que tu consciencia dejará atrás)




Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.


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«El Génesis según el espiritismo»: Allan Kardec; libro y análisis


«El Génesis según el espiritismo»: Allan Kardec; libro y análisis.




El Génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme) es un libro prohibido del ocultista y espiritista francés Allan Kardec (1804-1869), publicado muy poco antes de su muerte en 1868.

El Génesis según el espiritismo, posiblemente uno de los libros de Allan Kardec más importantes, se propone reconciliar la ciencia y la religión a través de una mirada filosófica sobre la Biblia, relacionando su simbolismo con sus propias teorías sobre el espiritismo y la vida en el más allá.

Podemos encontrar un precedente de este intento en otra obra de Allan Kardec: El Evangelio según el espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme).

El Génesis según el espiritismo es un libro caótico, carente del método riguroso de otras obras de Allan Kardec. En este contexto, El Génesis según el espiritismo se divide en tres partes que hacen realmente poco por sostenerse mutuamente: El Génesis según el espiritismo, Los milagros según el espiritismo y Predicciones según el espiritismo.

La primera parte del libro busca reconciliar la tradición religiosa con los descubrimientos científicos de la época; reconciliación que flaquea argumentalmente a causa de la propia fe de Allan Kardec; quien razona que el espiritismo es, en definitiva, una tercera revelación, siendo Moisés la primera y Cristo la segunda.

El objetivo principal del capítulo acaso no sea una reconciliación entre espiritismo y religión, sino despegar al espiritismo de las acusaciones de magia y hechicería que rondaban por aquellos días.

Más adelante Allan Kardec ensaya un acercamiento al concepto de Dios desde la óptica espiritista. Según su análisis estadístico de las comunicaciones con el más allá, Allan Kardec especula que el mal y el bien son inherentes a la naturaleza humana; aunque ambos se manifiestan por caminos diferentes. El Bien —razona inocentemente— fluye desde el intelecto, mientras que el Mal lo hace a partir de los instintos.

Lo interesante es que para este intento de reconciliación entre ciencia —o pseudociencia— y religión, Allan Kardec utiliza métodos que espantarían al académico ortodoxo, por ejemplo, apelar a los mensajes de los espíritus de Galileo Galilei y Camille Flammarion para objetar la postura rígida del pensamiento religioso.

Antes de burlarnos excesivamente de estas apariciones de ultratumba conviene aclarar que el hipotético espiritu de Galilei no se equivoca en ninguno de sus comentarios "científicos", entre ellos: que no existe el vacío total entre los objetos celestes, que hay incontables planetas más allá del sistema solar, que la Vía Láctea es apenas una de millones de galaxias o que la gran mayoría de los planetas son inhabitables.

Pero tal vez el punto más polémico de El Génesis según el espiritismo no sea su abordaje sobre la ciencia, sino sus explicaciones sobre los eventos narrados en la Biblia. Desde luego, Allan Kardec no se limita al episodio bíblico del Génesis, sino que también abarca gran parte del Nuevo Testamento y los milagros realizados por Jesucristo; todos ellos bajo la lupa cuasi paranoide del espiritismo.




El Génesis según el espiritismo.
La Genèse selon le spiritisme, Allan Kardec (1804-1869)

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  • http://www.oconsolador.com.br/linkfixo/bibliotecavirtual/espanhol/Genesis.pdf




Libros de Allan Kardec. I Libros de prohibidos.


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El análisis y resumen del libro de Allan Kardec: El Génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

5 libros de espiritismo de Allan Kardec


5 libro de espiritismo de Allan Kardec.




Allan Kardec (1804-1869) es el seudónimo del erudito francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, quien entre otros intereses elaboró un sistema de interpretación y clasificación en torno al enigmático tema del espiritismo.

Se destacó en el campo de la lingüística (hablaba correctamente seis idiomas), e incluso llegó a ser miembro Real Academia de Ciencias Naturales de Francia. No obstante, descubrió su verdadera pasión casi por casualidad.

En 1854 comenzó a interesarse por el fenómeno de las mesas parlantes y la escritura automática. Asistió con regularidad —y sentido crítico— a numerosas sesiones espiritistas. Su formación científica lo llevó a elaborar un pequeño experimento que cambiaría para siempre el espiritismo. Allan Kardec configuró una especie de cuestionario, una serie de preguntas concretas que realizó en cada una de las miles de sesiones a las que asistió. El resultado de esta encuesta al más allá fue publicada en El libro de los espíritus (Le Livre des Esprits).

Ya sumergido irremediablemente en las aguas pantanosas de la comunicación con los muertos, Allan Kardec entró en contacto con su «espíritu protector»; un ángel de la guarda, por denominarlo de alguna forma, quien le informó sobre su vida pasada como druida. Desde entonces abandonó su nombre real y adoptó el que supuestamente ostentaba en la Galia: Allan Kardec.

Dentro del sistema planteado por Allan Kardec queda de manifiesto que gran parte de las comunicaciones con el más allá son en definitiva un fraude. Por ejemplo, estadíticamente descubrió que los espíritus franceses parecían responder favorablemente ante las teorías reencarnacionistas, mientras que los muertos que se comunicaban con médiums norteamericanos e ingleses desechaban de plano esta hipótesis.

Finalmente, Allan Kardec conjeturó que la muerte no trae aparejada ningún tipo de inteligencia sobrenatural, y que de hecho los muertos pasan al otro mundo con las mismas opiniones y prejuicios que tuvieron en vida.

A continuación compartimos los 5 libros de espiritismo de Allan Kardec que cambiaron para siempre la forma de relacionarnos con el más allá; un más allá que no ofrece demasiados prodigios. Leídos con la mayor objetividad posible podríamos pensar que las observaciones de los espíritus no aportan nada que no podamos oír de boca de los vivos.




5 libros de espiritismo de Allan Kardec.




Libros de Allan Kardec. I Libros prohibidos.


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«El Evangelio según el Espiritismo»: Allan Kardec; libro y análisis


«El Evangelio según el Espiritismo»: Allan Kardec; libro y análisis.




El Evangelio según el Espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme) es un libro de espiritismo del investigador francés Allan Kardec (1804-1869), publicado en 1864.

El Evangelio según el Espiritismo, posiblemente uno de los libros de Allan Kardec más conocidos, es un intento de reconciliar las enseñanzas de Jesucristo con el espiritismo, tarea que el autor abordó con verdadera obsesión; ya que fué él mismo quien instaló las bases morales de la práctica espiritista, de manera que estaba particularmente interesado en esa reconciliación con las ideas católicas predominantes.

En otras palabras, El Evangelio según el Espiritismo interpreta parte de la Biblia de acuerdo a los conocimientos obtenidos a través del espiritismo, es decir, información supuestamente obtenida desde el más allá.

Como era de esperar, El Evangelio según el Espiritismo provocó fuertes críticas dentro e la comunidad eclesiástica, pasando a engrosar rápidamente el Index Librorum Prohibitorum, básicamente una lista de libros prohibidos por la Iglesia.

El libro consta de veintiocho capítulos. Veintisiete están dedicados a diseccionar un verso en particular de los Evangelios, asociándolos con las enseñanzas del espiritismo. El último capítulo, acaso el más extraño, contiene plegarias sugeridas a Allan Kardec y sus médiums por ciertos espíritus desencarnados.

Es importante mencionar que Allan Kardec fue un católico ferviente, y también que sus intentos de reconciliar la Iglesia Católica con el espiritismo fueron tan loables como ineficaces. Su profundo conocimiento de los mitos bíblicos, sin embargo, logró que la batalla fuese interesante, al menos para el observador imparcial, pero esto no le evitó ser masacrado por el brazo académico de Roma.

Inspirado o no por los comentarios y enseñanzas de los espíritus, lo cierto es que Allan Kardec no estaba completamente equivocado. El Evangelio según el Espiritismo señala que las traducciones de los Evangelios son imperfectas, y que resultan poco menos que vacías si no se las asocia correctamente a la cultura y el contexto histórico de los pueblos de Medio Oriente. Acto seguido, elabora una serie de teorías descabelladas pero muy interesantes. Finalmente, propone un cambio de enfoque en relación con Jesús, y sugiere que sus enseñanzas verbales son apenas un matiz menor de su esencia, cuyo significado absoluto se encuentra en sus acciones, reflejos simbólicos de una verdad más noble y alta.

La segunda parte de El Evangelio según el Espiritismo compara la moral cristiana y asegura que el espiritismo es su descendiente más acabado, incluso lo ubica más cerca de las enseñanzas de Jesús que la propia Iglesia. Para ello, Allan Kardec apunta a la nula contradicción existente en el espiritismo, ya que los todos los espíritus elevados parecen estar de acuerdo en los puntos centrales, tanto como los médiums que realizaron esas invocaciones: un mensaje consistente y coherente con las ideas cristianas primigenias.

La tercera parte de El Evangelio según el Espiritismo es un rápido recorrido por los Evangelios, donde se explica el significado perdido de algunos conceptos y palabras que sólo se encuentran allí. A continuación resumimos las conclusiones del libro, las cuales explican por sí solas la controversia que generó en su época.

  • La revelación de Dios en continua, no se limita a los textos sagrados. Existieron tres revelaciones directas: Moisés, Sócrates —fallida por cierto— y Jesús.

  • Los espíritus son inmortales y reencarnan para perfeccionar su moral e inteligencia y de este modo ser dignos de estar en presencia de Dios.

  • La religión debe ser libre, flexible.

  • La moral debe estar basada únicamente en el amor.

  • Todos los espíritus son salvados al final, aún los más perversos, como los demonios, aunque, en este caso, luego de un tiempo que excede la capacidad humana para concebirlo.




El Evangelio según el Espiritismo.
L'Évangile Selon le Spiritisme, Allan Kardec (1804-1869)

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Libros prohibidos. I Libros de Allan Kardec.


Más literatura gótica:
El análisis y resumen del libro de Allan Kardec: El Evangelio según el Espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«El cielo y el infierno»: Allan Kardec; libro y análisis


«El cielo y el infierno»: Allan Kardec; libro y análisis.




El cielo y el infierno (Le Ciel et l'Enfer) es un libro de espiritismo del investigador francés Allan Kardec (1804-1869), publicado en 1865.

El cielo y el infierno, posiblemente uno de los libros de Allan Kardec más interesantes, está inspirado en la obra homónima de Emanuel Swedenborg: El Cielo y el Infierno (De Caelo et Ejus Mirabilibus et de inferno), y al igual que la obra del místico intenta explicar las reglas y el funcionamiento de aquellas dos regiones inciertas dentro de los mitos bíblicos: el cielo y el infierno a partir de la filosofía del espiritismo.

Es decir que, al igual que ocurre en otros dos libros de Allan Kardec: El Evangelio según el espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme) y El Génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme), la información vertida en El cielo y el infierno fue obtenida, supuestamente, a través de sesiones espiritistas, es decir, de los propios espíritus o almas desencarnadas.

El cielo y el infierno de Allan Kardec está dividido en dos partes: La doctrina (The Doctrine) y Los ejemplos (The Examples).

La primera parte expone los diferentes puntos de vista del espiritismo sobre la existencia y conformación del Cielo y el infierno. Allan Kardec no rechaza la existencia de esas esferas de realidad —similares, aunque no idénticas, a las del Plano Astral—, pero las describe de un modo diferente al de las religiones populares, a las que acusa de negar la verdadera perspectiva sobre estos asuntos, es decir, la de los propios espíritus.

Allan Kardec señala que el estado de los espíritus después de la muerte no es definitivo, y que la esperanza está siempre presente, aún en los casos de espíritus no humanos, y una tercera y rara condición, la de los Avichi: personas que nacen sin alma. Acto seguido, pasa a describir algunas cuestiones relacionadas con el karma, sobre el por qué del sufrimiento de algunos individuos particularmente marcados por la tragedia.

El cielo y el infierno, según Allan Kardec, son estados mentales, o estados de vibración que se corresponden con la evolución del espíritu desencarnado. Básicamente, el cielo y el infierno constituyen un entorno impuesto sobre sí mismo por el propio espíritu, como si fabricara esa realidad de acuerdo a su estado evolutivo, y las penas que debe purgar.

En la visión el autor, o compilador, no existe un dios que castigue, sino uno que sostiene el libre albedrío aún después de la muerte, momento en que el espíritu, ya despojado ya de sus vestiduras materiales y de su cadáver astral, elije el su propio castigo y recompensa.

La segunda parte de El cielo y el infierno es una serie de entrevistas realizadas a varias almas desencarnadas, siguiendo un procedimiento mediúmnico demasiado peligroso como para ser mencionado aquí.




El cielo y el infierno.
Le Ciel et l'Enfer, Allan Kardec (1804-1869)

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Libros prohibidos. I Libros extraños.


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«El libro de los médiums»: Allan Kardec; libro y análisis


«El libro de los médiums»: Allan Kardec; libro y análisis.




El libro de los médiums (Le livre des médiums) es un libro de espiritismo del escritor e investigador francés Allan Kardec (1804-1869), publicado en 1861. Se trata del segundo libro en términos de importancia dentro del espiritismo, precedido por: El libro de los espíritus (Le livre des espirits), publicado en 1861.

El libro de los médiums, decíamos, es parte de un grupo de cinco libros de espiritismo Allan Kardec, los cuales forman una especie de Pentateuco espiritista; es decir, un grupo de cinco obras que supuesamente fueron dictadas por los muertos.

De este modo, se cree que los testimonios recogidos en las páginas de El libro de los médiums pertenecen a los espíritus; quienes en largas sesiones espiritistas nos han dejado sus reflexiones desde el más allá, muchas de las cuales manifiestan una desconcertante similitud a las vertidas en el más acá.

Cómo si este corpus de testimonios de ultratumba no fuese lo suficientemente extraño, Allan Kardec también le añade al Libro de los médiums un exhaustivo análisis de la profesión, en donde se exponen cabalmente todos los secretos para convertirse en médium y, de ese modo, dejar de utilizar vehículos inertes como las mesas parlantes, el tablero Ouija o el Juego de la copa; recursos que el propio autor, misteriosamente, jamás utilizó.

En este sentido, es justo deducir que las técnicas para comunicarse con los espíritus le fueron suministradas a Allan Kardec por los propios muertos, lo cual pone de manifiesto un interrogante difícil de soslayar: ¿a través de qué medios los muertos le informaron al autor sobre los secretos para entablar un diálogo entre planos de existencia? ¿Acaso esa información no era totalmente irrelevante, teniendo en cuenta que el diálogo ya se había establecido? En fin, lo cierto es que Allan Kardec siempre andaba con un anotador a mano, en donde registraba enigmáticos mensajes del más allá.

En esencia, El libro de los médiums es una especie de manual para convertirse en médium, con prácticas y métodos que, según el autor, estimulan la sensibilidad de personas que ya poseen cierto don natural. Al parecer, la interacción entre el mundo físico y el mundo espiritual puede ser muy peligroso para los que se aventuran sin los conocimientos apropiados.

Por otro lado, El libro de los médiums estableció la misma terminología que luego sería utilizada por la parapsicología, con lo cual muchos de esos conceptos aún siguen vigentes dentro de la investigación de lo paranormal.

Antes de pasar directamente al Libro de los médiums compartimos algunas breves advertencias respecto de la comunicación con los muertos que el propio autor incluyó en la obra:


  • No crea que el espíritu es quien dice ser, a menos que haya evidencia que respalde su afirmación.

  • No juzgue a los espíritus por sus supuestos nombres, sino por la calidad de la moral y la filosofía que se encuentran en sus comunicaciones.

  • No se entretenga demasiado con la evocación o la incorporación de espíritus lo suficiente como para ignorar lo que es más importante, como vivir su propia vida y ayudar a su prójimo.

  • No viva según el consejo de los espíritus: las comunicaciones de los espíritus deben ser estudiadas, pero no deben tomarse al pie de la letra.




El libro de los médiums.
Le livre des médiums, Allan Kardec.

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  • http://www.ceanet.com.ar/doc/el_libro_de_los_mediums.pdf




Libros prohibidos. I Libros extraños.


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Allan Kardec: libros de espiritismo


Allan Kardec: libros de espiritismo.




Allan Kardec —seudónimo de Hippolyte Léon Denizard Rivail (1804-1869)— fue uno de los investigadores más reputados de su tiempo en el terreno de los fenómenos paranormales. Además, se lo considera como uno de los fundadores del espiritismo, aquella corriente o doctrina reencarnacionista que emplea a los llamados médiums —tanto personas como objetos: mesas parlantes, tablero Ouija, juego de la copa— como vehículo para comunicarse con los espíritus.

En esta sección de El Espejo Gótico repasaremos todos los libros de espiritismo de Allan Kardec, un autor fundamental para todos los interesados en lo sobrenatural.




Allan Kardec: obras completas:
  • 5 libros de espiritismo de Allan Kardec
  • El cielo y el infierno (Le Ciel et l'Enfer)
  • El evangelio según el espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme)
  • El génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme)
  • El libro de los espíritus (Le livre des espirits)
  • El libro de los médiums (Le livre des médiums)
  • Acción de los espíritus sobre la materia (Action des esprits sur la matière)
  • Allan Kardec: el profeta del espiritismo (Allan Kardec: le prophète du spiritisme)
  • Allan Kardec: su vida y obra (Allan Kardec: sa vie, son œuvre)
  • Allan Kardec y el nacimiento del espiritismo (Allan Kardec: la naissance du spiritisme)
  • Biografía de Allan Kardec (Biographie d'Allan Kardec)
  • Caracteres de la revelación espírita (Caractères de la révélation spirite)
  • Colección de oraciones espíritas (Recueil de Prières Spirites)
  • Comunicación con el mundo invisible (Communication avec le monde invisible)
  • De la defensa de evocar a los muertos (De la défense d’évoquer les morts)
  • Diversidad de los espíritus (Diversité dans les Esprits)
  • El espiritismo en su más simple expresión (Le Spiritisme à sa plus Simple Expression)
  • El paso de la muerte (Le passage de la mort)
  • El rol del médium en la comunicación con los espíritus (Rôle du médium dans les communications spirites)
  • Encarnación de los espíritus (Incarnation des Esprits)
  • Espiritismo y espiritualismo (Spiritisme et spiritualisme)
  • Espíritus felices (Esprits heureux)
  • Espíritus que sufren (Esprits souffrants)
  • Fenómenos espirituales simulados (Phénomènes spirites simulés)
  • Intervención de los demonios en las manifestaciones (Intervention des démons dans les manifestations)
  • Intervención de los espíritus en el mundo corporal (Intervention des Esprits dans le monde corporel)
  • Introducción al conocimiento del mundo invisible (Introduction à la connaissance du monde invisible)
  • La génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo (La genèse, les miracles et les prophéties selon le spiritisme)
  • Las obras póstumas de Allan Kardec (Les œuvres posthumes d'Allan Kardec)
  • Los ángeles (Les anges)
  • Los demonios (Les démons)
  • Los espíritus (Des Esprits)
  • Los médiums y los brujos (Les médiums et les sorciers)
  • Manual práctico de las manifestaciones (Instruction pratique sur les manifestations)
  • Mesas parlantes (Tables tournantes)
  • Ocupación y misión de los espíritus (Occupation et missions des Esprits)
  • Origen de las ideas espíritistas modernas (Origine des idées spirites modernes)
  • Peligros de la mediumnidad (Dangers de la médiumnité)
  • Preguntas que pueden hacerse a los espíritus (Questions que l’on peut adresser aux Esprits)
  • Principios de la doctrina espiritista (Principes de la doctrine spirite)
  • ¿Qué es el espiritismo? (Qu’est-ce que le spiritisme?)
  • Regreso de la vida corporal a la vida espiritual (Retour de la vie corporelle à la vie spirituelle)
  • Suicidas (Suicidés)
  • Viaje espiritista (Voyage spirite)
  • Vida espiritista (Vie spirite)
  • Vocabulario espiritista (Vocabulaire spirite)




Libros prohibidos. I Libros extraños.


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«El libro de los espíritus»: Allan Kardec; libro y análisis


«El libro de los espíritus»: Allan Kardec; libro y análisis.




El libro de los espíritus (Le Livre des Esprits) es un libro prohibido del investigador francés Allan Kardec (1804-1869), genuino padre del espiritismo, publicado en 1857.

El libro de los espiritus, probablemente uno de los mejores libros de espiritismo de Allan Kardec —junto con El evangelio según el espiritismo (L'Évangile Selon le Spiritisme) y El Génesis según el espiritismo (La Genèse selon le spiritisme)—, reune en sus páginas una gran cantidad de testimonios recogidos durante las sesiones espiritistas; y no precisamente de parte de médiums o de cualquier otra persona viva en aquellas reuniones, sino de los propios espíritus.

El libro está estructurado como una larga serie de preguntas y respuestas. Las preguntas pertenecen a Allan Kardec y su sagaz grupo de investigadores. Por otro lado, las respuestas proceden de un misterioso grupo de espíritus al que Allan Kardec denomina como «espíritus de la verdad».

Es por eso que Allan Kardec nunca se proclamó como autor de El libro de los espíritus, sino simplemente como su recopilador; dividiendo la obra en varias categorías, como reencarnación, transmigración, karma, religión, entre otras.

El libro de los espíritus apareció durante el nacimiento del espiritismo; y si bien es cierto que la ciencia tomó el trabajo de Allan Kardec con ciertas reservas, y en especial sus conclusiones acerca de la vida después de la muerte, lo cierto es que el libro despertó un gran interés en la opinión pública, habida cuenta que su contenido, supuestamente, procedía de los mismos espíritus que el recopilador intentaba explicar.

Visto en retrospectiva, El libro de los espíritus es una obra muy entretenida. Allan Kardec realmente creía que estaba recibiendo mensajes de los espíritus, y quién sabe, quizás lo hacía; pero lo cierto es que la mayoría de estas entidades superiores dejan bastante que desear, sobre todo los espíritus de grandes personalidades ya fallecidas, como el de Tomás de Aquino, cuya astucia terrenal parece haber cedido lugar a una cándida sucesión de lugares comunes.

En este sentido, El libro de los espíritus cuenta con pasajes estremecedores, como aquel en donde se anotan las respuestas de Voltaire, reacio a admitir al cristianismo en vida, pero un rabioso creyente en el otro lado.




El libro de los espíritus.
Le livre des esprits, Allan Kardec (1804-1869)
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  • http://www.dominiopublico.es/libros/K/Allan_Kardec/Allan%20Kardec%20-%20El%20Libro%20de%20los%20Esp%C3%ADritus.pdf




Libros prohibidos. I Libros extraños.


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