Cómo crear y proyectar pesadillas a distancia.
Existe una cifra intimidante de libros prohibidos que hablan sobre los sueños, sobre todo grimorios y libros de ocultismo que han sido pulverizados por la teoría psicoanalítica. No obstante, algunos de ellos continúan vigentes, más por su naturaleza extraordinaria, fabulosa, que por su verosimilitud.
Uno de estos libros malditos sobre los sueños es el Liber Mære, o Libro de las pesadillas; especie de tratado que circuló entre la cúpula del pensamiento teosófico —formado por H.P. Blavatsky, Annie Besant y C.W.Leadbeater— el cual intenta explicar cómo los nigromantes pueden manipular los sueños e incluso crear y proyectar pesadillas a distancia.
El título del libro hace referencia al término anglosajón Mære, o Mare, que actualmente se encuentra en la palabra Nightmare; es decir, «pesadilla». Las Mære eran una especie de demonios nocturnos, similares a los Íncubos y Súcubos, capaces de introducirse en nuestros sueños y articular las más espantosas pesadillas.
La raíz etimológica de esta palabra es muy antigua, y está presente en todas las lenguas de procedencia indoeuropea —Mara (protogermánico); Mare (holandés); Mære (Inglés Antiguo), Mahr (alemán), Morr (Irlandés)—, así también como en algunas criaturas mitológicas vinculadas a los sueños, como Morrigan, cuyo nombre significa «reina de las pesadillas».
Básicamente, el Liber Mære presenta la teoría de que es posible hackear los sueños. No hablamos aquí de sueños compartidos, es decir, de dos personas que sueñan lo mismo; tampoco de sueños lúcidos, sino de pesadillas que son producidas de forma consciente y, posteriormente, impresas sobre los sueños de alguien más.
Si bien es cierto que el Liber Mære recurre a técnicas bastante conocidas de la magia negra, su metodología se asemeja bastante a lo que podríamos encontrar en los libros esotéricos del siglo XVIII y XIX. De hecho, sus páginas elaboran una especie de teoría rudimentaria sobre la transmisión de pensamientos, en este caso, bajo la forma de una pesadilla inducida.
El problema que se presenta a la hora de aceptar o descartar esa posibilidad es que no contamos con ninguna herramienta que nos permita diferenciar un pensamiento propio de uno enviado telepáticamente. En todo caso, el único que está en posición de hacer esa diferenciación es el emisor del pensamiento, ya sea de forma consciente o no; por ejemplo, cuando comenzamos a cantar mentalmente una melodía y otro empieza a balbucearla en voz alta.
En resumen: el Liber Mære explica de qué forma crear una pesadilla y proyectarla telepáticamente sobre un individuo específico; desde luego, con propósitos malévolos, aunque de hecho esa metodología también podría utilizarse para la transmisión a distancia de sueños agradables.
Los sueños telepáticos tienen una extensa tradición en los libros medievales. El mecanismo, que luego encontraría cierto apoyo en la teoría psicoanalítica, se basa en la idea de que, durante el sueño, nuestra consciencia se recluye, desplazando o anestesiando sus mecanismos de represión. En su lugar aflora el inconsciente, región que posee sus propias reglas y apetitos, muchos de los cuales repugnan a la razón.
En este sentido, los sueños son la realidad del inconsciente.
Al soñar, el inconsciente materializa aquellos deseos que son reprimidos por la mente consciente. En cierta forma, esto nos permite una válvula de escape que libera tensiones internas. El Liber Mære, empleando una metodología mágica, pero no por eso menos eficaz en términos de sugestión, se apoya en esa región plagada de deseos y pensamientos reprimidos para dar forma a pesadillas muy específicas.
El primer paso para crear pesadillas a distancia, de acuerdo al libro, consiste en el rito del ephallesthai, nombre que proviene de un personaje de los mitos griegos llamado Efialtes (Ephialtes), a quien se le atribuía la facultad de fabricar pesadillas particularmente desagradables. Este rito, básicamente formado por la meditación, visualización y proyección de pensamientos, tiene como objetivo encontrar una grieta en nuestro antivirus onírico.
Para ponerlo en términos informáticos simples, nuestra consciencia, eso que acordamos en llamar Yo, opera durante el sueño como una especie de antivirus o firewall. Su función es monitorear la expresión de deseos que contravengan o perturben nuestro cableado sociocultural. El inconsciente, por su parte, trabaja elaborando ficciones que le permitan expresar claramente esos deseos reprimidos pero sin alertar al antivirus de la consciencia.
El rechazo que le producen a la consciencia nuestros deseos reprimidos es tan intenso, que ni siquiera durante el sueño somos capaces de representarlos absolutamente. Para evitar la alerta del antivirus, el inconsciente recurre a una serie de signos, símbolos y representaciones que expresan de manera cifrada aquellos deseos que no podemos enfrentar durante la vigilia. Cuando estos signos son eficientes, el sueño prosigue con total normalidad. Cuando el antivirus los detecta, el soñador despierta abruptamente; es decir, la consciencia se reinicia.
Sin embargo, al recuperar la consciencia el soñador puede sentirse tremendamente angustiado, incluso aterrorizado, por sus pesadillas; pero al mismo tiempo también es incapaz de encontrar una razón que explique claramente esas emociones.
Este antivirus o firewall se encuentra totalmente alerta cuando estamos despiertos, de manera tal que nuestros deseos inadecuados para nuestro cableado sociocultural son reprimidos antes de que podamos advertirlos. Pueden, y de hecho a menudo lo hacen, desplazarse o sublimarse hacia ideas vecinas, pero nunca se expresan completamente. El Liber Mære aprovecha el descenso de las barreras psicológicas durante el sueño para inducir pesadillas a distancia, o al menos intentarlo.
Si bien la posibilidad de transmitir pesadillas a distancia parece algo absurdo, es importante recordar que incluso Sigmund Freud estudió esa posibilidad. En su ensayo de 1922: Sueños y telepatía (Traum und Telepathie), Freud examina la posibilidad de comunicarse telepáticamente durante el sueño, o bien de influir sobre el sueño de otra persona. Carl Jung —De la esencia de los sueños (Vom Wesen der Träume)—también aportó lo suyo a través de la teoría de la transferencia onírica; es decir, la idea que los sueños, a pesar de ser un producto del inconsciente, pueden ser controlados y direccionados por el soñador, como en el caso de los sueños lúcidos, o bien proyectados sobre alguien más.
El lenguaje del inconsciente se basa en símbolos, de ahí que nos resulte tan difícil recordar o relatar un sueño o una pesadilla, precisamente porque nuestra consciencia tiende a agrupar esos signos en patrones regulares, es decir, a ordenarlos en una secuencia lógica, cuando en realidad se trata de una experiencia integral que no necesariamente se construye sobre las bases de una continuidad narrativa. Esta es la razón por la cual nos cuesta recordar nuestros sueños.
Las pesadillas que el Liber Mære explica como crear y proyectar actualmente son conocidas como sueños invasivos, es decir, pesadillas que no son completamente nuestras pero que aprovechan nuestro caudal de deseos reprimidos para cobrar forma, como ya se ha explicado, valiéndose de la vulnerabilidad de nuestro antivirus consciente.
Curiosamente, tanto el libro como aquellos que actualmente están a favor de esta teoría sobre los sueños, acuerdan sobre lo siguiente: cuando un pensamiento intruso se introduce en nuestros sueños; es decir, una vez que han sido hackeados, el antivirus de nuestra consciencia rara vez se activa. ¿Por qué? Precisamente porque no reconoce al pensamiento intruso como un deseo reprimido; por lo tanto, no hay razón para bloquearlo.
Para continuar con el paralelo informático, una vez que un sueño es hackeado es relativamente fácil alterar su diseño básico para que lentamente se transforme en la pesadilla que el nigromante ha tomado la precaución de fabricar. Sin embargo, esto funciona a nivel primordial, ya que cuando se altera la estructura del sueño se modifica también su función principal: materializar nuestros deseos reprimidos; de modo tal que las pesadillas insertadas duran muy poco tiempo y esencialmente nos conducen hacia un despertar abrupto.
Desde la perspectiva del soñador, las pesadillas proyectadas a distancia pueden ser detectadas con relativa rapidez, ya que al ser diseños de una consciencia, intrusa no responden claramente a la no-lógica del material onírico típico, de manera tal que pueden ser percibidas desde su inicio como algo inverosímil, cualidad que frecuentemente se asocia a los sueños desde una mirada retrospectiva, es decir, al despertar. En otras palabras, solo cuando estamos despiertos nos damos cuenta que nuestro sueño tenía algo raro, pero de ningún modo nos parecía inusual mientras lo soñábamos.
En este contexto, el inconsciente también ejerce cierta influencia para detectar intrusos en el sueño. Casi nunca nos lleva al despertar, ya que ese tipo de alerta es potestad de la consciencia. En cambio, aísla los elementos invasores dentro de la misma pesadilla y logra que el sueño vuelva sobre su cauce predeterminado. En cierta forma, el intruso se convierte en una pesadilla dentro de otra pesadilla.
Ahora bien, ¿es posible saber si un intruso se ha metido en nuestro sueños?
De acuerdo con esta teoría, sí; y la forma de saberlo es analizando las impresiones de nuestro sueño o pesadilla en particular.
En primer lugar, cuando estamos dentro de una pesadilla nada nos parece realmente extraño. Podemos sentirnos aterrorizados por ver una persona muerta en un sueño, o bien experimentar sueños de caída libre, pero el miedo no nos induce a creer que estamos soñando. Sin embargo, al despertar notaremos los aspectos absurdos de la pesadilla. No obstante, en las pesadillas inducidas sí advertimos la extrañeza de la situación mientras ésta ocurre, como si algo nos alertara sobre la presencia de un intruso.
En otras palabras, si algo en la pesadilla nos parece ilógico y hasta inconsistente aún estado dormidos, es un buen indicador de la presencia de un pensamiento intruso.
Desde luego que no todos estas pesadillas intrusas son proyectadas por otra consciencia. Algunos, de hecho, son producto de nuestros sueños en el plano astral; aquello que los teósofos de principios del siglo XX llamaban larvas, gusanos y parásitos del plano astral; extensamente descritas en El libro de los Tulpas; o bien criaturas no humanas del plano astral que pueden interactuar de forma más o menos agresiva con nuestro inconsciente.
En el terreno literario es oportuno mencionar a H.P. Lovecraft y su estupendo ciclo onírico, donde en varias ocasiones presagia la teoría del firewall de nuestro sistema operativo psicológico; por ejemplo, en La sombra fuera del tiempo (The Shadow Out Of Time) y La sombra fuera del espacio (The Shadow Out Of Space). Allí, el maestro de Providence relata la historia de un científico en estado de coma cuya mente es hackeada por inteligencias de otro plano que utilizan sus sueños para recoger información sobre nuestro mundo.
Para finalizar, hay que mencionar un detalle especialmente inquietante: uno de los requisitos que el libro explica como indispensable para proyectar pesadillas a distancia es la cercanía física y emocional con el sujeto receptor. En otras palabras, el intruso que quizás te visita en sueños es alguien mucho más cercano de lo que podrías pensar. Esa familiaridad suele traer consigo sueños recurrentes, o lo que es aún peor, soñar varias veces con la misma persona.
Diccionario de sueños. I El lado oscuro de la psicología.
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3 comentarios:
De los mucjos libros que has leido de ocultismo:
¿Cual es el mas interesante?
¿Has puesto en practica algo ( hechizos, habilidades, invocaciones,etc)?
Menudo blog de magufadas. Que basura.
¿Es necesario escribir "direccionado"? ¿No basta con "dirigido"?
Que recuerde,en esos relatos de Lovecraft la Gran Raza no obtiene información de los sueños sino que mediante una máquina realiza un intercambio de conciencia entre individuos, una metempsicosis a través del tiempo y el espacio.
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