Yog-Sothoth: el nieto de Azathoth y abuelo de Cthulhu


Yog-Sothoth: el nieto de Azathoth y abuelo de Cthulhu.




Yog-Sothoth es una de las principales deidades de los Mitos de Cthulhu y el Ciclo Onírico de H.P. Lovecraft, y también una de las más extrañas. A continuación intentaremos repasar su historia [ver: La Biblia de Yog-Sothoth: análisis de «El horror de Dunwich»]

Yog-Sothoth es mencionado por primera vez en la novela de 1927: El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward), donde aparece como un enjambre de esferas resplandecientes. Esa manifestación es exigua, y no responde al verdadero poder de la criatura.

Esta es la antigua invocación que Charles Dexter Ward logra descifrar en la novela, con consecuencias nefastas para él:


Y'AI'NG'NGAH
YOG-SOTHOTH
H'EE-L'GEB
F'AI THRODOG
UAAAH


En A través de las puertas de la llave de plata (Through the Gates of the Silver Key) se deduce que Yog-Sothoth está relacionado de algún modo con el tiempo y el espacio, y que es capaz de moverse en la Cuarta Dimensión con absoluta naturalidad; no obstante, está encerrado fuera del universo que habitamos.

Aquí, por primera vez, el Multiverso de Lovecraft adquiere proporciones extradimensionales:


Es Todo-en-Uno y Uno-en-Todo de ilimitado ser, no simplemente una cosa de un continuo Espacio-Tiempo, sino un aliado de la esencia animadora, de toda la extensión ilimitada de la existencia, que supera a la fantasía y las matemáticas por igual. Tal vez fue lo que ciertos cultos secretos han susurrado como YOG-SOTHOTH, y que ha sido una deidad bajo otros nombres; aquello que los crustáceos de Yuggoth adoran como el Más Allá de Uno, y que los cerebros vaporosos de las nebulosas espirales conocen por un Signo Intraducible.


Debido estas características cósmicas, Yog-Sothoth lo ve todo y lo sabe todo, precisamente por no estar restringido únicamente a nuestro espacio-tiempo. En ocasiones admite la adoración, pero como sucede con la mayoría de los Antiguos, verlo o aprender demasiado sobre él trae consigo la locura, la muerte, e incluso algo peor: servidumbre eterna para el alma.

Clark Ashton Smith añadió una especie de avatar de Yog-Sothoth dentro de nuestra realidad, conocido como Aforgomon, quien aparece en el relato pulp: La cadena de Aforgomon (The Chain of Aforgomon). Esta manifestación sería la que fue venerada por aquellas culturas de la antigüedad como un dios del tiempo, debido a su capacidad para manipularlo.

En El que acecha en el umbral (The Lurker at the Threshold), August Derleth y H.P. Lovecraft establecen con mayor claridad, a través del testimonio de Alijah Billington, el poder de Yog-Sothoth para manejar el tiempo y el espacio a su antojo, siendo en comparación una entidad infinitamente superior a otros dioses, digamos, más terrenales.

Si bien H.P. Lovecraft jamás ideó una historia completa para los dioses de los Mitos de Cthulhu, lo cierto es que aún quedan algunos rastros, o intenciones, más bien, de una genealogía más amplia y detallada en sus cartas. Por ejemplo, en la Carta 617Cartas escogidas (Selected Letters)— podemos encontrar algunos datos interesantes. Allí se menciona que Yog-Sothoth es el hijo de las Nieblas sin Nombre (Nameless Mists), las cuales nacieron del propio Azathoth.

Más adelante, Lovecraft ensaya la posibilidad de que Yog-Sothoth se haya acoplado de algún modo con Shub-Niggurath. De esa unión nacerían Nug y Yeb, dos deidades gemelas. Nub, a su vez, engendró a Cthulhu, con lo cual queda claro que, al menos en aquella etapa del desarrollo de los Mitos, Yog-Sothoth es el nieto de Azathoth y el abuelo de Cthulhu.

No es la primera vez que Yog-Sothoth se acopla a alguien... o a algo. En este sentido, y a pesar de existir como un ser interdimensional, es una deidad de apetitos más bien helénicos. En El horror de Dunwich (The Dunwich Horror), por ejemplo, Yog-Sothoth impregna a una mujer mortal, Lavinia Whateley, que luego da a luz a dos gemelos: el humanoide Wilbur Whateley, y su hermano, aún más monstruoso y sin nombre.

Es importante aclarar que Yog-Sothoth no es maligno en esencia, ni tampoco bueno. Como entidad que existe más allá del universo conocido, los conceptos del bien y el mal sencillamente no aplican sobre él. Su agenda es desconocida, aunque ante nuestros ojos sus actos puedan parecer horripilantes, o bien piadosos, según el caso.

En el último relato de H.P. Lovecraft: El morador de las tinieblas (The Haunter of the Dark), Robert Blake invoca a Yog-Sothoth para salvarse de la maléfica entidad que él mismo ha desatado. Las cosas no terminan del todo bien para Blake, pero es justo deducir que esa invocación responde a la posibilidad, quizás remota, de que Yog-Sothoth pueda actuar en beneficio de sus adoradores.

Randolph Carter —una manifestación de Nyarlathotep en nuestro plano de existencia— es el único personaje que realmente se encuentra con la Puerta, la Llave y el Guardián (the Gate, the Key and the Guardian), es decir, con Yog-Sothoth. Allí se deja en claro un dato interesante: es el punto de vista del mortal quien define la naturaleza del encuentro con uno de estos seres.

En otras palabras: no hay nada particularmente maligno en Yog-Sothoth, es nuestra escala diminuta en relación a su espeluznante inmensidad lo cual torna aterrador cualquier encuentro.

Después de todo, es Yog-Sothoth quien abre las puertas del Multiverso a todo aquel que esté dispuesto a vislumbrarlo, sin forzar ni hacer daño a quien decide retroceder. De hecho, le da a Randolph Carter la posibilidad de irse o de seguir adelante, aunque el precio de ver la realidad tal como es, o al menos desde una perspectiva menos oscurecida por la materia, sea algo que puede conducir al mortal a su completa aniquilación.

En términos de mitología clásica, Yog-Sothoth actúa de forma bastante similar a Zeus, el gran dios de los mitos griegos. No solo asume formas insospechadas para acoplarse con mortales y otras entidades extradimensionales, sino que además actúa de buena fe con sus devotos, aunque esto generalmente conduce al desastre.

Por ejemplo, cuando Randolph Carter le solicita ver la realidad, el cosmos, en su verdadera expresión, a pesar de que puede ser aplastado por una inconcebible cantidad de información, Yog-Sothoth responde de forma parecida a Zeus cuando Sémele le pide al dios que se manifieste ante ella en todo su esplendor, lo cual la termina consumiendo.

Como recurso literario, Yog-Sothoth le permite a H.P. Lovecraft expandir el universo de los Mitos de Cthulhu sin fatigar al lector con odiosas genealogías:


Yog-Sothoth conoce la Puerta. Yog-Sothoth es la Puerta. Yog-Sothoth es la Llave y el Guardián de la Puerta. Pasado, presente, futuro, Todos son Uno en Yog-Sothoth. Él sabe dónde los Antiguos se abrieron paso, y desde donde regresarán. Él sabe dónde han pisado los campos de la tierra, y dónde todavía los pisan, y por qué nadie puede contemplarlos al andar.


Esta es, en resumen, la historia de Yog-Sothoth, el nieto de Azathoth y abuelo de Cthulhu, un personaje tan poderoso, tan decididamente más allá de nuestro entendimiento, que plantea un serio problema a la hora de utilizarlo a causa de ese inconcebible poder, pero que funciona a la perfección en las sombras, como síntesis de lo que el Horror Cósmico debería ser, y que rara vez es desde entonces.




Mitos de Cthulhu. I Más sobre H.P. Lovecraft.


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1 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Si Randolph Carter es una de sus encarnaciones, entonces Nyarlathotep habló consigo mismo en En busca de la ciudad del poniente, la novela postuma de Lovecraft.



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