«Azathoth»: H.P. Lovecraft; relato y análisis.
Azathoth (Azathoth) es un relato fantástico del escritor norteamericano H.P. Lovecraft (1890-1937), escrito en junio de 1922 y publicado de manera póstuma por Arkham House en la antología de 1943: Más allá del muro del sueño (Beyond the Wall of Sleep), y luego reeditado en la colección de 1944: Marginalia (Marginalia).
El nombre de Azathoth, una de las criaturas más conocidas tanto del Ciclo Onírico como de los Mitos de Cthulhu, hace aquí su primera y más espectacular aparición.
Para muchos, Azathoth es la primera página tentativa de una novela que H.P. Lovecraft no se atrevió a escribir.
Algunos podrán argumentar que H.P. Lovecraft sí escribió una novela: El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward) —y acaso también En las montañas de la locura (At The Mountains of Madness)—, aunque podríamos discutir esa clasificación con argumentos irrefutables. La verdadera novela inédita de H.P. Lovecraft se encuentra en los párrafos embrionarios de Azathoth.
Según el testimonio del propio H.P. Lovecraft, vertido en su copioso epistolario, la intención original de Azathoth era operar como prefacio de una novela de terror al estilo de las viejas novelas góticas de corte oriental, acaso homenajeando al clásico de William Beckford: Vathek (Vathek), donde Azathoth sería una especie de sultán-demonio desterrado de los círculos del mundo físico.
Lo cierto es que aquella novela gótica jamás pasó de la primera página, que tras la muerte de H.P. Lovecraft se publicaría con el nombre de Azathoth.
Azathoth es, subjetivamente, uno de los mejores cuentos de H.P. Lovecraft. El protagonista, cuyo nombre jamás se menciona, vive en una pequeña y opresiva habitación cuya única ventana se abre hacia otras muchas aberturas que se aprietan unas a otras. Para mirar el cielo debe alzar la vista casi verticalmente. Noche tras noche, obnubilado por las estrellas, aquel hombre oprimido por la ciudad y su arquitectura recibe una visita insospechada que lo liberará de las ataduras asfixiantes de su entorno.
La historia de Azathoth como personaje de los Mitos de Cthulhu parte de una simple nota fechada en 1919. Allí H.P. Lovecraft escribió:
AZATHOT: odioso nombre.
(AZATHOTH: hideous name)
El origen del nombre Azathoth proviene quizás de la combinación de los nombres bíblicos Anathoth y Azazel, demonio que también es mencionado en el cuento: El horror de Dunwich (The Dunwich Horror).
Otras fuentes posibles podrían ser, en principio, el término alquímico Azoth, título de un notable libro de Arthur Edward Waite, autor que serviría de inspiración para el hechicero Ephraim Waite en el relato: El ser en el umbral (The Thing on the Doorstep); y, en segundo lugar, algunas criaturas mencionadas por Lord Dunsany en Los dioses de Pegana (The Gods of Pegana).
Azathoth es conocido como: "el primer motor del caos", "la antítesis de la creación", "el necio sultán de los demonios"; "el que roe, gime y babea en el centro del vacío final". Se lo describe como una masa amorfa, colosal y caótica. El universo entero forma parte de su esencia, lo cual no ha evitado que una terrible maldición lo haya dejado ciego e idiota, según H.P. Lovecraft, "lobotomizado". Azathoth se mueve como una nube que flota incesantemente al ritmo de tambores y flautas blasfemas. Yog-Sothoth es uno de los pocos dioses con los que mantiene un trato cordial.
H.P. Lovecraft menciona a Azathoth en numerosos relatos, entre ellos: El que susurra en la oscuridad (The Whisperer in Darkness), Los sueños en la casa de la bruja (The Dreams in the Witch House) y El morador de las tinieblas (The Haunter of the Dark).
Otros autores pertenecientes al Círculo Lovecraft también se ocuparon de Azathoth, por ejemplo, en Hidra (Hydra, Henry Kuttner), El que acecha en el umbral (The Lurker at the Threshold, August Derleth), Los insectos de Shaggai (The Insects from Shaggai, Ramsey Campbell), El hocico en la alcoba (The Snout in the Alcove, Gary Myers), La secta del idiota (The Sect of the Idiot, Thomas Ligotti), Azathoth (Azathoth, Edward Pickman Derby), Azathoth en Arkham (Azathoth in Arkham, Peter Cannon), La venganza de Azathoth (The Revenge of Azathoth, Peter Cannon), El pozo de los Shoggoths (The Pit of the Shoggoths, Stephen M. Rainey), La locura fuera del tiempo (The Madness Out of Time, Lin Carter), El trono de Achamoth (The Throne of Achamoth, Richard L. Tierney y Robert M. Price), La última noche de la Tierra (The Last Night of Earth, Gary Myers), El sultán demonio (The Daemon-Sultan, Donald R. Burleson), El espacio de la locura (The Space of Madness, Stephen Studach), La torre sin nombre (The Nameless Tower, John Glasby), por citar solo algunos.
Azathoth.
Azathoth, H.P. Lovecraft (1890-1937)
Cuando la vejez se derramó sobre el mundo, y la maravilla abandonó las mentes de los hombres; cuando ciudades grises elevaron altas torres, sombrías y lúgubres, bajo cuyos mantos nadie puede soñar con el sol, o los campos florecientes de la primavera; cuando el conocimiento despojó a la tierra de su alfombra de belleza, y los poetas no cantaron sino fantasmas distorsionados, vistos con ojos legañosos; cuando estas cosas hubieron pasado, y los anhelos infantiles se esfumaron para siempre, hubo un hombre que empleó su vida en la búsqueda de los espacios hacia los que habían huido los sueños del mundo.
Poco hay registrado sobre el nombre y procedencia de este hombre, ya que eso correspondía exclusivamente al Mundo Despierto, aunque se cree que ambos eran oscuros. Baste saber que vivía en una ciudad de altos muros, donde reinaba un estéril crepúsculo; y que se debatía diariamente entre sombras y alborotos, volviendo al hogar durante el atardecer, a una habitación cuya ventana no se abría sobre hierbas y árboles, sino a un brumoso patio, sobre el que muchas otras ventanas se abrían en penosa desesperación.
Desde aquella ventana sólo se divisaban muros y ventanas, salvo que uno se inclinara para atisbar hacia las alturas, hacia las tímidas estrellas que allí habitaban. Y ya que tanto los desnudos muros como las ventanas conducen pronto a la locura (al hombre que lee y sueña demasiado), el inquilino de esta habitación solía asomarse noche tras noche, observando las alturas para vislumbrar alguna diminuta parte de las cosas que estaban más allá del Mundo Despierto.
Con el correr de los años, fue conociendo a los astros de curso lento por su nombre, y a seguirlos con la fantasía cuando, con pesar, se deslizaban fuera de su vista; hasta que al fin, sus ojos se abrieron a esa infinidad de secretos paisajes, cuya existencia, la mirada vulgar jamás repara.
Cierta noche, los cielos cubiertos de sueños se abalanzaron hacia la ventana del Solitario observador, para fundirse con la atmósfera viciada de su alcoba, y hacerle partícipe de sus ominosas maravillas.
Sobre la habitación arribaron ignotas corrientes de crepúsculos violetas, resplandeciendo con nubes de oro; huracanes de oro y fuego arremolinándose desde los más profundos espacios, inundados con perfumes de Más Allá de los universos. Mares opiáceos se derramaron allí, alumbrados por soles que los ojos jamás han contemplado, cobijando entre sus revoluciones extraños peces y ninfas marinas de olvidados abismos.
La silenciosa eternidad giraba en torno al soñador, arrebatándolo sin tocar siquiera el cuerpo que se asomaba con rigidez a la solitaria ventana; y durante días no registrados por los calendarios del hombre, las mareas de las lejanas esferas lo transportaron a reunirse con los Sueños por los que tanto había suspirado, los Sueños que el hombre había perdido. Y en el transcurso de multitud de ciclos, tiernamente, lo depositaron durmiendo sobre una verde playa al amanecer; una ribera verde, exuberante, exhalando dulces fragancias por los capullos de lotos y sembrado de rojos camalotes...
H.P. Lovecraft (1890-1937)
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2 comentarios:
Maravilloso! un relato muy breve, pero hermoso!
Mil gracias!!!
No entendí muy bien, el hombre al final le gana la locura y empieza a soñar ??
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