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«Antes de que me sacaran el ojo»: Emily Dickinson; poema y análisis.


«Antes de que me sacaran el ojo»: Emily Dickinson; poema y análisis.




«Antes de que me sacaran el ojo
también me gustaba ver—
como ven otras Criaturas que tienen ojos.»



Antes de que me sacaran el ojo (Before I got my eye put out) es un poema de la escritora norteamericana Emily Dickinson (1830-1886), escrito en 1862 y publicado de manera póstuma en la antología de 1924: Poemas (Poems).

Antes de que me sacaran el ojo, otro de los grandes poemas de Emily Dickinson, se nutre de un miedo personal de la autora: la pérdida de la vista. Para una mujer que amaba la lectura, y que postulaba la importancia de escribir, aunque sea a la luz de una lámpara de aceite, el deterioro de su visón era un motivo de pesadilla. Años después de escribir este poema. Emily Dickinson viajó a Boston para recibir un tratamiento oftalmológico. Su principal biógrafo, Richard Sewall, considera que la poeta padecía exotropía, una condición hereditaria. Esto le trajo dificultades para leer durante períodos prolongados, dolores de cabeza, visión doble y sensibilidad a la luz. En 1862, año en el que escribió Antes de que me sacaran el ojo, Emily Dickinson ya padecía estos síntomas de manera intermitente.

El título del poema es un pequeño enigma. El uso de I got, en lugar de they, sugiere que la oradora participó activamente en la extracción de su propio ojo; como mínimo, consintiendo una intervención médica. Por lo tanto, el verso inicial, «antes de que me sacaran el ojo», es doblemente dramático.

La oradora procede a explicar que ha disfrutado tener dos ojos como cualquier otra criatura [«que tiene ojos»],


Antes de que me sacaran el ojo
también me gustaba ver—
como ven otras Criaturas, que tienen Ojos
y de todos modos no lo saben—


Sin embargo, durante el resto del poema asegura que volver a ver el mundo en todo su esplendor la mataría. De hecho, la sola insinuación de recuperar el ojo es un motivo de inquietud. El problema, según sus ideas, es que «ver» equivale a «tener». En este contexto, ella podría «tener el cielo», los bosques, prados, montañas, «estrellas inagotables»; todo sería suyo si pudiera volver a «ver»:


Pero si me dijeran –Hoy –
que podía tener el cielo
para mí —te digo que mi Corazón
se partiría, no cabría en mí—

Las praderas —mías—
las montañas —mías—
los Bosques todos —estrellas sin límite—
todo el Mediodía que pudiera abarcar
la finitud de mi mirada—

Los movimientos de los Pájaros al zambullirse—
la Mañana y su Camino de Ámbar—
todo mío —para verlo cuando quiera—
esas Nuevas podrían matarme—


Si los ojos son las ventanas del alma, la oradora vería a la suya desbordada de estímulos. Incluso la visión de un pájaro o la luz de la mañana podrían ser letales. Al final, concluye que estaría más segura con «adivinar» el mundo, es decir, percibirlo parcialmente a través de una sola lente.

Como suele ocurrir en los poemas de Emily Dickinson, el último verso ofrece un giro: somos vulnerables a demasiada luz. No podemos soportar la verdad y la iluminación. No podemos abrirnos demasiado al exterior. Es mejor ver las cosas con un solo ojo, incompletas:


Así que mejor Adivinar —con sólo mi alma
apoyada en el cristal de la Ventana—
dónde ponen sus ojos las otras Criaturas—
que no temen —al Sol—


Emily Dickinson comienza diciendo que [antes de que le sacaran el ojo] ella era como todas las «criaturas» [«que tienen ojos»]; sin embargo, después [de que le sacaran el ojo] se distancia de los seres que que dependen de la vista e insinúa que conoce otra forma de ver. Una vez que concluye con este acercamiento a su percepción expandida [donde menciona varias cosas que le gustaría ver con claridad], se pregunta qué pasaría si recuperara la vista. La sensación de asombro es palpable. Emily Dickinson parece extasiada ante la mera perspectiva. De repente esta posibilidad se desvanece. La sola insinuación de volver a ver, aún no real, la «dejaría sin aliento», y sin un punto final, decide que probablemente sea más seguro ver con el alma que con los ojos.

Además de los impedimentos físicos, Antes de que me sacaran el ojo habla metafóricamente de una ceguera espiritual. En este contexto, la visión [espiritual], a diferencia de lo que podríamos creer, puede ser abrumadora; por lo tanto, conlleva un peligro.




Antes de que me sacaran el ojo.
Before I got my eye put out, Emily Dickinson (1830-1886)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Antes de que me sacaran el ojo
también me gustaba ver—
como ven otras Criaturas, que tienen Ojos
y de todos modos no lo saben—

Pero si me dijeran –Hoy –
que podía tener el cielo
para mí —te digo que mi Corazón
se partiría, no cabría en mí—

Las praderas —mías—
las montañas —mías—
los Bosques todos —estrellas sin límite—
todo el Mediodía que pudiera abarcar
la finitud de mi mirada—

Los movimientos de los Pájaros al zambullirse—
la Mañana y su Camino de Ámbar—
todo mío —para verlo cuando quiera—
esas Nuevas podrían matarme—

Así que mejor Adivinar —con sólo mi alma
apoyada en el cristal de la Ventana—
dónde ponen sus ojos las otras Criaturas—
que no temen —al Sol—


Before I got my eye put out—
I liked as well to see
As other creatures, that have eyes—
And know no other way—

But were it told to me, Today,
That I might have the Sky
For mine, I tell you that my Heart
Would split, for size of me—

The Meadows —mine—
The Mountains —mine—
All Forests —Stintless stars—
As much of noon, as I could take—
Between my finite eyes—

The Motions of the Dipping Birds—
The Morning’s Amber Road—
For mine—to look at when I liked,
The news would strike me dead—

So safer—guess—with just my soul
Upon the window pane
Where other creatures put their eyes—
Incautious —of the Sun—


Emily Dickinson (1830-1886)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Emily Dickinson.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Emily Dickinson: Antes de que me sacaran el ojo (Before I got my eye put out), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«Debo olvidar tus ojos oscuros»: Mary Shelley; poema y análisis


«Debo olvidar tus ojos oscuros»: Mary Shelley; poema y análisis.




Debo olvidar tus ojos oscuros (I Must Forget Thy Dark Eyes) es un poema de amor de la escritora inglesa Mary Shelley (1797-1851), publicado de forma anónima en 1832, en la revista The Keepsake, y luego incluido en numerosas antologías.

Debo olvidar tus ojos oscuros, uno de los más destacados poemas de Mary Shelley, nos introduce en los pensamientos de una mujer que trata de convencerse a sí misma de que debe olvidar al hombre que ama. No obstante, a medida que el poema avanza, empieza a darse cuenta de que prefiere la muerte antes que el olvido.

El hombre que inspiró este exquisito poema de Mary Shelley fue su esposo, Percy Bysshe Shelley, quien falleció en circunstancias trágicas diez años antes de su composición.




Debo olvidar tus ojos oscuros.
I Must Forget Thy Dark Eyes, Mary Shelley (1797-1851)

Debo olvidar tus ojos oscuros, esa mirada cargada de amor;
Tu voz, que me llenó de emoción,
Tus votos, que me perdieron en este salvaje laberinto,
La presión emocionante de tu suave mano;
Y, aún más querido, ese intercambio de pensamientos,
Que nos acercaba aún más el uno al otro,
Hasta que en dos corazones una sola idea forjó,
Y ya no esperó ni sintió miedo sino por el otro.

Debo olvidar esos adornos de flores:
¿Acaso no fueron los mismos que te di?
Debo olvidar el conteo de las horas brillantes del día,
Su sol ya se ha puesto, y tú no regresarás.
Debo olvidar tu amor, y entonces cerrar
Los ojos llorosos en un día inoportuno,
Y dejar que mis pensamientos torturados busquen el reposo
que los cadáveres encuentran en la tumba.

Oh, por el destino de aquella que, transformada en hojas*,
Ya no puede llorar ni emitir gemidos;
O la reina enferma, quien, temblando mientras sufría,
Encontró que su cálido corazón en piedra se convertía.
Oh, por la corriente de las olas del Leteo**,
Igualmente mortal para la alegría y el arrepentimiento;
Acaso nada de todo esto se pueda salvar;
Pero el amor, la esperanza, y tú, son cosas que no puedo olvidar.


I must forget thy dark eyes' love-fraught gaze,
Thy voice, that fill'd me with emotion bland,
Thy vows, which lost me in this wild'ring maze,
The thrilling pressure of thy gentle hand;
And, dearer yet, that interchange of thought,
That drews us nearer still to one another,
Till in two hearts one sole idea wrought,
And neither hoped nor fear'd but for the other.

I must forget to deck myself with flowers:
Are not those wither'd which I gave to thee?
I must forget to count the day-bright hours,
Their sun is set —thou com'st no more to me!
I must forget thy love! —Then let me close
My tearful eyes upon unwelcome day,
And let my tortured thoughts seek that repose
Which corpses find within the tomb alway.

Oh! for the fate of her who, changed to leaves,
No more can weep, nor any longer moan;
Or the lorn queen, who, chilling as she grieves,
Finds her warm beating heart grow calm in stone.
Oh! for a draught of that Lethean wave,
Mortal alike to joy and to regret!
It may not be! not even that would save!
Love, hope, and thee, I never can forget!


Mary Shelley
(1797-1851)


*Dafne, ninfa de los mitos griegos que se transformó en laurel para escapar del dios Apolo.

**Leteo: uno de los ríos del Hades, que al beber de sus aguas, o al cruzarlas, producía el olvido.




Poemas góticos. I Poemas de Mary Shelley.


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«La noche tiene mil ojos»: Francis William Bourdillon; poema y análisis



«La noche tiene mil ojos»: Francis William Bourdillon; poema y análisis.




La noche tiene mil ojos (The Night Has a Thousand Eyes) es un poema de amor del escritor británico Francis William Bourdillon (1852-1921), publicado en la antología de 1878: Entre las flores y otros poemas (Among The Flowers, And Other Poems).

La noche tiene mil ojos, sin dudas uno de los mejores poemas de Francis Bourdillon, expresa con infinita ternura los pensamientos de alguien que sufre, quizás, por un amor no correspondido.




La noche tiene mil ojos.
The Night Has a Thousand Eyes, Francis William Bourdillon (1852-1921)

La noche tiene mil ojos,
y el día solo uno;
sin embargo, la luz del brillante mundo muere
con el sol moribundo.

La mente tiene mil ojos,
y el corazón solo uno:
Sin embargo, la luz de una vida entera muere
cuando el amor está roto.


The night has a thousand eyes,
And the day but one;
Yet the light of the bright world dies
With the dying sun.

The mind has a thousand eyes,
And the heart but one:
Yet the light of a whole life dies
When love is done.


Francis William Bourdillon (1852-1921)




Poemas góticos. I Poemas franceses.


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Poemas de ojos: la poesía de la mirada


Poemas de ojos: la poesía de la mirada.








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«No mires en mis ojos»: A.E. Housman; poema y análisis


«No mires en mis ojos»: A.E. Housman; poema y análisis.




No mires en mis ojos, por temor (Look not in my eyes, for fear) es un poema mitológico del escritor inglés A.E. Housman (1859-1936), publicado en la antología de 1896: Un muchacho de Shropshire (A Shropshire Lad).

No mires en mis ojos, uno de los grandes poemas de A.E. Housman, nos introduce en la trágica historia de Narciso, cuya versión más elaborada se encuentra en las Metamorfosis de Ovidio (ver: Eco y Narciso: una historia de amor).

El mito griego cuenta que todas las mujeres se enamoraban de la belleza de Narciso, y que todas eran rechazadas por él. Entre ellas estaba la ninfa Eco, condenada por Hera, esposa de Zeus, a nunca emitir sus propias palabras, sino a repetir las de sus interlocutores. Cierto día, Narciso se sobresaltó al sentir una presencia extraña en el bosque, y preguntó: «¿Hay alguien aquí?»; pero sólo escuchó: ...aquí.

El jóven volvió a alzar la voz: «¡Ven!», gritó; pero apenas escuchó: ...ven. Entonces la ninfa Eco salió al encuentro de Narciso, pero éste la rechazó. Llena de pena, ella se ocultó en una cueva, donde se consumió de tristeza.

La escena fue atestiguada por la diosa Némesis, Señora de la Venganza, quien condenó a Narciso a conocer el amor sólo por su propio reflejo, a enamorarse de una nada en las ondulaciones del agua. Así Narciso pronto se encontró con lo único que podía amar: él mismo, reflejado en una corriente. Esta pasión fue tan fervorosa que, incapaz de separarse de su reflejo, Narciso cayó en las aguas al intentar besarse, y se ahogó.

En la orilla donde el joven encontró su muerte creció una flor, el narciso (Νάρκισσος), cuya silueta adormecida aún se inclina hacia su reflejo en el agua.




No mires en mis ojos, por temor.
Look not in my eyes, for fear, A.E. Housman (1859-1936)

No mires en mis ojos, por temor
a que reflejen lo que yo contemplo,
y veas tu rostro demasiado claro,
y lo ames y te condenes como yo.
En largas noches uno ha de echarse
suspirando, frustrado bajo el cielo.
Pero ¿por qué has de perecer?
No mires en mis ojos fijamente.

Escucho la canción de un muchacho griego.
Lo amaron muchos, mas todos en vano.
En el bosque se asomó a un pozo
y su mirada fue su carcelero.
Entre las flores de la primavera,
con la mirada triste, cabizbajo,
resiste a la llovizna en aquel césped,
el narciso, que fue un muchacho griego.


Look not in my eyes, for fear
Thy mirror true the sight I see,
And there you find your face too clear
And love it and be lost like me.
One the long nights through must lie
Spent in star-defeated sighs,
But why should you as well as I
Perish? gaze not in my eyes.

A Grecian lad, as I hear tell,
One that many loved in vain,
Looked into a forest well
And never looked away again.
There, when the turf in springtime flowers,
With downward eye and gazes sad,
Stands amid the glancing showers
A jonquil, not a Grecian lad.


Alfred Edward Housman
(1859-1936)




Poemas góticos. I Poemas de A.E. Housman.


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«La lágrima»: Robert Burns; poema y análisis


«La lágrima»: Robert Burns; poema y análisis.




La lágrima (The Tear Drop) es un poema del romanticismo del escritor escocés Robert Burns (1749-1796), compuesto en 1794. Luego aparecería en varias versiones posteriores de la antologíaPoemas, principalmente en dialecto escocés (Poems, Chiefly in the Scottish Dialect).

La lágrima, uno de los mejores poemas de Robert Burns, expresa los sentimientos de un hombre que sufre por la muerte de su amada. En medio de su pena descubre qué, paradójicamente, su profundo dolor es también la evidencia de que su amor por ella fue real.




La lágrima.
The Tear Drop; Robert Burns (1759-1796)

Mi corazón es angustia, y lágrimas caen de mis ojos;
hace mucho, mucho tiempo que la alegría me es extraña:
olvidado y sin amigos soporto mil montañas,
sin una voz dulce que suene en mis oídos.

Amarte es mi placer, y profundo lastima tu encanto;
amarte es mi desdicha, y esta pena lo ha demostrado;
pero el corazón herido que ahora sangra en mi pecho
se siente como un flujo incansable que pronto será deshecho.

oh, si yo fuese —si acariciar la felicidad yo pudiese—
abajo en el arroyo joven, en el cansado castillo verde;
pues allí deambula entre melodías permanentes
aquella lágrima seca de tus ojos.


Wae is my heart, and the tear's in my e'e;
Lang, lang has Joy been a stranger to me:
Forsaken and friendless, my burden I bear,
And the sweet voice o' Pity ne'er sounds in my ear.

Love thou hast pleasures, and deep hae I luv'd;
Love, thou hast sorrows, and sair hae I pruv'd;
But this bruised heart that now bleeds in my breast,
I can feel, by its throbbings, will soon be at rest.

Oh, if I were-where happy I hae been-
Down by yon stream, and yon bonie castle-green;
For there he is wand'ring and musing on me,
Wha wad soon dry the tear-drop that clings to my e'e.


Robert Burns (1759-1796)




Poemas góticos. I Poemas de Robert Burns.


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En los ojos de la mujer eterna


En los ojos de la mujer eterna.




Fue como un relámpago en la noche que, en vez de iluminar, enceguece. Así eran sus ojos.

Los ví, fijos e imperturbables, como la vaga insinuación de una planicie árida que se asume o se confunde con una sutil profundidad.

Sumergido en aquel resplandor insondable, sin párpados que atenuaran el espanto de estar bajo su órbita, encontré a Orion, el cazador, en las fronteras de una pupila: siete estrellas que se deshacían sobre el iris.

Me atreví a aventurarme más lejos, hacia el los restos de una galaxia remota donde estrellas moribundas se devoraban unas a otras. El espacio inconcebible entre los universos se desgarraba en tonos verdes, pero la definición de ese color mediante la síntesis del signo se inscribe entre las blasfemias del lenguaje. Ningún sonido articulado podría expresar aquella infinitud donde la razón sólo se justifica en la adoración o la locura.

Sé también que pronuncié un conjuro; cortesía fatua que no encontró eco en la distancia. Sus ojos jamás parpadearon, o quizá lo hacían al mismo tiempo que los míos. Imposible saberlo. Tampoco podría decir que el resplandor iluminó mi cuarto, sino más bien que las sombras retrocedieron ante él, arrastrándose, famélicas.

Entonces se abrieron las flores de incontables mundos inexplorados, todos ellos bañados por un rocío intermitente, un musgo perspicaz, la savia que corre por las venas del ombú y se hace sombra para el viajero extraviado.

Y dormí como un niño en los corredores de lo absoluto, porque el hombre es humano en la fantasía y en la tragedia, y el sueño nos reclama tanto en la noche aciaga como en el amanecer de lo fantástico.

Supongo que una mente esclavizada por la lógica podría aceptar que la visión fue el residuo casual de un sueño, pero esta niebla que aturde la vigilia, este rechazo por el deambular absurdo de los días, me obliga a considerar que quizás es otro el que me sueña.

Ella nunca nos abandonará; durante el resto de nuestras vidas encontraremos el eco verdoso de esos universos impresos sobre los párpados cerrados; como una astilla clavada en los recuerdos mientras simulamos que vivimos.

Y los ojos de esa hembra eterna que hemos amado como un asteroide a la deriva siempre estarán ahí para nosotros, inmensos e imperturbables, en el cielo de una oscura noche estival.




Diario Éxtimo. I Egosofía: filosofía del Yo.


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«Lágrimas»: Alfred Tennyson; poema y análisis


«Lágrimas»: Alfred Tennyson; poema y análisis.




Lágrimas (Tears) —a veces titulado: Lágrimas, indolentes lágrimas (Tears, Idle Tears)— es un poema del escritor inglés Alfred Tennyson (1809-1892), publicado en 1847 como parte de una obra mas extensa y ambiciosa: La princesa (The Princess).

Lágrimas, uno de los más exquisitos poemas de Alfred Tennyson, nos invita a presenciar el dolor de una mujer que reflexiona acerca de sus lágrimas y cómo éstas proceden siguiendo un riguroso sendero de recuerdos, de nostalgia, de melancolía por aquellas cosas que se han perdido para siempre.



Lágrimas.
Tears; Lord Alfred Tennyson (1809-1882)

Lágrimas, indolentes lágrimas, no sé qué significan:
Lágrimas que desde lo profundo
De alguna divina desesperación
Se alzan en la esencia del corazón,
y se reúnen en torno a los ojos
Al contemplar los alegres campos de otoño,
Pensando en los días que ya nunca serán.

Frescas como el primer rayo brillante sobre la vela,
Convocando a nuestros amigos del inframundo,
Triste como el último lamento agónico
Que se hunde en el abismo con todo lo que amamos.
Tan tristes, tan frescas, como los días que ya no serán.

Tristes y extrañas como los oscuros crepúsculos del verano,
Las primeras voces de las aves cantaron
Sobre los oídos muertos, junto a los muertos ojos
Que contemplan la mañana trepando sobre la ventana;
Tan tristes, tan frescos, como los días que ya no serán.

Amados como el recuerdo de los besos tras la muerte,
Y dulces como la indiferente fantasía fingida
Sobre aquellos labios que serán de otro;
Profundas como el Amor,
Profundas como el primer Amor,
Salvajes huellas de un pálido remordimiento.
Oh, amarga Muerte en Vida, ellas son el lamento
Por los días que ya nunca serán.

Tears, idle tears, I know not what they mean,
Tears from the depth of some divine despair
Rise in the heart, and gather to the eyes,
In looking on the happy Autumn-fields,
And thinking of the days that are no more.

Fresh as the first beam glittering on a sail,
That brings our friends up from the underworld,
Sad as the last which reddens over one
That sinks with all we love below the verge;
So sad, so fresh, the days that are no more.

Ah, sad and strange as in dark summer dawns
The earliest pipe of half-awaken'd birds
To dying ears, when unto dying eyes
The casement slowly grows a glimmering square;
So sad, so strange, the days that are no more.

Dear as remember'd kisses after death,
And sweet as those by hopeless fancy feign'd
On lips that are for others; deep as love,
Deep as first love, and wild with all regret;
O Death in Life, the days that are no more!


Lord Alfred Tennyson (1809-1892)




Más poemas góticos. I Poemas de Alfred Tennyson.


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«Lágrimas»: Edward Herbert de Cherbury; poema y análisis


«Lágrimas»: Edward Herbert de Cherbury; poema y análisis.




Lágrimas, no fluyan más (Tears, Flow No More) es un poema metafísico del filósofo y escritor británico Edward Herbert, barón de Cherbury (1583-1648), publicado de manera póstuma en 1665.

Toda la obra poética de Edward Herbert de Cherbury, incluída Lágrimas, lo colocan como uno de los discípulos más aplicados de John Donne y la poesía metafísica del período isabelino.

Al reducir cualquier poema a su esencia primaria nos conducirá siempre al mismo resultado: todos los poemas son tristes porque todo recuerdo es triste. Esto aplica incluso cuando hablamos de un recuerdo dichoso, alegre, feliz, precisamente porque la evocación de esos momentos evidencian el paso del tiempo; es decir, que la distancia que nos separa de esa felicidad es cada vez mayor.

Tal vez por eso Edward de Cherbury, como ya hemos dicho, un poeta metafísico de primer orden, negocia del siguiente modo con el dolor:


Lágrimas, no fluyan más,
Y si vuestro anhelo es fluir,
hacédlo con suavidad.




Lágrimas.
Tears, Edward Herbert de Cherbury (1583-1648)

Lágrimas, no fluyan más,
Y si vuestro anhelo es fluir,
Hacédlo con suavidad.
No invadan el mundo
Desde las pequeñas primaveras
Que vuestro flujo supo cultivar,
Antes de reposar llegando al mar,
En aquel lecho salobre,
Cuya esencia es similar
Al de estas lágrimas que corren.

Revolved mi corazón,
Sobre el ardiente fuego
De mis pálidos deseos;
O dejad que vuestros torrentes caigan
Sobre aquel diminuto juego
De chispas que en el aire se elevan,
Para diluirse luego en el calor de las llamas.
Así como se sacrifican sobre el fuego,
Mi amor se sacrifica en lágrimas.

Sin embargo, si la tempestad
De mis suspiros os conmueve,
Tu también deberéis fluir.
Mientras mi deseo aun quema.
Ningún alivio le traeréis a mi pena
Con vuestras vanas ansias de ayuda.
¿Porqué la ira permanece impávida
Ignorando estas pobres lágrimas,
Avivando mis moribundas llamas?


Tears, flow no more, or if you needs must flow,
Fall yet more slow,
Do not the world invade,
From smaller springs than yours rivers have grown,
And they again a Sea have made,
Brackish like you, and which like you hath flown.

Ebb to my heart, and on the burning fires
Of my desires,
O let your torrents fall,
From smaller heate than theirs such sparks arise
As into flame converting all,
This world might be but my love's sacrifice.

Yet if the tempests of my sighs so blow
You both must flow,
And my desires still burn,
Since that in vain all help my love requires,
Why may not yet their rages turn
To dry those tears, and to blow out those fires?


Edward Herbert de Cherbury (1583-1648)




Más poemas góticos. I Poemas de Edward Herbert de Cherbury.


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«La lujuria de los ojos»: Elizabeth Siddal; poema y análisis


«La lujuria de los ojos»: Elizabeth Siddal; poema y análisis.




La lujuria de los ojos (The Lust of the Eyes) es un poema prerrafaelita de la modelo y escritora inglesa Elizabeth Siddal (1829-1862), publicado en manera póstuma en la antología de 1978: Poemas de Elizabeth Siddal (Poems of Elizabeth Siddal).

Elizabeth Siddal no sólo brilló como modelo para el poeta y pintor prerrafaelita Dante Gabriel Rossetti, sino también en algunos bellos poemas. Es importante señalar que el poeta le dedicó uno de los ciclos más impresionantes de la época: La Casa de la Vida (The House of Life).

Los poemas de Elizabeth Siddal son profundamente melancólicos, con típicos rasgos y características del romanticismo, donde se impone una visión y, a la vez, trágica del mundo.

La lujuria de los ojos, uno de los mejores poemas de Elizabeth Siddal; nos presenta a uno de estos indescifrables personajes: amante desinteresado que imprevistamente trasmuta su crueldad en una de las más extraordinarias y conmovedoras muestras de afecto del romanticismo. En cierta forma, es una especie de retrato del amor y sus circunstancias.

Ya en los primeros versos se aprecia el énfasis que Elizabeth Siddal le otorga al amor como rasgo de humanidad, acaso el único que vale realmente la pena; sin embargo, lo hace de forma extraña, casi invirtiendo el proceso. La narradora sostiene que el amor siempre estará allí, burlándose de las convenciones y los ritos del cortejo, tal vez porque nos distraen de la verdadera esencia del amor en bruto: un impulso, una pulsión que nunca llega a satisfacerse y que a menudo puede destruirnos.

En cualquier caso, la autora es un ejemplo de esta filosofía. La relación entre Dante Gabriel Rossetti y Elizabeth Siddal terminó de manera trágica. Ella se quitó la vida ingiriendo una dosis letal de láudano cuando intuyó que aquel amor ya comenzaba a desgastarse, pareciéndose horrorosamente a la amistad.




La lujuria de los ojos.
The Lust of the Eyes, Elizabeth Siddal (1829-1862)

No rezo por el alma de mi Dama,
aunque antaño haya adorado su sonrisa;
Su destino final no me atormenta,
ni cuándo su belleza perderá su encanto.

Sólo me siento a los pies de mi Dama,
mirando fijo sus ojos salvajes,
sonriendo al pensar cómo mi amor huirá
cuando su radiante belleza muera.

No me atribulan las plegarias de mi Dama,
pues sordo yace nuestro Padre en el cielo.
Mi corazón late con alegre melodía
al sentir que su amor me ha sido otorgado.

Entonces, quién cerrará los ojos de mi Dama?
Quién doblará sus frágiles manos?
Alguien la asistirá cuando sus ojos lluevan,
mientras, silenciosa, camine hacia las Tierras Desconocidas?


I care not for my Lady’s soul
Though I worship before her smile;
I care not where be my Lady’s goal
When her beauty shall lose its wile.

Low sit I down at my Lady’s feet
Gazing through her wild eyes
Smiling to think how my love will fleet
When their starlike beauty dies.

I care not if my Lady pray
To our Father which is in Heaven
But for joy my heart’s quick pulses play
For to me her love is given.

Then who shall close my Lady’s eyes
And who shall fold her hands?
Will any hearken if she cries
Up to the unknown lands?


Elizabeth Siddal (1829-1862)




Poemas góticos. I Poemas de Elizabeth Siddal.


Más literatura gótica:
El análisis, resumen y traducción al español del poema de Elizabeth Siddal: La lujuria de los ojos (The Lust of the Eyes), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Análisis de «Christabel» de Samuel Coleridge.
Poema de Elizabeth Akers Allen.
Relato de Carl Jacobi.


Poema de Amy Lowell.
Poema de Dora Sigerson Shorter.
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