El poder de las tinieblas: análisis de «Informe sobre ciegos» de E. Sábato.


El poder de las tinieblas: análisis de «Informe sobre ciegos» de E. Sábato.




En El Espejo Gótico hoy analizaremos Informe sobre ciegos, parte de la novela del escritor argentino Ernesto Sabato: Sobre héroes y tumbas, publicada en 1961; el cual constituye un relato en primera persona de un paranoico que busca pruebas de una conspiración mundial de personas ciegas para dominar el mundo [el texto puede leerse aquí]. Informe sobre ciegos comienza con una invocación:


¡Oh, dioses de la noche!
¡Oh, dioses de las tinieblas, del incesto y del crimen,
de la melancolía y del suicidio!
¡Oh, dioses de las ratas y de las cavernas
de los murciélagos, de las cucarachas!
¡Oh, violentos, inescrutables dioses
del sueño y de la muerte!


Informe sobre ciegos es el tercer movimiento de Sobre héroes y tumbas, una novela dentro de una novela escrita por Fernando Vidal Olmos poco antes de su muerte. Se trata de un hombre perturbado y complejo. A los doce años, Fernando se entretenía cazando gorriones y perforando sus ojos con agujas, observando luego cómo las aves volaban a ciegas y desesperadas. El documento intenta probar la existencia de una sociedad secreta integrada por ciegos, cuyo objetivo es vengarse de las personas videntes y controlar el mundo. Para Fernando, entender esta conspiración de ciegos es llegar a la verdad última de la existencia.

Primero vigila a Celestino Iglesias, quien debe pasar por una ceremonia de iniciación al mundo de los ciegos. Esto lo conduce a un misterioso laberinto de habitaciones, túneles y alcantarillas bajo las calles de Buenos Aires. En un estado alucinatorio, Fernando es conducido a una enorme caverna en la que experimenta una unión cósmica con el Ojo Fosforescente, «el principio y el final de su existencia». Se encuentra entonces en una habitación con la Ciega, encarnación de la ideología de la Secta, y experimenta otra unión cósmica, la cópula con esta criatura mítica que, para Fernando Vidal Olmos, es la culminación de su búsqueda.

Cuando Fernando despierta, sabe que morirá. Ese es el precio de saber la verdad. El prólogo de la novela informa que Informe sobre ciegos cuestiona las circunstancias de la muerte de Alejandra [hija de Fernando] y Fernando. Quizás la chica no estaba sufriendo un ataque de locura cuando le disparó a su padre y quemó la casa [con ella adentro]. Sobre héroes y tumbas no brinda una explicación del crimen, ni tampoco justifica [en apariencia] el hecho de que una cuarta parte de la novela sea este Informe sobre ciegos, que parece tener poca relación con el resto de los personajes: Martín, Bruno y Alejandra. Sin embargo, esta es la clave de Sobre héroes y tumbas. Fernando Vidal Olmos justifica todas sus acciones [incluido el abuso de su hija] interpretándolo como parte de un complot dirigido por una secta de ciegos.

Su Informe sobre ciegos, por supuesto, es el producto de una mente irracional en un estado psicótico. Se convierte, entonces, en un comentario irónico sobre la verdad que buscan los demás personajes de la novela. La ironía se ve reforzada por el informe policial en el Prólogo, que sugiere que el informe de Fernando explica algo sobre la muerte de Alejandra.

El Informe sobre ciegos es encontrado en el departamento de Fernando Vidal Olmos después de que la policía descubre su cuerpo y el de su hija [Alejandra], que además es su amante. Fue escrito cuando Fernando despierta de lo que aparentemente fue una horrible pesadilla, pero que se trató de «una realidad que me pareció, o ahora me parece, más intensa que la otra». De esta manera, los límites entre la realidad y el sueño comienzan a desvanecerse en la narración de Fernando [ver: Los sueños como subrutinas del subconsciente en la ficción]

Aunque el Informe sobre ciegos realmente parece una pesadilla, o la confesión de un loco, de hecho es una profunda exploración introspectiva, en tono surrealista, de los miedos que experimenta el ser humano cuando se enfrenta a su verdadero ser y descubre que es negro como la noche. De hecho, como explica el propio Fernando, su exploración del mundo de los ciegos «fue la exploración de mi propio y tenebroso mundo». Sin embargo, el descenso al mundo de los ciegos no solo revela su propio estado mental, sino una explicación para las acciones atroces que ha cometido en su vida, sobre todo a su hija, Alejandra [ver: Beverly Marsh: el mito de Blancanieves en «IT»]

Así, Ernesto Sábato despliega una profunda comprensión de las ideas psicoanalíticas freudianas y junguianas en Informe sobre ciegos, combinadas con técnicas surrealistas, cuya función es revelar el contenido de los deseos más profundos de Fernando Vidal Olmos. En La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung), Sigmund Freud propone que el análisis de los sueños es necesario para comprender las fobias, así como las ideas obsesivas y delirantes [como la obsesión de Fernando por los ciegos]. Por otro lado, las teorías de Carl Jung sobre los arquetipos y el inconsciente colectivo, también aclaran la forma en que Informe sobre ciegos lleva a la superficie los deseos más oscuros del inconsciente.

Para Sigmund Freud, los sueños son la realización de esos deseos inconscientes, y por lo tanto una vía para comprender las regiones subterráneas del ser a las que nuestra consciencia, aquello que llamamos Yo, no tiene acceso. En otras palabras, los sueños pueden tomar el lugar de la acción. En este contexto, el Informe sobre ciegos puede interpretarse como una pieza de contenido onírico [un sueño o una pesadilla] repleto de símbolos; pero también [cambiando a una mirada jungiana] repleto de arquetipos, imágenes integradas de conocimientos ancestrales y nociones abstractas que hemos heredado de nuestros ancestros [ver: Los 12 Arquetipos Jungianos]

Los arquetipos que presenta Ernesto Sábato en Informe sobre ciegos son muchos, como el paseo en bote de Fernando sobre «aguas quietas, negras e insondables» que lo lleva a la entrada de una «gruta»: la apertura para el comienzo de su proceso de individuación, que de algún modo inicia esta Odisea onírica. Para Carl Jung, este proceso consiste en cerrar la brecha entre la conciencia de una persona y el inconsciente colectivo arquetípico, en un intento de encontrar el centro de su propia identidad. Otro arquetipo es el Anciano. Al comienzo, Fernando siente que está siendo observado por «un anciano que, lleno de resentimiento, también vigilaba mi marcha: tenía un sólo y enorme ojo en la frente, como un cíclope». Fernando desea escapar de la mirada del Anciano y se precipita hacia la caverna. Lo hace porque el Anciano es una representación del conocimiento ancestral, y Fernando se niega a las imposiciones sociales, incluso a las más básicas y universales: como el tabú del incesto [ver: Casa Tabú: análisis de «Casa Tomada» de Julio Cortázar]

Al relacionar a este anciano tuerto con un cíclope, Fernando evoca el mito de Polifemo, el cíclope de la Odisea que es cegado por Ulises cuando el héroe intenta escapar de la caverna. En el mito griego, este acto provoca la ira de Poseidón, quien castiga a Ulises retrasando su regreso a Ítaca. Por lo tanto, el arquetipo del Anciano en la novela de Ernesto Sábato enfatiza la necesidad de confrontar, en lugar de escapar, de las imposiciones sociales para evitar consecuencias destructivas.

La conclusión del Informe sobre ciegos, que revela la relación incestuosa de Fernando Vidal Olmos con su hija, Alejandra, transmite el significado simbólico de la muerte de ambos. En este sentido, la segunda fase del viaje de Fernando lo lleva dentro del útero simbólico de la estatua de una mujer [a la que se hace referencia como «la Deidad»], que representa sus deseos incestuosos y presagia su muerte [ver: Horror Uterino: descenso hacia el inconsciente colectivo]. A medida que se metamorfosea en pez y avanza hacia el «ojo fosforescente» [y ciego] de la Deidad, Fernando vuelve a un estado primitivo, prenatal [ver: Existencia post-mortem vs. existencia prenatal]. Su incapacidad para enfrentar el arquetipo del inconsciente colectivo e integrarlo en su propia conciencia finalmente causan su muerte real.

Fernando Vidal Olmos ha pasado años analizando las costumbres de los ciegos, tratando de demostrar su hipótesis de que «la Secta tiene el dominio sobre la tierra y la carne». En el núcleo de sus razonamientos, cree que hay fuerzas poderosas que gobiernan a los seres humanos, pero que la emoción siempre termina triunfando sobre la razón; es por eso que su abordaje metódico, «científico», está condenado al fracaso:


[«A períodos de radiante lucidez se suceden en mí períodos en que mis actos parecen ordenados y hechos por otra persona (…) de pronto me encuentro con desbarajustes peligrosísimos, como podría pasarle a un navegante solitario que, en medio de regiones riesgosas, dominado por el sueño, cabeceara y dormitara por momentos.»]


El umbral de acceso a esta realidad vedada al común de las personas se sitúa en una vieja casona del barrio de Belgrano, Buenos Aires, que Fernando descubre luego de perseguir a su antiguo camarada, Celestino Iglesias. El hecho cruzar ese umbral es como ingresar en el espacio de la Verdad. La mayoría de nosotros no tendría el coraje de avanzar en ese territorio, donde lo que podríamos considerar de importancia, incluso esencial para nosotros, no tiene ningún valor. Eso que constituye un límite para la persona racional, Fernando lo traspasa. ¿Qué hay del otro lado? Yo diría que esta región, representada en el Informe sobre ciegos en lo subterráneo, «lo de abajo», lo subconsciente, es donde opera la Realidad; o desde dónde nos opera la Realidad [ver: Lo Subterráneo en la ficción]

Por contraste, el mundo de la superficie [el de la racionalidad] se presenta como una Falsa Realidad. Existe, pero no es verdadera. Es un espacio donde podemos tener atisbos de la Realidad, pero nunca experimentarla en plenitud. El mundo de la superficie, dice Ernesto Sábato, es «una especie de sombra»:


[«Y todo marchaba hacia la Nada del océano mediante conductos subterráneos y secretos, como si Aquellos de Arriba se quisiesen olvidar, como si intentaran hacerse los desentendidos sobre esta parte de la verdad. Y como si héroes al revés, como yo, estuvieran destinados al trabajo infernal y maldito de dar cuenta de esa realidad.»]


Para Fernando Vidal Olmos, el Mundo de Arriba es falso. Todos nosotros, todas nuestras actividades, forman parte de una maquinaria. En consecuencia, penetrar en el mundo de las tinieblas implica hundirse en la Verdad. No es un espacio idílico, todo lo contrario. En la Verdad se encuentran todos los matices de las atrocidades del espíritu. Por eso, una vez que Fernando experimenta el Abajo, y asciende hacia el Arriba, las cosas se vuelven un poco confusas:


[«Enceguecido y sordo, como un hombre emerge de las profundidades del mar; fui surgiendo nuevamente a la realidad de todos los días. Realidad que me pregunto si al fin es la verdadera. Porque cuando mi conciencia diurna fue recobrando su fuerza y mis ojos pudieron ir delineando los contornos del mundo que me rodeaba, advirtiendo así que me encontraba en mi cuarto de Villa Devoto, en mi única y conocida pieza de Villa Devoto, pensé, con pavor, que acaso una nueva y más incomprensible pesadilla comenzaba para mí.»]


Este es el razonamiento de Fernando después de haber descubierto el secreto de la Secta de los Ciegos, luego de enfrentar al ídolo con cabeza de vampiro y cuerpo de mujer. ¿Cuál es el secreto? Que las tinieblas contienen la auténtica verdad de la existencia [ver: El Horror siempre viene desde el Sótano]

Ernesto Sábado incorpora una serie de creencias y obsesiones culturales que conectan la ceguera con el concepto de oscuridad, y con lo que ello pueda implicar. Fernando Vidal Olmos literalmente intenta «sacar a la luz» los secretos de la Secta de los Ciegos. En este reino subterráneo hay una fauna infernal: serpientes, murciélagos, arañas, pájaros carnívoros [su plato predilecto son ojos, que devoran con el consentimiento del mutilado] y toda clase de criaturas pegajosas subsistiendo en el agua estancada:


[«Todo era hediondo y pegajoso. Más de una vez en mi vida había meditado en la existencia de aquella red subterránea, sin duda por mi tendencia a cavilar sobre sótanos, pozos, túneles, cuevas, cavernas y todo lo que de una manera o de otra está vinculado a esa realidad subterránea y enigmática: lagartos, serpientes, ratas, cucarachas, comadrejas y ciegos.»]


Según la investigación de Fernando, los ciegos no son completamente humanos; pertenecen a una especie distinta, más afín a la de los reptiles. Su falta de visión los hace bestiales: tienen las palmas de las manos húmedas, sangre helada, piel pegajosa, rostros abstractos y vacíos que miran severamente. Sus sentidos del oído y la orientación están agudizados a un nivel casi sobrenatural. Se caracterizan por una intensa desconfianza hacia cualquiera que no pertenezca a su grupo. También hay categorías entre los ciegos, siendo los ciegos de nacimiento los más poderosos, y aquellos que perdieron la visión parte de la periferia de la Secta.

Esta retórica de la monstruosidad [corporal y espiritual] del ciego, alcanza su culminación cuando Fernando se enfrenta a la Ciega, una mujer lasciva y pervertida, que se entrega a orgías con innumerables amantes frente a su marido [también ciego y, además, paralítico], con el fin de vengarse de la opresión y violencia que él había ejercido sobre ella antes de quedar discapacitado. Fernando la sigue en secreto y finalmente se involucra en una serie de encuentros sexuales con ella. Sobre esto escribe:


[«Sólo diré que en el caso de vivir cinco mil años me sería imposible olvidar aquellas siestas de verano con aquella hembra anónima, múltiple como un pulpo, lenta y minuciosa como una babosa, flexible y perversa como una gran víbora, eléctrica y delirante como una gata nocturna. Mientras el otro en su silla de paralítico, impotente y patético, agitaba aquellos dos dedos de la mano derecha y con su lengua de trapo farfullaba vaya a saber qué blasfemias, qué turbias (e inútiles) amenazas. Hasta que aquel vampiro, después de chupar toda mi sangre, me abandonaba convertido en un molusco asqueroso y amorfo.»]


Fernando finalmente encuentra la Verdad; es decir, su verdad interior:


[«Son las doce de la noche. Sé que ella estará esperándome.»]


Fernando confronta a solas la Verdad, y acaso siente culpa. Acepta su muerte como castigo por sus muchos crímenes, especialmente la relación incestuosa con su hija, Alejandra. De hecho, ella a quien Fernando espera es Alejandra, quién lo matará y terminará matándose también en el fuego que consume la casa.

Muchos consideran que Informe sobre ciegos es el testimonio de un paranoico o un psicótico, una suerte de sádico que explora los confines de su subconsciente para acercarse lateralmente a su relación incestuosa con Alejandra. Sin embargo, Fernando no es un monstruo espontáneo. Dentro de su lógica, tiene motivos para hacer lo que hace y percibir el mundo como lo percibe. De niño sentía una atracción patológica hacia su madre, Ana María, hecho que determinará sus relaciones con su esposa, Georgina [que además era su prima], y con su hija, Alejandra.


[«Georgina se parecía asombrosamente a Ana María: no sólo por sus rasgos físicos, como Alejandra, sino y sobre todo por su espíritu: era algo así como la quintaesencia de la familia Olmos, sin la contaminación de la sangre violenta y maligna de los Vidal, refinada y bondadosa, tímida y un poco fantasmal, con una sensualidad delicada y profundamente femenina. En cuanto a sus relaciones con Fernando...»]


Los conflictos de Fernando comienzan en la infancia, con el apego a su madre y el desapego a su padre, a quien odia a partir de los doce años. Curiosamente, su padre era muy parecido a él en muchos aspectos; tenían los mismos rasgos físicos y el mismo carácter irritable y neurótico. En cierto modo, el drama de Fernando se resume al conflicto no resuelto entre padre-madre-hijo. Cuando esto no se resuelve satisfactoriamente, el niño o la niña, ya adultos, son incapaces de experimentar una relación sentimental que prescinda del sufrimiento de un tercero. Fernando tuvo una madre amorosa y protectora, y un padre alcohólico, mujeriego y terriblemente violento. Todo su comportamiento adulto, incluso su atroz relación con Alejandra, tiene su origen en la reacción contra su padre:


[«Muchas veces lo vi entregarse a un sorprendente ascetismo, como si quisiera mortificarse. Períodos que rompía entregándose a una lujuria sádica, en los que utilizaba las mujeres para una especie de infernal satisfacción, despreciándolas al mismo tiempo y rechazándolas luego con irónica violencia, acaso como culpables de su imperfección. Creo que únicamente quiso a su madre, aunque me resulta arduo imaginar que aquel muchacho pudiera querer a nadie, si por esa palabra intentamos expresar alguna forma del afecto, del cariño o del amor. Quizá sólo sintiera por su madre una pasión enfermiza e histérica.»]


Solo podemos intuir la naturaleza de la relación entre Fernando y su madre. De ningún modo podemos afirmar que haya sido incestuosa. Lo que sí resulta claro es que, a medida que Fernando va creciendo [según Bruno], este va transformándose en un ser imprevisible, degradado espiritualmente, cuyo descenso a lo subterráneo de algún modo le permite respirar. En su estado psicológico, el mundo de la superficie, con sus normas y tabúes, le resulta sofocante.

Pero también hay coraje en Fernando. No todos están dispuestos a enfrentar la verdad, sobre todo cuando esta involucra actos tan aberrantes como los que cometió con su hija. El Informe sobre ciegos es su manera de enfrentar esa verdad, y sabe que esto conducirá a un desenlace fatal. Lo mismo pasa con Alejandra. Ella tiene una cita definitiva con su padre-amante, y por eso termina la relación con Martín, y con todo vínculo sentimental sano. Para ambos, el encuentro con la verdad termina en la muerte.

Ahora bien, Fernando se ve a sí mismo como alguien que lucha contra el mal, y su investigación lo llevará a reconocer que él es el mal contra el que ha creído luchar. Este es el encuentro con el Arquetipo de la Sombra, esa parte de la personalidad que ha sido reprimida, y que solo aparece en la superficie de la consciencia en el odio que sentimos por ciertos aspectos o rasgos de los demás.

Fernando proyecta su Sombra [el mal] en otros, y por eso trata de combatirla. No es caprichoso que elija a los ciegos como objetos de la proyección del Arquetipo de la Sombra. En Informe sobre ciegos evoca repetidamente la figura de Edipo, guiando al lector a hacer asociaciones con el mito [el griego y el freudiano]. Más aún, el Complejo de Edipo es la base de la tragedia de Sobre héroes y tumbas, el origen de todos los conflictos de los personajes, incluida la relación entre Fernando y su hija [ver: Lo que Freud no te contó sobre el Complejo de Edipo]

Sobre héroes y tumbas no es una novela gótica, pero sí utiliza algunos recursos del género. En la novela gótica, la oscuridad conduce a un espacio donde rige lo desconocido. En contraste con la claridad del día, la noche distorsiona nuestra percepción de la realidad. Ernesto Sábato utiliza algunos temas y motivos de la literatura gótica pero actualizándolos con su visión trágica de la historia Argentina, representada en la familia Olmos. En este contexto, Sobre héroes y tumbas explora dos facetas fundamentales de la novela gótica: la irrupción violenta del pasado y su consecuencia, la locura [ver: En el Manicomio: la locura en la ficción gótica]

Fernando actúa de acuerdo a su propia racionalidad, hasta que el pasado [el tormento que inflingió sobre su hija] irrumpe en su consciencia presente.

En la literatura gótica encontramos una y otra vez la misma dinámica: no podemos escapar del pasado, y nuestro presente [incluso cuando es plácido y armonioso] está construído sobre los cimientos de terroríficas transgresiones, ya sean en el pasado familiar como nacional: crímenes, torturas, violaciones, asesinatos, genocidios, etc. Todo eso está agazapado. Por eso la ficción gótica tiene menos que ver con el miedo y el horror que con la angustia y la repulsión. Aquí podemos pensar en el concepto de lo Siniestro [Unheimlich] acuñado por Sigmund Freud, es decir, aquello que está oculto y no debe ser revelado, pero que termina manifestándose en aquello que nos resulta oscuramente familiar, como nuestro pasado. En otras palabras, lo Siniestro es todo el contenido reprimido, es decir, aquello que debía haber quedado oculto, secreto, pero que se ha manifestado [ver: Lo Siniestro en la ficción: cuando lo extraño se vuelve familiar]

Esto resume la tragedia de Fernando Vidal Olmos y su hija, Alejandra.

Informe sobre ciegos comienza con esta invocación gótica y continúa con lo que supuestamente es un reporte racional y científico, pero a medida que Fernando indaga en lo subterráneo [su subconsciente], todo se vuelve irracional:


[«Recuerdo perfectamente, en cambio, los comienzos de mi investigación sistemática (la otra, la inconsciente, acaso la más profunda), ¿cómo puedo saberlo?»]


Como todo narrador gótico, Fernando se esfuerza por convencer al lector de que todo lo que cuenta es real. Para ello apela al rigor de la razón y lógica; sin embargo, lo único que legitima su investigación es la irracionalidad, como la descripción de sueños y pesadillas, el uso de conceptos del ocultismo y el esoterismo, todos elementos corrientes en la literatura gótica y contrarios al método científico:


[«La investigación, claro, terminó donde debía empezar de verdad: en el umbral inviolable. En cuanto al dominio por medio de los sueños, las pesadillas y la magia negra, no vale la pena demostrar que la Secta tiene a su servicio a todo el ejército de videntes y brujas de barrio, de curanderos, manosantas, tiradores de cartas y espiritistas. Muchos de ellos, la mayoría, son meros farsantes; pero otros tienen auténticos poderes y, lo que es curioso, suelen disimular esos poderes bajo la apariencia de cierto charlatanismo.»]


La literatura gótica cuestiona lo que se da por sentado como real [esa es la estrategia de Fernando] para resaltar la irracionalidad del ser humano y cómo estos aspectos son los que terminan definiendo nuestra realidad, que aceptamos como lógica y racional.


[«Muchos años tuvieron que transcurrir para que pudiera sobrepasar las defensas exteriores. Y así, paulatinamente, con una fuerza tan grande y paradojal como la que en las pesadillas nos hacen marchar hacia el horror, fui penetrando en las regiones prohibidas donde empieza a reinar la oscuridad metafísica, vislumbrando aquí y allá, al comienzo indistintamente, como fugitivos y equívocos fantasmas, luego con mayor y aterradora precisión, todo un mundo de seres abominables.»]


Esta atmósfera gótica a lo largo de Informe sobre ciegos alerta al lector sobre los peligros de negar lo irracional, pero también los riesgos de permitir que lo irracional se apodere del control de nuestra psique, tal como le sucede a Fernando Vidal Olmos. Así lo refiere el propio Ernesto Sábato a través de Bruno, cuando este dice que el Informe sobre ciegos es el delirio de un lunático que no supo poner límites a su locura:


[«Parecen revelar sus momentos de alucinaciones y de delirio, momentos que, en rigor, abarcaron casi toda la última etapa de su existencia, esos momentos en que se encerraba o desaparecía.»]


Las ideas de Fernando sobre la Secta de los Ciegos se basa en las obsesiones que él mismo ha ido acumulando a lo largo de su vida, obsesiones y fantasías relacionadas con el mal y las prohibiciones que nos impone la sociedad desde la infancia [tabúes]. El deseo pecaminoso por Alejandra, su hija, que de algún modo es el desplazamiento de su deseo original por su madre, Ana María, refuerza el carácter psicótico de Fernando, el cual se proyecta en la creación de la Secta, generando un hilo conductor en sus fantasías.

Desde sus comienzos, la literatura gótica se ha enfrentado al tema del incesto por tratarse de uno de los tabúes más arraigados. Transgredirlo es la última frontera en la cultura occidental. En esta línea se inscribe La misteriosa madre (The Mysterious Mother, 1768) de Horace Walpole, quien solo se atrevió a imprimir un puñado de copias que repartió entre sus amigos más cercanos, debido a la relación pecaminosa entre sus protagonistas [madre e hijo]. Algo similar ocurre en Matilda (Matilda, 1819) de Mary Shelley, y La caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher) de Edgar Allan Poe [ver: Lo Siniestro en los relatos de Edgar Allan Poe]

La literatura gótica utiliza estos tabúes precisamente porque el ser humano los reprime en el inconsciente y los castiga en el plano real; pero las prohibiciones, así como afloran en los sueños del individuo, se manifiestan colectivamente en la ficción a través de ciertos ambientes, situaciones y personajes. En el gótico, el villano promedio posee una apariencia enigmática y perturbadora, una extraña belleza física y un gran magnetismo. En este sentido, Fernando Vidal Olmos se vincula con una larga tradición de villanos góticos, como los que pueblan las páginas de El castillo de Otranto (The Castle of Otranto) de Horace Walpole; Vathek (Vathek) de William Beckford; El monje (The Monk) de Matthew Lewis; El italiano (The Italian) de Ann Radcliffe: y Melmoth (Melmoth) de Charles Maturin. En todas estas novelas desfilan villanos que exhiben una tenebrosa belleza o llevan marcados en el rostro los estigmas de su maldad.

Como seres humanos podemos empatizar con Fernando Vidal Olmos. Por supuesto, sus acciones son injustificables, pero de todos modos podemos entender el núcleo de su conflicto. Si lo Siniestro es un impulso emocional reprimido, si esa represión genera angustia hasta que estalla [o, en el caso de Fernando, hasta que se concreta en su relación con Alejandra], entonces todos estamos sujetos a la misma dinámica; porque cuando ese impulso se manifiesta, no lo percibimos como algo novedoso: siempre fue familiar en nuestra vida interior. Solo se tornó extraño mediante el proceso de represión.

Desde niño, Fernando ha manifestado un comportamiento cruel, como perforar los ojos de las aves o amputarle las patas traseras a los sapos. Su padre castigó duramente estos comportamientos, lo cual solo terminó alimentándolos, porque los forzó a ser reprimidos. Si los arrebatos de crueldad de Fernando hubieran sido canalizados, en lugar de reprimidos, hubiera sido un hombre funcional. En cambio, se convirtió en una cloaca de contenidos reprimidos que su conciencia adulta enfocó en un solo objetivo: los Ciegos.

Este es el ciclo de lo Siniestro en su forma más pura [represión, latencia, retorno], pero no es necesario partir de la base de la crueldad animal para generar un adulto capaz de cometer verdaderas atrocidades. Un niño que sufre bullying al que no se le permite canalizar sus emociones, y se lo obliga a reprimirlas, puede terminar en un adulto con una gran capacidad autodestructiva. Partiendo de esta condición primaria, Fernando se siente atraído y obsesionado por el mismo mal que ha reprimido en su interior. Toda su vida adulta ha estado dedicada a investigar a los ciegos; por lo tanto, la presencia de los ciegos es un símbolo de lo Siniestro en Sobre héroes y tumbas.

Ernesto Sábato utiliza las ideas de Sigmund Freud con maestría, incluso involucra a la ceguera, que Freud empleó para analizar lo Siniestro a través del relato de E.T.A. Hoffmann: El hombre de arena (Der Sandmann); esencialmente una especie de Hombre de la Bolsa que colecciona ojos [ver: Freud, el Hombre de Arena, y una teoría sobre el Horror].

El Hombre de Arena comenzó siendo un hombre noble y generoso, pero cuando perdió la vista se volvió egoísta y violento. Del mismo modo, Fernando comienza siendo un muchacho problemático que se ha impuesto la tarea de descubrir los secretos de la Secta, convirtiéndose en un ser cada vez más monstruoso a medida que se acerca a la verdad:


[«Soy un investigador del Mal. ¿Y cómo podría investigarse el Mal sin hundirse hasta el cuello en la basura?»]


En este punto, Fernando ignora que la Secta es una proyección de su propia Sombra. Considera que esta organización es la expresión más acabada del Mal, y él, como una especie de justiciero, se propone irrumpir en ella. En el proceso llega a una serie de reflexiones metafísicas asombrosas: el gnosticismo.


[«Dios fue derrotado antes del comienzo de los tiempos por el Príncipe de las Tinieblas, es decir, por lo que luego sería conocido como el Príncipe de las Tinieblas. Una vez derrotado Dios, Satanás hace circular la versión de que el derrotado es el Diablo. Y así termina de desprestigiarlo, como responsable de este mundo espantoso. Lo cierto, lo indudable, es que el Mal domina la tierra. Mi conclusión es obvia. Sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas. Y ese gobierno se hace mediante la Secta de los Ciegos. Es tan claro que casi me pondría a reír sino me poseyera el pavor.»]


Es importante mencionar que, cuando Fernando irrumpe en el mundo subterráneo de las Tinieblas [las cloacas de Buenos Aires], ya es un hombre que ha perdido la esperanza. La pulsión de vida lo ha abandonado. Ya no se aferra a existir biológicamente. Lo Siniestro se ha apoderado por completo de su personalidad. De este modo, Fernando comienza un viaje hacia su propio interior para reconocer que esa maldad, que cree externa, en realidad es interna, es decir, reprimida por la desafortunada intervención de sus padres [ver: En el Metro: el horror subterráneo de lo reprimido]

Atinadamente, Ernesto Sábato hace que ese descenso hacia las profundidades del ser ocurra en el oscuro mundo subterráneo de los ciegos. De algún modo, Fernando siente que ese entorno es familiar, no extraño, precisamente porque en las cloacas resuenan los contenidos reprimidos de su psique:


[«Más de una vez en mi vida había meditado en la existencia de aquella red subterránea, sin duda por mi tendencia a cavilar sobre sótanos, pozos, túneles, cuevas, cavernas y todo lo que de una manera o de otra está vinculado a esa realidad subterránea y enigmática: lagartos, serpientes, ratas, cucarachas, comadrejas y ciegos.»]


El descenso al mundo de las tinieblas, que en primera instancia es físico, pronto continua metafísicamente. En otras palabras, Fernando realmente se introduce en las cloacas, pero el verdadero viaje se produce en su mente a medida que desciende por las alcantarillas de su propia conciencia. A medida que se producen los dos descensos, más se intercalan y confunden estos dos planos, hasta llegar a un punto en que es imposible determinar en qué plano está Fernando [el físico o el mental] y, por lo tanto, a cuál de ellos corresponden sus descripciones.

Cuando Fernando por fin llega al centro del Reino de las Tinieblas, llega también al núcleo de su conciencia. Ve ratas, reptiles, arañas, monstruos espeluznantes que no son más que una proyección de los contenidos reprimidos durante tantos años [ver: Vermifobia: gusanos y otros anélidos freudianos en la ficción]. En este contexto, esa sucesión de imágenes [simbólicas] dejan a Fernando en un estado de trance, entre la alucinación y la lucidez, hasta que eventualmente se hunde en el delirio. Entonces siente que su cuerpo está cambiando:


[«Mi cuerpo se iba convirtiendo en el cuerpo de un pez. Mis extremidades se transformaban repugnantemente en aletas y sentí que mi piel se cubría de duras escamas.»]


Informe sobre ciegos continúa con Fernando Vidal Olmos regresando en sí en la habitación donde lo tienen cautivo. Allí atisba la presencia de la Ciega, que le transmite una sensación siniestra. En efecto, la mujer le parece extraña y, a la vez, familiar. En ese momento, la Ciega se revela como su hija, Alejandra [ver: El cuerpo de la mujer en el Gótico]

Ante esa revelación, Fernando no puede hacer otra cosa que sucumbir, entregarse a la tentación. La Ciega-Alejandra le brinda la posibilidad de satisfacer aquel deseo impío que mantuvo reprimido, el cual es el elemento Siniestro más grotesco de Informe sobre ciegos: Fernando Vidal Olmos consumará una relación con su hija.

Este acto entre Fernando y Alejandra es la culminación del descenso al inframundo.

A lo largo de toda la novela se nos brindan algunas pistas sobre las motivaciones de Fernando Vidal Olmos para amar físicamente a su hija. Son numerosas las ocasiones en las que él deja entrever su deseo, e inclusive su amor hacia ella; lo cual subraya nuevamente el elemento Siniestro en términos de un impulso o deseo que estuvo reprimido [en la oscuridad] y de pronto reaparece.

Después de consumar este acto despreciable, Fernando aparece en su habitación [no se explica cómo llegó allí] y se dirige al Mirador del barrio de Barracas, donde Alejandra lo espera para asesinarlo y quemar la casa, con ella adentro. En cierto modo, el encuentro entre ambos es la antesala del infierno. Fernando arde en el fuego que él mismo ha ido alimentado durante toda su vida, arruinando a todos a su alrededor, incluida su hija. Alejandra también arde, pero quizás en las llamas de la purificación [ver: Carmilla, Lucy y Helen: el monstruo femenino como figura de resiliencia]




Taller gótico. I El lado oscuro de la psicología.


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