El libro de Azathoth: ¿los pactos de sangre son una muestra de ADN para los Antiguos?
Él había visto el nombre «Azathoth» en el Necronomicón, y sabía que representaba un mal primordial demasiado horrible para ser descrito.
(He had seen the name "Azathoth" in the Necronomicon, and knew it stood for a primal evil too horrible for description)
(He had seen the name "Azathoth" in the Necronomicon, and knew it stood for a primal evil too horrible for description)
Los pactos con el demonio no son tan frecuentes en los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft, al menos no abiertamente, pero existen, y con la curiosidad de que no funcionan exactamente como el pacto satánico de los grimorios medievales; no como un acuerdo o contrato por el cual el oficiante entrega su alma a cambio de ciertos favores, sino más bien como una muestra de ADN otorgada a los Antiguos, y cuyo propósito es sumamente interesante de analizar.
En principio debemos entender que, debajo de la superficie del misticismo y el paganismo de los Mitos de Cthulhu, H.P. Lovecraft introduce elementos de una ciencia y una tecnología tan avanzadas que, desde nuestra perspectiva, éstas resultan indistinguibles de la magia.
Claramente esto nos remite a la tercera ley de Arthur Clarke:
Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.
(Any sufficiently advanced technology is indistinguishable from magic)
(Any sufficiently advanced technology is indistinguishable from magic)
Es decir que, aquello que el lector percibe como algo mágico en los relatos de H.P. Lovecraft, e incluso relacionado al esoterismo y el ocultismo, en realidad constituye la sutil descripción de un tipo de tecnología tan avanzada que nos resulta irreconocible como tal.
Portales interdimensionales, universos paralelos, viajes en el tiempo, todo eso es parte de la tecnología descrita en el Multiverso de Lovecraft; y El libro de Azathoth (The Book of Azathoth) es el ejemplo más claro al respecto.
El libro de Azathoth aparece por primera vez en: Los sueños en la casa de la bruja (The Dreams in the Witch-House), publicado originalmente en la edición de julio de 1933 de la revista Weird Tales, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1939: El extraño y otros (The Outsider and Others). Allí podemos ver que este libro prohibido, en realidad, es una herramienta tecnológica diseñada para extraer ADN humano.
El cuento narra la historia de Walter Gilman, un estudiante de la Universidad de Miskatonic obsesionado con las leyendas de la ciudad de Arkham. Esto lo lleva a rentar una habitación en la vieja casa de Keziah Mason, una bruja que logró escapar de los Juicios de Salem gracias a su habilidad para traspasar dimensiones utilizando complicados símbolos mágicos, que en realidad son combinaciones matemáticas notablemente avanzadas.
En cierto momento, Gilman deduce que El libro de Azathoth, la fuente de la cual la bruja obtuvo sus conocimientos sobre viajes extradimensionales, es una herramienta al servicio de Nyarlathotep. El protagonista se ve obligado a firmar el libro con su sangre, creyendo que se trataba de algún tipo de ofrenda, cuando en realidad lo que estaba haciendo era ofrecer una muestra de su ADN para que los Antiguos puedan cruzar hacia nuestro plano de existencia.
Lovecraft no vacila en afirmar que los Antiguos pueden controlar enormes cantidades de energía para moverse en el Espacio-Tiempo, e incluso traspasar dimensiones; sin embargo, también los hizo incapaces de asumir una forma física estable que les permita permanecer en nuestro plano de existencia. Al parecer, en un pasado remoto esta habilidad era posible. Los Antiguos paseaban sus descomunales cuerpos invertebrados por nuestro planeta; pero cualquiera haya sido ese poder, lo han perdido.
Para lograr pasar a nuestra dimensión, es decir, a nuestra estructura de Espacio-Tiempo, los Antiguos necesitan algo en lo que insisten todos los libros de los Mitos de Cthulhu, incluido el Necronomicón, el De Vermis Mysteriis, el Unaussprechlichen Kulten, el Cultes des Goules, y también El libro de Azathoth.
De hecho, resulta fácil comprobar que en todos los relatos de Lovecraft en los que se desgarra la fibra del Espacio-Tiempo, es decir, donde ocurre algún tipo de viaje interdimensional, esto SIEMPRE ocurre después de que el protagonista lea alguno de los libros mencionados, que lejos de ser simplemente libros son dispositivos de una tecnología extraordinariamente avanzada.
Básicamente, Lovecraft propone que ese algo que necesitan los Antiguos para estabilizarse en nuestra dimensión es una muestra de ADN humano; y En los sueños en la casa de la bruja, donde se menciona El libro de Azathoth, esto queda expresamente aclarado.
Walter Gilman, un estudiante lo suficientemente avanzado en matemáticas como para entender que la Teoría General de la Relatividad se descompone a nivel cuántico, deduce lo siguiente: para que el traspaso interdimensional ocurra primero se debe acceder a una dimensión más elevada que unifique ambos reinos. Lovecraft se refiere a estas dimensiones empleando una terminología mística, esotérica, que de ningún modo asociaríamos con la ciencia.
Pero la energía necesaria para traspasar hacia una dimensión más elevada, en cualquier sentido, está más allá de nuestro alcance. Simplemente no está disponible para nuestra tecnología. Para salvar este abismo, H.P. Lovecraft hace que sean los Antiguos, y más frecuentemente Nyarlathotep, quienes proporcionen esa energía a través de los libros malditos que existen en nuestro plano.
Es así que Walter Gilman consigue la atención de los Antiguos. ¿De qué modo? Leyendo las páginas de El libro de Azathoth, cuyas vibraciones, podemos suponer, atraen la mirada de aquellos seres imposibles.
Luego firma el libro con sangre, algo que dentro del cuento refiere más a los pactos satánicos que a la posibilidad de haber activado alguna especie de dispositivo interdimensional. En esencia, Gilman le proporciona a los Antiguos una muestra de su ADN, quienes finalmente la utilizan para ingresar y permanecer en nuestra dimensión durante un tiempo.
Bajo el denso velo del misticismo, de libros antiguos, de saberes arcanos y símbolos blasfemos que conducen a la locura y a la muerte, Lovecraft esconde una ciencia y una tecnología sumamente avanzadas, tanto que no podemos reconocerlas siquiera como tales; y allí reside, creo, parte del encanto de sus obras.
En este contexto, lo que para nosotros significa la posibilidad de firmar un pacto de sangre, cuyo objetivo es obtener algún tipo de prebenda a cambio de nuestra alma, para los Antiguos, una forma de vida tan compleja y lejana que nos costaría situarla dentro de las posibilidades orgánicas, constituye básicamente la extracción de una muestra de ADN humano.
Teniendo esto presente, como premisa, todos los cuentos de H.P. Lovecraft adquieren una dimensión completamente nueva.
Más sobre H.P. Lovecraft. I Mitos de Cthulhu.
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