«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.


«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.




«Y entonces se produjo un rápido y extraño «staccato»,
como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes
en una histeria interrogativa.»



Interim (Interim) es un relato de terror del escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012), publicado originalmente en la antología de 1949: Carnaval oscuro (Dark Carnival); y luego reeditado en la edición de julio de ese mismo año de la revista Weird Tales. No confundir con la historia del mismo nombre publicada en Crónicas marcianas [que describe la construcción de una ciudad en Marte], ni con el Interim publicado en la revista Epoch [que trata sobre viajes en el tiempo].

Interim, uno de los mejores cuentos de Ray Bradbury, nos sitúa en un cementerio, al atardecer. Los muertos empiezan a comunicarse bajo tierra dando pequeños golpecitos en sus ataúdes. La noticia de hoy tiene que ver con la señora Lattimore, fallecida y enterrada el año anterior, quien está a punto de dar a luz.

Interim es un cuento muy breve. En apenas unas pocas líneas, Ray Bradbury nos introduce en este cementerio rodeado de árboles. Un pájaro, «que estaba a punto de cantar», se queda en silencio al escuchar una «débil pulsación, un rumor» bajo la tierra. Los ataúdes empiezan sacudirse; sus habitantes dan «golpes lentos, uniformes y apagados». Al parecer, la tierra es un excelente conductor de estos sonidos.

Ray Bradbury comenta que no se trata de ruidos aleatorios, sino de un «código», una especie de lenguaje que utilizan los enterrados para comunicarse entre sí. Es un proceso tedioso, que finaliza cuando el mensaje llega «hasta que los enterrados a mayor profundidad». El mensaje del día involucra a la señora Lattimore, enterrada «hacía un año» en el «extremo norte» del cementerio, «bajo el árbol recubierto de musgo», poco «antes del nacimiento de su hijo». Dicen los muertos que era una muchacha bonita.


«Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.»


La señora Lattimore está dando a luz en su ataúd. La noticia corre entre los muertos, quienes se preguntan cómo será el niño, qué será. Ray Bradbury, por supuesto, deja la respuesta a la imaginación del lector:


Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Interim es un cuento hermoso y, en particular, desconcertante. ¿Cómo se puede escribir la historia de un parto de ultratumba sin caer en lo macabro? Ray Bradbury lo consigue, quizás debido a la ausencia de artilugios y de un lenguaje gótico.

La idea de que los muertos se comunican mediante una especie de código subterráneo tal vez fue inspirada por el libro de Michaël Ranft: De Masticatione Mortuorum in Tumulis [«De la masticación de los muertos en sus tumbas»], donde se explica que los ruidos que se oyen en los cementerios están relacionados con las actividades de los muertos en sus ataúdes, como masticarse las extremidades. En el caso de Interim, el «código» consiste en pequeños golpes y pausas, un código telegráfico del más allá.

Sobre el parto de la señora Lattimore no tengo mucho para aportar. Resulta difícil encontrar una definición. ¿Cómo debemos llamar a la cosa sobre la que Ray Bradbury escribe? El bebé, el recién nacido, el recién muerto, seguramente hubiese sido un niño humano si la señora Lattimore no hubiera fallecido, pero ahora, con su madre muerta, ¿qué es? ¿Un no-muerto? ¿Un no-vivo? Y ahora que ha nacido, ¿en qué condiciones podríamos describir su existencia? No tengo ninguna respuesta satisfactoria, pero creo que el hijo de la señora Lattimore ha nacido a la muerte [ver: No-Muertos en el folklore y la psicología]

Hay una lectura más siniestra de Interim, que apenas me atrevo a mencionar. Podríamos pensar que no hay parto bajo tierra, sino la lenta corrupción del cuerpo de la señora Lattimore, que después de un año se ha deteriorado lo suficiente como para dejar al descubierto al hijo no nacido. Es una imagen horrible y triste.

El título del cuento, [interín, en español], es un desafío adicional, que esclarece en la misma proporción que oscurece. La palabra Interim pertenece al latín, y significa «mientras tanto», es decir, un intervalo de tiempo entre dos sucesos. También puede traducirse como «provisional» [de ahí la palabra «interino»]. En el cuento de Bradbury, el interín, el mientras tanto, el estado o situación intermedia, es tanto el embarazo de la señora Lattimore como su período en el cementerio. La sugerencia [Bradbury tiende a volverse lírico sobre lo morboso] podría ser que estar enterrado en un ataúd es análogo a la existencia en el útero materno. De hecho, el autor describe a los difuntos como «cada uno en un útero», es decir, en un ataúd.

Pero, ¿por qué sería enterrado el cuerpo de una mujer embarazada de nueve meses con su hijo todavía dentro? Sin embargo, la pregunta más pertinente es: ¿por qué está llegando a término [póstumo] justo ahora? Después de todo, la señora Lattimore lleva un año enterrada, y sabemos que eso fue justo antes de llegar a los nueve meses de embarazo. ¿Por qué ahora? [ver: El cuerpo de la mujer en el Horror]

Este debe ser un acontecimiento inusual, porque incluso los demás habitantes del cementerio están desconcertados. El pulso de los golpes subterráneos son una manifestación de «histeria inquisitiva». Es como si los propios muertos se preguntaran: «¿Cómo es posible?»




Interim.
Interim, Ray Bradbury (1920-2012)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


El murmullo atravesó el terreno de un extremo a otro; y no era muy grande: estaba limitado al este y al oeste por álamos, sicomoros, grandes robles y arbustos, y contenido al norte y al sur por una valla de ladrillos y hierro forjado. Un pájaro, que estaba a punto de cantar, permaneció en silencio y bajo la tierra se produjo una especie de débil pulsación, un rumor.

Los ataúdes, cada uno de ellos un útero de silencio, con su contenido rígido, cada uno profundamente enterrado, aislado, fueron golpeados lentamente. Las tapas y laterales de los ataúdes respondieron con golpes lentos, uniformes y apagados. La tierra condujo cada uno de los sonidos.

Todo comenzó en un cajón oscuro; el código golpeó y golpeó, pasando hacia el siguiente, donde una nueva, cansada y seca mano repitió el mensaje. Y así se fue transmitiendo, hasta que los enterrados a mayor profundidad lo escucharon y, de a poco, empezaron a comprender.

Al cabo de un tiempo, todo era como un gran corazón que palpitaba bajo la tierra. El murmullo sistólico continuó mientras el sol se ponía, más allá del horizonte. El pájaro, sobre el árbol, torció su cabeza de ojos redondos, esperando. El corazón siguió palpitando.

Lenta y dolorosamente, el golpeteo pronunció el nombre.

(Ella era la que había sido enterrada en el extremo norte, bajo el árbol recubierto de musgo, hacía un año, justo poco antes del nacimiento de su hijo. ¿La recuerda? ¡Era tan bonita!)

—Señora Latimore.

El latir del corazón martilleó, débil y lejano, bajo el césped.

—¿Has...? —preguntó el latido.

—¿Tú...? —siguió el latido con cansancio.

—¿Oíste? —preguntó.

—¿Qué... —??preguntó— está pasándole...? —continuó.

— ... a ella?", concluyó.

El latir del corazón se detuvo. Y los mil fríos contenidos de mil ataúdes profundamente enterrados esperaron la respuesta a la golpeante, lenta, muy lenta pregunta.

El sol colgaba justo por detrás de las lejanas colinas azules. Las estrellas brillaban pálidamente.

Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.

—La señora Latimore.

La pulsación profundizó más.

—Tendrá...

Lenta, muy lentamente.

—A su hijo hoy.

Y entonces se produjo un rápido y extraño staccato, como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes en una histeria interrogativa.

—¿Cómo será? ¿Cómo puede ser? ¿A qué se parecerá? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

El golpeteo se desvaneció. El sol se elevó de nuevo.

Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Ray Bradbury (1920-2012)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Relatos góticos. I Relatos de Ray Bradbury.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del cuento de Ray Bradbury: Interim (Interim), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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