«La Sombra sobre Innsmouth»: del odio racial a la empatía


«La Sombra sobre Innsmouth»: del odio racial a la empatía.




La ficción de H.P. Lovecraft, como la Sombra, es problemática en muchos sentidos. Al transportarnos a las sombras [simbólicas] del horror, Lovecraft insinúa una visión sumamente realista; de hecho, el flaco de Providence creía que el verdadero horror —el Horror Cósmico—, deriva de la ciencia, del conocimiento de la naturaleza, y no de lo sobrenatural (ver: Horror Cósmico: el universo conspira para destruirnos). En este contexto, La Sombra sobre Innsmouth (The Shadow Over Innsmouth, 1936) es el relato donde Lovecraft pone a prueba esta idea. En términos literarios, es una pieza considerablemente más sutil, más cuidadosamente elaborada que otras anteriores; tal es así que La Sombra sobre Innsmouth es un excelente punto de partida para interpretar las sombras lovecraftianas, y cómo su odio racial se transformó en empatía.

Es extraño que muchos críticos de Lovecraft, como L. Sprague de Camp, vean en La Sombra sobre Innsmouth apenas una buena historia. Una lectura crítica revela su profunda naturaleza alegórica, así como una serie de temas muy complejos. Esto es declarado en el propio cuento, cuando el narrador afirma, casi como una referencia textual a la historia misma:


La desquiciada historia que estaba escuchando me interesaba profundamente porque, a mi entender, se trataba de una especie de alegoría que expresaba de manera simbólica el ambiente malsano de Innsmouth.


En primer lugar, no podemos pasar por alto la influencia de los Mitos de Cthulhu en La Sombra sobre Innsmouth. Los Mitos, a modo de brutal resumen, postulan la existencia de un panteón de seres extraterrestres que vinieron a la tierra durante la prehistoria y aún habitan en rincones aislados del mundo. Las criaturas de los Mitos de Cthulhu pueden dividirse en dos grupos: las que provienen de algún punto distante del espacio conocido, incluidos los Antiguos y los Profundos; y un segundo grupo que proviene de algún lugar más allá del espacio-tiempo continuo, como la Gran Raza, los Primigenios y los Mi-go (ver: Seres Interdimensionales en los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft). Lo más parecido a una cosmogonía se encuentra en En las montañas de la locura (At the Mountains of Mandess), donde Lovecraft describe las guerras entre los Antiguos y los Engendros de Cthulhu, los Primigenios y los Shoggoth, así como la creación de la vida en la tierra (ver: Lovecraft y la IA: el futuro es de los Shoggoth)

Los Mitos de Cthulhu son probablemente el concepto más incomprendido, y acaso bastardeado, de todo el canon de Lovecraft, y por varias razones. En primer lugar, una gran cantidad de autores [algunos muy talentosos, otros desesperados] han ampliado este multiverso, a veces exquisitamente, y otras con asombrosa ineptitud (ver: El Multiverso de los Mitos de Cthulhu). Un efecto secundario de todo esto, incluso de los mejores aportes al ciclo, es un deterioro en la frontera que separa los conceptos e ideas de Lovecraft de los de sus seguidores. De hecho, los Mitos de Cthulhu, en términos de una mitología cohesiva, son en realidad una creación de August Derleth, cuyos intentos de hacer que estas historias se ajusten a un patrón tradicional [la lucha entre el bien y el mal] jamás habrían sido aprobados por el flaco de Providence (ver: August Derleth: el creador de los Mitos de Cthulhu)

Lovecraft no tenía la intención de que los Mitos fueran consistentes, sino que intencionalmente dejó cabos sueltos, encrucijadas e inconsistencias. Personalmente creo que Lovecraft estaba tratando de crear el mismo tipo de inconsistencias que podemos observar en cualquier mitología clásica. En este contexto, La Sombra sobre Innsmouth es una pieza clave para reconstruir el plan general de Lovecraft (ver: La filosofía lovecraftiana detrás de los Mitos de Cthulhu)

En cierto modo, La Sombra sobre Innsmouth puede considerarse como una extensión de En las Montañas de la Locura. Aquí establece que los Engendros de Cthulhu son antepasados de los Profundos, y define a Dagón como dentro de este último grupo (ver: ¡Dagón es Cthulhu!). Para Lovecraft, el mito es una herramienta literaria, no un fin en sí mismo, razón por la cual cada historia enriquece a las demás mediante alusiones menores y detalles que crean un panorama más completo.

Uno de los principales temas de La Sombra sobre Innsmouth es la memoria hereditaria y la reversión a los hábitos y costumbres de los antepasados. Esta evolución inversa se puede encontrar en muchos relatos de Lovecraft, como El modelo de Pickman (Pickman's Model), Las ratas en las paredes (The Rats in the Walls) y El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward), entre muchos otros. Según esta idea, pequeños grupos aislados de humanos se han cruzado con monstruos para engendrar híbridos, formas de vida nuevas y degeneradas, como los habitantes de Innsmouth. Por lo general, este tipo de relato tiene un protagonista aparentemente normal que descubre que él mismo es un descendiente de estas razas degeneradas y, después de un proceso de rechazo, retorna a su forma primitiva.

Un autor tradicional se basaría únicamente en el descubrimiento de esta memoria hereditaria, pero Lovecraft lleva la idea un paso más allá. El eje de La Sombra sobre Innsmouth no está en el conocimiento de la herencia blasfema del narrador, sino en su aceptación (ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft)

Es decir que La Sombra sobre Innsmouth es una historia sobre la búsqueda de la verdad. La naturaleza de esa búsqueda varía en los cuentos de Lovecraft. Aquí [y en En el caso de Charles Dexter Ward, por ejemplo] es una búsqueda genealógica, es decir, una búsqueda del pasado; mientras que en Herbert West (Herbert West), por ejemplo, se trata de una búsqueda científica. En ambos casos, el resultado no siempre es el mismo: el descubrimiento de la verdad prohibida a menudo conduce a la locura y la muerte, pero también a la felicidad. Sí, y esto es lo que sucede en La Sombra sobre Innsmouth.

Son muchos los eruditos que han especulado sobre la naturaleza autobiográfica de este tema recurrente. Sin embarto, las cartas de Lovecraft dejan en claro que su búsqueda personal de la verdad, en parte regida por su extenso interés en la astronomía y la ciencia, resultó en la creencia de la insignificancia del hombre en el universo, una filosofía que, por cierto, le trajo un gran dolor personal. Esto se refleja claramente en La Sombra sobre Innsmouth. En esta historia, el universo está simbolizado por el océano, un microcosmos oscuro, frío, que alberga misterios profundos y terribles. En cierto modo, Lovecraft es uno de los pocos autores del género en apreciar la terrible verdad existencial de Copérnico: si la tierra no es el centro del universo, tampoco lo es el hombre (ver: Horror Cósmico: la vida no tiene sentido, la muerte tampoco)

Casi todas las historias de Lovecraft están diseñadas específicamente para resaltar la inferioridad del hombre en el universo. Su lectura deja la sensación, casi la certeza, de que somos apenas microbios en un gran laboratorio cósmico, y que ni siquiera revestimos el mínimo interés para las sofisticadas criaturas que lo habitan. La Sombra sobre Innsmouth, en su microcosmos suboceánico, nos lleva a recorrer estas sombras y revela cosas que quizás no deseamos ver. Aquí, lo fantástico esconde una visión fría, científica, implacable, del universo en el que vivimos, un cosmos gobernado por leyes naturales, sin esperanza de salvación, sin Dios. En el multiverso lovecraftiano el hombre mismo es un accidente, un error, un subproducto de la ingeniería genética alienígena que salió mal (ver: ¿«Prometeo» pertenece a los Mitos de Cthulhu?)

Lovecraft escribió La Sombra sobre Innsmouth durante noviembre y diciembre de 1931. La historia está ambientada en una ciudad costera ficticia de Massachusetts. El narrador, un joven de Ohio, está celebrando su mayoría de edad con un recorrido por Nueva Inglaterra, donde planea hacer turismo pero también averiguar algo de su genealogía. Un agente de tren le informa sobre un pueblo extraño, situado entre Newburyport y Arkham, un lugar mal visto pero al que puede llegarse en autobús para ahorrar dinero.

Innsmouth, descubre el narrador, está habitado por personas repelentes y peculiares, y prácticamente nadie entre la población ordinaria de Newburyport visita jamás su ciudad maloliente. Se entiende que el lugar se degradó a raíz de una plaga devastadora en 1846, pero circulan rumores más oscuros sobre la población de Innsmouth, en particular sobre un tal capitán Obed Marsh. Un siglo antes, se supone que el Capitán Marsh trajo consigo una influencia maligna a la ciudad, donde una extraña religión llamada Orden Esotérica de Dagón ha crecido para reemplazar a las religiones tradicionales. El agente le da poca importancia a estas historias, pero reconoce que la gente de Innsmouth es repulsiva, con sus ojos saltones que no parpadean. Parecen tener un aspecto bastante normal en la juventud, pero se vuelven más repelentes a medida que envejecen. De hecho, no se los ve en absoluto en la edad avanzada (ver: Las «familias extrañas» de Lovecraft)

El narrador, fascinado por estos indicios de una comunidad decadente, decide visitar el lugar. Su viaje a la ciudad refuerza todas las impresiones reportadas de degeneración y miseria. El lugar huele a pescado podrido y la gente parece enferma.

Deja sus pertenencias en la Casa Gilman, sale a explorar y habla con un chico de apariencia normal en una tienda de comestibles, quien le proporciona un mapa bosquejado de la ciudad y menciona a un personaje local llamado Zadok Allen, un borracho que, en apariencia, no tiene la mirada de Innsmouth, y además está lleno de historias. El joven insinúa que no es seguro para los forasteros ser vistos hablando con Allen, pero el narrador lo busca y, aflojándolo con alcohol, le extrae una historia extraña que explica la degeneración del pueblo.

Parece que, después de la Guerra de 1812, cuando el comercio de la ciudad estaba en declive, el capitán Obed Marsh, comerciando entre las islas del Pacífico, se encontró con un grupo de isleños que mejoraron su pesca al ganarse el favor de una raza de seres anfibios, los Profundos, que finalmente salieron del mar y se cruzaron con los isleños. Aprendiendo cómo atraer a estos seres, Obed llevó su influencia de regreso a Innsmouth y estableció una nueva religión basada en ellos, que incluía sacrificios humanos en el Arrecife del Diablo. Los Profundos, con el tiempo, aparecieron para reproducirse con los humanos en Innsmouth, de ahí la enfermedad degenerativa por la cual, en generaciones posteriores, muchas personas se volvieron monstruosas y finalmente se lanzaron al agua.

El narrador, conmovido por esta historia, aunque escéptico, regresa a la Casa Gilman. Le informan que el autobús se ha averiado y que debe pasar la noche en Innsmouth, algo que a estas alturas no tiene ganas de hacer. Por la noche oye voces extrañas, que apenas suenan humanas, y alguien o algo intenta entrar en su habitación. Escapa desesperadamente al tejado de un edificio adyacente y corre por la ciudad, perseguido por hordas de nativos. Por fin, a través de una lína de ferrocarril abandonada, sale de la ciudad, pero no sin ver una multitud de criaturas que brincan, saltan y croan dirigidas por el Viejo Marsh, descendiende de Obed [inferimos]. Después de escapar, el narrador regresa a Ohio, solo para descubrir ciertos hechos sobre su propia línea ancestral.

La Sombra sobre Innsmouth ofrece una gran cantidad de temas encubiertos que tratan con el problma de los orígenes, comenzando por el título. ¿Cuál es la Sombra que se cierne sobre Innsmouth? Lovecraft usa el término Sombra metafóricamente, probablemente par simbolizar «fatalidad» o «amenaza». De todos modos, una sombra no deja de ser una proyección, en este caso, de algo que amenaza a Innsmouth. Recordemos que los habitantes más repulsivos de Innsmouth se mantienen ocultos, y que se rumorea que la ciudad está plagada de túneles secretos. La ambivalencia de la historia difícilmente podría haber sido esbozada por una imagen más poderosa que la de la Sombra.

Después de todo, la naturaleza enigmática de la Sombra está implícita en su etimología. La palabra Shadow proviene de la raíz indoeuropea skot, «oscuro», y también se asocia con la raíz skai, «penumbra», que no es otra cosa que luz tenue. Al contener sugerencias tanto de luz como de oscuridad, estas raíces comienzan a revelar su contenido antitético. Skai es responsable del latín scintilla. «chispeante», algo que centellea en la oscuridad. Esta dualidad resuena alegóricamente en La Sombra sobre Innsmouth, sobre todo en las diversas actitudes del narrador hacia lo que está sucediendo. Por ejemplo, si aceptamos la simbología tradicional de la Luz y la Oscuridad, en términos de Esperanza y Desesperación, Vida y Muerte, nos encontraremos en serias dificultades. El narrador apenas parece saber qué actitud adoptar al referirse a Innsmouth alternativamente como «ensombrecido por el miedo», «ensombrecido por el mal», «ensombrecido por la plaga», pero más tarde: «ensombrecido por las maravillas». Su patrón va cambiando, un claroscuro progresivo que, por defecto, percibe espanto en la oscuridad, hasta que, poco a poco, comienza a sentir lo contrario.

El nombre del pueblo plantea una dificultad de otro nivel. Inns es un topónimo poco común en inglés. El más cercano podría ser Innsbruck, que deriva del nombre del río Inn, un afluente del Danubio. Mouth, «boca», podría referirse metafóricamente a la desembocadura de un río. Sin embargo, tanto en el sentido anatómico como en el metafórico, esta «boca» resulta extraña. Aquí, nuevamente, se plantea la cuestión del origen. Se supone que el origen de un río es algún punto en las montañas, o al menos en un terreno elevado, desde el cual comienza a fluir, pero para un viajero, como el narrador, que navega río arriba [contra la corriente], la desembocadura es el origen, el comienzo, la condición habilitante del viaje.

La Sombra sobre Innsmouth es una historia obsesionada con los orígenes. Están en todas partes. Lovecraft los describe, insiste en ellos, juega, los niega; de hecho, no pierde tiempo en establecer que los motivos del viaje del narrador son, en parte, genealógicos. Incluso en este punto, el cuento es ambiguo respecto de su obsesión, porque no se nos informa de dónde viene el narrador. Solo sabemos su intención de recorrer Nueva Inglaterra, y que está a punto de tomar un transporte, tal vez a Arkham, de modo que Lovecraft menciona una gran cantidad de posibles destinos, mientras que oculta los orígenes, a pesar de que estos constituyen la principal preocupación del narrador.

El agente de la estación de tren le dice al narrador que la gente de aquí siempre trata de tapar cualquier sangre de Innsmouth que tenga. Sin embargo, es específico sobre sus propios orígenes al aclarar su posición frente a la leyenda del Capitán Marsh: Vengo de Panton, Vermont, y ese tipo de historia no me cae bien. Dado que proviene de una comunidad rural, presumiblemente conservadora, el agente postula una conexión entre los orígenes y la credulidad. Para él, la conexión es simple, pero esta es simplemente otra forma en que Lovecraft es lúdico con sus propias proposiciones.

El narrador profundiza en el tema de los orígenes al consultar en la biblioteca para descubrir de dónde puede haber venido la mala reputación de Innsmouth. Pero está frustrado: las historias tienen poco que decir más allá de las descripciones prosaicas del pueblo, donde la refinería Marsh parece ser la única industria en pie... además de la pesca (ver: Lovecraft y el culto secreto de los Antiguos)

El relato continúa, de una forma u otra, insistiendo en los orígenes. No seremos meticulosos aquí. Tendríamos que deternos prácticamente en cada párrafo de la historia. En cambio, pasaremos a lo que más intersa, cómo Lovecraft pasó del odio racial a la empatía.

Otro tema interesante en La Sombra sobre Innsmouth es su abordaje de los Profundos. La mirada de Innsmouth es una metonimia para todo un compendio de atributos que poseen los invasores acuáticos de Innsmouth. Lovecraft, en sintonía con las teorías científicas preponderantes, sugiere que la humanidad ha evolucionado a partir de las criaturas acuáticas. En este sentido, La Sombra sobre Innsmouth es una reescritura, en miniatura, de la historia del desarrollo humano, pero de un modo inverso. En efecto, cada nativo de Innsmouth fruto de la unión entre dos razas regresa a las profundidades del océano.

Mientras la ciencia considera que las criaturas acuáticas fueron evolucionando gradualmente, en algunos casos, llegando a convertirse en humanos, la experiencia inividual de Innsmouth es al revés: se comienza teniendo un aspecto humano y, con la edad, todos se vuelven cada vez más acuáticos. Los nombres más importantes del relato son alusivos. Marsh significa «pantano», y Gilman [gill-man] podría traducirse como «hombre branquias». De este modo, los habitantes de Innsmouth, en la medida en que sus nombres son simbólicos, son siempre acuáticos.

Del mismo modo, La Sombra sobre Innsmouth comienza luciendo normal, pero cada vez se vuelve más y más anómalo, más monstruosamente complejo. A su modo, el propio relato tiene el mirada de Innsmouth.

En El horror sobrenatural en la literatura, Lovecraft argumenta que este género es una respuesta estética particularmente apropiada ante los avances monumentales en ciencia, la tecnología y la psicología. Más aun, Lovecraft sugiere que la reformulación radical de la ciencia revitalizó el interés por el horror, ya que esos avances volvieron extraño el mundo conocido. Los psicólogos, como Carl Jung, postularon que había regiones de la mente humana que nunca podrían integrarse completamente en el pensamiento consciente. Los descubrimientos científicos estaban revelando un universo incomprensible en su inmensidad y aparentemente infinito en su complejidad. Según Lovecraft, estos desarrollos provocaron una respuesta afectiva en la ficción: el Horror (ver: El Horror, los Absolutos, y la importancia de la diversidad)

La Sombra sobre Innsmouth reacciona ante la idea del progreso en términos evolutivos. Vivimos en un mundo que nos promete crecimiento, desarrollo personal, incluso felicidad al alcance de la mano, pero que al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos en un instante. Un solo descubrimiento científico puede derribar todo lo que sabemos, todo lo que somos. Lovecraft suele explorar esta amenaza en la figura de seres extraterrestres que invaden el conservador paisaje de Nueva Inglaterra; esto por un lado, pero también a través de las ansiedades raciales. El lector seguramente habrá leído muchas críticas sobre Lovecraft que lo catalogan como un racista y un misógino (ver: Feminismo y misoginia en Lovecraft). Lo que probablemente no haya leído es que La Sombra sobre Innsmouth, si bien expresa varios temores raciales activados por pequeños cambios sociales, también revela a un escritor que resuelve la trama con una respuesta empática.

La Sombra sobre Innsmouth, decíamos, tiene que ver con los orígenes, pero también con la otredad.

El descubrimiento final coloca al protagonista ante la comprensión de una amenaza a la condición humana normal, incluida la suya. La otredad de los Profundos, tanto en términos de su origen extraterrestre como de su residencia previa en las Indias, hace que sus interacciones con los humanos sean una clara encapsulación del contacto interracial. Los Profundos, literalmente, son inmigrantes con marcas raciales distintivas, pero que están siendo diluídas a través del mestizaje, desde la perspectiva del narrador [y de Lovecraft], contaminando la estirpe anglosajona nativa de Innsmouth, degradando su humanidad tanto en apariencia como en comportamiento.

Aquí podríamos tomar el camino sencillo y afirmar que La Sombra sobre Innsmouth es una metáfora de la supuesta desintegración de la cultura estadounidense frente al caos moral, racial y científico. Ciertamente Lovecraft esaba disgustado por la inmigración masiva y cómo esta estaba cambiando las estructuras sociales, culturales y económicas de los Estados Unidos. En respuesta, se aferró a la cultura anglosajona porque creía que esta era la única fuente de estabilidad en medio de tantos cambios. Como muchos conservadores, recurrió a la continuidad de la tradición como refugio contra las fuerzas del cambio. Todo esto es evidente tanto en su correspondencia personal como en su obra, y es un aspecto que debemos confrontar.

Este es un camino seguro, firme, sin desviaciones, pero Lovecraft es más complejo que eso.

La mayoría de los críticos interpretan que La Sombra sobre Innsmouth es, en primer lugar, una reacción ante los miedos raciales de un solitario hombre blanco que ve que todo su mundo está cambiando inevitablemente. Sin embargo, este impulso de rechazar y deshumanizar al otro racialmente se derrumba al final del relato, cuando las investigaciones del narrador arriban a una conclusión demoledora: él también es producto del mestizaje.

Y no solo esto, el supestamente racista alter ego de Lovecraft decide aceptar su herencia racial y unirse a sus ancestros en las profundidades del mar.

En este punto se abre una encrucijada. Podemos regresar al camino seguro y decir que la aceptación del narrador de su herencia racial está destinada a expresar su naturaleza corrupta, o bien optar por el otro camino, probablemente más irregular, y suponer que Lovecraft finalmente humaniza a los Profundos, reconociendo en última instancia que las tradiciones extranjeras [o alienígenas] pueden ser tan válidas como las de Nueva Inglaterra. De hecho, en sus últimas obras, Lovecraft presentó a sus seres extraterrestres con mucha más simpatía que al inicio de su producción literaria, un movimiento que tal vez fue paralelo al progresivo abandono del racismo y la xenofobia que marcó buena parte de su vida.

Vale la pena recordar que Lovecraft, quien durante mucho tiempo fue un antisemita, se casó con una inmigrante judía, la ucraniana Sonia Greene, a quien amó sinceramente (ver: Lovecraft y Sonia Greene: una historia de amor)

La Sombra sobre Innsmouth reconoce la presencia de emociones conflictivas frente al cambio. En la misma historia, Lovecraft lamenta amargamente la pérdida de las tradiciones de Nueva Inglaterra y, al mismo tiempo, aprende a aceptar otras culturas, incluso reconociendo antropológicamente que los híbridos de Innsmouth, y sus tradiciones culturales, tal vez no constituyen una otredad después de todo, sino la norma.

Estas emociones conflictivas se expresan a través de la interacción ambigua del narrador con los extranjeros de Innsmouth, y la aceptación final de su herencia racial es indicativa de que todos esos cambios de época también lo incluyen. Lovecraft no está siendo racista aquí, tampoco progresista, sino empático.

Antes de que el narrador se encuentre con un solo ciudadano real de Innsmouth, escucha una variedad de teorías que intentan explicar la naturaleza de su diferencia. Esto puede interpretarse como una metáfora de la educación del propio Lovecraft, saturado con una ideología de superioridad racial. Los habitantes de Innsmouth se describen de diversas maneras como extranjeros, y al parecer todos en las ciudades vecinas establecen un distinción ontológica ellos y los diferentes de Innsmouth, en otras palabras, la otredad racializada (ver: Autopsias lovecraftianas: el arte de diseccionar lo innombrable)

La construcción de Lovecraft de estos otros no es racista, sino profundamente autocrítica. Superficialmente podemos quedarnos con la fealdad racializada de los híbridos de Innsmouth, pero también con la respuesta que inspira su deformidad física en la gente normal. La mirada de Innsmouth provoca desconfianza, en el menor de los casos, o directamente odio y repulsión. En cierto modo, constituye una fealdad tan profunda que amenaza con la muerte a quienes la encuentran en el espejo. Esto claramente delata una profunda ansiedad ante el otro de ojos saltones y fijos que nunca parecen cerrarse. Pero, ¿qué sucede si esa mirada se vuelve hacia afuera? ¿Qué significa para un observador normativo encontrarse con el Otro? A medida que el narrador descubre los misterios de Innsmouth encuentra esta misma amenaza existencial.

Al principio, el narrador siente inquietud al observar a la gente de Innsmouth. Su propia defensa afectiva es el miedo, pero no el rechazo. Quiero decir, el narrador de La Sombra de Innsmouth no asume la postura típica del hombre blanco que considera al otro desde una postura de privilegio racial. No los observa, como otros personajes de Lovecraft, desde una estatura moral, ética y genética superior, que solo puede traducirse en el examen de un mamífero de orden inferior. No. El narrador de La Sombra sobre Innsmouth siente miedo, que poco a poco se va diluyendo a medida que se reconoce en el otro.

Esto es un salto monumental en la obra de Lovecraft y su postura ante la otredad.

En este contexto, la mirada de Innsmouth proporciona un contrapunto. El otro no es solo un objeto de observación científica. El otro también devuelve la mirada. De hecho, podemos pensar que esos «ojos fijos» son una forma de resistencia de los ciudadanos de Innsmouth a la objetivación racial de sus vecinos. Esta gente no es sumisa ante la mirada del hombre blanco. Los residentes de Innsmouth no están inmovilizados por la mirada del otro, sino que exhiben una autoridad amenazante, confrontativa, precisamente a través del principal marcador de su diferencia racial: ojos que nunca parecen cerrarse.

La descripción que hace el narrador, presuntamente humano, de la gente de Innsmouth, insinúa la sospecha de que la otredad racial no puede objetivarse o contenerse de manera segura. Por otro lado, el rechazo de los residentes ante la posibilidad de que un forastero explore su comunidad, ofrece un interesante encuentro entre dos culturas, marcado por la desconfianza. Antes de llegar a Innsmouth, y conocer a sus habitantes, el narrador asume el espíritu de un investigador científico. Quiere examinar y registrar la historia y la arquitectura del área, así como su genealogía. Al conocer Innsmouth, se ve a sí mismo como una especie de antropólogo, de observador distante de sus diferencias. Sin embargo, estas posturas deshumanizantes colapsan cuando descubre que él mismo es también el otro.

Eventualmente el narrador abandona por completo su desapego científico al descubrir que su ansiedad proviene de la negativa de los residentes de Innsmouth a someterse a su intrusión en su comunidad y a la mirada objetivante que la acompaña. En otras palabras, deja de ser un sujeto observador y se convierte en el objeto de la mirada de los demás.

Pero, ¿qué significa para el narrador, en términos de alter ego de Lovecraft, ser objeto de la mirada del otro?

El giro final, a la vez horroroso y provocativo, revela que el narrador es bisnieto de Obed Marsh. Después de su terrible experiencia en Innsmouth, su bisabuela comienza a llamarlo en sueños. Sin embargo, la respuesta del protagonista al darse cuenta de que la alteridad que lo aterrorizaba y repugnaba en Innsmouth también es parte de su ser, no se traduce en desesperación. En cambio, acepta el llamado y abraza su herencia racial.

No pretendo afirmar que La Sombra sobre Innsmouth sea un relato progresista, sino que se trata de la historia de un sujeto que amplía su definición de lo humano para incluir a otros, y eso no tiene nada que ver con el racismo. Más aun, Lovecraft no plantea la transformación de su protagonista como una degradación, sino como una liberación. Al aceptar su herencia, al integrarse en el otro, el horror se convierte en una especie de exaltación:


Esplendores inauditos me esperan abajo, y los buscaré pronto.


Sin embargo, incluso este entusiasmo final alberga ambivalencia: ¿la elección del narrador de asimilarse a la cultura ajena es una extensión de su búsqueda de conocimiento? Descubrirá y presenciará los «esplendores inauditos» de las profundidades; pero, ¿lo hará con la mirada de un explorador o de un hermano perdido hace mucho tiempo? Lovecraft no ofrece una respuesta definitiva. Pero la decisión tomada por el protagonista de reconocer y cultivar los elementos previamente discriminados de su interioridad es, como mínimo, una señal empática que pocos críticos de Lovecraft se atreven a reconocen (ver: Lovecraft contra los finales de mierda)




H.P. Lovecraft. I Taller gótico.


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El artículo: «La Sombra sobre Innsmouth»: del odio racial a la empatía fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Algo que podría pensarse sobre los Mitos. Si ser humano es pertenecer a una especie insignificante, el descubrir una pertenencia a seres muy lejanos en el espacio, de otra dimensión, tal vez sea algo positivo. Casi como ser un semidios en los mitos griegos.

Poky999 dijo...

Excelente propuesta. Todos somos parte de un mestizaje.
Claramente este artículo de opinión me permite ver que muchas veces se descontextualiza a Lovecraft, siendo que hay alegorías mucho más profundas que se extraen a partir de inferencias globales.



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