«El Extraño» de Lovecraft como secuela de «La Casa Usher» de Poe


«El Extraño» de Lovecraft como secuela de «La Casa Usher» de Poe.




El Extraño (The Outsider) —escrito en 1921 y publicado en la edición de abril de 1926 de Weird Tales— es un relato fundamental en la obra de H.P. Lovecraft. No solo fue una de sus primeras historias profesionales, sino que encabezó la primera antología de Arkham House: El extraño y otros (The Outsider and Others). Como tal, ha sido interpretada de manera extensa y variada, pero siempre con un eje común: la presencia subrepticia de Edgar Allan Poe (ver: «El Extraño» de Lovecraft como metáfora del parto)

En efecto, El Extraño de Lovecraft podría ser una secuela de La caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher), escrito en 1839. [ver: El secreto de Madeline: análisis de «La Casa Usher»]

No solo el Castillo Subterráneo de El Extraño es una versión lovecraftiana de las ruinas de la Casa Usher, sino que podemos encontrar un antecedente del protagonista del relato de Lovecraft en la figura de Madeline Usher. Pero, antes de avanzar, es importante tener en cuenta que gran parte de la obra del maestro de Providence se dedica a explorar nuevas dimensiones a partir del horror cósmico insinuado por E.A. Poe en La caída de la Casa Usher; de manera tal que los guiños aquí son tan recurrentes como intencionales (ver: Poe vs. Lovecraft: dos miradas opuestas sobre el Horror)

En cierto modo, El Extraño se construye a partir de las imágenes de Edgar Allan Poe, aunque distorsionadas, como la Casa Usher propiamente dicha y el Castillo Subterráneo de El Extraño, la biblioteca de Roderick Usher y los estantes de libros antiguos en el castillo, el páramo que rodea ambas construcciones, el escape de una tumba, y una escena final donde los protagonistas se encuentran cara a cara con su destino.

No obstante esas similitudes estructurales, ambas historias fluyen en dirección opuesta. Hay una corriente desde la vida hacia la muerte en el cuento de Poe, mientras que Lovecraft explora un ascenso desde muerte a la vida en El Extraño. Ambas direcciones, sin embargo, confluyen en una resurrección.

¿Es el Extraño el vástago monstruoso de Roderick y Madeline Usher?

Sería desatinado ser concluyentes en este punto, aun cuando el tema principal de La caída de la Casa Usher sea el incesto, además del deseo de muerte (ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft).

Contrariamente a lo que proponen muchos eruditos, Lovecraft no era un imitador de Poe. Es cierto que El Extraño es una historia temprana, y lleva los signos evidentes de un homenaje a Poe, pero hay mucho más debajo de la superficie de esta historia, ciertas inconsistencias, si se quiere, que le añaden riqueza y valor psicológico (ver: Psicología de Edgar Allan Poe).

El Extraño parece una historia arcaica, como si hubiese sido encontrada en las páginas de un libro carcomido por el moho y los gusanos. Algunos sostienen que podría tratarse virtualmente de la transcripción de un sueño y que, por lo tanto, así debería leerse. Lo mismo ocurre con La caída de la Casa Usher: se percibe como una historia vieja. En ambos casos, pareciera que somos testigos del sueño de los narradores, quienes experimentan una sucesión de imágenes y eventos cambiantes, que tienen sentido mientras sueñan, pero que en la vigilia se tornan irracionales y absurdos.

Si La caída de la Casa Usher es, sobre todo, una ilustración de la experiencia de deslizarse desde la vigilia al mundo de los sueños, cuando la conciencia se tambalea antes de sumergirse en una realidad simbólica, El Extraño se propone explorar ese mismo estado de trance, un limbo entra la vigilia y el sueño.

En este contexto, La caída de la Casa Usher representa un pasaje del mundo diurno al nocturno, donde reina el pasado y la muerte. El Extraño, decíamos, también ocupa ese intersticio entre la vigilia y el sueño, entre la luz y la oscuridad, pero en un recorrido inverso, es decir, desde la pesadilla del sueño a la vigilia, de a muerte a la vida.

En otras palabras, mientras Roderick Usher simbólicamente se va a dormir al final de la historia (el sueño de la muerte), el Extraño despierta al inicio del relato. En ambos casos, ni el sueño ni la vigilia ofrecen consuelo a los protagonistas.

Tanto El Extraño como La caída de la Casa Usher poseen un marco espacial análogo. En el cuento de Poe, sabemos que los Usher vivieron en la casa durante siglos. Su reflejo arquitectónico, el Castillo Subterráneo, descansa sobre los cadáveres apilados de generaciones muertas en El Extraño. En ambas historias el tiempo mismo está encarnado en el espacio, y más precisamente en la figura del castillo en descomposición, infinitamente viejo e infinitamente horrible. Los dos narradores no están identificados. Ninguno puede calcular el tiempo que ha vivido en sus respectivos castillos. No podemos culparlos por esa impresición, uno nunca sabe cuando empiezan y terminan las pesadillas (ver: Cómo empiezan y terminan realmente nuestros sueños)

Los Usher están encerrados dentro del espacio reducido de su casa. La oscuridad y una penumbra irredimible la invadieron. Al llegar, el narrador no identificado (como en El Extraño), es un amigo de la infancia de Roderick Usher. Este avanza a través de largos e intrincados pasillos hasta el estudio de Roderick, donde queda maravillado, y espantado, por el cortinado oscuro y la enorme altura del techo abovedado. El Extraño también vive en un castillo en penumbras, restringido a vagar por oscuros pasillos y cámaras lúgubres con cortinas negras. Los techos son tan altos que no llegan a verse, a lo sumo, uno alza la vista solo para encontrar telarañas y sombras.

A pesar de esa sensación de amplitud, tanto la Casa Usher como el Castillo Subterráneo son espacios cerrados que limitan el movimiento de los personajes principales. En cierto modo sobrevuelva una atmósfera de encierro en ambas historias, de prisión (ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror).

Los Usher están enfermos y moribundos, aparentemente inducidos por la Casa a un estado de trance. Son como sonámbulos en la antesala de la muerte. Roderick está encadenado a la Casa, al igual que su hermana, Madeline, que es una figura oscura en la historia. El Extraño también está encerrado, pero su situación emocional es diferente: ansía la luz, anhela liberarse de la penumbra del Castillo Subterráneo, desea salir del aislamiento y la soledad.

Tanto la Casa Usher como el Castillo Subterráneo parecen estar vivos (ver: La Casa como entidad orgánica y consciente en el Gótico), especialmente las piedras de los muros. Roderick le dice a su amigo que la casa es sensible, y que las piedras colocadas por sus antepasados poseen cierta condensación de una atmósfera propia. La Casa Usher respira.

El Castillo Subterráneo es más un lugar muerto, pero sus piedras gastadas y envejecidas parecen hechas de carne. Cuando el Extraño rumia: creo que quien me cuidó debe haber sido sorprendentemente anciano, ya que mi primera concepción de una persona viva fue la de alguien burlonamente como yo, pero distorsionado, marchito y en descomposición como el castillo, realmente está personificando el Castillo vivo, casi como si fuera su padre.

E.A. Poe nombra a los libros de la Casa Usher. Van desde la época clásica hasta a la contemporánea (con el autor) y abarcan una diversidad de géneros, provienen de siete países diferentes y están en cuatro idiomas europeos diferentes. Además, los volúmenes de la biblioteca de Roderick Usher no son imaginarios, sino reales. Podemos pensar que esos títulos fueron elegidos por Edgar Allan Poe para darnos una mayor comprensión de la psicología Roderick (ver: E.A. Poe y la Locura como sublime forma de la inteligencia).

Todos esos libros, entonces, son una expresión del intelecto de Roderick. Son libros raros, oscuros, como el Belfegor, una novela sobre un arcángel caído y una posesión demoníaca. También está la obra Swedenborg sobre visiones y experiencias místicas. El viaje subterráneo habla de una tierra debajo de la superficie que conocemos, donde las personas son árboles que caminan y hablan. Los trabajos sobre quiromancia tratan de predecir el futuro. La novela de Ludwig Tieck habla de Gloriana, la Reina de las Hadas, que gobierna en un paraíso dentro de una montaña, donde viven las almas de los grandes poetas. La obra de Campanella relata la visita al sol de los habitantes de una utopía. El Directorium Inquisitorium contiene instrucciones para examinar y diagnosticar la la herejía e incluye una lista de libros prohibidos.

En El Extraño los libros no se nombran. Sabemos que el Extraño ha leído algunos libros mohosos, pero generalmente reflexiona sobre imágenes. En el Castillo Subterráneo, tal vez los libros de Usher se descomponen en estantes podridos, quizás volviéndose ilegibles, reflejando la corrupción y la decadencia del intelecto de la familia. Quizás estos extraños libros hayan afectado la mente de Extraño: está confundido acerca de qué es la realidad. Los libros no tienen nombre, replicando la naturaleza incipiente, embrionaria, de su intelecto.

El Extraño escapa de su tumba. Emprende un peligroso viaje, escalando la torre del Castillo, como en la búsqueda de una revelación. Se atreve a ir más allá de su espacio cerrado. Su lucha es una versión diabólica del nacimiento, mientras trepa por la torre. Este es escape simbólico del útero materno contrasta con el cuento de Edgar Allan Poe, que presenta un regreso al útero, ilustrado por el entierro prematuro de Madeline (ver: Horror Uterino: descenso hacia el inconsciente colectivo).

En ambos cuentos hay un entierro prematuro: el del Extraño en su castillo, como una tumba, y el de Madeline, sepultada viva por su hermano. Ella también sale de su tumba. Resucita, y su lucha por escapar de la tumba es paralela al aterrador ascenso del Extraño por la torre.

Este último concluye cuando el Extraño abre una trampilla y cae a un espacio llano envuelto en oscuridad. Aterrorizado, se abre camino a tientas hasta un portal de piedra. Un torrente de luz de luna lo baña, como a un bebé recién nacido. Está eufórico pero también confundido. Ha alcanzado un terreno llano, no una altura elevada. Aventurándose, encuentra losas y columnas de mármol, eclipsadas por una antigua iglesia de piedra, cuya aguja en ruinas brillaba espectralmente a la luz de la luna.

Este es el comienzo del páramo.

Impulsado por un recuerdo a medias, cruza la tierra baldía, que se asemeja al páramo que rodea la Casa Usher: un terreno malsano, lleno de juncos rancios y unos pocos troncos podridos, que infecta el estado de ánimo del narrador anónimo mientras cabalga hacia la Casa Usher.

La desolación de la tierra y la Casa son análogas a la enfermedad de Roderick y Madeline. De hecho, el narrador es convocado por Roderick para traer algún alivio a su enfermedad. En términos mitológicos, la misión del narrador es restaurar la salud de Roderick, lo cual simbólicamente habría significado devolver la fertilidad a la tierra.

Pero hay un peligro, como en los cuento de hadas, tal vez el narrador quede envuelto en el delirio de Roderick, en su realidad alucinada. Esto es lo que ocurre finalmente. El narrador cede poco a poco a la influencia de Roderick, se convierte en un actor secundario en ese mundo alucinógeno.

Los paisajes en ambas historias están llenas de ruinas y páramos, pero hay diferencias: la tierra y la Casa se enfatizan en el cuento de Edgar Allan Poe, pero en el de Lovecraft ambos elementos son las reliquias de estructuras anteriores, un páramo de ruinas humanas.

Después de su viaje, el Extraño llega a un venerable castillo de hiedra, otra imagen distorsionada de la Casa Usher. Lovecraft despliega este castillo como algo vivo y lleno de alegría, en contraste con la Casa Usher, que es una mansión de penumbra, con muros desolados y ventanas vacías como ojos. El castillo de hiedra tiene ventanas abiertas, magníficamente resplandecientes de luz, y el interior resuena con alegría. El Extraño recuerda entonces las torres desaparecidas y se maravilla con las nuevas alas agregadas, nuevamente invocando una memoria profunda.

El pasado está enterrado en nuestros recuerdos, y en cierto modo estructura nuestra realidad, genera las ideas que forman nuestras percepciones. El pasado es la base de nuestro vivir, pero también de nuestra muerte. Sin embargo, el Extraño está desorientado entre sus recuerdos: se ha escapado en un paisaje soñado y ahora empieza a despertar vertiginosamente. En cierto sentido, el Extraño emerge del reino de la inconsciencia a la conciencia, pero el elemento perturbador es la ausencia de una base sólida para comprenderse a sí mismo y al mundo extraño, pero familiar, en el que ahora habita.

Mirando a través de las ventanas del castillo de hiedra, el Extraño observa una multitud de personas en una fiesta. Anhela unirse a su compañía. Su esperanza de escapar de la soledad y la oscuridad está cerca de cunplirse. Pero, al entrar por una ventana, es testigo de una conmoción entre los parroquianos. Gritan, esconden sus rostros y se tropiezan unos con otros en una loca carrera para huir del castillo.

Al principio, el Extraño cree que hay algún peligro acechando en la habitación. Con cautela, examina sus alrededores. Alarmado, siente algún movimiento y grita al ver una monstruosidad inconcebible, indescriptible e innombrable. Confundido y aterrorizado, el Extraño se tambalea hacia adelante y se ve a sí mismo en un espejo.

En el momento culminante, el Extraño descubre que él es el monstruo. Su mundo se derrumba. Todo pierde sentido. Cuando toca el espejo se produce una colisión entre la autopercepción y la realidad objetiva. Y esta revelación de un yo oculto que ha sido reprimido, el veradero Yo, echa luz sobre lo que hemos leído hasta entonces (ver: H.P. Lovecraft vs. Dante: el infierno es la locura).

En cierto sentido, el tiempo que el Extraño ha pasado en el Castillo Subterráneo representa su identidad reprimida, similar al intento de Roderick de reprimir a su otro yo, Madeline, al enterrarla viva. La confrontación del Extraño con el espejo conduce a la repulsión por sí mismo; y este encuentro cara a cara es paralelo al abrazo final de Madeline y Roderick, quien la había sepultado viva como una parte reprimida de sí mismo (ver: «In Articulo Mortis»: Poe, Lovecraft y algunas opciones para retrasar la muerte).

En la escena culminante, Roderick está con el narrador dentro de la Casa; este útimo siente el acercamiento de la fatalidad, acompañada por una secuencia de sonidos cada vez más perturbadores. Comienzan con crujidos y rasgaduras, luego con gritos o chirridos bajos y aparentemente distantes, pero ásperos, prolongados y muy inusuales, y finalmente por una reverberación distinta, hueca, metálica y estridente, pero aparentemente amortiguada.

Luego, los muros de la recámara se abren lánguidamente, revelando a Madeline, resucitada, como el Extraño.

Ella tiembla. Se tambalea. Su túnica blanca está empapada de sangre y tiene las marcas de la tumba. Ella es... repugnante, como el Extraño, una figura de horror y patetismo. Entonces Madeline cae sobre su hermano, como si estuviera siendo absorbida por él en el abrazo de la muerte. Mientras el narrador huye, la Casa Usher se derrumba en el Tarn, engullida por su imagen reflejada en el agua.

La historia de Lovecraft ilustra el proceso de convertirse en alguien desconocido para uno mismo, en otro, en un extraño. En el cuento de E.A. Poe, Madeline también se convierte en otro surgiendo de la tumba en una forma monstruosa, ya no verdaderamente humana.

El protagonista de Lovecraft se mira en un espejo y se vuelve un extraño para sí mismo, ¿o es que finalmente se conoce a sí mismo?

¿Acaso ha atravesado el espejo hacia la locura?

¿O será que la cosa en el espejo se apodera de él?

En La caída de la casa Usher, un espejo revela una grieta estructural en el castillo, presagiando su desaparición.

Recordemos que Lovecraft elogió la historia de Edgar Allan Poe en El horror sobrenatural en la literatura, y conjeturó que la Casa y los dos hermanos son una trinidad de entidades anormalmente vinculadas que tal vez compartían una misma alma (ver: Edgar Allan Poe por H.P. Lovecraft).

El cuento de Poe es arquetípico, escrito en un estilo elegante, con extrañas caracterizaciones y simetría de imágenes, con un ritmo lento pero creciente hasta el clímax. El Extraño de Lovecraft es un relato más tosco, más áspero, pero posee la misma fuerza inquietante. Aunque recuerda al cuento de Poe, no es una imitación de La caída de la Casa Usher, sino el primer paso de una transición hacia el horror cósmico (ver: Horror Cósmico: el universo conspira para destruirnos).

Desde aquí en El Espejo Gótico creemos que El Extraño es una secuela de La caída de la Casa Usher, pero una secuela involuntaria, escrita desde la perspectiva de un hombre joven, introvertido y solitario, que trata de encontrar su identidad en un mundo hostil. Ese encuentro, o reencuentro, con uno mismo, puede ser peligroso, incluso siniestro, como diría Sigmund Freud, la clase de encuentro que uno puede tener con algo desconocido pero que alguna vez fue familiar (ver: Freud, el Hombre de Arena, y una teoría sobre el Horror).

En esencia, El Extraño es una historia de autodescubrimiento que conduce a la repulsión por uno mismo (ver: Atrapado en el cuerpo equivocado: la identidad de género en el Horror).

Lovecraft refleja las imágenes y acciones de La caída de la Casa Usher. Trabaja con los mismos materiales. Si lo pensamos como una secuela, El Extraño tiene lugar después del colapso de la Casa Usher, donde ésta última se vuelve a imaginar como un Castillo Subterráneo después de su derrumbe (ver: El Horror siempre viene desde el Sótano). 

En otras palabras, el Castillo Subterráneo es lo que queda de las ruinas de la Casa Usher (ver: Lo Subterráneo en la ficción)

Lovecraft admiraba a Poe, y reconocía la importancia y la influencia de su trabajo. En parte, Poe vio el arte como una forma de liberarse de la conciencia ordinaria hacia un dominio de belleza y asombro y espanto; para Lovecraft, toda liberación implica mayor miedo y pavor. 

El Extraño, creemos, es un primer paso hacia el horror cósmico que Lovecraft desarrollaría después, y qué mejor que darlo sobre las ruinas de la Casa Usher.




H.P. Lovecraft. I Edgar Allan Poe.


Más literatura gótica:
El artículo: «El extraño» de Lovecraft como secuela de «La Casa Usher» de Poe fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Poky999 dijo...

Interesante análisis. Requiere habilidad comprender a estos autores, por eso las críticas me han ayudado a identificar ciertos arquetipos presentes. Muchas gracias

Sebastian Beringheli dijo...

Gracias a vos, Poky. Me alegro que te sirva el material.



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