Balrogs: ¿Maiar o espíritus?


Balrogs: ¿Maiar o espíritus?




Con respecto a Balrogs, J.R.R. Tolkien escribió lo siguiente en la Carta #144:


[Los Balrogs, cuyas armas principales eran los látigos, eran espíritus primigenios del fuego destructor, principales servidores del primitivo Poder Oscuro de la Primera Edad.]


Esta declaración de Tolkien es sorprendente, dado que todo parece indicar que los Balrogs no son espíritus innominados, sino Maiar caídos [ver: ¿Qué sucedió durante la lucha entre Gandalf y el Balrog?]. De hecho, al final del Valaquenta se dice lo siguiente:


[Porque de los Maiar, muchos fueron atraídos a su esplendor en los días de su grandeza, y permanecieron en esa lealtad hasta su oscuridad; y a otros los corrompió a su servicio con mentiras y obsequios traicioneros. Terribles entre estos espíritus eran los Valaraukar, los azotes del fuego que en la Tierra Media se llamaban Balrogs, demonios del terror.]


Entonces, aunque no todos los Maiar corruptos se convirtieron en Balrogs [por ejemplo, Sauron], todos los Balrogs fueron inicialmente Maiar. Lo sorprendente aquí es que se los conozca en la Tierra Media como Valaraukar, aparentemente de vala [«poder»] y rauco [«monstruo»], lo cual es un poco extraño. Una posible explicación sería que, en la Carta #144, Tolkien se refería a los Ainur como «espíritus primigenios», que no deben confundirse con los espíritus primitivos, como Ungoliant; o bien los orígenes de los Balrogs aún no estaban determinados en este punto [ver: ¿Ungoliant y Shelob eran Maiar o algo más?]

Aparentemente, cada Balrog es una Maia; así como cada Maia es un Ainur, que también se describen así en el Valaquenta:


[Los Grandes entre estos espíritus que los Elfos llaman Valar, los Poderes de Arda.]


Así que aquí tenemos a los más poderosos de los Ainur que descienden a Eä, los Valar, que se describen como espíritus. Más tarde, Tolkien también habla de los Maiar explícitamente como espíritus:


[Con los Valar vinieron otros espíritus cuyo ser también comenzó antes del Mundo, del mismo orden que los Valar pero de menor grado. Estos son los Maiar.]


Sin embargo, Tolkien también utiliza la palabra «espíritu» [spirit] para describir a los no-Ainur. Los Elfos tienen espíritus que arden [el nacimiento de Feänor agota tanto el espíritu de su madre que termina matándola]. Entonces los Balrogs son espíritus; también son Maiar, y también son Ainur. Pero no son Valar [ver: El «Fuego Secreto», la «llama de Anor» y la «llama de Udûn».]

De hecho, en ocasiones Tolkien describió a los Balrogs como Úmaiar, donde ú es un prefijo negativo en Quenya. Sin embargo, ú a veces significa «malo», «malvado», o simplemente «no». Finalmente, Tolkien se decidió por lo último, pero algunas palabras no cambiaron. Así, Úmaiar significa «Maiar malvado», pero Úamanyar significa «no de Aman». En cualquier caso, el término Úmaiar representa la concepción de que los Balrogs [Valaraukar] eran espíritus poderosos antes de la creación de Arda.

Definir a los espíritus en la mitología de Tolkien es complicado, si no imposible. Sabemos que había diferentes tipos de espíritus. Los dos más comunes son Fëar y Ëalar, que son los espíritus que requieren un cuerpo [hroä, como los humanos], y los espíritus que no requieren un cuerpo [como los Ainur]. Los espíritus mencionados en las citas anteriores habrían sido los Ëalar, que Morgoth corrompió para formar a los Balrogs, aunque Tolkien también menciona espíritus fundamentalmente malignos que no se convierten en Balrogs [ver: Morgoth y la ingeniería genética que creó a los Orcos]

En la mitología de Tolkien, un espíritu fundamentalmente puro, como el de los Elfos, puede corromperse fácilmente. Por ejemplo, sabemos que los espíritus élficos pueden resistir la llamada de Mandos cuando están separados de sus cuerpos: es decir, después de haber muerto. Tolkien los llama «los sin hogar» [the Houseless] o «los incorpóreos» [the Unbodied] [ver: El horror cósmico en El Señor de los Anillos]. También dice:


[En estos días posteriores (después de la derrota de Morgoth y Sauron) más y más Elfos que permanecieron en la Tierra Media ahora rechazan la convocatoria de Mandos, y deambulan sin casa por el mundo, reacios a dejarlo e incapaces de habitarlo, acechando árboles o manantiales o lugares escondidos que alguna vez conocieron. No todos son amables ni están manchados por la Sombra. De hecho, el rechazo de la llamada es en sí mismo un signo de corrupción.]


Tolkien continúa diciendo que una persona que aún viva en un hroä [cuerpo] debe evitar hablar con los espíritus élficos, porque estos pueden buscar poseer el cuerpo. Y luego está este dato interesante:


[Se dice que Sauron hizo estas cosas y enseñó a sus seguidores cómo lograrlas.]


Por eso a Sauron se le llama el Nigromante; alguien que usa espíritus de los muertos para lograr sus malvados propósitos [ver: Thû: la historia del verdadero Nigromante de Dol Guldur]. Sabemos que el Rey Brujo de Angmar usó la nigromancia para encarcelar a los espíritus de los hombres en los Túmulos, por lo que claramente es posible hacer lo mismo con los espíritus de los Hombres y los Elfos [ver: El misterio de los Tumularios]

Entonces, aparentemente, hay todo tipo de vagabundos incorpóreos deambulando por la Tierra Media. Y pueden ser peligrosos, pero a su vez suceptibles de ser controlados a través de la nigromancia.

En este contexto, los Balrogs podrían encajar en cualquier categoría espiritual conocida de la Tierra Media, y aun otras sobre las que no sabemos absolutamente nada. En la siguiente cita, Tolkien deja en claro que hay más cosas además de los Valar y Maiar en el mundo:


[Aunque Manwë es su Rey y mantiene su lealtad bajo Eru, en majestad son iguales, superando sin comparación a todos los demás, ya sean de los Valar y Maiar, o de cualquier otra orden que Ilúvatar haya enviado a Eä.]


¿Otra «orden»? Evidentemente parece que hay otros tipos de espíritus en la Tierra Media además de los mencionados anteriormente, pero su naturaleza exacta no está clara. Tampoco está claro qué tipo de espíritus convocó Yavanna para entrar en algunos de los Olvar [flora] y Kelvar [fauna] [ver: ¿Quién o qué era el Viejo Hombre-Sauce?].


[Cuando los Niños despierten, entonces el pensamiento de Yavanna también despertará, y convocará espíritus desde lejos, y ellos irán entre los kelvar y los olvar, y algunos habitarán allí, y serán tenidos en reverencia, y su justa ira será temida.]


¿Tolkien se refiere aquí a los Maiar o alguna otra «orden» de espíritus? Hay un problema similar con los Balrogs [y también con los licántropos]. Si los espíritus en ellos fueran Maiar, ¿por qué Morgoth los encarcelaría en cuerpos oscuros? [y Sauron en cuerpos de lobos, en el caso de los licántropos] ¿Por qué no simplemente ordenarles que tomen una forma física en particular, lo cual ya estaría dentro de las capacidades de un Maia? Tal vez haya una «orden» de espíritus que no podían asumir formas físicas por sí mismos.

Parece haber todo un abanico de espíritus inclasificables en la Tierra Media que no entran en la categoría de los Ainur [Valar o Maiar]. En otro lugar, Tolkien escribe:


[Por supuesto, cuando haces hablar a los Trolls, les estás dando un «poder», que en nuestro mundo (probablemente) connota la posesión de un «alma».]


Algunos de estos espíritus errantes ni siquiera necesitan ocupar un cuerpo físico para manifestarse. De hecho, hasta hay objetos inanimados que pueden hablar, como Gurthang:


[Y de la hoja resonó una voz fría en respuesta: «Sí, beberé tu sangre con alegría, para poder olvidar la sangre de Beleg, mi amo, y la sangre de Brandir, asesinada injustamente. Te mataré pronto».]


Incluso un bolso es capaz de hablar en Arda:


[Los bolsos de los Trolls son traviesos, y este no era la excepción. «¿Ere, oh?» —chilló, mientras salía del bolsillo.]


Seguramente estos no eran Maiar. Pero entrar en este terreno resbaladizo es peligroso. Nos llevaría a hablar de las Criaturas sin Nombre o de Tom Bombadil, y ya hemos cometido ese desatino en el pasado [ver: ¿Tom Bombadil podría haber derrotado a Sauron?]. Como suele ocurrir con Tolkien, no hay una respuesta definitiva.

Volviendo específicamente al tema de los Balrogs, Tolkien declara lo siguiente en El Anillo de Morgoth:


[Estos fueron los espíritus que se adhirieron a él [Morgoth] por primera vez en los días de su esplendor, y se asemejaron más a él en su corrupción: sus corazones eran de fuego, pero estaban envueltos en tinieblas, y el terror se apoderó de ellos. Balrogs fueron nombrados por los Noldor en días posteriores.]


Es una suposición común que los Balrogs hayan pertenecido a la orden de los Maiar, quienes habrían sido seducidos y corrompidos por Morgoth, llegando a asumir formas físicas aterradoras. Esto está bien respaldado en la mitología de Tolkien en su versión más desarrollada, pero es bueno recordar que, en instancias anteriores, los Balrogs eran muy distintos.

Inicialmente, Tolkien manejó la posibilidad de que hubiese una gran cantidad de Balrogs en Arda, incluso cientos de ellos, lo cual fue descartado más adelante. Christopher Tolkien indica que su padre finalmente decidió que no hubiese más de siete, y lo dejó registrado en una nota al margen en uno de sus manuscritos [«no debería suponerse que más de 3 o, como mucho, 7, alguna vez existieron»]. El propio Tolkien señaló que, en los primeros escritos, los Balrogs eran mucho más numerosos y destructibles de lo que se volvieron más tarde.

Ciertamente, Tolkien vaciló sobre cuántos Balrogs quería y cuán duros los imaginaba. Por otro lado, esta capacidad de Morgoth para seducir y corromper espíritus a su servicio planteaba otro dilema. Si Morgoth simplemente hubiese podido «crear» tropas de choque tan formidables como los Balrogs, no se hubiese detenido con unos pocos; sobre todo en los primeros tiempos, cuando estaba mortalmente aterrorizado de dejar Angband por casi cualquier motivo y sufrió graves reveses en las primeras batallas con los Elfos. Las cosas solo cambiaron para él cuando pudo abrumar a la oposición con números. Cualquier intento de usar sus poderes directamente fue un fracaso. Sin embargo, esto no significa que sus Balrogs fueran unos tontos; solo que los Elfos tampoco lo eran.

Según una nota de Christopher Tolkien al comienzo de Los anales tempranos de Belerian (The Earliest Annals of Beleriand) encontramos lo siguiente:


[Llegaron cien mil orcos y mil Balrogs.]


En este punto es lícito suponer que, en algún momento, hubo miles de Balrogs en la Tierra Media, aunque este número se redujo significativamente después de que Fionwe cruzara el Sirion en la Guerra de la Ira, donde:


[Los Balrogs fueron destruidos, salvo unos pocos que huyeron y se escondieron en cavernas inaccesibles en las raíces de la tierra.]


Es importante mencionar que la concepción temprana de los Balrogs los describe como una especie de gárgolas del tamaño de un Troll, cuya función era transportar y capitanear a la infantería de Morgoth [tal vez inspirados presumiblemente por los tanques que Tolkien vio en la Primera Guerra Mundial]. En este sentido, los Balrogs comenzaron como capitanes más o menos sobrenaturales, y mucho más vulnerables de lo que serían más adelante.

El número de Balrogs cambió a medida que evolucionó la concepción del mundo de Tolkien, y no deberíamos tomar material de los Cuentos Perdidos o del Quenta Noldorinwa demasiado literalmente. Después de todo, en los Cuentos Perdidos Beren era un Elfo, y el precursor de Sauron era un gran felino. En esta primera instancia, los Balrogs definitivamente no eran Maiar. En la época de El Señor de los Anillos, el concepto había cambiado, y un Balrog se convirtió en una fuerza destructiva capaz de acabar con el reino Enano más poderoso.

La nota: «no debería suponerse que más de 3 o, como mucho, 7, alguna vez existieron», alude a los Balrogs que definitivamente sabemos que existieron: Gothmog, el Balrog que mató a Glorfindel [y que fue muerto por el Elfo], y el Daño de Durin. Un cuarto, Lungorthin, Señor de los Balrogs, aparece en la primera versión de La balada de los hijos de Húrin (Lay of the Children of Hurin), pero hay algunas dudas sobre él [¿es otro nombre de Gothmog? ¿Es solo un señor Balrog?]. Finalmente hay otro posible Balrog, o una Balrog en realidad [Tolkien jamás la llama «Balrog», pero la intención parece haber sido inscribirla en el mismo tipo de espíritus de fuego:


[Arien la doncella era más poderosa que él, y fue elegida porque no había temido los calores de Laurelin, y no fue herida por ellos, siendo desde el principio un espíritu de fuego a quien Melkor no había engañado ni atraído a su servicio.]


Realmente no podemos clasificar a Arien como una Balrog, sino más bien como una potencial Balrog. Ella es un espíritu de fuego, pero como Melkor no la corrompió, nunca se convirtió en Balrog.

El rol y el estatus de los Balrogs evolucionaron a medida que maduraba la historia. También podemos concluir razonablemente que no todos los Balrogs fueron «nombrados» por Tolkien [así como no todos los Ents, o cualquier otra raza, fueron nombrados en su totalidad], por lo que la posibilidad de un número mayor de Balrogs es probable, aunque miles parece irrazonable considerando su poder. Cuanto más dura es una especie en el universo de Tolkien, menor es su número total. En algún lugar entre 50 y 100 de estas criaturas parece bastante razonable para su nivel de rudeza.

Claro que para llegar a una respuesta sobre la naturaleza de los Balrogs como Valar, Maiar o espíritus, solo debemos tener en cuenta las ideas tardías de Tolkien, no las anteriores, que fueron rechazadas. Los textos que hablan de cientos de Balrogs y de Elfos que los matan por docenas en Gondolin, son todos textos muy tempranos, o textos que nunca fueron revisados ​​por completo. En ese momento, los Balrogs todavía eran creaciones de Morgoth [¡y Gothmog era incluso su hijo!]. Es por eso que, en el Silmarillion publicado, Cristopher Tolkien eliminó la mayoría de las referencias a hordas de cientos de Balrogs.

Cuando Tolkien decidió que Morgoth no podía crear vida, convirtió a los Balrogs en Maiar y, en consecuencia, redujo su número en gran medida. Por eso anotó que solo debían ser 3, «o como mucho 7». Esta nota puede no ser definitiva, pero ciertamente la última intención de Tolkien fue que no hubiera muchos Balrogs. Incluso es posible que no hubiera hecho que Glorfindel luchara contra un Balrog si hubiera reescrito la historia de Gondolin, como deseaba. De hecho, en uno de los últimos ensayos de Tolkien, que se encuentra en Historia de la Tierra Media, volumen XII (History of Middle Earth vol. XII), cambió el nombre «Balrog» por la palabra «demonio» al escribir sobre esta batalla.




Tierra Media. I Taller gótico.


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