Algernon Blackwood: un encuentro fortuito con Lovecraft.
Ya hemos publicado en El Espejo Gótico las opiniones [en general, elogiosas] de H.P. Lovecraft sobre la obra del gran maestro británico del horror: Algernon Blackwood [ver: Algernon Blackwood por H.P. Lovecraft]. Pero, ¿cuál era la opinión de Blackwood sobre Lovecraft? ¿Acaso leyó al flaco de Providence? Y, de haberlo hecho, ¿qué pensaba de sus relatos? [ver: La Llamada de lo Salvaje: análisis de «El Wendigo» de Algernon Blackwood.]
Al igual que Lovecraft, Algernon Blackwood era un ávido lector, y estaba bastante al tanto de lo que sucedía en el relato de terror al otro lado del Atlántico. Por desgracia, a diferencia de Lovecraft, nunca expresó sus opiniones en forma de ensayo; de modo que solo nos quedan sus cartas [por cierto, un número considerable de ellas] para saber qué pensaba Algernon Blackwood de Lovecraft.
En una carta a Edward Wagenknecht [donde este le pregunta cuáles son sus relatos de fantasmas favoritos], fechada el 4 de mayo de 1946, Algernon Blackwood responde lo siguiente:
[El viento en el rosedal (The Wind in the Rose Bush), de Emma Wilkins, creo. Uno o dos buenos cuentos en La lente de diamante (The Diamond Lens), cuyo autor se me ha olvidado (un tal Fitz-James o algún nombre similar); ambos escritores tienen, siento, un toque auténtico. También me gustó La amante del demonio (The Demon Lover) de Elizabeth Bowen (publicado por aquí hace unos meses en un volumen con ese título). Si se me ocurren más historias se las enviaré más adelante.]
La memoria de Algernon Blackwood para los nombres de autores y títulos [y esto es evitente en muchas de sus cartas] es un poco decepcionante. Sin embargo, podemos reconstruirla con los datos que sí recuerda.
Por allí hace referencia a «un tal Fitz-James», que no es otro que Fitz James O'Brien; y a «uno o dos buenos cuentos» publicados en la antología: La lente de diamante y otros relatos (The Diamond Lens with Other Stories); uno de ellos, probablemente, es el que le da título al libro: La lente de diamante (The Diamond Lens); el otro, lamentablemente, resulta imposible precisar, pero apostaría a que se trata de ¿Qué fue eso? (What Was It?). Más clara es la referencia al cuento de Elizabeth Bowen: La amante del demonio (The Demon Lover).
Más adelante, en la misma carta, Algernon Blackwood recuerda algunas otras historias:
[Las dos magias (The Two Magics) de Henry James, príncipe de las historias de fantasmas, ha sido reimpreso hasta la saciedad, supongo. El padre Benson tenía algunos cuentos de fantasmas de primer nivel en su Espejo de Shallot (Mirror of Shallot), pero los de su hermano (Dodo, en especial) resultan un poco esforzados (La Torre) y nunca dieron resultado, creo.]
Por supuesto, Algernon Blackwood no olvida a Henry James, tampoco al «Padre Benson», que no es otro que el sacerdote Robert Hugh Benson (1871-1914) [autor de El Señor del Mundo (The Lord of the World)]; pero parece desestimar los relatos de su hermano, E.F. Benson (1867-1940), sobre todo la novela Dodo (Dodo) y el cuento La habitación en la torre (The Room in the Tower) [Blackwood se refiere a este simplemente como La torre («The Tower»)], la cual, de hecho, es una gran historia de fantasmas.
Más adelante, en la misma carta, Algernon Blackwood recuerda algunas otras historias:
[Las dos magias (The Two Magics) de Henry James, príncipe de las historias de fantasmas, ha sido reimpreso hasta la saciedad, supongo. El padre Benson tenía algunos cuentos de fantasmas de primer nivel en su Espejo de Shallot (Mirror of Shallot), pero los de su hermano (Dodo, en especial) resultan un poco esforzados (La Torre) y nunca dieron resultado, creo.]
Por supuesto, Algernon Blackwood no olvida a Henry James, tampoco al «Padre Benson», que no es otro que el sacerdote Robert Hugh Benson (1871-1914) [autor de El Señor del Mundo (The Lord of the World)]; pero parece desestimar los relatos de su hermano, E.F. Benson (1867-1940), sobre todo la novela Dodo (Dodo) y el cuento La habitación en la torre (The Room in the Tower) [Blackwood se refiere a este simplemente como La torre («The Tower»)], la cual, de hecho, es una gran historia de fantasmas.
Este nivel de crítica, o de exigencia, será importante más adelante cuando lleguemos a las opiniones de Algernon Blackwood sobre Lovecraft.
Ya sobre el final de aquella carta a Edward Wagenknecht, Algernon Blackwood da sus últimas opiniones:
[Hay una lista bastante larga de historias de fantasmas realmente de primera clase, pero estoy seguro de que te resultarán familiares, desde Kipiling hasta LeFanu, A.E. Coppard, etc. Cuentos de la inquietud (Tales of the Uneasy), de May Sinclair, sin embargo, rara vez he visto en alguna antología, si es que alguna vez lo vi, y es admirable. «Le Horla», por supuesto, la pequeña obra maestra de Maupassant, ya sabes; también La ventana abierta (The Open Window) de Saki. Oh, y muchos otros.]
No sorprenden las menciones de Algernon Blackwood a Rudyard Kipling, Sheridan Le Fanu, A.E. Coppard, May Sinclair, Saki [y su cuento: La ventana abierta (The Open Window)], incluso a Guy de Maupassant y su clásico: El Horla (Le Horla) [ver: Gente Sombra, el Horla, y el portal interdimensional de Maupassant] Tampoco sorprende que no mencione a Lovecraft; sobre todo si tenemos en cuenta que, antes de 1949, solo un puñado de relatos del flaco de Providence fueron publicados en Gran Bretaña, principalmente en la serie No de noche (Not at Night), la cual Algernon Blackwood leyó casi con seguridad.
Sin embargo, Algernon Blackwood sí había leído a Lovecraft dos años antes de la carta a Edward Wagenknecht.
Lovecraft llegó a Algernon Blackwood a través de un corresponsal estadounidense [un fanático, digamos] llamado Allen McElfresh. Este le escribió a Blackwood en septiembre de 1944. La carta finalmente llegó a destino el 11 de octubre de 1944. Ese sería el día en que Algernon Blackwood se encontró por primera vez con H.P. Lovecraft.
Ya sobre el final de aquella carta a Edward Wagenknecht, Algernon Blackwood da sus últimas opiniones:
[Hay una lista bastante larga de historias de fantasmas realmente de primera clase, pero estoy seguro de que te resultarán familiares, desde Kipiling hasta LeFanu, A.E. Coppard, etc. Cuentos de la inquietud (Tales of the Uneasy), de May Sinclair, sin embargo, rara vez he visto en alguna antología, si es que alguna vez lo vi, y es admirable. «Le Horla», por supuesto, la pequeña obra maestra de Maupassant, ya sabes; también La ventana abierta (The Open Window) de Saki. Oh, y muchos otros.]
No sorprenden las menciones de Algernon Blackwood a Rudyard Kipling, Sheridan Le Fanu, A.E. Coppard, May Sinclair, Saki [y su cuento: La ventana abierta (The Open Window)], incluso a Guy de Maupassant y su clásico: El Horla (Le Horla) [ver: Gente Sombra, el Horla, y el portal interdimensional de Maupassant] Tampoco sorprende que no mencione a Lovecraft; sobre todo si tenemos en cuenta que, antes de 1949, solo un puñado de relatos del flaco de Providence fueron publicados en Gran Bretaña, principalmente en la serie No de noche (Not at Night), la cual Algernon Blackwood leyó casi con seguridad.
Sin embargo, Algernon Blackwood sí había leído a Lovecraft dos años antes de la carta a Edward Wagenknecht.
Lovecraft llegó a Algernon Blackwood a través de un corresponsal estadounidense [un fanático, digamos] llamado Allen McElfresh. Este le escribió a Blackwood en septiembre de 1944. La carta finalmente llegó a destino el 11 de octubre de 1944. Ese sería el día en que Algernon Blackwood se encontró por primera vez con H.P. Lovecraft.
Al día siguiente, Blackwood le respondió a McElfresh:
[Estoy avergonzado por los grandes elogios que le hace a mi trabajo, y también por mi ignorancia de los escritos de Phillips Lovecraft. Su nombre, sin embargo, nunca se ha cruzado en mi camino, ni siquiera el ensayo que usted menciona: El horror sobrenatural en la literatura, ni sus escritos macabros. Espero que me envíe unas líneas para aliviar esta ignorancia, y tal vez un libro o dos. Como estoy, naturalmente, interesado en esta línea de trabajo, siempre estoy atento a ella, y lamento mucho nunca haberme encontrado con este escritor.]
Allen McElfresh respondió el 1 de noviembre de 1944, pero no sabemos cuándo recibió Algernon Blackwood aquella carta. Lo que sí sabemos es que la respondió el 5 de febrero de 1945. Es una pena que McElfresh no guardara una copia de su carta, ya que, según Blackwood en su respuesta, «es una revisión completa de la literatura sobrenatural, más que una carta».
Pocos días después de recibir la última carta de McElfresh, Algernon Blackwood también recibió una carta de August Derleth, fechada el 10 de noviembre de 1944, a la que respondió el 4 de diciembre. Al parecer, Derleth le envió una antología y una copia del folleto editorial de Arkham House. Algernon Blackwood respondió:
[Estoy, como se dará cuenta, muy interesado en el campo que usted abarca tan ampliamente, y pocos libros de este tipo se me escapan. A pesar de esto, nunca me he cruzado con nada de H.P. Lovecraft, probablemente porque ningún libro suyo ha sido publicado por aquí. Sucede que un corresponsal en Lexington me estará enviando un volumen de sus propios estantes, y espero con ansias su llegada. Tomo nota, también, de que uno de sus relatos se incluye en el libro que me ha enviado, Sleep No More.]
Sincronicidad, diría Carl Jung. El nombre de Lovecraft le llegó a Algernon Blackwood con muy pocos días de diferencia. Un hombre como él, miembro de la Golden Dawn, seguramente no lo pasó por alto. De hecho, Blackwood parece genuinamente interesado en saber más sobre el flaco de Providence.
A propósito, Blackwood menciona en la carta a Derleth el título de la antología: No vuelvas a dormir (Sleep No More), la primera colección de Arkham House; la cual incluye un cuento de Algernon Blackwood [El ocupante de la habitación (The Occupant of the Room)]; y tres historias de Lovecraft: Las ratas en las paredes (The Rats in the Walls); Dos botellas negras (Two Black Bottles, en colaboración con Wilfred Blanch Talman); y El horror en el cementerio (Horror in the Burying Ground, en colaboración con Hazel Heald) [ver: Lovecraft, Hazel Heald, y una cena a la luz de las velas].
August Derleth respondió rápidamente [el 23 de diciembre de 1944], pero Algernon Blackwood no volvió a escribirle hasta el 28 de febrero de 1945. Esto fue solo tres semanas después de que responderle a McElfresh, y ambas cartas hacen referencia al trabajo de Lovecraft.
Está claro que Algernon Blackwood leyó a Lovecraft entre diciembre de 1944 y enero de 1945. Ahora bien, qué leyó exactamente es más difícil de saber; aunque, como siempre en El Espejo Gótico, podemos aventurar alguna idea más o menos aproximada.
En su respuesta del 5 de febrero de 1945, Algernon Blackwood le agradece a Allen McElfresh por el «pequeño volumen de cuentos de Lovecraft» [the little volume of Lovecraft's tales]. Eso nos da una pista. Por «pequeño» es improbable que Blackwood se haya referido a El extraño y otros (The Outsider and Others), el cual consta de 11 noveletas, 25 relatos y un ensayo. Tampoco es precisamente «pequeño» Más allá del muro del sueño (Beyond the Wall of Sleep), el cual incluye 4 noveletas, 20 relatos, 68 poemas y 5 ensayos [no escritos por Lovecraft]. Finalmente podemos descartar [con alguna objeción] la tercera opción que Arkham House había publicado hasta esa fecha: Marginalia (Marginalia), que si bien es menos voluminoso que las dos colecciones anteriores, no puede ser considerado «pequeño». El libro agrupa 3 noveletas, 17 ensayos, 8 relatos y 8 poemas.
Hay otras cuestiones, para nada triviales, que atentan contra la posibilidad de que McElfresh le haya enviado a Algernon Blackwood cualquiera de los tres libros mencionados anteriormente. La más significativa es que los envíos a Inglaterra debían hacerse a través del correo de guerra [estamos a fines de la Segunda Guerra Mundial aquí]; el cual era costoso, lento y poco confiable. Sacrificar estas valiosas colecciones a los vaivenes del correo de guerra no parece una opción razonable, aunque, de nuevo, es solo una conjetura.
Ahora bien, si descartamos las antologías de Arkham House, todavía nos queda un libro de Lovecraft que puede calificarse de «pequeño»: el libro de bolsillo de la editorial Bart House: La extraña sombra sobre Innsmouth (The Weird Shadow Over Innsmouth) [el único otro libro de Lovecraft publicado para 1944], el cual contenía cinco relatos: La sombra sobre Innsmouth (The Shadow Over Innsmouth); El Extraño (The Outsider); Él (He); El ceremonial (The Festival) y El que susurra en la oscuridad (The Whisperer in Darkness).
Además, recordemos, August Derleth ya le había enviado a Algernon Blackwood una copia de Sleep No More, que incluía Las ratas en las paredes, Dos botellas negras y El horror en el cementerio. Por lo tanto, Las opiniones de Algernon Blackwood sobre Lovecraft se basan únicamente en esas 8 historias.
Veamos primero sus comentarios a McElfresh, ya que probablemente fueron escritos poco después de leer los 5 relatos de Lovecraft en La extraña sombra sobre Innsmouth:
[He leído a Lovecraft con gran placer, pero, aunque aprecié al máximo su maravillosa imaginación y sentido de la atmósfera, la emoción del Miedo que exijo en tales historias nunca llegó. Tiene material en abundancia, más que suficiente, pero al leerlo me he sentido más oprimido que emocionado. Hay una acumulación de detalles que, para mí, frustran su propio fin. Por un comentario en una carta suya creo que está de acuerdo conmigo en que él [Lovecraft] nunca domina del todo su material, y que el efecto acumulativo es un poco abrumador para la mente.]
Algernon Blackwood es duro con Lovecraft, pero también justo. Aprecia su lectura, la imaginación del flaco de Providence, y su capacidad para construir una atmósfera, pero no vacila en subrayar aquellos aspectos por los que no siente ninguna afinidad. Si el flaco de Providence hubiese leído estas observaciones, creo, habría quedado complacido. Blackwood elogia la atmósfera de esos relatos, y Lovecraft pensaba que ese era el aspecto más importante de la ficción extraña.
Más adelante en la misma carta, Algernon Blackwood comparte algunas opiniones sobre el estilo de Lovecraft:
[Anhelo se deje algo a la imaginación, que se sugiera, se insinúe, en lugar de imponerse con una riqueza adjetiva que tiende a cansar. Tampoco reaccioné con simpatía a su preocupación por los cadáveres y la descomposición; de hecho, me costó terminar su Ratas en la pared, un cuento que me despertó repulsión en lugar de horror.]
Crítico, de nuevo, pero justo. No es asombroso que el estilo sobrecargado de Lovecraft no le haya gustado demasiado a Algernon Blackwood, quien también era, digamos, un tanto barroco, pero lejos de la verborragia del flaco de Providence [ver: El adverbio que cayó del espacio]
Por otro lado, Blackwood distingue claramente el horror de otras emociones negativas, en este caso, la repulsión que le causó Las ratas en las paredes —lo llama «Ratas en la pared»— [ver: El nido de Nyarlathotep: análisis de «Las ratas en las paredes»]. Uno se pregunta cuál es la frontera aquí. Al leer un relato de terror, independientemente de la trama [sobrenatural o no], uno espera emociones fuertes; pero Algernon Blackwood parece esperar un tipo muy específico de emoción, y ciertamente el asco y la repulsión no forman parte de sus apetitos [ver: Apetito por la Repulsión]
Sigamos:
[Lo que llamamos «horror espiritual» es lo despierta miedo en mí. El horror físico me deja insensible. Por ejemplo, encuentro un clímax de puro horror espiritual en Otra vuelta de tuerca, la espantosa amenaza para las almas de los dos niños, aunque me doy cuenta de que esta historia no se encuentra entre sus favoritas. Me interesa que estemos en desacuerdo aquí. No puedo leer Otra vuelta de tuerca ni siquiera a la luz del día sin experimentar un verdadero escalofrío en la columna, mientras que ninguna de las historias de Lovecraft realmente me atrapó en ningún momento.]
Después de elogiar la imaginación y la atmósfera de Lovecraft, probablemente para no ofender a su corresponsal [el cual, recordemos, se había tomado la molestia de enviarle el libro], Algernon Blackwood se muestra más sincero con sus opiniones, las cuales son bastante crudas. Sin embargo, él mismo parece darse cuenta de lo que está haciendo e intenta suavizar un poco las cosas:
[De hecho, ni Monty James ni Bierce me han asustado nunca, aunque Machen una o dos veces estuvo a punto de lograrlo.]
Este comentario pone las cosas en perspectiva. Algernon Blackwood no era un lector fácil de satisfacer. Ni Monty James [se refiere a M.R. James] ni Ambrose Bierce lo han conmovido; y Arthur Machen solo «estuvo a punto de lograrlo». Si estos tres grandes maestros del género no consigueron tocar su fibra íntima, es lógico que Lovecraft tampoco lo hiciera.
Ahora bien, en la respuesta a McElfresh, Blackwood menciona tres relatos de la antología Sleep No More que «realmente lograron asustarme» y que «me produjeron ese genuino estremecimiento de miedo que busco en esta clase de obras». Los relatos son: El signo amarillo (The Yellow Sign) de Robert W. Chambers; Vino y pasó (He Cometh and He Passeth By) de H. R. Wakefield; y Un caballero de Praga (A Gentleman From Prague) de Stephen Crendon. Por supuesto, coincidimos con los dos primeros. Chambers y Wakefield son dos maestros del género, pero, ¿Stephen Crendon? Es poco probable que August Derleth le hubiera dicho a Blackwood que ese era su propio seudónimo, pero nunca se sabe. En todo caso, por cortesía o auténtica afinidad, Algernon Blackwood sintió ese «genuino estremecimiento de miedo» en un cuento de Derleth, y no en uno de Lovecraft. Curioso [ver: August Derleth: el creador de los Mitos de Cthulhu]
En una respuesta a August Derleth, Algernon Blackwood también le agradece haberle enviado la copia de Sleep No More y una de la colección de Henry S. Whitehead: Jumbee (Jumbee).
[Espero leerlos con el mayor interés posible, especialmente los notables cuentos de Whitehead, algunos de los cuales ya conozco.]
Está claro en su carta a McElfresh que Algernon Blackwood ya había leído Sleep No More, pero aquí le dice a Derleth que está deseando leerlo. Solo podemos suponer que, al no haber encontrado la antología completamente satisfactoria, Blackwood no deseaba herir los sentimientos de August Derleth. Irónicamente, si hubiera elogiado en esta carta la historia de Stephen Crendon [seudónimo de Derleth], y no en la que le envió a McElfresh, le habría dado a Derleth una anécdota memorable. Sabes, a Blackwood no le gustaron los cuentos de HPL, pero le encantó uno mío.
Para finalizar, un último comentario de Blackwood sobre Lovecraft en la carta a Derleth:
[Lovecraft, también, me parece extremadamente interesante, aunque desearía que su imaginación exuberante y poderosa estuviera un poco menos preocupada por el horror físico de la decadencia. Estoy seguro de que no le molestará esta pequeña crítica.]
Algernon Blackwood finaliza subrayando su admiración por las producciones de Arkham House [«No tenemos nada parecido aquí en Inglaterra»]
La única otra historia de Lovecraft que podemos decir con certeza que Blackwood leyó es La casa maldita (The Shunned House), incluida en la antología: ¿Quién llama? (Who Knocks?), la cual recibió de August Derleth en mayo de 1946. Su respuesta, fechada el 10 de junio de ese año, proporciona su única otra crítica documentada de la obra de Lovecraft, sobre la cual hablaremos en otro artículo [ver: El vampiro de Benefit Street: análisis de «La Casa Maldita»]
Es importante mencionar que las opiniones de Algernon Blackwood se basan en una selección muy limitada de la ficción de Lovecraft: solo nueve relatos. A menos que Blackwood hubiera encontrado otras historias entre enero de 1945 y junio de 1946 [posible pero improbable] estaba basándose solo en una pequeña fracción de la producción literaria de Lovecraft. Además, con la excepción de El que susurra en la oscuridad y La sombra sobre Innsmouth, a Blackwood no le llegó lo mejor del flaco de Providence. Sería interesante conocer sus opiniones si hubiese leído La sombra fuera del tiempo, El color que cayó del espacio o En las Montañas de la Locura. ¿Habría cambiado sus puntos de vista sobre Lovecraft?.
Más interesante todavía es subrayar que las opinones críticas de Algernon Blackwood sobre la ficción de Lovecraft son muy similares a las del propio Lovecraft. De hecho, el flaco de Providence hizo un agudo diagnóstico de sus propios defectos, los mismos que destaca Blackwood, y trató de rectificarlos a través de eso que él llamaba «maravilla cósmica»; y que nosotros actualmente conocemos como Horror Cósmico [ver: Cosmicismo: la filosofía del Horror Cósmico]
Curiosamente, en una carta a Fritz Leiber, fechada el 9 de noviembre de 1936, Lovecraft afirma lo siguiente:
[Lo que echo de menos en Machen, James, Dunsany, de la Mare, Shiel e incluso de Blackwood y Poe, es un sentido de lo cósmico.]
Es extraño que Lovecraft no reconozca ese «sentido de lo cósmico» tan evidente en Los sauces (The Willows), así como en otras historias de Algernon Blackwood, como Julius Le Vallon (Julius Le Vallon) [que quizás Lovecraft no leyó] y El centauro (The Centaur) [que definitivamente leyó]. Además, Lovecraft también habría reconocido la crítica de Blackwood al horror demasiado manifiesto, no sugerido. A propósito, en una carta a E. Hoffmann Price, fechada el 18 de noviembre de 1934, Lovecraft escribió lo siguiente:
[Estoy seguro de que debería deshacerme de todo esto para sustituirlo por una breve implicación o sugerencia, pero en esta etapa no sé cómo hacer la sustitución.]
Cero soberbia. Lovecraft quiere cambiar su estilo, pero aún está en el proceso de lograrlo. Como mínimo, es un diagnóstico despojado de vanidad [ver: Autopsias lovecraftianas: el arte de diseccionar lo innombrable]
Como vemos, Lovecraft era claramente consciente de sus limitaciones; a veces, demasiado consciente.
Los puntos de vista de Algernon Blackwood sobre Lovecraft se basaron en una selección limitada de historias, y uno se pregunta qué habría pensado Blackwood de los relatos posteriores de Lovecraft, justamente aquellos en los que el flaco de Providence luchó para superar lo que él consideraba que eran sus puntos flojos.
Aquí en El Espejo Gótico creemos que, de hecho, lo logró. Lovecraft hizo un autodiagnóstico preciso, y con el tiempo superó magistralmente las mismas deficiencias por las que Algernon Blackwood lo criticaría más tarde.
H.P. Lovecraft. I Algernon Blackwood.
Más literatura gótica:
Aquí en El Espejo Gótico creemos que, de hecho, lo logró. Lovecraft hizo un autodiagnóstico preciso, y con el tiempo superó magistralmente las mismas deficiencias por las que Algernon Blackwood lo criticaría más tarde.
H.P. Lovecraft. I Algernon Blackwood.
Más literatura gótica:
- El «Efecto Lovecraft».
- Lovecraft: el placer culposo de Borges.
- El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft.
- En la cama de Lovecraft.
3 comentarios:
Me encantó el análisis de los documentos y de las interpretaciones. El material ilumina mucho el pensamiento de Blackwood. ¿De dónde obtuviste las cartas del escritor inglés? Me gustaría leerlas.
Lástima que no me aprobaron ser parte de tu grupo en facebook (como Rolando Alpízar), sin embargo, dejo mis impresiones de este artículo aquí.
Para mí, en lo personal como amante de la literatura de terror, y habiendo leído muchos autores y gran cantidad de relatos, en parte gracias a este blog, considero a Lovecraft el autor más completo. Tal vez no es mi favorito, pero sí escribió varios de mis cuentos favoritos de toda la historia de horror, y ni siquiera están dentro del ciclo de Mitos de Cthulu.
Me refiero a El Color que cayó del cielo, El Templo, El Árbol, El Pantano de la Luna. De todas las escenas de imaginación de terror, el que jamás me ha impactado, es el imaginado por Lovecraft en El Color que cayó del cielo, aquellos árboles que se movían al contraluz de la Luna, aún sin ser agitados por el viento. Para mí es una escena muy original, y la que siempre recuerdo cuando veo los árboles de ramas desnudas en las noches...
El Templo es otro cuento que me dejó un excelente sentimiento de lo terrorífico, máxime que soy temeroso del océano y sus profundidades.
Lovecraft para mí era versátil, podía ser el Dunsany o el Machen del horror, podía emular el estilo barroco de Poe, y hasta superar a Algernon Blackwood si hubiese vivido un poco más, creo que Lovecraft se superaría a sí mismo incluso, y hasta habría creado otros universos o estilos si hubiese vivido hasta los 82 años de edad como Blackwood.
Por otra parte, Algernon Blackwood criticó el estilo de Lovecraft por ser tan descriptivo y abusar de los adjetivos en lo decadente en sus cuentos, cosa que por este lado comparto, pero sólo en lo que respecta a los Mitos de Cthulu, que no son de mi gusto (monstruos colosales con tentáculos, garras y gelatinosos), y sin embargo Algernon pretende ser tan "sugerente" en el horror de sus relatos, que muchas veces me he aburrido leyendo algunos de sus cuentos largos, que no llegan a concretar nada por la tanta "sugerencia" que Blackwood plantea. Los Sauces y El Wendigo son buenos relatos, pero no son obras maestras, o no o tienen alguna escena relevante qué recordar, más que la "vibración" que escuchan los protagonistas del mundo oculto de esos seres en los Sauces, o la persecución del monstruo quasi invisible en El Wendigo.
Hay otros cuentos de Blackwood que son buenos, que he leído gracias este blog, La Senda, Luces Antiguas, Antiguas Brujerías, y otros de fantasmas y casas encantadas, de igual forma abusa o aburre de paisajes donde "susurra el viento" o "ellos los dioses" que están en el mar o en el bosque.
Creo que Lovecraft era un "prodigio" del horror, alguien que era como una esponja que absorbía estilos, y podía superarlos en muchos casos, lástima que sus últimos años los dedicó a los Mitos, pero reitero, si hubiese vivido más tiempo, habría creado quién sabe cuántos "multiversos" de horror.
Mi autor favorito como el de muchos, sí Poe. Pero mis cuentos de terror favoritos son obra de la imaginación de Lovecraft.
Rolando: envia la solicitud nuevamente porque no me aparece en bandeja.
Ariel: las cartas a Derleth se encuentran en "Selected Letters" [de Derleth, no de Blackwood], y las cartas al corresponsal estadounidense aparecen en una reedición de "Episodes Before Thirty"; en realidad, en un pequeño ensayo incluido en el libro [no de Blackwood], donde se menciona su relación epistolar con autores estadounidenses.
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