«El borracho»: Edith Sitwell; poema y análisis.


«El borracho»: Edith Sitwell; poema y análisis.




«En rincones oscuros, secreta y astuta,
la Eternidad, como una araña,
teje extraños hilos para sujetar el Tiempo.»



El borracho (The Drunkard) es un poema de la escritora inglesa Edith Sitwell (1887-1964), publicado en la antología de 1920: El pegaso de madera (The Wooden Pegasus).

El borracho, uno de los mejores poemas de Edith Sitwell, parece retratar la escena dramática de una adicción, el alcoholismo, y el comportamiento criminal del protagonista, que ha asesinado a su esposa. Sin embargo, esta es apenas la primera capa del poema.

En esencia, El borracho versifica la historia de un hombre que mató a su esposa mientras estaba alcoholizado, y ahora, atrapado en una especie de bucle, se ve obligado a revivir el crimen una y otra vez.

Este infierno personalizado adquiere la arquitectura de una «torre negra». El Orador accede a una «estrecha habitación» y nota que hay una mujer en la cama, inmóvil, «sin decir palabra»:


Creo que apenas me oyó
cuando llegué con pasos tambaleantes
y pronuncié su nombre en voz baja.
Pero aún así ella no duerme.
Sus ojos observan con sorpresa
el cuchillo sediento que la compadeció;
esos párpados no se mueven,
aunque el miedo insidioso aún roe
el hueco de su cerebro.


El Orador ni siquiera advierte que ella está muerta. Piensa que su inmovilidad responde a «algún plan astuto», un «truco», porque antes ella solía desgarrar «el aire mudo» con sus gritos cuando el se acercaba sigilosamente [ver: El cuerpo de la mujer en el Gótico]

El borracho concluye con una nota densa. El Orador, atrapado en el bucle, ni siquiera entiende que está inmerso en su propio infierno. Intuye que hay algo extraño en el flujo del tiempo, pero nada más. Es un infierno que él mismo ha fabricado para sí, y del cual es imposible salir:


Ella solo sonríe al ver
cómo en rincones oscuros, secreta y astuta,
la Eternidad recién nacida,
como una araña, teje y teje
extraños hilos para sujetar el Tiempo.




El borracho.
The Drunkard, Edith Sitwell (1887-1964)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Esta torre negra absorbe la luz cegadora.
Extrañas ventanas, de un blanco lívido,
tiemblan bajo la maldición de Dios.
Sin embargo, la maleza aún asiente
al enorme sol, un ojo diabólico
que rastrea las almas que mueren.
El reloj late como el corazón de la fatalidad
en la estrecha habitación;
y, susurrando con un aire espectral,
las cortinas flotan y se agitan.
Pero ella sigue sin decir palabra;
creo que apenas me oyó
cuando llegué con pasos tambaleantes
y pronuncié su nombre en voz baja.
Pero aún así ella no duerme.
Sus ojos observan con sorpresa
el cuchillo sediento que la compadeció;
esos párpados no se mueven,
aunque el miedo insidioso aún roe
el hueco de su cerebro.
Debe tener algún plan astuto, el truco,
para permanecer tan quieta. El ritmo
que una vez palpitó como un tambor apagado
por el miedo de oírme llegar,
ya no suena cuando me acerco sigilosamente.
¡Oh! Siempre fue astuta.
Y si para fastidiarla me atrevía a escabullirme
tras su cama y palpar
con dedos torpes su corazón,
antes de poder tocarla,
un grito tras otro desgarraba el aire mudo y estremecido...
y aun así, nunca me habla.
Solo sonríe al ver
cómo en rincones oscuros, secreta y astuta,
la Eternidad recién nacida,
como una araña, teje y teje
extraños hilos para sujetar el Tiempo.


THIS black tower drinks the blinding light.
Strange windows livid white,
Tremble beneath the curse of God.
Yet living weeds still nod
To the huge sun, a devil’s eye
That tracks the souls that die.
The clock beats like the heart of Doom
Within the narrow room;
And whispering with some ghastly air
The curtains float and stir.
But still she never speaks a word;
I think she hardly heard
When I with reeling footsteps came
And softly spoke her name.
But yet she does not sleep. Her eyes
Still watch in wide surprise
The thirsty knife that pitied her;
But those lids never stir,
Though creeping Fear still gnaws like pain
The hollow of her brain.
She must have some sly plan, the cheat,
To lie so still. The beat
That once throbbed like a muffled drum
With fear to hear me come,
Now never sounds when I creep nigh.
Oh! she was always sly.
And if to spite her, I dared steal
Behind her bed, and feel
With fumbling fingers for her heart ...
Ere I could touch the smart,
Once more wild shriek on shriek would tear
The dumb and shuddering air....
And still she never speaks to me.
She only smiles to see
How in dark corners secret-sly
New-born Eternity,
All spider-like, doth spin and cast
Strange threads to hold Time fast.


Edith Sitwell (1887-1964)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Edith Sitwell.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Edith Sitwell: El borracho (The Drunkard), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«El cisne»: Rainer Maria Rilke; poema y análisis.


«El cisne»: Rainer Maria Rilke; poema y análisis.




«Este laborioso caminar a través de lo no hecho,
como si corriéramos con las piernas atadas,
es como el torpe andar del cisne.»



El cisne (Der Schwan) es un poema modernista del escritor austríaco Rainer Maria Rilke (1875-1926), publicado en la antología de 1907: Nuevos poemas (Neue Gedichte).

El cisne, uno de los grandes poemas de Rainer Maria Rilke, aborda el tema de la vida y la muerte a través de la imagen del cisne, torpe en su andar por la tierra [la vida] pero grácil y elegante cuando se desliza sobre el agua [la muerte].


Este laborioso caminar a través de lo no hecho,
como si corriéramos con las piernas atadas,
es como el torpe andar del cisne.

Y morir, ese no volver a sentir
el suelo que cada día pisamos,
es como su abandono a las aguas
que lo reciben dulcemente,
y que, como con reverencia y alegría,
se retiran en ondas a ambos lados;
mientras, infinitamente silencioso y consciente,
en toda su majestad y cada vez más indiferente,
él se desliza.


Rainer Maria Rilke comienza refiriéndose a las dificultades de la vida, sus luchas, que emprendemos con las piernas atadas, obstáculos que nos impiden avanzar. En la segunda parte se centra en la muerte, ese acceso a una realidad desconocida para la cual, aparentemente, estamos tan bien equipados como el cisne que se desliza sobre el agua, elegantemente y sin esfuerzo [ver: Porque los muertos viajan deprisa]

Ambas experiencias, la vida y la muerte, parecen antagónicas: aceptamos la vida sin cuestionamientos y luchamos para transitar en ella, mientras que la muerte nos causa rechazo aunque, al final, descubrimos que es nuestro medio natural. No creo que Rainer Maria Rilke esté siendo nihilista aquí. No afirma que la vida [«este laborioso caminar»] sea absurda, sino que la muerte, la no existencia, es nuestro estado por default [ver: Horror Cósmico: la vida no tiene sentido, la muerte tampoco]

Por eso, sostiene Rilke, la vida requiere esfuerzo, tropiezos, incertidumbre, mientras que, al regresar a nuestro estado original [«ese no volver a sentir / el suelo que cada día pisamos»], como el cisne que abandona la tierra para deslizarse en el agua, nos transformamos en la encarnación de la gracia, es decir, hacemos aquello para lo que fuimos diseñados: morir. Como el agua para el cisne, no nos demanda ningún esfuerzo.

Parece como si Rainer María Rilke pensara que no estamos bien equipados para la vida, y para ello emplea metáforas extrañas pero curiosamente apropiadas. Más allá del contraste del torpe cisne en tierra con su elegante contraparte acuática, la idea de que el agua sea una representación de la muerte, y no de la vida, como suele ocurrir, es interesante. Sin embargo, creo que lo más poderoso de El cisne es esta noción de que la vida no es nuestro hábitat natural. Por supuesto, no es una idea original. Hunde sus raíces en conceptos religiosos que sostienen que, tras la muerte, nos espera la eternidad, y que nuestra vida en la tierra es una especie de exilio pasajero.

El vínculo religioso termina ahí. Rilke no habla del alma, no ofrece ninguna pista sobre el más allá, simplemente aconseja que no podemos aferrarnos. El final tiene fecha. Llegará. Llegaremos a él como lentos y torpes cisnes, pero tal vez, al final, descubramos que existe cierta gracia, cierta elegancia en el dejarse ir y ser recibidos de nuevo por la naturaleza.


*Esta versión de El cisne de Rainer Maria Rilke no pretende ser fiel al texto original, pero sí a su espíritu. Todo poema es algo complejo, delicado y cargado de significados. No se trata encontrar palabras análogas en nuestro idioma, sino de conservar el significado latente, el significado implícito, el tono, básicamente respetar y, si es posible, capturar la esencia del original. No digo que lo haya logrado. Es solo la búsqueda.




El cisne.
Der Schwan, Rainer Maria Rilke (1875-1926)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Este laborioso caminar a través de lo no hecho,
como si corriéramos con las piernas atadas,
es como el torpe andar del cisne.

Y morir, ese no volver a sentir
el suelo que cada día pisamos,
es como su abandono a las aguas
que lo reciben dulcemente,
y que, como con reverencia y alegría,
se retiran en ondas a ambos lados;
mientras, infinitamente silencioso y consciente,
en toda su majestad y cada vez más indiferente,
él se desliza.


Diese Mühsal, durch noch Ungetanes
schwer und wie gebunden hinzugehn,
gleicht dem ungeschaffnen Gang des Schwanes.

Und das Sterben, dieses Nichtmehrfassen
jenes Grunds, auf dem wir täglich stehn,
seinem ängstlichen Sich-Niederlassen —:
in die Wasser, die ihn sanft empfangen
und die sich, wie glücklich und vergangen,
unter ihm zurückziehn, Flut um Flut;
während er unendlich still und sicher
immer mündiger und königlicher
und gelassener zu ziehn geruht.


Rainer Maria Rilke (1875-1926)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Rainer Maria Rilke.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Rainer Maria Rilke: El cisne (Der Schwan), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

Apariciones de crisis.


Apariciones de crisis.




«Estando de viaje ella tuvo la visión de su padre en el momento de morir.
Su padre estaba en Inglaterra y, que ella supiera, ni muerto ni muriéndose.»
[Henry James: Los amigos de los amigos]



Las Apariciones de crisis [Crisis Apparitions] son diferentes de otras manifestaciones, como las Apariciones o Energías Residuales, que son eventos específicos de un lugar, que no interactúan con las personas y que se repiten siguiendo un patrón [hora, fechas, clima] hasta que eventualmente se agotan [ver: ¿Los fantasmas son «grabaciones» impresas en la realidad?]. En cambio, las Apariciones de crisis ocurren una sola vez. Puede tratarse de una manifestación visual, una voz, un toque. La mayoría de las veces, esta «sensación» se presenta justo antes de la muerte de un ser querido.

Llamar «aparición» a este fenómeno es atinado. La palabra proviene del latín apparere, que significa «mostrarse». En este sentido, sólo puede ser una «aparición» una consciencia viva que, de manera visual o a través de otros canales sensoriales, se «muestra» a los sentidos ordinarios del receptor [vista, oído, olfato, gusto (?) y tacto].

Las Apariciones de crisis presentan varias dificultades. Por ejemplo, si uno tiene un pariente internado, grave, esta situación estará presente en la mente con bastante persistencia, de modo que cuando nos enteramos de su fallecimiento es probable que estemos pensando en ella. Esto, desde luego, no es una Aparición de crisis. ¿Qué es entonces? Una conexión psíquica lo suficientemente fuerte como para que una persona cerca de muerte pueda establecer un último enlace para enviar un mensaje o simplemente despedirse.

Un porcentaje para nada despreciable de gente puede señalar el momento específico en el que «presintieron» que un ser querido estaba muriendo o en grave peligro de muerte. No se trata necesariamente de una aparición, en el sentido de que se ve algo, más bien es una certeza, nacida de un elemento exterior que puede resumirse en algo tan vago como un olor o un sueño. La sensación que dejan es la de separación, de despedida, que se reconoce en el momento. Este es un fenómeno que forma parte del folclore de todas las culturas, es transhistórico, por lo tanto, forma parte de la experiencia humana.

En El Espejo Gótico hemos estudiado muchos ejemplos de fenómenos paranormales asociados con lugares físicos que de algún modo han absorbido una gran cantidad de energía emocional de eventos traumáticos y luego la han liberado. De eso se tratan básicamente las historias de fantasmas: eventos [información] que dejan una huella en determinado sitio [medio de almacenamiento] y luego se reproducen como una grabación cuando la persona adecuada está en el lugar [dispositivo de reproducción]. Si el trauma ocurriera una y otra vez a lo largo de los años [hospitales, neuropsiquiátricos, prisiones, abusos repetidos] el lugar puede terminar con múltiples huellas, lo que podría explicar por qué los avistamientos suelen ser fragmentados o nunca exactamente iguales [ver: Teoría de la Cinta de piedra]. Esto está completamente alejado de las Apariciones de crisis.

Si el «mensaje» se produce tiempo después de la muerte, se trata de una Aparición Post-Mortem, sobre la cual hablaremos otro día [ver: Comunicaciones Post-Mortem]. Por ahora basta decir que la parapsicología ha establecido, de forma arbitraria, que las Apariciones de crisis transcurren antes y hasta doce horas después de la muerte; y las Apariciones Post-Mortem después de doce horas del deceso. ¿Por qué? No lo sé. Supongo que responde a una necesidad de clasificación, porque realmente no hay diferencia entre un fenómeno que ocurre a las nueve horas de una muerte y otro trece horas después. Ambos se producen razonablemente dentro de una ventana de inmediatez.

Cuando alguien atraviesa un momento de crisis irreversible, donde la muerte es el único resultado posible, los enlaces psíquicos que ha establecido a lo largo de su vida transportan esa información. En algunos casos, puede incluso proyectar la imagen de la persona a un ser querido. Esta proyección puede hablar o permanecer en silencio, puede parecer fantasmal, etérea [flotando, brillando, siendo traslúcida] o exactamente igual a su aspecto físico. No son apariciones aterradoras, no inspiran miedo; todo lo contrario, resultan reconfortantes para quienes las reciben.

Uno de los tratados más interesantes sobre el tema es Fantasmas de los vivos (Phantasms of the Living, 1886), donde los parapsicólogos Edmund Gurney, Frank Podmore y Frederic William Henry Myers consideran que las Apariciones de Crisis permiten un estudio más metódico que otras manifestaciones, ya que potencialmente pueden verificarse; en definitiva, que alguien sea capaz de «adivinar» que alguien conocido ha muerto está muy por encima de cualquier medida de probabilidad. Además, debido al impacto que produce el fenómeno, la persona que lo experimenta no lo olvida fácilmente, y esto luego puede corroborarse con la fecha y hora de la muerte del emisor. De hecho, una persona moribunda puede aparecerse a muchos seres queridos diferentes, no siempre bajo la misma forma. En muchas familias existen historias de este tipo.

Una Aparición de Crisis, entonces, puede verificarse más tarde cuando se conoce la hora de la muerte, pero hay mensajes mucho más sutiles y subjetivos que no pueden corroborarse. Forman parte de la experiencia, y solo quien los experimenta puede darles o no valor. Puede ser como el roce de una mano, una caricia, un olor, incluso una punzada de dolor que corresponde con el sufrimiento del emisor. También se han reportado voces, llantos, la sensación de presión o peso sobre el colchón [como si alguien se sentara en la cama a tu lado], golpes intensos en la puerta [como si alguien intentara entrar] [ver: Un golpe: «SÍ»; dos golpes: «NO»; tres golpes: «DÉJAME ENTRAR»]. Curiosamente, uno de los elementos sonoros más frecuentes asociados con las Apariciones de Crisis es el sonido de campanas.

Ahora bien, si definimos la Aparición de Crisis como la percepción de un ser querido en el momento de su muerte, entonces debe ser una forma de telepatía. Después de todo, si se tratara simplemente de una visión o proyección, la experiencia no produciría esta certeza de muerte; y en este caso el amigo o familiar «sabe» que se ha producido el fallecimiento. Ahora bien, cuando uno habla de telepatía es fácil imaginar a un sujeto tratando de adivinar una carta en otra habitación o algo así. En este caso, por telepatía me refiero a una especie de conexión o enlace emocional entre una persona y sus amigos y familiares, quienes forman una red, y que por lo tanto pueden intercambiar algún grado de información.

De hecho, la mayoría de los estudios al respecto conjeturan que la telepatía es más probable entre personas con fuertes vínculos emocionales. En parte, la aparición podría ser causada por la percepción subconsciente de que un ser querido está en grave peligro. En momentos así, los vínculos emocionales más fuertes podrían incluso sincronizar la actividad cerebral. Otras teorías [menos convencionales] sugieren que durante un trauma la consciencia puede trascender momentáneamente los límites físicos. Esto podría aplicarse a los casos donde el experimentador no tiene motivos para prever la muerte de la persona, como lo es durante una enfermedad, descartando la mera expectativa como explicación.

Si la Aparición de Crisis se manifiesta en un sueño, lo más común es que no hable, aunque parece ser consciente de que está a punto de morir y quiere despedirse. A menudo estos sueños ocurren en escenarios particulares: estaciones de tren o subterráneo, puertos, aeropuertos, esencialmente lugares de espera antes de emprender un viaje [ver: Dreamwalking: cuando alguien entra en tus sueños]

Por supuesto, muchas Apariciones de Crisis responden a factores mundanos, como la coincidencia y el miedo, por ejemplo, a que ese amigo o familiar internado pierda la vida. No es insensato aceptar tales explicaciones, después de todo, muchas personas son susceptibles de engañarse retrospectivamente, creyendo que han experimentado «sensaciones» que nunca ocurrieron, o bien adornando o estilizando pequeños elementos que sí tuvieron lugar. Supongo que es una forma de lidiar con el dolor del duelo. Esa brisa repentina, ese súbito olor a rosas, esa mariposa que revolotea contra la ventana, son consideradas «señales». No digo que no lo son. Si ayudan, si brindan consuelo, quizás lo sean [ver: Entidades que se manifiestan a través del aroma]

En cuanto a las Apariciones de Crisis visuales, la mayoría de las veces son imágenes sólidas, sin diferencias con la persona real. El observador incluso puede no darse cuenta de que está viento algo sobrenatural hasta que más tarde se entera de la muerte de la persona. Tampoco se trata de una aparición solemne. No viene y te da un abrazo, o te dice lo mucho que te quiere. De hecho, suele hacer cosas normales, cotidianas, como pasar caminando, asomarse por una ventana, cruzar una puerta, sentarse a la mesa o pararse a los pies de una cama. Contrariamente a lo que uno podría creer, predominan las experiencias visuales, casi el 60% en la mayoría de los estudios publicados. Le siguen las manifestaciones auditivas [25%], táctiles [10%] y olfativas [5%]. Casi todas vienen con algún tipo de sueño asociado, aunque solo la mitad de las experiencias transcurre de noche. La otra mitad ocurre cuando el experimentador está bien despierto e involucrado en sus actividades

Los efectos psicológicos de las Apariciones de Crisis no varían demasiado. Los experimentadores aseguran haberse sentido reconfortados y en paz después de estas visitas, considerándolas una despedida. El miedo está ausente, también la sensación de amenaza o peligro, que son elementos asociados al avistamiento de fantasmas.

Algunos estudios incluyen a la Experiencia Aparicional como una variante menor de la Aparición de Crisis. Creo que es un ejemplo demasiado vago. Uno «siente» la «presencia» de la otra persona, por la razón que sea o por ninguna razón externa, y no mucho más. Esto se asemeja más a una distorsión cognitivo-visual, quizás esquizotipia [rasgos similares a los de la esquizofrenia pero que no son suficientes para requerir un diagnóstico], que a una experiencia fuera de los parámetros convencionales, pero alguien podría sugerir maliciosamente que tales distorsiones son indispensables para experimentar «presencias» [ver: Sentir «presencias» cuando estás solo]

Es interesante notar cómo la ficción tuvo que incorporar a las Apariciones de Crisis a su modelo de trabajo. Por ejemplo, en el relato de Henry James de 1896: Los amigos de los amigos (The Friends of the Friends), una mujer experimenta la visión de su padre mientras este se encuentra en el extranjero. Un día después, recibe un telegrama que confirma su fallecimiento. La trama de la historia depende de las comunicaciones: es decir que, recién en la época victoriana, se empezó a contar con un sistema telegráfico y postal fiable como para tales noticias viajaran rápidamente y las Apariciones de crisis empezaran a tomarse en serio.




Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.


Más Consultorio Paranormal:
El artículo: Apariciones de Crisis fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción, enviar consultas o compartir tu experiencia, escríbenos a elespejogotico@gmail.com



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Poema de Edith Sitwell.
Poema de Rainer Maria Rilke.
Consultorio paranormal.


Análisis de «Té verde» de Le Fanu.
Poema de Anthony Boucher.
Poema de Arthur Inman.