La tercera Ley de Clarke en la Tierra Media: la magia como forma avanzada de tecnología.


La tercera Ley de Clarke en la Tierra Media: la magia como forma avanzada de tecnología.




La Tercera Ley de Clarke, propuesta por el escritor británico Arthur C. Clarke, establece lo siguiente:


[«Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.»]


Ya hemos hablado sobre esto en El Espejo Gótico en relación a Gandalf [ver: Gandalf y la tercera ley de Clarke] Hoy ampliaremos un poco más el panorama al analizar cómo se aplica la Tercera Ley de Clarke a la magia en la Tierra Media. [ver: Viajes en el Tiempo en la Tierra Media]

J.R.R. Tolkien no elegía palabras accidentalmente. Tenía mucho cuidado al asignar referencias a personajes, lugares y hechos para transmitir matices de significado que no resultan obvios de inmediato. La Magia, por supuesto, es uno de los elementos más significativos y, al mismo tiempo, indefinible en la Tierra Media. Por ejemplo, una búsqueda rápida por El Silmarillion, El Señor de los Anillos y El Hobbit revela lo poco que Tolkien utiliza la palabra sorcerer [«hechicero»] y sus derivados. El profesor admitió en sus cartas que su uso de la magia era bastante casual y, a veces, inconsistente, pero el concepto está presente de todos modos.

En la Carta #155, Tolkien diferencia dos tipos de magia en la Tierra Media: magia y goeteia. Ambos fueron utilizados por personajes «buenos» y «malos», aunque en diferentes cantidades y para diferentes propósitos. Dentro de la obra de Tolkien, la Magia «produce efectos reales en el mundo físico», mientras que goeteia tiene más que ver con influir en las voluntades. Actualmente los diccionarios en inglés etiquetan este término como un arcaismo para «brujería o magia realizada por la invocación y el empleo de espíritus malignos»; en una palabra: nigromancia. La goeteia no solo está directamente relacionada con la mayoría de las formas en que se usa sorcerer [«hechicero»] en los libros de Tolkien, sino que también está estrechamente asociado con personajes malvados [ver: Thû: la historia del verdadero Nigromante de Dol Guldur]

El Oxford English Dictionary da la definición moderna de sorcerer como «alguien que afirma o se cree que tiene poderes mágicos», mientras que el Cambridge English Dictionary especifica que estos poderes mágicos se utilizan para dañar a otras personas, lo que implica una connotación maligna específica. La Encyclopaedia Britannica comparte esta última opinión. Si bien en estos días el uso de sorcerer parece ser bastante laxo y su connotación es más neutral que positiva o negativa, no era el caso en la Edad Media.

En el corazón de la palabra sorcerer se encuentra la raíz latina sors, que significa «destino», «fortuna» [la deidad romana Sors regía sobre el azar, de ahí la palabra española sorteo]. En latín medieval, el sortiarius era un adivino, pero también alguien capaz de influir en el destino o la fortuna. El término se introdujo al Francés Antiguo en la forma sorcier [«mago»]. Cuando llegó al Inglés Medio en el siglo XIV, la palabra adquirió el significado de «conjurador de espíritus malignos».

El uso que hace Tolkien de sorcerer y sorcery [«hechicero» y «hechicería»] es enfáticamente negativo. Suele implicar la intromisión de mentes, vidas, voluntades, emociones; invocar espectros o espíritus para alcanzar objetivos malignos. Bárbol habla del «fuego o explosión de hechicería» de Saruman como algo que puede matar a los Ents; Boca de Sauron aprendió hechicería cuando entró al servicio de Mordor y los Espectros del Anillo se convirtieron en grandes hechiceros tras conseguir los Anillos de Poder [ver: Los extraños poderes de los Nueve Anillos]. Estas, sin embargo, son en su mayoría menciones y referencias pasajeras. El principal título de hechicero de la Tierra Media está reservado para Sauron.

Como Sauron había ascendido al estatus del lugarteniente de Morgoth en la Primera Edad, se convirtió en una amenaza considerable para la Tierra Media. Así lo describe Tolkien en El Silmarillion:


[«Sauron se había convertido en un hechicero (sorcerer) de un poder espantoso, maestro de las sombras y los fantasmas, inmundo en sabiduría, cruel en fuerza, deformando lo que tocaba, torciendo lo que gobernaba, Señor de los Licántropos.»]


Desde la Primera Edad en adelante, Sauron y goeteia van de la mano. Fue la hechicería lo que lo ayudó a capturar la torre de Minas Tirith en poder de Orodreth, hermano de Finrod, y convertirla en el puesto de vigilancia de Morgoth. Nadie en Minas Tirith pudo resistir el ataque de Sauron «porque una nube oscura de miedo cayó sobre los que la defendían». Después de ganar la torre [que pasó a ser conocida como Tol-in-Gaurhoth], Sauron se instaló allí con sus huestes de «fantasmas y espiritus errantes». También fue por medio de la hechicería de Sauron que Gorlim fue capturado por los sirvientes del Señor Oscuro y luego llevado a la traición de Barahir y sus hombres. La imagen fantasmagórica de la esposa del pobre hombre, conjurada en su antigua casa, indujo a Gorlim a pensar que en realidad era Eilinel, y provocó que aceptara cualquier condición de Sauron [ver: ¿Por qué Sauron no permitía que se pronunciara su nombre?]

Fue durante su estancia en Dol Guldur que a Sauron se le llamó más a menudo sorcerer [hechicero]. De hecho, hasta que se supo quién habitaba en el extremo sur del Bosque Negro [Mirkwood], el título con el que Tolkien se refiere predominantemente a él es The Sorcerer, con artículo definido y mayúscula. Una vez que su presencia se estableció allí, el bosque quedó envenenado por la presencia malvada de Sauron y su hechicería: «las sombras lo llenaron, cosas malvadas se arrastraron allí y muy pocos se atrevieron a atravesar el bosque a menos que fuera en el norte con la gente de Thranduil manteniendo alejado el mal». También hubo avistamientos de nubes y sombras que se arrastraban desde Dol Guldur. Durante un tiempo, la naturaleza de la oscuridad y las sombras fue un misterio:


[«Pocos sabían de dónde procedía, y pasó mucho tiempo antes de que incluso los Sabios pudieran descubrirlo. Era la sombra de Sauron y la señal de su regreso. Pues saliendo de los páramos del Este, fijó su morada en el sur del bosque, y lentamente creció y allí tomó forma de nuevo; en una colina oscura hizo su morada y forjó allí su hechicería (sorcery), y toda la gente temía al Hechicero (Sorcerer) de Dol Guldur, y sin embargo, al principio no sabían cuán grande era su peligro.»]


El antiguo nombre élfico de esta colina, Amon Lanc, cambió luego de que Sauron se estableciera allí. Pasó a llamarse Dol Guldur, que significa «Colina de la Hechicería» [Hill of Sorcery]. La palabra gul significa «hechicería», pero su equivalente en quenya era nole [«saber», «conocimiento»], que conservaba una connotación neutra, mientras que el sindarin gul adquirió un aire negativo y se refería al conocimiento del mal, la nigromancia, y se empleaba principalmente en combinaciones negativas como Morgul. La palabra también estaba en uso en el idioma hablado en Mordor [ver: Sauroniano: análisis de la Lengua Negra de Mordor]

Aproximadamente al mismo tiempo, a Sauron el Hechicero también se le llamaba a menudo el Nigromante [Necromancer]. En Leyes y costumbres entre los Eldar (Laws and Customs Among the Eldar), Tolkien afirmó que algunos fëar élficos desencarnados rechazaron la convocatoria de Manwë después de la destrucción de sus hröar, y podrían intentar tomar posesión de cuerpos vivos con el objetivo de ocuparlos y controlarlos. En otras palabras, Tolkien establece que ciertos espíritus poderosos, como las almas o espíritus de los Elfos [fëar] podían desalojar otros cuerpos vivos y ocuparlos. Se decía que Sauron recurría a tales artes negras y enseñaba a sus seguidores cómo hacerlo. Tales prácticas oscuras, si alguna vez tuvieron lugar, bien justifican el título de Nigromante [ver: ¿Gandalf podría haber derrotado a Sauron?]

El trato de Sauron con fantasmas [Tolkien utiliza bastante la palabra phantoms, pero no en el sentido del fantasma tradicional] y el dominio de las voluntades alcanzó su apogeo cuando forjó el Anillo Único. Siendo el Anillo Gobernante, hizo que los otros Anillos de Poder se conectaran con él. La destrucción total a la que podría conducir esta dependencia y el uso constante de los Anillos se ve perfectamente con el Nazgûl. Habiendo poseído y usado sus Anillos durante mucho tiempo, los Nueve finalmente se convirtieron en espectros que caminaban en el mundo de lo Invisible bajo la influencia de Sauron. Su arma principal era el miedo [ver: Nazgûl: poderes y habilidades de los sirvientes más letales de Sauron]

Su jefe, el Señor de los Nazgûl, era el más poderoso de los Espectros del Anillo. Gandalf se refiere a él como «una lanza de terror en la mano de Sauron, una sombra de desesperación», y en otro caso dijo que «esgrime un miedo mortal». Para el Señor de los Nazgûl, el miedo era un arma más poderosa que la espada. Muy pocos podían resistir al Rey Brujo y el terror que infundía. Su otra arma no era menos letal: la hoja de Morgul estaba encantada con hechizos oscuros, y las heridas que producía podían tener consecuencias muy graves. Un fragmento de una hoja de Morgul quedó en la herida de Frodo y casi lo convirtió en un Espectro. Incluso después de que se quitó la pieza y el Hobbit se curó por completo, todavía sufría todos los años en la fecha en la que fue herido.

Hay algunos casos excepcionales en los que la palabra hechicero y sus derivados se usan en referencia a personajes «buenos», y se entienden como una forma de mostrar desconfianza o incluso desprecio. Galadriel es llamada la Hechicera del Bosque Dorado [Sorceress of the Golden Wood] por Grima Lengua de Serpiente. La implicación de Éomer es menos directa en su encuentro con Aragorn, Gimli y Legolas:


[«Pero si tienes su favor, entonces quizás también seas tejedor de redes y hechicero.»]


El «también» funciona de manera sutil pero firme: pone a los tres viajeros y a Galadriel en una sola compañía como hechiceros y, por lo tanto, gente en quien no se puede confiar. La propia Galadriel pensaba que los mortales a menudo confundían la magia élfica con los goeteia de Sauron [ella se refiere a «los engaños del Enemigo»]. Sin embargo, en la época de la Guerra del Anillo, cuando la mayoría de los Elfos habían abandonado la Tierra Media y se habían convertido en personajes de cuentos y leyendas, esa actitud desconfiada de los mortales parecía ser la norma, y en el caso de Grima y Éomer, se ve claramente en sus elecciones de palabras.

La Hechicería siempre es algo malo en la Tierra Media de Tolkien. Es una forma de arte oscuro a la que solo recurren personajes malvados para destruir, someter o manipular voluntades. Sauron, siendo el principal hechicero de la Tierra Media [incluso durante la época de Morgoth], es la encarnación de cómo podría funcionar la goeteia cuando se usa con malos propósitos. Otro caso interesante es el de Saruman [ver: El misterioso Anillo de Saruman]

Respecto a Saruman, hay un artículo interesantísimo de Dennis Wilson Wise titulado Entre la ira y la elocuencia en Saruman y Trasímaco (Between Rage and Eloquence in Saruman and Thrasymachus), donde se evalúa la posibilidad de que Saruman sea, después de todo, una representación de Trasímaco, un sofista griego; es decir, uno de esos maestros morales [generalmente inescrupulosos] que aparecieron en todo el mundo griego en el siglo V a.C. que enseñaban el arte de la persuasión. En efecto, Saruman y Trasímaco tienen mucho en común, tanto que uno no puede dejar de pensar que Tolkien construyó a Saruman y su habilidad en el arte de la persuación pensando en los sofistas.

La palabra griega sophistes [«sofista»] originalmente significaba «hombre sabio», pero se la usaba con una connotación negativa para referirse a los maestros ambulantes que visitaban Atenas. Aristófanes, Platón y, más tarde, Aristóteles, los detestaban. Ahora bien, la palabra sophistes [sophistes, «sofista»] combina la raíz σοφία [«habilidad», «arte», «sabiduría»] con el sufijo στής. El nombre Saruman se forma exactamente de la misma manera, combinando saru, una forma dialectal de Mercia [del Inglés Antiguo searu], «habilidad» o «arte», con el sufijo man. La conexión obvia, también la implicación: Saruman es persuasivo y astuto, y su nombre [aunque no es su nombre original] lo establece como un hecho.

Tengamos en cuenta que las cualidades que Tolkien atribuye a la goeteia, a saber: aterrorizar, engañar o subyugar otras voluntades, factores que no son en absoluto diferentes de las cualidades de la voz de Saruman, por las cuales puede persuadir o intimidar a otros.

Tolkien hace una distinción clara entre Magia y Goeteia, pero, ¿es la Magia «buena» y la Goeteia «mala» per se? No parece ser el caso. De hecho, es el propósito con el que se emplea la Magia, en todas sus formas, lo que determina su color, por llamarlo de algún modo. En la Tierra Media, la Magia se transforma sorcery cuando se la utiliza para influir sobre el libre albedrío de los demás, pero las operaciones de Sauron y Morgoth no son solo «engaños del Enemigo» como dice Galadriel, es decir, Goeteia, sino que también emplean la Magia, que Tolkien define por su capacidad de producir efectos reales en el mundo físico [ver: Morgoth vs. Sauron: ¿quién fue más poderoso?]

Gandalf también emplea la Magia para impactar en el mundo físico, pero siempre con moderación; por ejemplo, para encender fuego en un leño mojado; es decir, usa un tipo de Magia que produce efectos reales en el mundo físico. Este tipo de Magia está lejos de tener un aura grandilocuente. Gandalf la utiliza como un recurso, una herramienta excepcional, pero con extremo cuidado cerca de los mortales. Encender un leño mojado probablemente no llegue a impresionar a los Elfos, pero sí puede desconcertar a los mortales [sobre todo a Sam], para quienes la diferencia entre los distintos tipos de Magia no suele ser claro.

Por otro lado, la Goeteia sí requiere otro grado de teatralidad. Este tipo de Magia opera por invocación, es decir, por palabras que deben ser pronunciadas en el tono correcto [y a veces gritadas a viva voz]. El término griego γοητεία, «encantamiento», proviene de la misma raíz de «gemido» y «lamento», especialmente por los muertos [ver: Sobre los Nombres Bárbaros de Evocación]. Ya hemos visto cómo el poder de Saruman reside en su voz, y no tanto en sus argumentos. Por supuesto, es un tipo astuto, pero si Tolkien realmente se inspiró en los sofistas griegos, estos se caracterizaban por la teatralidad con la que empleaban el poder de la voz para hacer que un argumento moralmente inferior derrotara a uno moralmente superior. Y eso es precisamente lo que hace Saruman. De hecho, la reacción de Gandalf ante los discursos de Saruman [que hacen dudar a Théoden y Gimli] es muy parecida a la de los filósofos griegos como Platón y Aristóteles: no se discute con un sofista, se lo hace callar.

Incluso un especialista como Tolkien no siempre estaba satisfecho con el resultado de sus propias elecciones de palabras. En una carta reflexiona sobre «la dificultad de encontrar nombres en inglés para criaturas mitológicas para no ahogar al lector con una sarta de nombres élficos». Una de estas palabras que nunca terminó de gustarle del todo es Wizards, «magos», para referirse a los Istari. ¿Por qué? La palabra Quenya Istari [sing, Istar] significa literalmente «aquellos que saben»; en una palabra: «sabios». Su equivalente sindarin, Ithryn [sing, Ithron] se interpreta como «sabios», es decir aquellos con algún tipo de conocimiento oculto. Pero, como mencionamos anteriormente, Tolkien no estaba contento con la palabra wizard [«mago»] que usó como traducción de Istari.

Wizard es una palabra antigua, pero no tanto [para los estándares de Tolkien]; data de principios del siglo XV y proviene de la palabra wys, «sabio», y el sufijo ard que sirve para formar sustantivos. En sus inicios, se usaba en referencia a los filósofos, pero como la distinción entre filosofía y magia no estaba muy clara en el siglo XV, pasó a significar «alguien con poderes mágicos»; es decir, «mago». Esto explica por qué Tolkien encontró que la palabra wizard era inadecuada para sus Istari. Para la mayoría de los lectores, wizard tiene una connotación claramente mágica. Esto no es del todo apropiado para Istari, cuyos principales atributos son la sabiduría, el conocimiento de la historia y la naturaleza del mundo [ver: Lovecraft y las lenguas prehumanas]

A pesar de todo esto, Tolkien no encontró un término mejor. Al menos, wizard sugería cierta conexión con wise [«sabio»], y por ende con la sabiduría; de modo tal que el lector no solo pensara en los Istari en términos de magia sobrenatural. Creo que debido a esta brecha entre el término usado [wizard] y el principal atributo de los Istari [la sabiduría] es que Tolkien insiste en cada ocasión que se le presenta para subrayar que la misión de los Magos en la Tierra Media era «enseñar, aconsejar, instruir, pero con sutileza, sin forzar ni dominar la voluntad de los demás»; básicamente todo lo contrario a la goeteia de Sauron y sus seguidores [ver: La verdadera misión de Radagast en la Tierra Media]

Ahora bien, Tolkien no dice que los Istari no pudieran utilizar la goeteia; más bien sostiene que, siendo emisarios de los Valar, tenían prohibido exhibir abiertamente, y en su totalidad, sus poderes. De los cinco Istari que llegaron a la Tierra Media, Gandalf es el único que juega según estas reglas. Para Círdan, eso hace que Gandalf sea el mago más poderoso [aunque fuese «el de menor estatura»]; es decir, el más sabio, alguien que solo usaba su sabiduría de una manera cuidadosa para el beneficio los demás. Más aun, la magia de Gandalf es la más poderosa de los Istari, primero, porque sigue las reglas de los Valar [y por lo tanto, de seres más sabios que él mismo]; segundo, porque básicamente es el mismo que cuando vivía en Valinor como Olórin:


[«Porque aunque amaba a los Elfos, (Olórin) caminaba entre ellos sin ser visto, o como uno de ellos, y los Elfos no sabían de dónde venían las bellas visiones o los impulsos de sabiduría que él ponía en sus corazones.»]


Nada cambió realmente cuando Olórin asumió un cuerpo físico físico y se convirtió en Gandalf en la Tierra Media. Como buen sabio, nunca buscó el poder o el dominio de los demás, sino que compartió su conocimiento con alegría, a veces con cierta impaciencia. Tenía un interés genuino por los habitantes de la Tierra Media, especialmente por los Hobbits, y demostró tener más visión de futuro que Saruman, cuya magia se aleja de la sabiduría y se aproxima mucho más a la goeteia de Sauron [ver: La teología de la Tierra Media]

Ahora bien, ¿qué sucede con los Elfos y la Magia?

En la obra de Tolkien se menciona repetidamente que los Elfos [principalmente los Altos Elfos] son más poderosos que los Hombres; tanto es así que algunos emplazamientos élficos, como Rivendell y Lórien, son de alguna forma seguros ante los ataques de Sauron. En el caso de los Elfos, nuevamente, la Magia no es como la imaginamos tradicionalmente. Por suerte, la confusión de Sam nos ayuda a entender un poco más el problema de la magia élfica:


[«Porque esto es lo que tu gente llamaría magia, creo: aunque no entiendo claramente lo que quieren decir; y parecen usar la misma palabra para los engaños del Enemigo. Pero esta, si se quiere, es la magia de Galadriel. ¿No dijiste que deseabas ver magia élfica?»]


Claramente, el Espejo de Galadriel, como ella misma admite, es un ejemplo de lo que los mortales podrían llamar «magia»; sin embargo, con los Elfos la división entre «artesanía» y «magia» no está del todo clara. La forja de los Anillos de Poder, o incluso de los Silmarils, parece entrañar algún tipo de procedimiento técnico tan avanzado que, para la mirada de los mortales, parece magia [ver: ¿Qué significa realmente la inscripción en el Anillo Único?]

Los Elfos, como dice Galadriel, son perfectamente capaces de hacer cosas que otros pueblos llamarían «magia». No obstante, si realmente fuera magia [entendida como poder sobrenatural], los Elfos habrían podido utilizarla desde su despertar, pero este no parece ser el caso; de hecho, incluso si pensamos que cada raza y criatura en la Tierra Media tiene algún tipo de poder nativo, en mayor o menor grado, los Elfos definitivamente no hacían magia al principio. En todo caso, los Elfos simplemente eran Elfos, y eso incluye ejercer el poder nativo de su raza. Por ejemplo, Galadriel tiene el poder de leer los pensamientos de los demás. ¿Esto es algo natural en ella o un poder adquirido? Y si es adquirido, ¿cómo? ¿No será que este «poder» tiene más que ver con la inteligencia acumulada a través de miles de años de existencia, la cual le permite a Galadriel simplemente leer los rostros y expresiones de forma inimaginablemente precisa para nosotros?

Creo que cuando hablamos de magia, en realidad nos preguntamos si nosotros [un ser humano normal] podríamos hacer lo mismo. En principio, no podemos vivir miles de años, de modo que la inteligencia y la intuición de un ser que ha vivido esta cantidad de tiempo seguramente nos parecerían algo mágico. El encuentro de Galadriel con los Hobbits es como el de un adulto haciendo trucos ante un auditorio de niños de dos años. Ni siquiera el niño más sagaz del grupo tendría la menor idea de cómo el truco fue hecho, ni siquiera que fue un truco. Sin embargo, los Elfos también hacen magia ante entidades mucho más fuertes y antiguas que los Hobbits. Pensemos, por ejemplo, en Glorfindel volviéndose invisible mientras lucha contra los Espectros del Anillo. A simple vista, este también parece un buen ejemplo de magia manifiesta. ¿O quizás, una vez más, es la habilidad guerrera de Glorfindel, adquirida durante su larga existencia, lo que hace parecer que se ha vuelto invisible, o debemos creer que realmente era capaz de obtener invisibilidad por medios mágicos?

Personalmente creo que la verdadera magia en la Tierra Media está relacionada con los seres que existieron antes de Arda: los Ainur; dentro de los cuales, por supuesto, están los chicos malos de la historia. También creo que hay una serie de áreas grises en las que los Elfos exhiben habilidades que bordean, cuando no directamente se aventuran, en el reino mágico. No obstante, estos generalmente son logros técnicos, como los Silmarils y los Palantiri; es decir, objetos que parecen mágicos pero solo para la perpectiva de un mortal.

¿Qué es exactamente el Cinturón de Melian? Solo sabemos que es algún tipo de valla de encantamiento colocada alrededor del reino de Doriath. No sabemos cómo funciona, solo que impide la entrada en esa tierra sin la voluntad y el consentimiento de Melian. ¿Es eso magia? Lo mismo podríamos decir de los Silmarils, fabricados por Fëanor en Valinor, después de que Aulë le enseñara el «oficio» [craft, no magia]; o de los Anillos élficos fabricados por Celebrimbor [nieto de Fëanor y, por extensión, heredero natural de la artesanía enseñada por Aulë]; o del propio Espejo de Galadriel, cuyo origen no se especifica, pero que podemos suponer como uno de los tantos objetos de valor que los Noldor se llevaron de Valinor cuando partieron. Dado que los Noldor fueron favorecidos por Aulë, no es irracional suponer que este tuvo algo que ver en su creación, ya sea directamente o a través de la enseñanza [ver: Morgoth y la ingeniería genética que creó a los Orcos]

Algo parecido ocurre con la magia élfica en el control de las aguas, como la crecida del Bruinen. Según El Silmarillion, todas las aguas están bajo el gobierno de Ulmo; de hecho, los Elfos dicen que «el espíritu de Ulmo corre por todas las venas del mundo»; de modo que es él, no magia, lo que agita las aguas. Por otro lado, hay varias sugerencias en la obra de Tolkien de que ciertos lugares físicos se pueden configurar como trampas mágicas, como el Vado de Branduin y el Paso de Caradras.

El mismo razonamiento puede aplicarse en intervenciones como el Canto de Lúthien para derrotar a Melkor [Lúthien, por supuesto, es mitad Maia]; o el canto de Tom Bombadil para controlar al Viejo Hombre-Sauce en el Bosque Viejo; o Sam utilizando la luz de Eärendil en Cirith Ungol [luz que proviene de los Silmarils]; toda la magia de la Tierra Media tiene algún tipo de relación con seres anteriores a Arda. Y, considerando que Arda surgió a partir de la Música de los Ainur, no sorprende que la música y la recitación en sí mismas tengan propiedades mágicas [ver: ¿Tom Bombadil podría haber derrotado a Sauron?]

Todas las razas de la Tierra Media tienen algún tipo de habilidad que podría parecer mágica; pero cuánto más nos alejamos del origen de ese poder [Eru, luego los Ainur] más y más se diluye, hasta desaparecer por completo. Lo mismo sucede con la sabiduría [como hemos visto, análoga a la magia para Tolkien]: los Elfos de la Tierra Media son menos sabios [¿menos mágicos?] que los Elfos que vieron la luz de los árboles y conocieron a los Valar, o los hombres que se fueron degradando al alejarse física y espiritualmente de Númenor y, en consecuencia, de los Valar.

A Tolkien no parece agradarle demasiado el concepto tradicional de Magia. Los dispositivos creados por Sauron y Saruman, incluido el Anillo, son más bien productos de la técnica y no de algo excluyentemente sobrenatural, mientras que la Magia en seres como los Elfos, los Istari, incluso los Ainur, parece relacionarse con algún tipo de poder espiritual innato que les pernite afectar el mundo físico en diversos grados. Sin embargo, si la Magia es, en última instancia, una fuerza invisible que actúa sobre un objeto físico, hay varios ejemplos de ello en la Tierra Media. Dos ocurren durante el viaje a través de Moria:


[«No puedo adivinar qué fue, pero nunca había sentido un desafío tan grande. El contrahechizo fue terrible. Casi me rompe. ¡Por un instante la puerta salió de mi control y comenzó a abrirse! Tuve que pronunciar una palabra de mando. Eso resultó ser una tensión demasiado grande. La puerta estalló en pedazos. Algo oscuro como una nube estaba bloqueando toda la luz en el interior, y fui lanzado hacia atrás por las escaleras. Toda la pared cedió, y creo que también el techo de la cámara.»]


Y:


[«En ese momento Gandalf levantó su bastón y, gritando en voz alta, golpeó el puente que tenía delante (...) El puente se agrietó.»]


También podemos ver Magia, en términos de una fuerza física desconocida que afecta a una cosa o persona, en la Torre de Cirith Ungol, cuando los Vigilantes intentan evitar que Sam entre en la torre:


[«Sintió un golpe: como si se hubiera topado con una telaraña como la de Shelob, solo que invisible.»]


Y, un poco más tarde:


[«Sam empujó hacia adelante una vez más y se detuvo con una sacudida, tambaleándose como si hubiera recibido un golpe en el pecho y la cabeza.»]


Otro pasaje de Las dos torres que parece tener cierta relevancia:


[«El anciano era demasiado rápido para él. Se puso de pie rápidamente y saltó a la cima de una gran roca. Allí estaba él, repentinamente alto, elevándose por encima de ellos. Su capucha y sus harapos grises fueron arrojados lejos. Sus vestiduras blancas resplandecían. Levantó su bastón y el hacha de Gimli saltó de sus manos y cayó resonando en el suelo. La espada de Aragorn, rígida en su mano inmóvil, ardió con un fuego repentino. Legolas dio un gran grito y disparó una flecha al aire: esta se desvaneció en un destello de llamas.»]


Dado el contexto [el regreso de Gandalf], la interpretación es obvia. Todo sucede después de que Gandalf levantara su bastón, y el efecto en cada arma de los Cazadores [Gimli, Legolas y Aragorn] está relacionado con el fuego y la luz. ¿Por qué otra razón se desvanecería una flecha «en un destello de llamas» sino es Magia? Además, sabemos que Gandalf [el Gris] podía controlar y conjurar el fuego y la luz en pequeña escala. Nada hace suponer que el Blanco no pudiese hacer lo mismo, e incluso más que su anterior versión [ver: Gandalf como Señor del Anillo]

El mecanismo interno de los hechizos en la Tierra Media también permite diversas interpretaciones. Por ejemplo, el hechizo de fuego de Gandalf [Naur an edraith ammen / Naur dan i-ngaurhoth] no necesita demasiada explicación. Funciona como un hechizo tradicional; pero el primer hechizo fallido con el que intenta abrir las puertas de Moria [Annon edhellen, edro hi ammen] suena más bien a una contraseña genérica. De hecho, la Puerta de Moria se abre con una contraseña [Mellon], y nada hace pensar que hubiese magia real en esto, sino más bien un dispositivo técnico. De hecho, este episodio es una clara prueba de que no hay Magia involucrada. Después de todo, la palabra élfica Mellon [«amigo»] no es una palabra mágica, ni un conjuro, ni un hechizo. Es una palabra, que en este caso sirve de contraseña para abrir esta puerta en particular de acuerdo a las especificaciones del fabricante.

Los hechizos de fuego son especialmente interesantes. Gandalf es uno de los Maiar, por lo que creo que tuviera que invocar alguna «magia» ardiente con palabras en sindarin. ¿Estaba simplemente murmurando lo que quería hacer? ¿O estaba ejecutando algún tipo de comando de voz sobre Narya? Después de todo, Narya [el Anillo de Fuego] le dio a Gandalf fuerza adicional y amplificó algunas de sus habilidades, como su habilidad innata para alentar y persuadir a otros. La capacidad de manipulación del fuego también podría mejorarse con Narya, pero Tolkien nunca sugiere que esta capacidad de manipular el fuego y la luz se deban únicamente Narya. Gandalf no depende ni necesita a Narya para usar su poder innato; el Anillo solo lo amplifica [ver: ¿Qué sucedió durante la lucha entre Gandalf y el Balrog?]

Más próximo a la magia es el hechizo tallado en las dagas de Westernesse, capaces, a su vez, de romper «el hechizo que unía sus tendones invisibles [del Rey Brujo] a su voluntad». Pero, ¿cómo funcionan estas dagas? Por supuesto, podrían responder a algún tipo de poder incomprensible, pero los hechizos en las dagas también podrían ser un tipo de tecnología codificada en los símbolos de las hojas, los cuales se ejecutan de alguna manera solo cuando encuentran el objetivo para el que fueron programados, en este caso, el Rey Brujo.

Realmente no sabemos cómo funcionan los hechizos en la Tierra Media, ya sean palabras mágicas escritas o habladas. En la Carta #155, Tolkien aclara que la Magia es un poder inherente que no puede ser adquirido por conocimiento. De ahí la necesidad de una explicación [que no sea «magia»] para los hechizos antes mencionados. Evidentemente, para Tolkien hay un poder intrínseco en las palabras. Lo vemos todo el tiempo. En La Cima de los Vientos, Frodo golpeó al Rey Brujo gritando O, Elbereth Gilthoniel. Más tarde, Aragorn comentó: «Más mortal para él era el nombre de Elbereth». ¿Cuál es ese poder? Podríamos pensar que son hechizos, pero también que ciertas palabras, en el orden adecuado y las circunstancias correctas, funcionan invocando el poder divino. Es decir, las palabras en sí mismas no son mágicas, sino que activan o invocan el verdadero poder detrás de ellas.

En este punto creo que es oportuno excluir a los poderes mentales del concepto tradicional de Magia. Conocemos bien las habilidades de los Señores Oscuros para controlar la mente o tener influencia directa sobre los pensamientos de los demás [de hecho, el Anillo Único es una herramienta que permite dominar las mentes mucho mejor]. Dentro del mundo de Tolkien, muchas entidades malignas parecen tener un aura de miedo sobrenatural [Nazgul, Tumularios, Balrogs]; sin embargo, los Ainur también emanan poder, e incluso los Elfos, a la vista de ciertos mortales, pueden sentirse extremadamente intimidatorio. Este efecto no parece ser magia, sino más bien una respuesta natural, y acaso instintiva, ante un ser espiritualmente más elevado [o bajo] que el observador.

¿Acaso es Magia cuando Glaurung borra los recuerdos de Nienor, o cuando todos los dragones, en mayor o menor medida, paralizan e hipnotizan con la mirada a sus víctimas?


[«Bilbo comenzaba a sentirse realmente incómodo. Cada vez que el ojo errante de Smaug, buscándolo en las sombras, lo cruzaba, temblaba, y un inexplicable deseo de salir corriendo, revelarse y decirle toda la verdad a Smaug, se apoderaba de él. De hecho, estaba en grave peligro de caer bajo el hechizo del dragón.»]


¿Es esto Magia? Podría serlo. También es común que toda experiencia con algo o alguien espiritualmente más fuerte nos produzca miedo, como si estuviésemos frente a un depredador o un animal peligroso. Instintivamente percibes la amenaza y sabes que podría hacerte daño, aun cuando esa no sea su intención.

Creo que es seguro asumir que la voz de Smaug podría tener la misma cualidad «mágica» que la de Saruman. De hecho, la personalidad de Smaug es más bien abrumadora. Afortunadamente, los Hobbits son «más resistentes a esas cosas», llamémoslo «resistencia mágica», lo cual le permitió a Bilbo evitar los ojos del dragón. Recordemos que Morgoth también usó sus ojos para intimidar a muchos cautivos y así esclavizarlos [otra forma de control mental]:


[«Y deseando sobre todo sembrar el miedo y la desunión entre los Eldar, él ordenó a los Orcos que capturaran vivos a todos los que pudieran y los llevaran atados a Angband; y algunos estaban tan intimidados por el terror de sus ojos que no necesitaban más cadenas, sino que caminaban siempre con temor de él, haciendo su voluntad dondequiera que estuvieran. Así Morgoth aprendió mucho de todo lo que había ocurrido desde la rebelión de Fëanor, y se regocijó al ver en ello la semilla de muchas disensiones entre sus enemigos.»]


Y:


[«Pero los Noldor siempre temieron más la traición de aquellos de su propia familia que habían sido esclavos en Angband; porque Morgoth usó a algunos de estos para sus malvados propósitos, y fingiendo darles libertad los envió al extranjero, pero sus voluntades estaban encadenadas a la suya, y se extraviaron solo para volver a él. Por tanto, si alguno de sus cautivos escapó en verdad, y volvió a su propia gente, fueron poco bienvenidos, y vagaron solos, desesperados y fuera de la ley.»]


Según Tolkien [invocamos nuevamente la Carta #155], la magia se trata en gran medida de motivos e intenciones. En general, aunque con algunas excepciones, la magia es un poder inherente que no se puede adquirir o aprender. Por lo tanto, no es magia realmente, sino parte de la constitución natural de estos seres. Beorn no hace magia para convertirse en oso. Solo está haciendo lo que hace Beorn. Magia sería si un mortal aprendiese a convertirse en oso, pero las cosas no funcionan así en el mundo de Tolkien.

Un hechizo es una pronunciación o un encantamiento mágico que se usa con un propósito, pero es tu poder inherente, o tu habilidad innata, lo que hace posible que suceda. Sin embargo, Gandalf parece afirmar que no únicamente los seres elevados pueden recurrir a este tipo de poder. Incluso los Orcos parecen manejar algún tipo de conocimiento mágico:


[«Una vez supe todos los hechizos en todas las lenguas de Elfos, Hombres u Orcos, que alguna vez se usaron para tal propósito. Todavía puedo recordar diez decenas de ellos sin buscar en mi mente.»]

bo
Pero aquí Gandalf se refiere a los hechizos con un cierto propósito [en este caso, abrir puertas] y, como ya hemos visto, esto no necesariamente tiene que ver con la magia, sino más bien con algún tipo de conocimiento técnico para fabricar objetos que respondan ante ciertos comandos [ver: Khuzdul: la lengua secreta de los Enanos]

Es interesante que la magia de Morgoth y luego Sauron y Saruman se relacione directamente con la fabricación de maquinaria y dispositivos con efectos destructivos. Después de todo, el objetivo de la magia [al margen de cualquier consideración filosófica] es la inmediatez: la reducción de la distancia entre la idea o el deseo y el resultado o efecto. Sin embargo, la Magia en la Tierra Media no es fácil de usar; y el mismo efecto puede lograrse si tienes mano de obra esclava o maquinaria. Con esto puedes perforar montañas, destrozar bosques o construir torres. Pero aquí entra a jugar otro factor, moral o patológico: los tiranos se vuelven crueles; les gusta aplastar, herir y profanar.

De todos modos, una diferencia en el uso de la Magia en la Tierra Media es que esta no se obtiene por tradición y/o aprendizaje; la Magia está en un poder inherente que los Hombres como tales no poseen ni pueden alcanzar. Las habilidades curativas de Aragorn podrían considerarse como «mágicas», o al menos una mezcla de magia, farmacología y procesos hipnóticos; pero este proceso, recordemos, lo registran los Hobbits, quienes tienen muy pocas nociones de filosofía y ciencia; mientras que Aragorn no es un Hombre «normal», sino un descendiente de Lúthien, por lo tanto, está relacionado directamente con Melian, una Maia; por lo que la Magia, aun muy diluida y degradada, forma parte de Aragorn como perteneciente a la rama de los Ainur [ver: Aragorn, el Sendero de los Muertos y un pasaje a la Cuarta Dimensión]

Como dice Tolkien, la Magia es «un poder inherente que los Hombres como tales no poseen ni pueden alcanzar». En este sentido, los hechizos [en términos de verbalismos], no provocan el resultado y no logran nada, a lo sumo pueden ser una herramienta para enfocar el poder inherente de la persona. Sin embargo, creo que la Magia de la que habla Tolkien [cuando dice que no es alcanzable por los hombres], debe definirse de manera muy estrecha. Quizás lo que Tolkien quiere decir con esto es que la capacidad general de manifestar materialmente actos de voluntad [como la magia de fuego de Gandalf] está más allá de de los hombres mortales. No obstante, Tolkien también admite que los numenoreanos usaron hechizos para hacer espadas; y probablemente por esto era consciente de que el tema de la Magia en Arda era una cuestión problemática.

La Magia, entonces, es una herramienta para manipular el mundo de acuerdo a leyes físicas [algunas conocidas, otras no tanto], y ciertamente tiene límites. Tolkien no es explícito sobre cuáles son esos límites, y en la mayoría de los casos no es necesario que lo sea, porque utiliza la Magia para resolver nada importante en El Señor de los Anillos. Pero cuando ves las cosas a través de los ojos de los Hobbits, las actividades de Gandalf están más allá de su entendimiento; incluso sus decisiones parecen estar sujetas a una lógica sobrenatural. La sabiduría de Gandalf es lo suficientemente avanzada como para ser percibida como algo mágico.

La idea de que la tecnología es una expresión de la magia [goeteia, en este caso] fue compartida por un gran amigo de Tolkien, C.S. Lewis, quien sostuvo:


[«Al principio, la magia y la ciencia eran gemelas: una estaba enferma y murió, la otra continuó, fuerte y próspera. Sin dudas, la magia se contrasta en nuestras mentes con la de los magos, pero solo a la luz de su expresión, y solo porque sabemos que la ciencia tuvo éxito y la magia fracasó.»]


Si la magia y la ciencia estaban relacionadas en un pasado remoto, tiene sentido que los principales exponentes de la Magia/Tecnología en la Tierra Media sean figuras demoníacas empeñadas en dominar al mundo, como Sauron y Saruman. De hecho, no es caprichoso que Bárbol, el Ent, defina a Saruman en los siguientes términos: «tiene una mente de metal y ruedas; y no le importan las cosas que crecen, excepto en la medida en que le sirvan por el momento». [ver: ¿Qué pasó con las Ent Mujeres?]

Tolkien, como C.S. Lewis, reafirma este vínculo entre la tecnología y la magia negra; de hecho, cuanto más diabólico es el personaje, más cerca está de fabricar y usar dispositivos tecnológicos para favorecer sus oscuros designios [ver: El león, la bruja y el Fimbulvetr]. La relación es demasiado obvia como para pasarla por alto. El problema surge porque toda la historia es narrada por los Hobbits, y estos simplemente hablan de Magia cada vez que tienen que describir procesos y habilidades que no podían entender y mucho menos explicar fuera de su limitada tradición y conocimiento. Esencialmente, los Hobbits perciben la Magia de acuerdo a los términos de la Tercera Ley de Clarke: «cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia».

A propósito, Isaac Asimov escribió un ensayo titulado El Anillo del Mal (The Ring of Evil), donde explora el simbolismo de El Señor de los Anillos:


[«Tom Bombadil es un personaje misterioso que parece representar la naturaleza en su conjunto. Los Ents caracterizan los bosques verdes, y los Enanos representan las montañas y el mundo mineral. Están los Elfos, también, poderosos pero desgastados, representantes de un tiempo que pasa al limbo, que no sobrevivirá a pesar de que Sauron haya sido destruido. Pero, ¿qué representa el Anillo Único? Es poderoso, controla a los otros anillos, inspira un impulso casi abrumador de poseerlo y corromperá por completo a quien lo use. Incluso el poderoso Gandalf evita tocarlo, y lo deja en manos de un pequeño y débil Hobbit, Frodo, para llevar su carga. Al final, también lo corrompe a él. ¿Qué es el Anillo Único, entonces? ¿Qué representa? ¿Qué es lo que es tan deseable y tan corruptor? ¿Qué es lo que no se puede dejar ir a pesar de que nos está destruyendo?»]


La respuesta de Asimov a todas estas preguntas se resume en una palabra: tecnología.

Para Asimov, Mordor representa al mundo industrial que, lenta pero seguramente, cubrirá el planeta. Los Elfos, en su opinión, representan la era preindustrial que se está desvaneciendo, mientras que los Ents, los Enanos y Tom Bombadil son diferentes facetas de la naturaleza que están siendo destruidas o desplazadas por la industrialización. Los Hobbits representan la vida pastoral ya desaparecida.

El atractivo del Anillo Único, sostiene Asimov, es análogo al de la tecnología: la seducción de las cosas que se hacen más rápido, más fácil, de los artilugios y dispositivos que se fabrican en una variedad de formas pero que nos conducen a estar atados a ellos. No somos muy distintos de Frodo en este sentido, quien no pudo arrojar el Anillo al fuego. De igual modo, nuestra dependencia de la tecnología nos está destruyendo, y no hay un Monte del Destino al cual arrojarla. La realidad actual nos obliga a pensar que El Señor de los Anillos cuenta una victoria pasajera, casi efímera. Basta mirar nuestro mundo industrializado y sobreexplotado para notar que las sombras de Mordor se han extendido sobre toda la Tierra Media.




Tierra Media. I Taller gótico.


Más literatura gótica:
El artículo: La tercera Ley de Clarke en la Tierra Media: la magia como forma avanzada de tecnología fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

0 comentarios:



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Análisis de «La pequeña habitación» de Madeline Yale Wynne.
Poema de Emily Dickinson.
Relatos de Edith Nesbit.


Paranormal.
Poema de Charlotte Mew.
Relato de Walter de la Mare.