«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.




«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo.»



Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day) es un poema del escritor inglés Gerard Manley Hopkins (1844-1889), publicado de manera póstuma en la antología de 1918: Poemas de Gerard Manley Hopkins (Poems of Gerard Manley Hopkins).

Despierto y siento la caída oscuridad, como muchos poemas de Gerard Manley Hopkins, es un misterio a pesar de la sencillez del lenguaje. Es importante tener en cuenta que Hopkins sufría una depresión severa, de modo que toda su obra está impregnada de sentimientos de soledad, angustia y duda existencial, y este poema en particular, que forma parte de los sonetos terribles (terrible sonnets), es una síntesis de esas emociones negativas.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.»


El Orador despierta y siente «la caída de la oscuridad», es decir, despierta en mitad de la noche. Parece haber tenido pesadillas [«visiones»] en esas «horas negras». El «hemos pasado» no indica que hay alguien más con él; es un recurso que quizás refiere a la mente y al corazón del Orador, es decir, a sus pensamientos y emociones, de modo que todos los aspectos de su ser se vieron afectados por esos «caminos» que recorrió en sueños.

El sufrimiento de la vigilia es una continuación de la pesadilla. El Orador ha despertado con una terrible angustia, y seguirá sufriendo porque «más debe haber en la aún más larga demora de la luz», es decir, durante las horas de oscuridad que quedan. Tampoco puede decirse que esta sea una noche aislada. En los siguientes versos vemos que la experiencia de este despertar en la oscuridad es la continuación de una vida de profunda depresión:


«Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.»


La frase: «con testimonio digo esto» señala que estamos ante una experiencia personal; y añade que, cuando dice «horas», en realidad está hablando de «años», por lo que las «horas negras» se traducen en años de depresión, en toda una vida. Del mismo modo, su «lamento» es una síntesis de «llantos incontables» que son como «cartas muertas» a «mi querido». Este «querido» no es otro que Dios, que desde la perspectiva funesta del Orador se encuentra alejado de él. Recordemos que Hopkins era jesuita,

Las «cartas muertas» simbolizan a las plegarias desoídas. Los rezos del Orador a Dios son como «cartas muertas», un desesperado pedido de ayuda que nunca llega. Dios no está ahí, está «lejos», por lo que el Orador solo experimenta su ausencia, como si no viviera entre nosotros, sino en una esfera inalcanzable.


«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.»
La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.»


Hopkins habla aquí de su condición. Es lícito considerarla tanto un padecimiento mental, o depresión, como un sufrimiento físico. Por eso dice: soy «hiel» [una sustancia muy amarga] y también «ácido». Lo que el Orador siente en su mente repercute en su cuerpo. Ese es el «decreto» de Dios, es decir, el Orador cree que su sufrimiento es la voluntad divina. Dios quiere que saboree la amargura hasta que se esta se convierta en el propio Orador. Por eso dice: «el sabor era yo», es decir, ya no siente el dolor como algo que proviene desde afuera, él mismo es «hiel».

Este «decreto» va más allá de la tradición cristiana sobre el sufrimiento. El Orador considera que su angustia mental y física son cosas que Dios introdujo en su ser. Por eso sus huesos están embebidos en ellas, su carne rebosa de esta «maldición». Aquí, creo, hay otro juego de palabras. La «maldición» se refiere a la depresión insuflada por Dios, pero también a la fe cristiana, más precisamente al mito bíblico de Adán y Eva, donde la humanidad es castigada por desobedecer a Dios.

«Maldita será la tierra por tu causa», dice Dios en el Génesis, y «con dolor comerás de ella todos los días de tu vida». Este podría ser «el decreto más profundo de Dios» al que se refiere Hopkins.

Pero Despierto y siento la caída de la oscuridad no solo echa la culpa a Dios, es un poema profundamente autocrítico. Hopkins se culpa a sí mismo por ser la «levadura» que se expande, crece y contamina su ser. Es un comentario bíblico porque la levadura se usa frecuentemente como analogía del pecado en los textos sagrados. El Orador parece convencido de que su yo fue contaminado, y que esa «levadura» agrió toda su vida.

A pesar de este oscuro estado mental, el Orador se preocupa por los «perdidos», es decir, por los no creyentes. Considera que su «azote» será como el suyo [de naturaleza divina e interna], «pero peor», por carecer de fe en una futura redención. Entonces, el castigo de los «perdidos» es el mismo: ser ellos mismos, pero sin fe. Esto es curioso, porque a pesar de la fe Dios nunca responde [ver: IA y el Golem de Dios]

El Orador está atravesando «la noche oscura del alma», que viene con una explosión del ego. No lo digo en términos peyorativos, sino por experiencia personal. Nunca he sufrido depresión severa, pero tuve mi «noche oscura del alma» en la forma poco elegante de un diagnóstico médico, hace cuatro años. En esos instantes el ego estalla. Me refiero a quedar absorto en uno mismo, a sumirse en las regiones más profundas del ser y, por lo tanto, a sentirse aislado, separado de todo lo demás.

Es curioso que a lo largo del poema el Orador entienda la matriz de su sufrimiento: no puede salir de sus sentimientos negativos. Está inmerso en un infierno de su propia creación.




Despierto y siento la caída de la oscuridad.
I wake and feel the fell of dark, Gerard Manley Hopkins (1844-1889)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.

Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.

Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.

La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.


I wake and feel the fell of dark, not day.
What hours, O what black hours we have spent
This night! what sights you, heart, saw; ways you went!
And more must, in yet longer light's delay.

With witness I speak this. But where I say
Hours I mean years, mean life. And my lament
Is cries countless, cries like dead letters sent
To dearest him that lives alas! away.

I am gall, I am heartburn. God's most deep decree
Bitter would have me taste: my taste was me;
Bones built in me, flesh filled, blood brimmed the curse.

Selfyeast of spirit a dull dough sours. I see
The lost are like this, and their scourge to be
As I am mine, their sweating selves, but worse.


Gerard Manley Hopkins (1844-1889)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Gerard Manley Hopkins.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Gerard Manley Hopkins: Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.


«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.




«Y entonces se produjo un rápido y extraño «staccato»,
como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes
en una histeria interrogativa.»



Interim (Interim) es un relato de terror del escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012), publicado originalmente en la antología de 1949: Carnaval oscuro (Dark Carnival); y luego reeditado en la edición de julio de ese mismo año de la revista Weird Tales. No confundir con la historia del mismo nombre publicada en Crónicas marcianas [que describe la construcción de una ciudad en Marte], ni con el Interim publicado en la revista Epoch [que trata sobre viajes en el tiempo].

Interim, uno de los mejores cuentos de Ray Bradbury, nos sitúa en un cementerio, al atardecer. Los muertos empiezan a comunicarse bajo tierra dando pequeños golpecitos en sus ataúdes. La noticia de hoy tiene que ver con la señora Lattimore, fallecida y enterrada el año anterior, quien está a punto de dar a luz.

Interim es un cuento muy breve. En apenas unas pocas líneas, Ray Bradbury nos introduce en este cementerio rodeado de árboles. Un pájaro, «que estaba a punto de cantar», se queda en silencio al escuchar una «débil pulsación, un rumor» bajo la tierra. Los ataúdes empiezan sacudirse; sus habitantes dan «golpes lentos, uniformes y apagados». Al parecer, la tierra es un excelente conductor de estos sonidos.

Ray Bradbury comenta que no se trata de ruidos aleatorios, sino de un «código», una especie de lenguaje que utilizan los enterrados para comunicarse entre sí. Es un proceso tedioso, que finaliza cuando el mensaje llega «hasta que los enterrados a mayor profundidad». El mensaje del día involucra a la señora Lattimore, enterrada «hacía un año» en el «extremo norte» del cementerio, «bajo el árbol recubierto de musgo», poco «antes del nacimiento de su hijo». Dicen los muertos que era una muchacha bonita.


«Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.»


La señora Lattimore está dando a luz en su ataúd. La noticia corre entre los muertos, quienes se preguntan cómo será el niño, qué será. Ray Bradbury, por supuesto, deja la respuesta a la imaginación del lector:


Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Interim es un cuento hermoso y, en particular, desconcertante. ¿Cómo se puede escribir la historia de un parto de ultratumba sin caer en lo macabro? Ray Bradbury lo consigue, quizás debido a la ausencia de artilugios y de un lenguaje gótico.

La idea de que los muertos se comunican mediante una especie de código subterráneo tal vez fue inspirada por el libro de Michaël Ranft: De Masticatione Mortuorum in Tumulis [«De la masticación de los muertos en sus tumbas»], donde se explica que los ruidos que se oyen en los cementerios están relacionados con las actividades de los muertos en sus ataúdes, como masticarse las extremidades. En el caso de Interim, el «código» consiste en pequeños golpes y pausas, un código telegráfico del más allá.

Sobre el parto de la señora Lattimore no tengo mucho para aportar. Resulta difícil encontrar una definición. ¿Cómo debemos llamar a la cosa sobre la que Ray Bradbury escribe? El bebé, el recién nacido, el recién muerto, seguramente hubiese sido un niño humano si la señora Lattimore no hubiera fallecido, pero ahora, con su madre muerta, ¿qué es? ¿Un no-muerto? ¿Un no-vivo? Y ahora que ha nacido, ¿en qué condiciones podríamos describir su existencia? No tengo ninguna respuesta satisfactoria, pero creo que el hijo de la señora Lattimore ha nacido a la muerte [ver: No-Muertos en el folklore y la psicología]

Hay una lectura más siniestra de Interim, que apenas me atrevo a mencionar. Podríamos pensar que no hay parto bajo tierra, sino la lenta corrupción del cuerpo de la señora Lattimore, que después de un año se ha deteriorado lo suficiente como para dejar al descubierto al hijo no nacido. Es una imagen horrible y triste.

El título del cuento, [interín, en español], es un desafío adicional, que esclarece en la misma proporción que oscurece. La palabra Interim pertenece al latín, y significa «mientras tanto», es decir, un intervalo de tiempo entre dos sucesos. También puede traducirse como «provisional» [de ahí la palabra «interino»]. En el cuento de Bradbury, el interín, el mientras tanto, el estado o situación intermedia, es tanto el embarazo de la señora Lattimore como su período en el cementerio. La sugerencia [Bradbury tiende a volverse lírico sobre lo morboso] podría ser que estar enterrado en un ataúd es análogo a la existencia en el útero materno. De hecho, el autor describe a los difuntos como «cada uno en un útero», es decir, en un ataúd.

Pero, ¿por qué sería enterrado el cuerpo de una mujer embarazada de nueve meses con su hijo todavía dentro? Sin embargo, la pregunta más pertinente es: ¿por qué está llegando a término [póstumo] justo ahora? Después de todo, la señora Lattimore lleva un año enterrada, y sabemos que eso fue justo antes de llegar a los nueve meses de embarazo. ¿Por qué ahora? [ver: El cuerpo de la mujer en el Horror]

Este debe ser un acontecimiento inusual, porque incluso los demás habitantes del cementerio están desconcertados. El pulso de los golpes subterráneos son una manifestación de «histeria inquisitiva». Es como si los propios muertos se preguntaran: «¿Cómo es posible?»




Interim.
Interim, Ray Bradbury (1920-2012)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


El murmullo atravesó el terreno de un extremo a otro; y no era muy grande: estaba limitado al este y al oeste por álamos, sicomoros, grandes robles y arbustos, y contenido al norte y al sur por una valla de ladrillos y hierro forjado. Un pájaro, que estaba a punto de cantar, permaneció en silencio y bajo la tierra se produjo una especie de débil pulsación, un rumor.

Los ataúdes, cada uno de ellos un útero de silencio, con su contenido rígido, cada uno profundamente enterrado, aislado, fueron golpeados lentamente. Las tapas y laterales de los ataúdes respondieron con golpes lentos, uniformes y apagados. La tierra condujo cada uno de los sonidos.

Todo comenzó en un cajón oscuro; el código golpeó y golpeó, pasando hacia el siguiente, donde una nueva, cansada y seca mano repitió el mensaje. Y así se fue transmitiendo, hasta que los enterrados a mayor profundidad lo escucharon y, de a poco, empezaron a comprender.

Al cabo de un tiempo, todo era como un gran corazón que palpitaba bajo la tierra. El murmullo sistólico continuó mientras el sol se ponía, más allá del horizonte. El pájaro, sobre el árbol, torció su cabeza de ojos redondos, esperando. El corazón siguió palpitando.

Lenta y dolorosamente, el golpeteo pronunció el nombre.

(Ella era la que había sido enterrada en el extremo norte, bajo el árbol recubierto de musgo, hacía un año, justo poco antes del nacimiento de su hijo. ¿La recuerda? ¡Era tan bonita!)

—Señora Latimore.

El latir del corazón martilleó, débil y lejano, bajo el césped.

—¿Has...? —preguntó el latido.

—¿Tú...? —siguió el latido con cansancio.

—¿Oíste? —preguntó.

—¿Qué... —??preguntó— está pasándole...? —continuó.

— ... a ella?", concluyó.

El latir del corazón se detuvo. Y los mil fríos contenidos de mil ataúdes profundamente enterrados esperaron la respuesta a la golpeante, lenta, muy lenta pregunta.

El sol colgaba justo por detrás de las lejanas colinas azules. Las estrellas brillaban pálidamente.

Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.

—La señora Latimore.

La pulsación profundizó más.

—Tendrá...

Lenta, muy lentamente.

—A su hijo hoy.

Y entonces se produjo un rápido y extraño staccato, como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes en una histeria interrogativa.

—¿Cómo será? ¿Cómo puede ser? ¿A qué se parecerá? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

El golpeteo se desvaneció. El sol se elevó de nuevo.

Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Ray Bradbury (1920-2012)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Relatos góticos. I Relatos de Ray Bradbury.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del cuento de Ray Bradbury: Interim (Interim), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«El mensaje de Thuba Mleen»: Aleister Crowley; poema y análisis.


«El mensaje de Thuba Mleen»: Aleister Crowley; poema y análisis.




«Muchos creen que fue un mensaje de Thuba Mleen,
el misterioso emperador de aquellas tierras,
nunca visto por ningún hombre,
quien ordenó que Bethmoora debía quedar vacía.»

—Lord Dunsany, Bethmoora.



El mensaje de Thuba Mleen (The Message of Thuba Mleen) es un poema gótico del escritor y ocultista inglés Aleister Crowley (1875-1947), publicado originalmente en la edición de 1911 de la revista The Equinox en 1911.

El mensaje de Thuba Mleen, uno de los mejores poemas de Aleister Crowley, nos sitúa «más allá de Utnar Véhi» y «las colinas de Hap», donde el «gran Emperador», Thuba Mleen, está sentado en su trono, jugueteando con un collar entre los dedos, cuyas cuentas «alguna vez fueron el globo ocular de su hijo no nacido». Mientras tanto, observa cómo su propia madre es torturada.

Pero, «al desgarrar la última carne», Thuba Mleen se cansa, y dirige su atención a unos «esclavos de la brillante Bethmoora», quienes le tributan vino y hachís. Ebrio, Thuba Mleen, «el hermano bastardo del desierto», envía a los esclavos de regreso a Bethmoora para anunciar que «esa serpiente antigua, la Bruja de Utnar Véhi, ha despertado».

Los esclavos quedan aterrotizados. Conocen bien «las artes de Utnar Véhi» y «lo que anhela la Vieja Gris». Bethmoora está condenada,

En 1911, Aleister Crowley se encontraba en Francia, escribiendo sus libros de Thelema. Durante ese período leyó una obra que desató su imaginación: Cuentos de un soñador (A Dreamer’s Tales) de lord Dunsany, escrito un año antes. Tanto es así que escribió una reseña y un poema adjunto: El mensaje de Thuba Mleen, donde explora algunos aspectos de la mitología de lord Dunsany [ver: Los Mitos de Pegana: la mitología de Lord Dunsany]

El propio Thuba Mleen aparece en dos cuentos de lord Dunsany. El primero es El hombre del hachís (The Hashish-Man), donde nos enteramos que Bethmoora fue abandonada por orden del emperador Thuba Mleen:


«¿Fue por la maldición del Desierto? —pregunté. Y él respondió—: En parte fue la furia del Desierto y en parte el consejo del Emperador Thuba Mleen, pues esa temible bestia está relacionada de alguna manera con el Desierto por parte de su madre.»


H. P. Lovecraft nunca recurrió al nombre de Thuba Mleen, pero sí menciona a Bethmoora en El que susurra en la oscuridad (The Whisperer in Darkness), por lo que el flaco de Providence comparte referencias con Aleister Crowley [ver: Lovecraft, Crowley y un sueño compartido]. De hecho, El mensaje de Thuba Mleen se complementa perfectamente con el Ciclo Onírico de H. P. Lovecraft [también inspirado en Dunsany], con sus extraños y evocativos nombres de antaño. Muchos aficionados a lo oculto buscaron una fuente común en la magia para estos dos autores, un vínculo entre el Necronomicón y el Liber AL vel Legis [libro de la Ley]. Sin embargo, esa fuente común está en la fantasía, en el mito compartido de Lord Dunsany [ver: El Necronomicón astral: la conexión Lovecraft-Crowley]

La fascinación de Crowley por Dunsany quedó registrada en su reseña de 1911 [publicada en The Equinox], donde examina solo 5 de los 16 relatos porque «aún no los he leído cuarenta veces». Elogia El pobre viejo Bill (Poor Old Bill) [«parece derivado de La balada del viejo marinero»], La espada y el ídolo (The Sword and the Idol) [«lo leo una y otra vez, y cuanto más lo leo, más me fascina»], Poltarnees, sobre el cual dice que «es el mejor relato jamás escrito sobre la seducción del mar», y menciona que Bethmoora y El hombre del hachís, donde aparece Thuba Mleen, «son en realidad un solo cuento».

El otro cuento de Dunsany donde aparece Thuba Mleen es Bethmoora. En esta historia se barajan varias hipótesis para explicar el abandono de Bethmoora basándose en el mensaje de los tres esclavos que envía Thuba Mleen a la ciudad [que también aparecen en el poema de Crowley]. El propio Emperador es un misterio, ya que ningún humano alcanzó a verlo. Este detalle se aleja del poema, donde Thuba Mleen parce hablarle directamente a los esclavos.

Lovecraft coquetea con el aspecto elusivo del emperador. En La búsqueda onírica de la desconocida Kadath (The Dream-Quest of Unknown Kadath), el flaco de Providence introduce al Sumo Sacerdote de Leng, un clérigo no humano que porta una máscara amarilla. En Bethmoora se menciona que Thuba Mleen tiene el rostro amarillo. El hecho de que nunca fuera visto por ojos humanos podría haberle sugerido a Lovecraft el motivo de la máscara.

Una de las razones por las que lord Dunsany no es tan popular es debido a la ausencia de una mitología coherente, cuando, en realidad, la inconsistencia es una característica primaria de los Mitos. Estamos acostumbrados a las franquicias estandarizadas y hemos perdido tacto con los conjuntos de historias dispersas y, a menudo, contradictorias entre sí. Dunsany, creo, puede ser visto como la materia prima sobre la que Lovecraft, Crowley, Robert E. Howard, incluso J. R. R. Tolkien, extrajeron motivos fundamentales para sus respectivos ciclos literarios.

Cada una de las historias de Dunsany es un mundo independiente. En el mejor de los casos, hay algunos hilos que se entrelazan, y que el lector puede identificar: Días de ocio en el Yann (Idle Days on the Yann) tiene sus secuelas, y algunos topónimos y figuras arquetípicas reaparecen, como Thuba Mleen, pero siempre con alteraciones. Por ejemplo, Yann es un río, pero, en Bethmoora, Thuba Mleen sugiere que es una lengua, el yannish.

De todos modos, los conceptos de base de Dunsany fueron aprovechados por Lovecraft. Por ejemplo, en Celephais toma una idea de El hombre del hachís: estos reinos fantásticos existen en algún lugar fuera de la percepción ordinaria, y podemos visitarlos a través de nuestros sueños [o del consumo de ciertas sustancias]. Hablando de sustancias, Aleister Crowley le escribió una carta a Dunsany glorificando los Cuentos de un soñador, y bromea diciéndole que, por lo visto, «solo conoces el hachís de oídas, no por experiencia». También le envió un par de revistas eróticas. Dunsany no se ofendió, de hecho, aparentemente se divirtió y, en una típica muestra de su humor, le envió a Crowley una nota de agradecimiento diciendo que la droga más fuerte que tomaba era té.

No creo que sea conveniente seguir hurgando en este mundo de referencias. Podríamos cometer el desatino de sugerir que Dunsany tuvo en mente al Rey de Amarillo de Robert E. Chambers al crear a su propio Emperador Amarillo, Thuba Mleen; y que Jorge Luis Borges, quizás, pensó en la vaciada Bethmoora al crear su propia ciudad imaginaria, Uqbar, que se desliza hacia nuestra realidad en el relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.




El mensaje de Thuba Mleen.
The Message of Thuba Mleen, Aleister Crowley (1875-1947)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Mucho más allá de Utnar Véhi, mucho más allá
de las colinas de Hap,
se sienta el gran Emperador coronado con diamantes,
moviendo el rosario en su regazo:
el rosario cuyas cuentas, perfectamente ordenadas
con una dicha impecable,
alguna vez fueron el globo ocular de su hijo no nacido.

Bebió el olor de la sangre viva, que silbaba
sobre el acero blanco como el fuego.
Rió disimuladamente mientras los miembros de su madre
eran besados por los anzuelos de la Rueda
que desgarraba alma y forma, más finos que la niebla
rasgada por el viento sombrío
que sopla desde Kragua y las tierras desconocidas tras ella.

Al desgarrar la última carne, se cansó;
esclavos de la brillante Bethmoora
se adelantaron con cuencos tallados cuyo carmesí
ansiaba vino verde de hachís, vino negro de datura,
como las primeras y últimas olas del Yann.
Estos vinos calmaron el rencor de Thuba Mleen,
el hermano bastardo del Desierto.

Bebió y miró a los esclavos. «Mwass, Dagricho, Xu-Xulgulura,
¡ensillen sus mulas!», susurró, «cabalguen a toda velocidad
hacia Bethmoora
y díganle a la gente de la ciudad
que esa serpiente antigua,
la Bruja de Utnar Véhi, ha despertado».

Así retorció su daga en los corazones
de aquellos esclavos
que le llevaban vino; porque conocían bien las artes
de Utnar Véhi —¡lo que anhela la Vieja Gris!—;
sabían cómo sus parientes en las viñas y mercados
de la brillante Bethmoora, así malditos,
se arrojarían a merced de la sed del Desierto.

Ojalá Mana-Yood-Sushai se inclinara y escuchara,
y oyera al epiceno, barbudo y risueño
enano, orlado de miedo,
hermano bastardo del Desierto, Thuba Mleen.
Pues Él despertaría y gritaría
la Palabra para aniquilar el sueño.


Far beyond Utnar Véhi, far beyond
The Hills of Hap,
Sits the great Emperor crowned with diamond,
Twitching the rosary in his lap—
The rosary whose every bead well-conned
With sleek unblinking bliss
Was once the eyeball of an unborn child of his.

He drank the smell of living blood, that hissed
On flame-white steel.
He tittered while his mother’s limbs were kissed
By the fish-hooks on the Wheel
That shredded soul and shape, more fine than mist
Is torn by the bleak wind
That blows from Kragua and the unknown lands behind

As the last flesh was flicked, he wearied; slaves
From bright Bethmoora
Sprang forward with carved bowls whose crimson craves
Green wine of hashish, black wine of datura,
Like the Yann’s earlier and its latter waves!
These wines soothed well the spleen
Of the Desert‘s bastard brother Thuba Mleen.

He drank, and eyed the slaves “Mwass, Dagricho, Xu-Xulgulura,
Saddle your mules!” he whispered, “ride full slow
Unto Bethmoora
And bid the people of the city know
That that most ancient snake,
The Crone of Utnar Véhi, is awake.”

Thus twisted he his dagger in the hearts
Of those two slaves
That bore him wine ; for they knew well the arts
Of Utnar Véhi—what the grey Crone craves!—
Knew how their kindred in the vines and marts
Of bright Bethmoora, thus accurst,
Would rush to the mercy of the Desert’s thirst.

I would that Mana-Yood-Sushai would lean
And listen, and hear
The tittering, thin-bearded, epicene.
Dwarf, fringed with fear,
Of the Desert’s bastard brother Thuba Mleen!
For He would wake, and scream
Aloud the Word to annihilate the dream.


Aleister Crowley (1875-1947)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Aleister Crowley.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Aleister Crowley: El mensaje de Thuba Mleen (The Message of Thuba Mleen), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Poema de Gerard Manley Hopkins.
Relato de Ray Bradbury.
Poema de Aleister Crowley.


Poema de Dora Sigerson.
Relato de Bruce Elliott.
Poema de James Whitcomb Riley.