Lovecraft, Crowley y un sueño compartido


Lovecraft, Crowley y un sueño compartido.




El ocultista británico Kenneth Grant aventura una hipótesis tan descabellada como interesante: los Mitos de Cthulhu de de H.P. Lovecraft acaso constituyen una especie de revelación psíquica presentada como ficción. Grant también afirmó que había una conexión inconsciente entre Lovecraft y el ocultista Aleister Crowley, y argumentó que ambos canalizaron su trabajo a partir de las mismas fuerzas ocultas, solo que Lovecraft no estaba consciente de las supuestas «fuentes» de otro mundo de sus inspiraciones literarias; de modo que las interpretó como ficción, mientras que Crowley creyó que estos seres existían realmente.


[Estas entidades existen en otra dimensión, o en un nivel vibratorio diferente, y solo pueden ingresar a este universo a través de «ventanas» psíquicas, un concepto fundamental para muchas tradiciones ocultas.]


Lo cierto es que las historias de Lovecraft se han convertido, no solo en un culto literario, sino en un culto tangible de lo oculto. Los Mitos de Cthulhu y sus dioses inefables son evocados y adorados, y muchos respetables practicantes de lo esotérico utilizan su simbolismo como base de un sistema mágico. La adopción y adaptación de los Mitos de Cthulhu no es menos plausible que cualquier otra doctrina mágica. Después de todo, la magia se basa en lo irracional, en lo intuitivo, en lo invisible, literalmente, en lo que está «oculto» [ver: El Necronomicón Astral, la conexión Lovecraft-Crowley]

En este contexto, Grant propone que Lovecraft, sin saberlo, era un psíquico que canalizó sus visiones oníricas en piezas de ficción. Sobre esa base, la Orden Tifoniana, una de las principales organizaciones basadas en los Mitos de Cthulhu, ha ofrecido una explicación particularmente convincente sobre la legitimidad de los Mitos de Lovecraft y, de hecho, del propio Lovecraft como vidente, a pesar de que el flaco de Providence pronunció insistentemente su repudio por este tipo de prácticas [ver: H.P. Lovecraft y los viajes en el tiempo: la tecnología de los Antiguos]

La ficción de Lovecraft presenta una cosmología consistente, inspirada en los sueños y los impulsos intuitivos del autor. Esta cosmología, según Grant, contiene significados ocultos y fórmulas mágicas desconocidas incluso para su creador. Lovecraft, de personalidad retraída y solitaria, siempre conservó una visión racional y escéptica del universo, de modo que solo pudo traducir sus visiones oníricas en piezas de ficción. De hecho, nunca supo el verdadero origen de las terribles visiones de extrañeza cósmica que perseguían sus sueños. Nunca se dio cuenta de que él mismo era el Sumo Sacerdote de Cthulhu [ver: Cthulhu no es como pensabas: anatomía de un Primigenio]

Mientras un ocultista, como Aleister Crowley, abrazaba apasionadamente esos estados alterados de conciencia como medio de canalización, Lovecraft, un racionalista y materialista, los recluyó al ámbito de la ficción. En cuanto a la propia cosmovisión de Lovecraft, evitó cualquier cosa de naturaleza mística y vio el universo como mecanicista. Su obra, sin embargo, describe criaturas que acechan más allá del universo físico, esperando su entrada a través de las pesadillas de los mortales. Pero, a diferencia de J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis, que escribieron con la esperanza de despertar un interés en lo mítico y lo religioso frente al secularismo y el materialismo; Lovecraft, como ateo, no tenía ningún deseo de ver un renacimiento religioso [ver: Lovecraft y Anton LaVey: bienvenidos a la Iglesia de Cthulhu]

Como materialista, Lovecraft consideraba lo sobrenatural como una tontería [al menos públicamente], pero tomó la precaución de informarse lo suficiente como para incluir alusiones a figuras y textos esotéricos genuinos. Por ejemplo, El ceremonial (The Festival), publicado en 1925, se inspiró en El culto de la brujería en Europa Occidental (The Witch-Cult in Western Europe) de Margaret Murray, que a su vez fue un libro muy influyente para el renacimiento de la brujería en la versión sintetizada de la Wicca, fundada por Gerald B Gardner. Y si bien el conocimiento de Lovecraft sobre lo arcano era limitado, las vagas insinuaciones en sus cuentos son la base de las especulaciones de Grant. Las alusiones a John Dee y los grimorios proporcionan a aquellos que buscan una tradición oculta y genuina en los cuentos de Lovecraft motivos suficientes para afirmar que el flaco de Providence era un canal para la transmisión de una tradición oculta que se remonta desde Sumeria hasta el «árabe loco» [ver: Abdul Alhazred: una biografía]


[Gran parte del poder de la tradición occidental del horror se debe a la presencia oculta, pero a menudo sospechada, de un culto espantoso de adoradores nocturnos cuyas extrañas costumbres tienen sus raíces en los ritos de fertilidad más repugnantes de la antigüedad inmemorial. Esta religión secreta, transmitida sigilosamente entre los campesinos durante miles de años, a pesar del reinado exterior de las religiones druídica, grecorromana y cristiana en las regiones involucradas, estuvo marcada por salvajes sabbats en bosques solitarios y en lo alto de colinas distantes. H.P. Lovecraft]


Culto espantoso, adoradores nocturnos, repugnantes ritos de fertilidad. Lovecraft revela aquí, de forma elocuente, su propia timidez en relación a la sexualidad en la magia. Después de todo, se podría argumentar que el Tantra es todo lo que queda de un «antiguo culto», cuyos practicantes a menudo se reunían «de noche» en lugares remotos para llevar a cabo sus «ritos de fertilidad». Sin embargo, en las palabras de Lovecraft este tipo de creencias y prácticas parecen de algún modo exóticas y prohibidas [ver: Cultos paganos en los Mitos de Cthulhu]

En el caso del Tantra en particular, sin embargo, la clase colonialista blanca estaba horrorizada por estas prácticas. Nada perturba tanto a un miembro de la élite social y religiosa como descubrir grupos de hombres y mujeres, juntos, por la noche, alrededor del fuego, adorando a sus dioses y, posiblemente, teniendo relaciones en un entorno ritual [ver: El baile de las brujas]

La sexualidad es una característica tan central de la vida humana que, al describir cualquier grupo social u organización que sea de alguna manera no tradicional, esto suele incluir la sugerencia de que sus prácticas sexuales también son poco ortodoxas, o directamente extrañas. En este contexto, lo pagano se asocia con liberación, tal vez porque identificamos a la religión con la moderación, con reglas, con doctrinas que acorralan las pasiones humanas dentro de expresiones rituales socialmente aceptables. Por lo tanto, cualquier expresión pagana que se precie de tal está casi obligada a incorporar la liberación sexual, o incluso la depravación, como parte de su repertorio [ver: Lovecraft y el culto secreto de los Antiguos]

Pero Lovecraft fue un paso más allá. Dado que no identificó ninguna de las religiones existentes [paganas u oficiales] como los «cultos espantosos» de sus historias [con algunas excepciones, como los yezidi en El horror en Red Hook (The Horror at Red Hook)], escarbó más atrás en el tiempo. Lovecraft quería un culto que fuera más antiguo que cualquier otra religión, algo tan ancestral que les hubiera parecido antiguo a los egipcios predinásticos y a los sumerios, posiblemente la civilización más antigua registrada. Este sería, indudablemente, el culto de Ur, la religión original, y sus orígenes serían tan misteriosos como los orígenes de la propia raza humana: las estrellas [ver: El libro de Azathoth: ¿los pactos de sangre son una muestra de ADN para los Antiguos?]

Al mismo tiempo, Lovecraft comprendió que los rituales ocultos de Occidente y Oriente, en particular la magia ceremonial y el chamanismo, podían emplearse como medio para hacer contacto con estas fuerzas; las cuales todavía estaban interesadas en regresar a la tierra, pero que se habían visto impedido de hacerlo debido a ciertos hechizos que habrían cerrado la «puerta» entre este mundo y otras dimensiones [ver: Seres Interdimensionales en los Mitos de Cthulhu]. Sin embargo, estos seres habrían mantenido en nuestro planeta a su sumo sacerdote, el temible Cthulhu, «muerto pero soñando» en su ciudad hundida de R'lyeh, esperando el momento en que «las estrellas estén alineadas» y sus devotos descifraran las invocaciones correctas para traer a los Antiguos una vez más. Los cultos satánicos del mundo [en cualquiera de sus formas] serían los supervivientes de este culto original y mantendrían viva su memoria blasfema [ver: ¡Vamos a R'lyeh!]

El tema de los Mitos de Cthulhu no es tan coherente internamente como sugeriría el párrafo anterior. El propio Lovecraft lo modificó en sus historias, y otros contribuyentes agregaron lo suyo. No intentaremos delinear todas las piezas de los Mitos aquí, sino que nos centraremos en aquellos elementos que conciernen a lo que muchos ocultistas contemporáneos, incluido Kenneth Grant, llaman: Mitos del Necronomicón, una especie de corriente subterránea del Thelema de Aleister Crowley.

Buena parte de la OTO [Typhonian Ordo Templi, u Orden Tifoniana], incluye algunos elementos de las historias de H.P. Lovecraft, a pesar de que estas son básicamente ficción. ¿Por qué? Bueno, hay que enfatizar aquí la importancia de lo artístico en lo pagano, especialmente en Thelema. Hubo artistas, escritores, músicos, bailarines y actores que rodearon a Aleister Crowley durante la mayor parte de su vida, involucrándose en Thelema en mayor o menor grado y contribuyendo a la cultura de su movimiento. La imaginación y la creatividad son aspectos esenciales en la magia. Y dado que los orígenes de Thelema son evidentemente mágicos, no se puede negar su estrecha asociación con el arte.

Aleister Crowley se consideraba a sí mismo como el poeta más grande de su tiempo [y sin dudas estaba entre los mejores]. También pintó, organizó compañías teatrales y dirigió los Ritos de Eleusis como representación pública en un teatro, una indicación de que entendía el papel del ritual como drama y del drama como ritual. También escribió cuentos y novelas, como La hija de la luna (Moonchild), que incorpora elementos de la Golden Dawn, u Orden Hermética del Alba Dorada, magia ceremonial en general, prácticas orientales, todo en un contexto Thelémico pero con alusiones a eventos mundiales, tal vez aprovechando la fantasía paranoica de que todos los eventos mundiales están orquestados por una sociedad secreta de magos satánicos.

La hija de la luna es un roman-a-clef, es decir, una novela en clave, con muchos de los amigos y enemigos del autor retratados de forma tal que solo Crowley y las personas mencionadas podían entender la broma. Sin embargo, los aspectos ocultos, esotéricos, son lo más valioso de la novela. Si Aleister Crowley usó su libro para transmitir información oculta a otros iniciados. ¿Por qué, entonces, negaríamos a Lovecraft la misma capacidad, si no la intención de hacerlo? [ver: La carta astral de Lovecraft]

Su obra más influyente: La Llamada de Cthulhu (The Call of Cthulhu), es específica en su descripción de los artistas como las primeras personas en darse cuenta de que algo cósmico estaba ocurriendo, algo que involucraba la alineación de las estrellas y el despertar de esta entidad dormida, el sacerdote Cthulhu. Parte de esta conciencia se comunica a través de los sueños, y el control de los sueños es un elemento clave de la magia thelémica. Tomemos, por ejemplo, estas citas, primero de Lovecraft y luego de Grant:


[Fue de los artistas y poetas que llegaron las respuestas pertinentes, y sé que el pánico se habría desatado si hubieran podido comparar notas... Estas respuestas de los estetas contaban una historia inquietante. Desde el 28 de febrero al 2 de abril, una gran proporción de ellos había soñado cosas muy extrañas, siendo la intensidad de los sueños inconmensurablemente más fuerte durante el período del delirio del escultor ... y algunos de los soñadores confesaron un miedo agudo a la gigantesca cosa sin nombre visible al final. H.P. Lovecraft]


[Ciertos elementos fugitivos aparecen ocasionalmente en las obras de poetas, pintores, místicos y ocultistas que pueden considerarse genuinas manifestaciones mágicas en el sentido de que demuestran el poder y la capacidad del artista para evocar elementos de un universo extradimensional que solo puede ser capturado por las antenas más sensibles y delicadamente ajustadas de la conciencia humana. Kenneth Grant]


El escultor al que se hace referencia en la primera cita de Lovecraft es el joven Wilcox, quien ha estado teniendo extraños sueños y visiones que traducen en un arte que parece sugerir la existencia de seres extraterrestres. Es la escultura dejada por Wilcox lo que instiga la investigación del Culto de Cthulhu, una búsqueda que se extiende desde Providence, Rhode Island, hasta Nueva Orleans, Louisiana y el Pacífico Sur, con viajes paralelos a distintas partes de Asia. Al mismo tiempo que Wilcox está teniendo su experiencia sobrenatural, artistas de todo el mundo informan el mismo tipo de experiencias, a veces con resultados mortales. Algunos se vuelven locos o se suicidan.

En la segunda cita, Grant parece estar de acuerdo con el análisis de Lovecraft y explica que el fenómeno representa «genuinas manifestaciones mágicas». Esta es una declaración clave, una que la Orden Tifoniana emplea para justificar el uso del material de Lovecraft en sus ritos. Si uno no está de acuerdo con esta opinión, entonces estos ritos no tienen ningún sentido y se los puede considerar como las divagaciones de un esquizofrénico paranoico, o de un artista visionario que atraviesa tiempos difíciles. Pero si lo consideramos, no más allá de toda duda, sino posible, entonces podríamos revisar todo el material Thelémico de la misma manera. De hecho, Aleister Crowley «recibió» El libro de la ley (Liber AL vel Legis) en circunstancias igualmente asombrosas y sospechosas.

Aleister Crowley insistió en que sus revelaciones eran ciertas, por lo que sus seguidores las tomaron como verdad, mientras que el resto las descartó como ficción. Lovecraft insistió en que sus historias eran ficción, por lo que sus fanáticos las tomaron como ficción, incluso cuando algunos consideran que son transmisiones genuinas del conocimiento thelémico, solo que a través del matiz interpretativo de un artista agnóstico.

Es importante mencionar que Grant concede una gran importancia a lo que él llama «control de los sueños», y le dedica un capítulo entero en sus Puertas Exteriores (Outer Gateways):


[Las acciones de los sueños son una pista de la condición mágica del yo subliminal. El sueño es todo lo que podemos conocer, normalmente, de la cuarta dimensión mientras estamos encarnados en tres dimensiones. Pero no estamos tan encarnados mientras soñamos. Estamos un paso adelante, aunque todavía viendo la escena desde otra dimensión, una dimensión interior, que se diferencia del sueño sin sueños, el cual no es totalmente informe y vacío. Esta dimensión extra es la Zona Malva [Mauve Zone]. Surrealistas, futuristas, cubistas, abstraccionistas, buscaban a tientas su expresión.]


Aquí tenemos la conexión entre el control de los sueños, la Zona Malva [nombre que Grant le da al Abismo, o al cinturón de poder oscuro que rodea el Abismo] y el artista, que es básicamente una descripción de lo que sucede en el relato de Lovecraft. Por «artista», Grant no se refiere al pintor de naturalezas muertas, por supuesto, sino al practicante de vanguardia del surrealismo y los demás movimientos que surgieron después de la Primera Guerra Mundial. El surrealismo en particular es importante para el estudio de la magia y el esoterismo porque utilizó a la psicología, la escritura automática, el Tarot, en un esfuerzo por crear obras de arte que actuaran como poderes iniciáticos por derecho propio, tratando de impactar a la audiencia de una manera incómoda o anormal. Al yuxtaponer elementos no relacionados en un poema, un dibujo u otra forma de arte, se buscaba producir un estado de ensueño en nuestra dimensión, como si se estuviera recibiendo un mensaje urgente de otras dimensiones.

Así, algunos iniciados ven en las historias de Lovecraft, particularmente las de los Mitos de Cthulhu, un mensaje de las estrellas tan importante [o al menos tan relevante] como el recibido por Aleister Crowley.

Lovecraft, aseguran estos iniciados, se resistió al mensaje porque detestaba al mensajero: los horribles seres que Grant llama «Teratomas tifonianos»: monstruosos híbridos creados por la unión entre humanos y formas de vida alienígenas, básicamente el producto de los «ritos de fertilidad más repugnantes de la antigüedad inmemorial» que menciona Lovecraft.

En relatos como El horror de Dunwich (The Dunwich Horror), Lovecraft sugiere la posibilidad de que humanos y seres extraterrestres puedan aparearse y producir criaturas tan horribles como poseedoras de extrañas habilidades [ver: La Biblia de Yog-Sothoth: análisis de «El horror de Dunwich»]. La idea de que los humanos podrían de alguna manera aparearse con dioses, demonios y otros seres, es un elemento básico de muchas religiones, mitos y leyendas. Los mitos griegos están llenos de tales historias, y en el Talmud de Babilonia, así como en varios textos cabalísticos, se habla de Lilith, la primera esposa de Adán, quien habría engendrado una prole abominable con el demonio Samael [ver: Lilim: los hijos de Lilith]

Más famosa en Occidente es la historia de los ángeles caídos, liderados por Semihazah, y las «hijas de los hombres» [Génesis 6:4] que narra una historia similar de relaciones impías entre humanos y... bueno, no humanos, unión blasfema que habría dado a luz a los Nephilim.

Pero Lovecraft era un amante de la ciencia, un autoproclamado ateo y materialista. Afirmó más de una vez en su voluminosa correspondencia que sus historias eran pura fantasía, sin relación con nada real, pero quizás estaban motivadas por su horror intelectual a las vastas extensiones de espacio que parecen empequeñecer todas las aspiraciones y potencialidades humanas. También tenía un miedo y un odio profundo hacia otras razas, a las que veía como formas degeneradas de vida humana, retrocesos monstruosos o desviaciones a lo largo del camino evolutivo [ver: «La Sombra sobre Innsmouth»: del odio racial a la empatía]

Si bien podemos mirar el racismo de Lovecraft con tranquilizador desprecio, también podemos ver más allá para darnos cuenta de que es consistente con su ficción. En los cuentos de Lovecraft, nada bueno puede surgir del apareamiento de humanos con los Antiguos. Las anomalías genéticas que resultan abrirían al mundo a los estragos de estos seres indiferentes de universos y dimensiones desconocidas. Aparearse con los dioses, en otras palabras, abre el Portal.


[La cosa se ha ido para siempre —dijo Armitage—. Se ha dividido en lo que originalmente estaba hecha, y nunca podrá volver a existir. Era una imposibilidad en un mundo normal. Solo la mínima fracción era realmente materia en el sentido que conocemos. Era como su padre, y la mayor parte se remonta a él en algún vago reino de dimensión fuera de nuestro universo material; algún vago abismo del que sólo los ritos blasfemos podrían haberlo invocado. No es necesario que preguntes cómo lo llamó Wilbur. Era su hermano gemelo, pero se parecía más al padre que él.]


En esta cita de Lovecraft nos enteramos del mago Wilbur Whateley y sus ritos oscuros llevados a cabo en un altar, dentro de un círculo de piedras verticales, y la invocación de una entidad asesina de «algún vago abismo», análogo a la Zona Malva de Grant. Wilbur y el monstruo eran gemelos, porque su madre humana, Lavinia Whateley, «una mujer albina algo deformada y poco atractiva», se había apareado con una entidad misteriosa y desconocida. El propio padre de Lavinia era un mago de cierta reputación, lo que explica cómo entró en contacto con el ser alienígena en primer lugar [ver: En la cama de Lovecraft]

¿Y Wilbur Whately, su hijo? Nació el 2 de febrero de 1913, fecha conocida como Candelaria para el mundo cristiano y como Imbolc u Oimelc para el mundo pagano, particularmente para la Wicca y los cultos célticos, fecha que, además, se considera como uno de los momentos del año en el que nuestro plano y el más allá se encuentran separados por una película mucho más delgada.

Además, la elección del 2 de febrero ilustra otro aspecto del trabajo de Lovecraft: su uso deliberado de los símbolos. Para el mundo pagano y precristiano ese día se llamaba Imbolc, una palabra en irlandés antiguo que significa «en el vientre», una referencia al embarazo. Es una fecha sugerente para el nacimiento de un monstruo, engendrado por un dios o un demonio, según cómo lo veamos.

Como acotación al margen debemos señalar que Lovecraft siempre tiene cuidado de usar fechas precisas en sus historias. Allí no hay ambigüedades poéticas. Lovecraft siempre insiste en la especificidad en sus cronologías, y es este aspecto de su trabajo el que lo hace tan valioso para quienes buscan conexiones con eventos del mundo real, especialmente porque hace parecer que Lovecraft está tratando de decirnos algo deliberadamente. Debido a esta característica, podemos identificar la escritura febril de Aleister Crowley de algunos de los Libros Sagrados Thelémicos en el momento en que Lovecraft afirmó que había ritos orgiásticos dedicados a Cthulhu que tenían lugar en Nueva Orleans, inspirados en un Libro impío: el Necronomicón.

El mes de febrero de 1913 fue importante en el mundo del arte porque marcó la aparición pública, en la ciudad de Nueva York, de las obras surrealistas de Marcel Duchamp. Como vimos anteriormente, el surrealismo es una de las formas de arte más influenciadas por las corrientes mágicas u ocultas. Solo unos días antes, en enero de 1913, Kafka dejaría inconclusa su novela Amerika. El mismo año, Crowley escribiría la Misa Gnóstica (Gnostic Mass), así como su famoso Himno a Pan (Hymn to Pan).

El año anterior Theodor Reuss visitó a Aleister Crowley en Londres y lo acusó de imprimir el secreto del noveno grado de la OTO en El libro de las mentiras (The Book of Lies), específicamente el capítulo dedicado al Ritual del Zafiro Estelar. Luego admitió a Crowley en el noveno grado, y fue puesto a cargo de las operaciones de la OTO en las Islas Británicas. Entonces [cuando nació Wilbur Whateley], Aleister Crowley se estaba embarcando en acciones que cambiarían el juego y que lo convertirían en el líder de una de las sociedades secretas occidentales más famosas del siglo XX.

Aleister Crowley creía que los dioses egipcios Horus y Set eran «gemelos»: que personificaban la doble vara del poder, ya que representaban la unión del Bajo y Alto Egipto respectivamente. Horus era el dios «bueno» y Set el «maligno». Por lo tanto, tal vez, Wilbur Whateley era el gemelo «bueno» y su hermano —la cosa monstruosa— era el «maligno» [ver: ¡No te metas con la glándula pineal!: análisis de «Del más allá» de Lovecraft]

Si bien estas asociaciones pueden parecer fantasiosas [y lo son], solo necesitamos recordar cuán rigurosas son las historias de Lovecraft en relación a fechas y eventos correspondientes en Thelema. Para comprender la Gnosis del Necronomicón es necesario captar algunos de los elementos esenciales tal como los transcribe Lovecraft [y los de su círculo] y luego traducirlos a los elementos Thelémicos y observar su correspondencia. Si Lovecraft «recibió» muchas de sus ideas a través de sus sueños, como a menudo admitía por escrito a sus amigos, entonces su proceso era consistente con la teoría y la práctica del control de los sueños. Lo sorprendente es que los sueños de Lovecraft correspondieran tan claramente a las inspiraciones «recibidas» por Aleister Crowley.

Quizás ambos estaban soñando el mismo sueño.

Grant considera a Lovecraft y Crowley como partes del mismo sistema mítico y oculto, siendo el Libro de la Ley de Crowley el grimorio que contiene las claves para relacionarse con estas entidades, del mismo modo en que el Necronomicón lo es para Lovecraft. Por lo tanto, el Awaiss de Crowley y el Cthulhu de Lovecraft serían manifestaciones diferentes de una fórmula idéntica. La diferencia es que Lovecraft era un racionalista que encontraba malvadas y horrendas las imágenes que le proporcionaban sus sueños. Por eso, según Grant, Lovecraft se abstuvo de cruzar el abismo, lo que le impidió ver sus sueños en un contexto mágico y separarse de los juicios morales sobre el bien y el mal [ver: ¿La palabra «CTHULHU» es un código secreto?]

Estas son algunas correspondencias caprichosas entre los Mitos de Lovecraft y los de Crowley:

Lovecraft: Al Azif [Necronomicón]
Crowley: Al vel Legis [El libro de la ley]

Lovecraft: The Great Old Ones [Primigenios]
Crowley: The Great Ones of the Night Time [Los Grandes de la Noche]

Lovecraft: Yog­Sothoth.
Crowley: Sut­-Thoth, Su-t­Typhon.

Lovecraft: Kadath [The Cold Waste, «el páramo frío»]
Crowley: Hadith [The Wanderer of the Waste, «el vagabundo del páramo»]

Lovecraft: Nyarlathotep [un dios acompañado por el sonido de «flautas idiotas»]
Crowley: Into my loneliness comes the sound of flutes [«en mi soledad llega el sonido de flautas»]

Lovecraft: El hedor abrumador asociado con Nyarlathotep.
Crowley: El hedor abrumador asociado con Pan.

Lovecraft: Cthulhu, muerto pero soñando en R’lyeh.
Crowley: El Sueño Primordial en el que están inmersos los Grandes de la Noche [Great Ones of the Night]

Lovecraft: Azathoth.
Crowley: Azoth.

Lovecraft: El Dios sin Rostro [The Faceless One, Nyarlathotep]
Crowley: El Dios sin cabeza [The Headless One]


Estas correspondencias, por muy forzadas que parezcan [evidentemente lo son], muestran cuán similares y, sin embargo, cuán diferentes estaban relacionados ciertos patrones arquetípicos en estos dos hombres. Pero mientras que, para Crowley, los motivos no transmitían ningún mensaje moral, a Lovecraft le inspiraban horror. Se podría argumentar que Lovecraft no comprendía que estaba canalizando inconscientemente debido a sus supuestos obstáculos morales; sin embargo, el flaco de Providence no parece haber tenido tales prejuicios, sino que, como Nietzsche, consideraba que el universo opera más allá del bien y del mal [ver: Lovecraft y las lenguas extraterrestres]




H.P. Lovecraft. I Alesteir Crowley.


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