Cosmicismo: la filosofía del Horror Cósmico


Cosmicismo: la filosofía del Horror Cósmico.




El Horror Cósmico, principalmente a través de la figura de H.P. Lovecraft, terminó conformando toda una filosofía: el Cosmicismo.

La filosofía del Cosmicismo propone que no existe una presencia divina en el universo, al menos ninguna que se acerque a nuestra idea de Dios, y que los seres humanos no somos más que partículas insignificantes en el gran tejido cósmico, el cual sustenta formas de vida mucho más complejas y avanzadas que la nuestra.

Este es el tema más preponderante del Horror Cósmico, y acaso su rasgo más distinguible en términos de género literario: la insignificancia de la humanidad en contraste con las poderosas fuerzas que habitan el universo.

En este sentido, a menudo se confunde al Cosmicismo con el Nihilismo, pero éste último rechaza la posibilidad de un propósito superior, mientras que el Cosmicismo enfatiza únicamente nuestra absoluta irrelevancia en el esquema universal.

La filosofía de Lovecraft se expresa claramente en todos sus relatos: no es la ausencia de significado (nihilismo) lo que produce ese horror insondable en sus protagonistas, sino el descubrimiento de que no tienen poder alguno en la escala cósmica, que están indefensos ante fuerzas infinitamente superiores.

Es por eso que, en la mayoría de los casos, esas fuerzas cósmicas son indiferentes ante el ser humano. No hay maldad, ni bondad, en ellas, sino una agenda que nos resulta completamente indescifrable. Cualquier significado, o propósito, que resida en las acciones de estos seres (Antiguos, Nyarlathotep, Azathoth, Yog-Sothoth, etc.) con incomprensibles para nosotros, tanto como la física cuántica lo es para un primate menor.

La filosofía del Cosmicismo es algo así como una respuesta natural, aunque meditada, ante esas fuerzas inconcebibles, para las cuales la ciencia humana, y la religión, resultan totalmente ineficaces como medios válidos para explicarlas. Allí donde la ciencia y la religión fracasan, el Cosmicismo se hace presente como un sentimiento de impotencia.

En el núcleo de los relatos de Lovecraft siempre se encuentra el germen del Cosmicismo, representado con mayor intensidad en la diferencia de escala entre la humanidad y el universo, la cual genera horror e impotencia, y en la búsqueda del conocimiento que termina en desastre, a menudo a través del Necronomicón y otros libros apócrifos de los Mitos de Cthulhu.

Si bien es cierto que el Cosmicismo parece desprender un pesimismo rancio, en realidad se ajusta más a una mirada racional sobre los fenómenos cósmicos. En definitiva, el universo es indiferente a la humanidad, tanto como cualquiera de nosotros lo es respecto del destino de una hormiga.

No hay una maldad intrínseca en esa indiferencia. Por esa razón, en las obras de Lovecraft, las poderosas cósmicas que de tanto en tanto interactúan con nuestra realidad no son esencialmente malignas, sino más bien indiferentes hacia la humanidad. Aunque peligrosos para nuestra existencia, estos seres nunca son representados en el Cosmicismo como buenos o malos, ya que esos conceptos proceden de nuestra moral, y ésta no tiene ninguna aplicación en el esquema más amplio del universo.

Así como uno puede pisar una hormiga, o incluso devastar accidentalmente un hormiguero entero, sin enterarse jamás de haberlo hecho, en ocasiones estos seres interdimensionales pueden barrer con la vida humana sin siquiera advertirlo.

De eso se trata el Horror Cósmico: un universo sin sentido, indiferente, que los seres humanos y sus limitadas facultades nunca podrían entender.

Aunque el Cosmicismo rechaza la religión, utiliza términos como «dioses» para referirse a esas fuerzas cósmicas. Esto no tiene nada que con la espiritualidad; es decir, no se tratan de «dioses» en un sentido religioso, ni siquiera mitológico, sino de seres superiores, muy superiores, pero que obedecen a un conjunto de leyes naturales que, desde nuestra perspectiva, parecen mágicas.

Algo similar a lo que propone una de las Leyes de Clarke:


Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.

(Any sufficiently advanced technology is indistinguishable from magic)




Taller literario. I Mitos de Cthulhu.


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2 comentarios:

Jesús dijo...

Ahora que lo pienso, no somos muy diferentes a esos dioses. ¿Cómo nos miraría una hormiga? ¿Cómo podría hacerse la idea de que su hormiguero, entorno o universo peligra constantemente por a una colosal plaga? Quizás merecemos que nos barran del cosmos, y deberíamos dejar de considerarnos inocentes.
Buen artículo, me sirvió mucho para comprender esta filosofía (aunque me está jodiendo la conciencia).
PD: Me encanta este blog.

Anónimo dijo...

Pues bien, como no sabemos la respuesta, afirmar, o negar, la existencia de un dios sin principio ni fin, creador de todo, es una cuestión de fe, una elección, una elección emocional que prescinde de la certeza racional, y se basa en emociones como la resignación a la propia pequeñés, o el terror, a la orfandad de un padre superior a todos, o protector, que nos cuida y guía nuestros destinos, que nos mira a cada uno como un hijo.
Pienso en la consciencia como el producto más sofisticado de la creación,y me gusta pensar que cada ser sintiente es una partícula de una conciencia inconmensurable en su tamaño y calidad, y que nuestro camino correcto es aumentarla para crear mayor armonía como pago justo. a la oportunidad de ser, ...pero esto también es una elección,claro.



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