Seducción paranormal: encuentros calientes con fantasmas y espíritus


Seducción paranormal: encuentros calientes con fantasmas y espíritus.


Los relatos sobrenaturales acerca de casas embrujadas, poltergeist y posesión demoníaca son bastante comunes. Casi todo el mundo afirma haber experimentado algún tipo de fenómeno paranormal o encuentro con fantasmas.

¿Pero qué ocurre cuando las cosas no se limitan a oír extraños golpes en medio de la noche o pasos invisibles que recorren la casa?

De hecho, algunos visitantes espectrales parecen seguir propósitos más ligados a la carne que al espíritu.

Existe una larga tradición de encuentros calientes con fantasmas, tal como lo prueba la enorme cantidad de relatos de ÍNCUBOS y SÚCUBOS, seres de procedencia dudosa pero con un claro apetito por las caricias humanas.

Los reportes sobre este tipo de encuentros crecieron notablemente en los últimos cincuenta años. Pensemos que ya es bastante vergonzoso relatar un prosaico encuentro con un fantasma, con el riesgo natural de que seamos tomados por lunáticos, como para que esta otra clase de ataques a la intimidad puedan ser denunciados abiertamente.

Desde la Edad Media, e incluso antes, existe una especie de protocolo para explicar ciertas actividades nocturnas en las que participan seres del más allá. De ese modo se explicaban las poluciones nocturnas, los sueños húmedos, y otros hábitos culposos para cualquiera que observara los hábitos y costumbres de la iglesia.

Pero los tiempos han cambiado, no tanto por las características de los reportes, que siguen siendo prácticamente idénticos a los de antaño, sino porque las personas involucradas incluso llegan a disfrutarlos enormemente.

No todas las personas que han tenido un encuentro con un fantasma, demonio o vampiro consideran que esas entidades son de origen demoníaco. Algunos, de hecho, los consideran seres entrañables, excelentes y atentos amantes.

Este tipo de encuentros rara vez se dan de manera abrupta. Normalmente comienzan de forma paulatina, siguiendo un largo cortejo que puede durar semanas, incluso meses; y continuar a lo largo de toda una vida.

Al parecer, todo comienza por los pies. Los fantasmas ardorosos parecen preferirlos sobre otras extremidades. Durante las primeras noches el sujeto experimenta un suave cosquilleo en la planta de los pies, que poco a poco se esparce sobre los miembros inferiores. A partir de allí, las cosas pueden progresar de manera distinta en cada caso, pero todas ellas concluyen con una experiencia integral, es decir, erótica.

La gran mayoría de los reportes anotan que, al principio, el sujeto experimenta miedo en su forma más pura, pero de a poco todo se vuelve más confortable. Algunos, de hecho, invitan nuevamente a sus misteriosos visitantes para darle mayor continuidad a la experiencia.

Si hablamos de encuentros picantes con fantasmas no podemos dejar afuera el caso de Doris Bither, que posteriormente llegaría a inspirar el libro y la película: El ente (The Entity).

Doris Bither se encontraba mirando libros en una tienda cuando oyó que dos hombres hablaban sobre distintos casos paranormales. Se acercó a ellos y declaró, sin mayores preámbulos, que su casa estaba embrujada. Los dos caballeros eran reconocidos investigadores de lo oculto: el doctor Barry Taff y Kerry Gaynor.

El 22 de agosto de 1974 los hombres visitaron la casa de Doris para investigar el caso, por entonces, realmente polémico. Las experiencias de la mujer estaban lejos de ser placenteras y realmente cerca de lo bizarro. Existían golpes, maltrato e incluso abuso por parte la entidad.

Desde luego, los investigadores se mostraron más bien escépticos al principio. Sin embargo, en pocos días se llegó a la conclusión de que los moretones en el interior de los muslos de Doris, recluída durante todo el fin de semana en casa, más el hecho inquietante de que sus dos hijos aseguraban haber visto a la criatura; los convencieron de que valía la pena profundizar en las investigaciones.

Uno de los hijos de Doris incluso había entablado una relación amistosa con el fantasma, con el que charlaba regularmente. Su nombre, aseguró, era el Señor Whoseit; quizás Whose It, "de quién".

Durante un estudio de rutina en aquella casa maldita Doris invocó al fantasma. A pedido de los investigadores, ella comenzó a insultarlo. Inmediatamente se formaron pequeños orbes o esferas de luz que flotaban alrededor de la habitación.

Para darle mayor credibilidad a la investigación estos hechos no solo fueron atestiguados por los parapsicólogos, sino por 30 profesionales más.

Los orbes poco a poco se fueron deshaciendo en el aire, sustituidos ahora por una especie de vapor verde, que lentamente fue cobrando la forma de un torso masculino. Aquellos que deseen conocer los detalles más escabrosos del caso pueden visitar el sitio oficial de la investigación: The Real-Life Entity Case.

Esta historia asombrosa eventualmente se convirtió en un libro, titulado El ente (The Entity), que a su vez fue adaptado al cine. Si bien se toma algunas libertades con respecto a la historia real, vale la pena como ejemplo de fenómenos paranormales con semejante grado de crueldad.

Extraños por donde se los mire, este tipo de encuentros paranormales continúan siendo reportados a una escala nunca antes vista; quizás porque los tiempos han cambiado y los hechos de violencia, aún cuando no involucren la presencia de personas vivas, ya son son considerados un oprobio por las víctimas.

También hay que decir que es imposible conocer la causa real de estos sucesos. Indudablemente muchos casos están relacionados con la parálisis del sueño, sueños lúcidos y otros fenómenos oníricos capaces de producir pánico y alucinaciones; sin embargo, para quienes han atravesado esas horrorosas experiencias sus consecuencias son objetivamente reales.

Actualmente los que se inclinan por una explicación sobrenatural como causa de estos fenómenos sostienen que los ÍNCUBOS y SÚCUBOS, meros términos genéricos para una variada fauna de criaturas no humanas del plano astral; son capaces de asumir la forma más apropiada para detonar el erotismo en sus víctimas.

No hablamos aquí de espectrofilia (spectrophilia), en cualquier caso, un desorden conocido y ampliamente estudiado, sino de casos en donde los fantasmas eluden las reglas del cortejo y evacúan sus apetitos sin la aprobación de sus ocasionales compañeros.

Estas formas asumidas bien pueden ser clásicas, como demonios, hadas, ángeles y vampiros; o bien de criaturas híbridas, específicas, con características propias que no se hallan en los bestiarios o tratados demonológicos, pero que al ser consultados al respecto poseen una fuerte carga de significado para el sujeto.

Una mirada más científica sobre este fenómeno, aunque no menos asombrosa, nos obliga a indagar más profundamente en aquellos hechos de la mente que vulgarmente conocemos como "sueños".

Conocida formalmente como INTRUSIÓN REM, que ocurre durante la primera fase del sueño, el soñador puede sentir que está despierto, consciente, e incluso tener los ojos abiertos. Durante esta fase (por la que todos pasamos al dormir) pueden producirse visiones notablemente realistas, llamadas técnicamente Imaginación Hipnagógica; o, en términos más simples, alucinaciones.

¿Por qué lo mencionamos?

Justamente porque la mayoría de las personas que viven experiencias calientes con fantasmas sienten también el costado menos agradable del fenómeno hipnagógico: la parálisis del sueño.

Esto se produce mediante la combinación de dos factores: el efecto paralizante del la Intrusión REM dentro de un estado de consciencia donde los sentidos están abiertos y en función de alerta.

Todo ello puede conducir a un despertar más bien horroroso, pero también al hundimiento en la más espantosa de las pesadillas.

Estos episodios se conocen desde tiempos ancestrales. De hecho, los encuentros eróticos con criaturas del plano astral ya eran conocidos en los tiempos babilónicos y aún más atrás. Basta repasar el largo prontuario de Lilith, la madre de los vampiros; Abrahel, Larimón, o del dios griego Pan.

A propósito de Pan, uno de los primeros sabios en ocuparse seriamente de los sueños, el griego Artemidoro, sugiere que las visitas del dios Pan, aún aquellas en las que busca satisfacer sus más condenables instintos primordiales, suelen ser venturosas para el sujeto, salvo que el travieso dios decida sentarse sobre el pecho de las víctimas, refiriéndose tal vez a las sensaciones producidas durante la parálisis del sueño.

Pero no es necesario cultivar los ritos del panteón pagano para vivir estas sensaciones. La carga de erotismo en las experiencias hipnagógicas atraviesa todas las culturas y todas las épocas; y nuestro inconsciente reacciona de manera más o menos similar en todas ellas: cuanta mayor sea la resistencia del sujeto, es decir, cuanto mayor sea su grado de consciencia durante los episodios, más violentos y horrorosos serán.

Aquellos pocos afortunados que son capaces de dejarse llevar por el sutil encantamiento del inconsciente pueden en cambio disfrutar de una experiencia inolvidable.

Esta última deducción es una probabilidad que la psicología avala. El sueño REM posee una fuerte carga de erotismo; que conduce tanto a hombres y a mujeres a experimentar distintos grados de satisfacción mental y genital durante sus sueños, aunque luego no sean recordados durante la vigilia.

Indicios de una noche agitada pueden registrarse en aquellos despertares en los que el sujeto se encuentra cargado de erotismo, o caliente, para albergar un término epicúreo.

Podemos pensar en el sueño REM INTRUSIVO como una mejora en los niveles de detalle y nitidez de nuestros sueños, como si de repente pasáramos a soñar en alta definición. Esto genera una mayor activación del lóbulo frontal, dando paso a una tremenda riqueza onírica que se combina con un estado de semiconsciencia.

El resultado: sueños muy realistas y con una enorme carga de significado emocional.

Lo prohibido, el tabú, cumple un rol predominante en las visiones nocturnas. Para emerger necesitan sobrepasar los límites de la autocensura, es decir, la carga cultural que todos llevamos sobre los hombros para impedir que nos comportemos como verdaderos enajenados.

Esa es la razón por la cual algunas personas necesitan recurrir a seres dotados de algún tipo de fuerza sobrenatural para someterlos. De otro modo se estaría cayendo en el tabú, algo que nuestra consciencia aborrece, no importa cuán progresistas nos mostremos en la vida diaria.

De este modo vemos que la presencia de seres sobrenaturales calenturientos no responde a un capricho del individuo, sino a una constante neurobiológica; es decir, a un legado ancestral que define nuestra psique.

En este contexto nos hallamos frente a una dificultad insalvable. Si entendemos que estos sucesos lubricantes no son tan anormales como pensamos, sino de hecho perfectamente normales, nuestro inconsciente ejecuta una de sus mayores y más hábiles ironías: erosiona la idea de tabú, nos permite identificar sus causas singulares, y los fenómenos dejan de ocurrir.

En otras palabras, cuanto más entendemos de qué se trata menos posibilidades tenemos de que vuelva a ocurrir. Pero quizás el pragmatismo no sea la mejor opción. En definitiva, hay espacio en la cama tanto para la mente como para los espíritus.




Fenómenos paranormales. I Leyendas urbanas.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace unos tres años vi a un incubus, al principio no sabía que era, lo confundí con un duende pues el tamaño era similar, lo vi una tarde en plena luz, esa tarde no me tocó, pero al día siguiente ya por la noche sentí su presencia, ya estaba completamente dormida y desperté y la sensación de tenerlo encima, y de sentir sus caricias (entre otras cosas) no se fueron muchos minutos después de que desperté, y no volví a ver ni sentir algo semejante.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Se van cuando uno los acepta?
Que frustrante.

Unknown dijo...

En la madrugada se prendió el estéreo?? Y la puerta de arriba se abrió sola 5am



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