Richard Upton Pickman: análisis del personaje de Lovecraft.


Richard Upton Pickman: análisis del personaje de Lovecraft.




[«Había una pintura llamada La lección —¡que el cielo se apiade de mí!— Escucha, ¿imaginas un círculo en cuclillas de cosas parecidas a perros en un cementerio que le enseñan a un niño pequeño cómo alimentarse como ellos? El precio de ser changeling, supongo, ya conoces el viejo mito sobre cómo las hadas dejan sus engendros en las cunas a cambio de los bebés humanos que roban. Pickman estaba mostrando lo que les sucede a esos bebés robados, cómo crecen, y luego comencé a ver una relación horrible en los rostros de las figuras humanas y no humanas.»]


Hoy analizaremos a Richard Upton Pickman, tal vez uno de los personajes más extraños de H.P. Lovecraft. Apareció por primera vez en el relato: El modelo de Pickman (Pickman's Model), publicado originalmente en la edición de octubre de 1927 de la revista Weird Tales, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1939: El extraño y otros (The Outsider and Others) [ver: De la luz a la oscuridad: psicología de «El modelo de Pickman»]

A Lovecraft no le gusta empezar por el comienzo, sino más bien en algún punto cerca del final, y desde allí reconstruyela historia. El modelo de Pickman, entonces, empieza en un punto indeterminado, cuando el narrador, llamado Thurber, comienza a frecuentar a Richard Upton Pickman. Lovecraft presenta información de manera casual, pero que se vuelve importante a medida que avanzamos en la historia.

Esas piezas del rompecabezas, poco significativas en apariencia, como el pasado familiar de Richard Upton Pickman, tienen un impacto crucial más adelante [ver: Las «familias extrañas» de Lovecraft]. El flaco de Providence es muy hábil empleando este recurso. Sabe que El modelo de Pickman depende casi exclusivamente de la eficacia del golpe final, y también que este necesita un sustento [ver: Lovecraft contra los finales de mierda]

Richard Upton Pickman es un artista capaz de crear pinturas tan grotescas como extraordinariamente ejecutadas. El narrador se hace amigo de Pickman, y lo visita en su galería personal, situada en un barrio pobre de Boston. A medida que el lector va conociendo el arte y la mente de Pickman, las cosas se vuelven más y más extrañas, y las pinturas cada vez más espantosas, terminando con una enorme pieza de un humanoide de aspecto vagamente canino, de ojos rojos, masticando a una víctima humana. En este punto, Pickman sale corriendo de la habitación con una pistola en la mano, mientras Thurber despliega lo que parece ser un pequeño pedazo de papel adherido a la pintura. Se oyen algunos disparos. Luego, Pickman regresa con el arma todavía humeante. Ratas, afirma. Más tarde nos enteramos que ese pedazo de papel es una fotografía. Pickman no se inspiró en su imaginación enferma para su pintura, sino en una criatura real.

Para cuando Lovecraft comienza el relato, Richard Upton Pickman ya ha desaparecido:


[«Ahora que ha desaparecido, doy una vuelta por el barrio de vez en cuando, pero mis nervios no son los que eran. No, no sé qué ha sido de Pickman.»]


A pesar de su ausencia física en el tiempo presente del relato, Thurber nos permite reconstruir a Richard Upton Pickman, en cierto modo, haciendo que esté presente en términos simbólicos. Es descrito como un «genio del arte mórbido»; y se asegura que «Boston nunca ha tenido un pintor más grande que Richard Upton Pickman». Su afición por lo mórbido, de algún poco, parece ser una cuestión hereditaria, ya que Pickman es tataranieto de una de las brujas de Salem ejecutadas por Cotton Mather en los célebres e infames juicios de 1692. Lovecraft es muy riguroso aquí, pero no se afana de sus conocimientos [como suelen hacer los escritores mediocres]. No los luce de manera arrogante. Simplemente inserta pequeños detalles que le dan coherencia interna a la historia. Por ejemplo, Pickman y Upton eran nombres muy comunes en la región de Salem durante el período de la cacería de brujas [ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft]

Ahora bien, en El modelo de Pickman no hay fechas exactas, pero de acuerdo a lo que se narra en otro texto [Historia del Necronomicón (History of The Necronomicon)], sabemos que Richard Upton Pickman desapareció en algún momento de 1926. Este será un dato importante más adelante.

Dentro de El modelo de Pickman, todo lo que sabemos sobre Richard Upton Pickman proviene del narrador, Thurber, de modo que es importante decir algo sobre él. Se lo describe como un tipo imperturbable y sofisticado. «Supongo que me viste lo suficiente en Francia para saber que no me noquean fácilmente», dice Thurber, lo cual insinúa que pudo haber sido un veterano de la Primera Guerra Mundial. De este modo, Lovecraft establece que Thurber es un hombre templado, alguien que no se impresiona fácilmente. Esta construcción del carácter del narrador realza su espanto posterior al ver las pinturas de Pickman. El hecho de que alguien que estuvo presente en una de las guerras más sangrientas de la historia se asquee ante una pintura, bueno, dice mucho sobre la pintura.

De hecho, a lo largo de la historia veremos a este hombre, que ha salido intacto del trauma de la guerra, transformarse en alguien histérico después de interactuar con Richard Upton Pickman. Más aun, el pobre Thurber engrosa la lista de personajes de Lovecraft que desarrollan una fobia como resultado de sus experiencias; en este caso en particular, a cualquier espacio subterráneo, incluido el metro [ver: Lo Subterráneo en la ficción].

A propósito, el propio Lovecraft no se sentía cómodo en ambientes subterráneos, y suele utilizar este elemento en varios relatos, como en el narrador de El horror oculto (The Lurking Fear) [ver: La degeneración de la familia Martense]. A modo de irónico homenaje, Robert Barbour Johnson homenajeó a Lovecraft en una historia que se desarrolla enteramente en el metro: Bien abajo (Far Below) [ver: En el Metro: el horror subterráneo de lo reprimido].

Richard Upton Pickman, entonces, es un artista cuya perversa genialidad roza la locura, o bien un artista cuya condición de loco lo vuelve genial. El límite es impreciso. ¿Acaso la locura una especie de efecto secundario de su genialidad? Sabemos que sus obras incitan a la locura en el observador por ser extremadamente vívidas, tanto que estimulan una especie de desapego de la realidad, una confusión entre realidad y símbolo:


[«La locura y la monstruosidad residían en las figuras del primer plano, porque el arte morboso de Pickman era predominantemente demoníaco. Estas figuras rara vez eran completamente humanas, pero a menudo se acercaban a la humanidad en diversos grados. La mayoría de los cuerpos, aunque eran aproximadamente bípedos, tenían un molde vagamente canino (…) Por lo general se alimentaban y a veces se mostraban en grupos en cementerios o pasajes subterráneos, peleando por su presa (…) Otras se los mostraba saltando por las ventanas abiertas por la noche o en cuclillas sobre el pecho de los durmientes, ansiando sus cuellos (…) ¡Eran los rostros, Eliot, esos rostros malditos que miraban lascivamente y salían del lienzo con el aliento mismo de vida!»]


Es decir que las pinturas de Richard Upton Pickman hacen borrosa la frontera entre la realidad y lo sobrenatural en el espectador [el propio estudio de Pickman en North End, Boston, se encuentra en una área fronteriza]. Esto se encuadra dentro del concepto de lo Siniestro de Sigmund Freud: la realidad corresponde a una representación inconsciente, pero lo Siniestro irrumpe cuando la realidad ya no corresponde a una representación [ver: Lo Siniestro en la ficción]. Por supuesto, luego nos enteramos que las pinturas de Richard Upton Pickman son tan realistas porque están basadas en modelos reales, pero ni Thurber ni el lector lo saben en este punto.


[«Fue algo que encontré en mi abrigo a la mañana siguiente. Ya sabes, el papel enrollado clavado en el espantoso lienzo del sótano; lo que pensé era una fotografía de alguna escena que pretendía usar como fondo para ese monstruo (…) Bueno, no era una fotografía de ningún fondo después de todo. Lo que mostraba era simplemente el ser monstruoso que estaba pintando en ese horrible lienzo. Era el modelo que estaba usando, y su fondo era simplemente la pared del estudio del sótano con todo lujo de detalles. ¡Pero, por Dios, Eliot, era una fotografía tomada de la vida real!»]


En este punto de la historia, Lovecraft deja en claro que todo fue real: los Ghouls, el propio Richard Upton Pickman como una especie de híbrido diabólico, las pinturas, la fotografía, todo. De hecho, Richard Upton Pickman reaparecerá como un Ghoul en otro relato: en La búsqueda onírica de la desconocida Kadath (The Dream-Quest of Unknown Kadath), donde, curiosamente, ayuda a Randolph Carter.

El «modelo» del título tiene varios significados. Las criaturas retratadas, los Ghouls, son el modelo, al igual que la pintura como una copia de esos seres es un modelo también. A lo largo del relato, Lovecraft borra progresivamente la distinción entre Richard Upton Pickman y su «modelo», creando así un efecto Siniestro.

En esencia, El modelo de Pickman es un viaje sensorial por la mente, pero representada en el aspecto físico. La historia en sí misma revela un interesante desplazamiento de la luz a la oscuridad. Lovecraft muestra la dualidad de la oscuridad. Por supuesto, la oscuridad produce miedo e inquietud; pero también es fascinante.

La acción empieza a la luz racional del día; luego, Richard Upton Pickman conduce al narrador a través de un callejón con una luz tenue, hasta llegar a otro callejón pero sin luz alguna. Estos callejones, además de oscurecer el entorno progresivamente, se vuelven más y más estrechos. Una vez que entran al apartamento, Richard Upton Pickman enciende una lámpara para que el narrador pueda ver sus pinturas. Mientras descienden al sótano, Pickman usa una linterna. En ese estudio subterráneo, un equipo de acetileno le proporciona la luz necesaria para el trabajo. De este modo, Lovecraft nos ha llevado desde la luz a la oscuridad; y se infiere que Richard Upton Pickman, aunque necesita luz para pintar, realmente preferiría una oscuridad total [ver: El Horror siempre viene desde el Sótano]:


[«No quiero la luz del día para lo que hago. Pinto en el sótano, donde está la inspiración.»]


Para Richard Upton Pickman, la oscuridad es creatividad. Para la mayoría, esta parte del subconsciente [o de la Sombra, en términos de Carl Jung], está fuera de nuestros límites. Es un sitio que permanece inexplorado, oscuro. Richard Upton Pickman, sin embargo, no permite que esa región oscura de su mente permanezca sin explorar. Para él, la oscuridad representa una fuente de creatividad. La cámara fotográfica, además, se convierte en un dispositivo de luz; ya que capta la luz [y la ausencia de luz] y la mantiene prisionera, inalterable, para su posterior examen. La cámara fotográfica, entonces, captura la oscuridad de la psique de Richard Upton Pickman, es decir, los espantosos seres que el resto de la humanidad no puede imaginar y comprender.

En cierto sentido, Richard Upton Pickman representa la imaginación que recrea una imagen en forma artística. Aunque sus pinturas pueden ser asquerosas, uno puede descartarlas como el producto de la imaginación perturbada de un loco. Pero la fotografía que recupera Thurber, el «modelo» real, demuestra que Richard Upton Pickman no está loco y que estas cosas realmente existen.

Richard Upton Pickman, entonces, conoce la verdad; una verdad demasiado horrible para ser siquiera concebida. El público que ve sus pinturas, desde luego, rechaza este mundo oscuro a través del desagrado y la repulsión. Después de todo, si la oscuridad representa la verdad artística, es lógico que nos de miedo, porque la verdad no es simplemente dolorosa, sino fea. Los verdaderos artistas, como Richard Upton Pickman [y Lovecraft], encuentran la verdad en los sitios más oscuros, lugares de mierda a los que nadie quisiera ir, y además tienen el valor de no darles la espalda a sus descubrimientos, por espantosos que sean.

Lovecraft, a través de Richard Upton Pickman, no solo nos lleva en este viaje desde la luz de la oscuridad, sino desde la superficie a lo subterráneo. Los sótanos de Richard Upton Pickman lo acercan físicamente a su verdad artística [ver: Georgie vs. Pennywise: el sótano arquetípico]. La lógica aquí sería: cuánto más te acercas a la verdad [el sótano está más cerca de las criaturas subterráneas], más necesario es el secreto, incluso la clandestinidad. Richard Upton Pickman no vive en la superficie, como Thurber y el resto de la humanidad, sino en un nivel más bajo; y al final de la historia eventualmente desciende aun más, luego de aceptar su herencia genética como una de estas criaturas.

Sin embargo, Thurber tiene atisbos de esa verdad que existe en lo profundo, en la oscuridad, y esto le impide volver a ser completamente una persona de la superficie ocupada en asuntos mundanos. A medida que nos cuenta su historia, Thurber se embriaga, probablemente para hacer menos real, menos vívida, la horrible realidad del mundo de Richard Upton Pickman. Sin embargo, cuando llega al clímax de su narración se da cuenta que nada puede distanciarlo de lo que ha visto. Entonces pide café, símbolo de sobriedad, y una vez más reconoce que todo ha sido cierto, que todo ocurrió, por increíble que parezca a la luz del día.

Una vez más, Lovecraft demuestra ser un escritor muy hábil. El hecho de que Thurber pida café y recupere la sobriedad restaura su confiabilidad como narrador. Si fuera un ebrio, su relato no tendría credibilidad. Incluso podemos percibir esto en su forma de hablar. Mientras bebe, Thurber es excesivamente descriptivo, empleando adjetivos y adverbios casi desaforadamente [ver: El adverbio que cayó del espacio]. Cuando recupera la compostura emplea una prosa más simple y directa. Además, Thurber, uno de los pocos protagonistas de Lovecraft que no se aferra al consuelo de la locura para explicar sus terribles experiencias.

Richard Upton Pickman también refleja las preocupaciones de Lovecraft por la aceptación de su producción artística. Al igual que Pickman, Lovecraft eligió el horror como tema: «Ha dejado de interesarme si alguien lee mi basura o no. Quiero divertirme escribiendo», dice en una carta. No obstante, estaba preocupado. Sabía que el horror era un género menor en su tiempo, y que difícilmente lograría que se lo tomara en serio. En este sentido, hay mucho de Lovecraft en Richard Upton Pickman. Ambos son artistas de lo extraño que resultan inaceptables para el gran público, el público de la superficie, de la luz; a pesar de su autenticidad.

Si bien es cierto que Lovecraft sabía que el horror siempre fue rechazado por la alta literatura, también era consciente de la fascinación del ser humano por lo macabro [ver: La atracción por lo Macabro en la ficción]. Thurber, sin ir más lejos, está completamente fascinado por la obra de Richard Upton Pickman; tanto es así que comienza a trabajar en una monografía sobre el arte extraño. Aquí, Lovecraft se refleja en Richard Upton Pickman, y convierte a sus lectores de Weird Tales en Thurber. En el proceso, reparte elogios subrepticios; porque solo Thurber [los lectores de Weird Tales] saben apreciar el genio de Richard Upton Pickman [Lovecraft]. [ver: El Círculo de Lovecraft y la aristocracia de «Weird Tales»]

Ahora bien, la reacción instintiva de Thurber ante los Ghouls es señalarlos como seres antinaturales, sin embargo, son productos biológicos de la naturaleza, no criaturas sobrenaturales. Ellos, como nosotros, son producto de la evolución. Casi todo el bestiario de Lovecraft descansa sobre la idea de que las formas de vida más primitivas pueden haber evolucionado hasta convertirse en seres pensantes. Es decir que buena parte del horror de Lovecraft es fundamentalmente darwiniana. Si uno va a aceptar las verdades de la ciencia, parece decir Lovecraft, entonces también debemos aceptar la posibilidad de que tales monstruos estén al acecho en algún lugar. En este sentido, Richard Upton Pickman es un «realista» al igual que el propio Lovecraft, porque solo de este modo se puede abordar legítimamente la anatomía del miedo; en un caso, empleando las palabras adecuadas, o los trazos y proporciones justas, en el otro.

Richard Upton Pickman, entonces, es Lovecraft en cierto modo. Ambos son darwinianos que describen el mundo de una manera realista, y ambos utilizan escenarios reales del mundo cotidiano moderno. Al igual que Lovecraft, Richard Upton Pickman no es aceptado como un verdadero artista debido al tema con el que ha elegido trabajar. Sin embargo, ha descubierto la verdad artística y ha podido transmitirla a otros. En El modelo de Pickman, el horror es una ventana abierta a esa verdad, la cual no quiere ser abierta por los académicos, quienes tienen en sus manos el poder de decidir qué temas son dignos de expresión artística y cuáles son basura.

Pero hay más similitudes. Richard Upton Pickman, como Lovecraft, pasa gran parte de su vida en la pobreza, ocasionalmente dando lecciones a aspirantes a pintores para complementar sus ingresos; del mismo modo en que el flaco de Providence fue escritor fantasma de muchos autores menores, cuando no absolutamente carentes de talento [ver: Lovecraft como escritor fantasma]. La filosofía de Richard Upton Pickman, además, es idéntica a la de Lovecraft [ver: La filosofía lovecraftiana detrás de los Mitos de Cthulhu]. A propósito, Thurber menciona lo siguiente:


[«Solo el verdadero artista conoce la anatomía real de lo terrible o la fisiología del miedo, el tipo exacto de líneas y proporciones que se conectan con los instintos latentes o los recuerdos hereditarios del miedo, y el color adecuado, los contrastes y efectos de iluminación precisos para agitar esa sensación latente de extrañeza»]


Lovecraft, en su elogio a E.A. Poe, emplea las mismas palabras. «comprendió perfectamente la mecánica y la fisiología del miedo y la extrañeza». Richard Upton Pickman, al igual que Lovecraft, es un «realista minucioso, meticuloso, casi científico». Tal vez por eso Thurber se atreve a comparar la obra de Richard Upton Pickman con la de varios artistas reales; entre ellos, Henry Fuseli, Gustave Doré, Francisco Goya y Clark Ashton Smith. [ver: Los secretos de «La pesadilla» de Henry Fuseli]

Es interesante que Lovecraft no haya ido más lejos en las relaciones entre humanos y Ghouls [Pickman, recordemos, es mitad-Ghoul]. Las cosas serán diferentes cuando lleguemos a Innsmouth unos años más tarde y descubramos las consecuencias directas del mestizaje entre los Profundos y los humanos [ver: «La Sombra sobre Innsmouth»: del odio racial a la empatía]. Si la sospecha de Thurber es correcta, esto es, que los Ghouls se desarrollaron a partir de los humanos, ¿debemos pensarlos como una evolución o una involución? Quizás los Ghouls son «superiores» de acuerdo a leyes biológicas que desconocemos, y solo nos parecen «inferiores» porque nos detenemos únicamente en su aspecto y hábitos. De todos modos, no hay sexo El modelo de Pickman; solo hay cruces a través del método estandar de los Changelings, aprobado por el folclore medieval [ver: En la cama de Lovecraft]

Años más tarde, decíamos, Richard Upton Pickman regresa en La búsqueda onírica de la desconocida Kadath. Es una participación modesta, tanto que Robert M. Price escribió:


[«El Richard Upton Pickman de La búsqueda onírica de la desconocida Kadath seguramente tiene poca relación con el personaje del mismo nombre que conocimos en El modelo de Pickman, aunque aparentemente es la misma persona»]


En El ser en el umbral (The Thing on the Doorstep) conocemos a Edward Pickman Derby, un poeta maldito de Arkham que fue admitido en la Universidad de Miskatonic a los dieciséis años. Dos años después publicó un libro de poemas que le valió algunos elogios: Azathoth y otros horrores (Azathoth and Other Horrors). Tras la muerte de su madre, este otro Pickman se unió a los círculos ocultistas de la universidad. Fue en una de estas reuniones donde conoció a Asenath Waite, una mujer de Kingsport, hija del reputado mago Ephraim Waite. La pareja se casó unos meses después y luego se mudaron a la mansión Crowninshield, en las afueras de Arkham. Al principio, Edward Pickman Derby fue bastante feliz. De hecho, escribió un poema en honor a su esposa: Para Asenath (To Asenath); sin embargo, después de tres años de creciente tensión, Asenath desapareció, Edward solicitó el divorcio, y luego fue internado en el Manicomio de Arkham [ver: Lovecraft y la ansiedad de género: análisis de «El ser en el umbral»]

Después de unos meses en la institución, pareció recuperarse, pero luego Daniel Upton, un amigo cercano, le disparó en un aparente ataque de locura. Después de eso, Derby obtuvo algo de fama póstima. La Biblioteca de la Universidad de Miskatonic ha conservado otros documentos de Derby. Lamentablemente, Lovecraft no da fechas precisas para la vida de Derby, y la poca información que hay sobre él a menudo entra en conflicto. Sin embargo, es curioso que en El ser en el umbral aparezcan dos personajes con los nombres Pickman y Upton. [ver: Atrapado en el cuerpo equivocado]

En Los sueños en la Casa de la Bruja (The Dreams in the Witch House) conocemos esta aterradora y antigua casa de Arkham, situada en el número 197 de E. Pickman Street, que fue el hogar de Keziah Mason. Su arquitectura es extraña, llena de curiosos ángulos y habitaciones imposibles. En una época se convirtió en una pensión, pero se vio obligada a cerrar debido a los constantes ataques de roedores que parecían provenir desde debajo de la tierra. Lovecraft probablemente utiliza el nombre de Pickman como dirección de la Casa de la Bruja para sugerir que estos misteriosos rodedores son en realidad Ghouls. [ver: Lovecraft y los mundos subterráneos]

Más allá de esto, la casa resultó gravemente dañada durante una tormenta en marzo de 1931. Fue demolida en diciembre de ese año, y los trabajadores encontraron algunos artículos impactantes que luego fueron donados a la Universidad de Miskatonic; entre ellos, algunas pinturas que bien podrían haber sido realizadas por Richard Upton Pickman.

Ahora bien, en el universo de Lovecraft los Ghouls viven en túneles, principalmente debajo de cementerios tanto en el mundo de la vigilia como en las Tierras del Sueño [Dreamlands]. Son seres de rasgos caninos, patas con pezuñas y piel gruesa que despiden un olor a moho. Su dieta suele ser necrófaga. Acostumbran llevar su alimento de vuelta al Peñasco de los Ghouls [Crag of the Ghouls] en las Tierras del Sueño, donde lo devoran y arrojan los restos al Valle de Pnath. No son criaturas completamente antisociales; de hecho, poseen cierta organización social. Su colonia principal, es cierto, es bastante desorganizada, aunque a veces pueden seguir a un líder circunstancial. Abdul Alhazred vivió durante algunos meses con los Ghouls, y los describe como seres que habitan en cuevas y acechan caravanas. Recientemente, los Ghouls han comenzado a secuestrar bebés humanos, criarlos y usarlos como sus sirvientes y ejecutores en la superficie. Uno de los más conocidos es Richard Upton Pickman [ver: Ghouls: la historia secreta de los Necrófagos en la ficción]

A pesar de su aspecto, los Ghouls no son necesariamente hostiles con los humanos que se toman el tiempo para aprender su lenguaje, hecho de balbuceos y gruñidos, o que les presentan el Signo de Ankh [ver: «¡Iä! ¡Iä! ¡Cthulhu fhtagn!»: análisis del R'lyehian] Por otro lado, pueden ser bastante hostiles con aquellos que entran en sus excavaciones sin ser invitados.

En 1926, Richard Upton Pickman desapareció de su casa en Boston [su estudio subterráneo nunca fue encontrado], junto con la mayoría de sus pinturas y la antigua copia familiar del Necronomicón, más precisamente la copia griega de Olaus Wormius. Algunos, sin embargo, afirman que Richard Upton Pickman se suicidó, pero otros creen que habita en algún lugar de las Tierras del Sueño. Por lo poco que sabemos de esa dimensión, ambas cosas pueden ser ciertas [ver: Seres Interdimensionales en los Mitos de Cthulhu]

Una forma legítima de conocer a un artista como Richard Upton Pickman [o como Lovecraft] es estudiar su obra. En El modelo de Pickman llegamos a conocer algunos de sus cuadros. Por allí tenemos Ghoul alimentándose (Ghoul Feeding); La lección (The Lesson) [«Ghouls enseñando a un niño aparentemente humano cómo alimentarse como ellos»]; Accidente en el metro (Subway Accident), donde vemos a los Ghouls atacando a una multitud en el metro de Boylston Street; Holmes, Lowell y Longfellow enterrados en Mount Auburn (Holmes, Lowell, and Longfellow Lie Buried in Mount Auburn), que revela a unos Ghouls en una bóveda, leyendo y riéndose de una guía de Boston. En total, El modelo de Pickman presenta varios cuadros de Richard Upton Pickman, aunque solo unos pocos títulos.

No deja de ser curioso que toda la obra pictórica de Richard Upton Pickman no esté hecha de trazos, proporciones, texturas, pigmentos y formas, sino de palabras. La suya es una pintura exclusivamente escrita; de modo tal que estamos condenados a percibir la obra de Richard Upton Pickman, genialmente ejecutada para la vista, solo leyéndola. Sus pinturas, desbordantes de una grotesca riqueza técnica, según Thurber, son para nosotros palabras.


[«Otra pintura mostraba una danza en Copp's Hill, entre las tumbas con el trasfondo de hoy. Luego había una gran cantidad de vistas de sótanos, con monstruos que se arrastraban a través de agujeros y grietas en la mampostería y sonreían mientras se ponían en cuclillas detrás de barriles u hornos y esperaban que su primera víctima descendiera las escaleras. Un lienzo repugnante parecía representar una vasta sección transversal de Beacon Hill, con ejércitos de monstruos mefíticos como hormigas abriéndose paso a través de madrigueras que horadaban el suelo. Los bailes en los cementerios modernos se representaban libremente (...) y cada rostro parecía tan distorsionado por una risa epiléptica y reverberante que casi creí escuchar los ecos diabólicos.»]

Hay otro detalle extraño que debemos mencionar en este análisis de Richard Upton Pickman. Como ya hemos visto, aparece por primera vez en El modelo de Pickman (1926), reaparece en La búsqueda onírica de la desconocida Kadath (1926), y luego recibe algo de atención en Historia del Necronomicón (1927); sin embargo, la línea de tiempo de los eventos en estas historias no están completamente sincronizadas. Por ejemplo, en Historia del Necronomicón se afirma que Richard Upton Pickman desapareció en 1926, y también fecha el año de los eventos finales de El modelo de Pickman. En La búsqueda onírica de la desconocida Kadath, Randolph Carter se encuentra con Richard Upton Pickman:


[«Allí, en una lápida de 1768 robada del Granary Burying Ground en Boston, estaba sentado el Ghoul que una vez fue el artista Richard Upton Pickman. Estaba desnudo y gomoso, y había adquirido tanto de la fisonomía macabra que su origen humano ya era oscuro. Pero todavía recordaba un poco de inglés, y podía conversar con Carter en gruñidos y monosílabos, ayudado de vez en cuando por el balbuceo de los Ghouls.] [ver: Lovecraft y las lenguas prehumanas]


Carter sostiene que Pickman era un artista de Boston que tuvo la amabilidad de presentarle a un Ghoul. En el momento en que Randolph Carter se encuentra con Pickman en las Tierras del Sueño, este ya se ha transformado casi totalmente en un Ghoul; pero, en La llave de plata (The Silver Key, 1926), se dice Randolph Carter perdió la capacidad onírica de visitar las Tierras del Sueño en 1903, a la edad de 30 años [ver: La crisis de la mediana edad de Randolph Carter]. Por lo tanto, los eventos de La búsqueda onírica de la desconocida Kadath [es decir, donde Carter y Pickman se encuentran] deben haber ocurrido antes de 1903; o en una línea de tiempo diferente.

Es decir que la desaparición del Richard Upton Pickman de aspecto humano [en El modelo de Pickman] se produjo, como mínimo, 23 años después de que Randolph Carter lo encontrara, ya completamente transicionado como un Ghoul, en las Tierras del Sueño. ¿Cómo Pickman pudo aparecer como un Ghoul antes de 1903 para Randolph Carter, pero en el momento de su desaparición, en 1926, todavía era mayormente humano? Me cuesta imaginar que Lovecraft haya sido tan descuidado. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que tuviera en mente algún tipo de paradoja temporal que explicara estas discrepancias y que no llegó a ejecutar más adelante [ver: H.P. Lovecraft y los viajes en el tiempo]. Por otro lado, tal vez las Tierras del Sueño no estén sujetas a nuestro tiempo lineal, por lo que cualquier suceso que se produzca allí es independiente de la ubicación físico-temporal del visitante, en este caso, Carter [ver: Los Perros de Tindalos y los ángulos del tiempo]

¿Qué revelan las pinturas de Pickman? Dos de ellas podrían estar dándonos una pista. En una pintura [sin nombre] se representa a una bruja colgada, su cuerpo rodeado de Ghouls. Sus facciones, de hecho, son similares a los rasgos de los Ghouls. Del mismo modo, otra pintura representa a una piadosa familia cristiana con un niño de aspecto malvado que se parece a Pickman. Con esto Lovecraft sugiere que, incluso si la apariencia física de alguien no es completamente la de un Ghoul, algunas personas pueden estar contaminadas o transformadas en carácter. Randolph Carter claramente conoció a Richard Upton Pickman en el mundo real porque recordó su apariencia humana. Esto sugiere algunas cosas:

a- Dado que Pickman ya era un pintor conocido en Boston en ese momento, posiblemente sea solo unos años más joven, o de la misma edad, que Randolph Carter.

b- Pickman ya estaba interactuando con Ghouls antes de 1903 y de hecho le presentó uno a Carter en el mundo real.

c- Randolph Carter nunca se encontró con Pickman en las Tierras del Sueño antes de La búsqueda onírica de la desconocida Kadath.

d- Pickman era un Ghoul en las Tierras del Sueño al menos veinte años antes de mostrar signos físicos de transformación en el mundo real. Esta sugerencia: Un yo del sueño puede parecer completamente diferente de la persona existente en el mundo real, y puede reflejar el deterioro moral de una persona en el plano físico, como sugieren los cuadros de Pickman. ¿Son entonces los Ghouls el clímax del deterioro moral de los seres humanos?


[«Ya sabes lo malditamente reales que eran las pinturas de Pickman, cómo todos nos preguntábamos de dónde había sacado esas caras.»]


El escándalo que suscitaron las obras de Pickman no fue suficiente para revocar su membresía del Boston Art Club. Pero la evidencia fotográfica que robó Thurber probaba que Pickman tenía una relación cercana, quizás amistosa, con seres monstruosos del inframundo, e hizo necesaria su expulsión. En el contexto de la historia, la fotografía del modelo de Pickman sirve como evidencia casi incontrovertible de que estaba aliado con el diablo: ¿De qué otra manera podría conseguir que un monstruo que habita en las alcantarillas posara en su estudio para una fotografía? Este detalle explica por qué es tan difícil llevar a Lovecraft al cine. Pensemos, por ejemplo, en lo siguiente:

Si hubiese una película, esta tendría que mostrar al público el equivalente de la fotografía. Pero, ¿es más efectivo ver realmente la fotografía o simplemente saber de su existencia, como sucede en el relato de Lovecraft? Es decir, ¿ver el equivalente de la fotografía del modelo de Pickman hace que esta técnica sea más efectiva que otras fuentes ficticias de evidencia de lo sobrenatural? Alternativamente, podríamos preguntar: ¿Se beneficiaría una versión cinematográfica de El modelo de Pickman al mostrarle la imagen a la audiencia?

La fotografía de El modelo de Pickman confirma la existencia de los Ghouls, pero ¿cómo son estos monstruos? Si uno está familiarizado con Lovecraft, incluso sin leer la historia, sabe que los Ghouls son indescriptiblemente horribles:


[«No sirve de nada que trate de decirles cómo eran, porque el horror atroz, blasfemo, y la repugnancia y la fealdad moral que se percibía en ellos está más allá del poder de las palabras».]


Lovecraft puede darse el lujo de presentar una serie de pinturas utilizando únicamente palabras, y al mismo tiempo asegurar que no existen palabras para describirlas [ver: Lovecraft y las lenguas extraterrestres]. Por supuesto, el flaco de Providence eventualmente nos da algunos detalles más, pero en gran medida son solo sugerentes:


[«La locura y la monstruosidad yacen en las figuras en primer plano, ya que el arte mórbido de Pickman era eminentemente uno de retratos demoníacos. Estas figuras rara vez eran completamente humanas, pero a menudo se acercaban a la humanidad en diversos grados. La mayoría de los cuerpos, aunque aproximadamente bípedos, tenían una caída hacia delante y un aspecto vagamente canino. La textura de la mayoría era una especie de goma desagradable. ¡Uf! ¡Ahora puedo verlos! Sus ocupaciones... bueno, no me pidan que sea demasiado preciso. No diré sobre qué. A veces se los mostraba en grupos en cementerios o pasajes subterráneos, y a menudo parecían estar en una batalla por su presa, o mejor dicho, su tesoro oculto. ¡Y qué maldita expresividad Pickman daba a los rostros ciegos sobre su botín del osario! Ocasionalmente, las cosas aparecían saltando a través de las ventanas abiertas por la noche, o acuclilladas sobre los pechos de los durmientes. Un lienzo mostraba un círculo de ellos aullando sobre una bruja ahorcada en Gallows Hill, cuyo rostro muerto tenía un parentesco cercano con el de ellos».


Es importante para Lovecraft que el lector nunca sepa con precisión cómo son estos monstruos. Solo revela unos pocos detalles de su apariencia. Si uno tuviera que hacer una versión cinematográfica de la historia, sería mejor que no mostrara las pinturas con demasiada claridad. Y, lo más importante, que no mostrara la fotografía. Cualquier película seguramente sufriría más en la medida que mostrara detalles adicionales.


«Ya sabes, se necesita un arte profundo y una visión profunda de la naturaleza para producir cosas como las de Pickman. Cualquier truco de portada de revista puede salpicar pintura salvajemente y llamarlo una pesadilla o un sabbath, pero solo un gran pintor puede hacer que algo así realmente asuste o parezca real.»]


Es como si Lovecraft [al que ya hemos identificado en la misma dimensión filosófica, estética y personal que Pickman] nos estuviese diciendo, por un lado, que cualquier imbécil puede hacer una ilustración más o menos sangrienta, más o menos desagradable [¿como las portadas de Weird Tales? ¿Como las pésimas películas de terror que estamos tan acostumbrados a ver?], pero también que ciertas personas, inmersas en la mierda, como Pickman, pueden expresar con macabra fidelidad. El propio Lovecraft, en este punto, da un paso atrás. Se abstiene de la literalidad de Pickman, y solo nos da algunos trazos elusivos de los Ghouls, quizás porque sabía que una descripción más minuciosa [como obligatoriamente tendría que ocurrir en el cine] tendría un efecto contrario. En este sentido, nuestro análisis de Pickman bien podría inscribirse en el mismo desatino.




H.P. Lovecraft. I Mitos de Cthulhu.


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El artículo: Richard Upton Pickman: análisis del personaje de Lovecraft fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Angel Grave dijo...

Excelente análisis sobre una de las mejores obras del maestro Lovecraft



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