Morgoth y la ingeniería genética que creó a los Orcos.
El propio Tolkien ensayó varias explicaciones para el origen de los Orcos, pero la más común, a la cual se hace referencia en El Silmarillion, es que Melkor secuestró a un puñado de Elfos y los corrompió. ¿Qué significa esto? [ver: Morgoth vs. Sauron: ¿quién fue más poderoso?]
Podemos suponer que la tortura, aunque inimaginable y sistemática, difícilmente podría alterar genéticamente al torturado, y menos que esas desgraciadas víctimas puedan engendrar nuevas generaciones de seres cada vez más corruptos [ver: Gandalf y la tercera ley de Clarke: la magia como forma avazada de tecnología]
[Sin embargo, esto lo sostienen los sabios de Eressëa, que todos los Quendi que llegaron a manos de Melkor, antes de que Utumno fuera quebrantado, mediante lentas artes de crueldad fueron corrompidos y esclavizados; y así Melkor engendró la raza de los Orcos, en envidia y burla de los Elfos, de quienes luego fueron los enemigos más acérrimos]
Estas lentas artes de crueldad empleadas por Morgoth no son simplemente un látigo, un potro, o cualquier otro método de tortura conocido. De este modo, eventualmente la víctima moriría, incluso si es un resistente Elfo. No, la corrupción de los Quendi que eventualmente terminó en la forja de los Orcos no ocurrió de la noche a la mañana. Morgoth se tomó su tiempo:
[Porque los Orcos tenían vida y se multiplicaban a la manera de los Hijos de Ilúvatar; y nada que tuviera vida propia, ni apariencia de vida, podría haber hecho Melkor desde su rebelión en la Ainulindalë, antes del Principio: eso dicen los sabios.]
En otras palabras, Melkor [Morgoth] no podía crear a partir de la nada, pero podía modificar lo que ya existía, corromperlo [alterarlo genéticamente]. ¿Cómo? Bueno, no conocemos los secretos de la ciencia de Morgoth, pero para degradar de tal forma a un grupo de Elfos se necesita paciencia, mucha paciencia; generaciones enteras de pruebas, experimentación, depuración genética, cruzas entre los productos más refinados, etc.
Ahora bien, si Melkor no podía crear nada que no haya estado antes en la Ainulindalë, entonces los Orcos estaban predestinados a existir, precisamente porque la Llama Secreta estuvo involucrada en su creación, ya sea directamente, por la intervención de Eru, o indirectamente, a través de la corrupción de los Elfos. Esto significa también que los espantosos experimentos de Morgoth también estaban predestinados, lo cual erradica la elección de los actos del primer Señor Oscuros. Al igual que los Orcos parecen programados para odiar a los Elfos, Morgoth estaba programado para crear a los Orcos.
El principal problema con los Orcos es el tema del Mal Hereditario. Morgoth podría ser capaz de corromper a un Elfo, o varios, para convertirlos en seres malvados. Esto es perfectamente razonable y excluye cualquier tipo de ingeniería genética. Pero, ¿cómo ese mal podría transmitirse automáticamente a la siguiente generación? ¿Es Morgoth lo suficientemente poderoso como para introducir la condenación a una especie, transformándola en algo más, algo programado para el mal, sin esperanza de redención?
Si Morgoth simplemente hubiese torturado a un par de Elfos y los hubiese transformado en sus servidores, Tolkien nos habría ahorrado el dilema del Mal Hereditario en la Tierra Media. Sin embargo, los Orcos se reproducen, y cada generación mantiene ese mal interior intacto. No solo nacen predispuestos al mal, sino directamente diabólicos [aunque sabemos muy poco de la miserable infancia orca] e incapaces de redimirse. Este era el dilema de Tolkien cuando introdujo a los Orcos en Arda.
Morgoth no puede crear una nueva forma vida, solo títeres [como los Enanos originales de Aulë], aunque sí puede corromper formas de vida existentes. Pero, si los Enanos originales solo se movían cuando Aulë posaba su consciencia sobre ellos, hasta que Eru decidió darles independencia, ¿cómo Morgoth pudo modificar una raza para hacerla hereditariamente malvada, poniéndola así fuera de la gracia de Eru?
Si bien los Orcos entraron originalmente en la Tierra Media porque la historia necesitaba un suministro constante de enemigos que pudieran ser masacrados sin remordimiento, J.R.R. Tolkien combinó algunos elementos del folclore y la mitología para darles un trasfondo histórico, incluso social, que los justificara. Y lo hizo tan bien que, en el proceso, creó un nuevo arquetipo. Pero, para llegar a esta especie de ingenieria genética que creó a los Orcos, primero analicemos todo lo que sabemos de ellos.
Todos aquellos que hayan llegado a este artículo saben qué es un Orco: seres sapientes, bípedos, que sirven al mal en la Tierra Media. Tolkien señaló en una de sus cartas que había adaptado la palabra del Inglés Antiguo orc, que significa «demonio», usando este término «solo por su idoneidad fonética». En esta misma carta, Tolkien señala que los Orcos «deben mucho a la tradición de los goblins, especialmente como aparece en George MacDonald». En correspondencia posterior, Tolkien señala cómo la idea de los goblins se fusionó con un concepto más moderno; el del mal inherente al ser humano. En efecto, Tolkien compara varias veces a los humanos malvados o mezquinos con los Orcos, quienes «son fundamentalmente una raza de criaturas encarnadas y racionales, aunque horriblemente corruptas, no más que muchos Hombres de hoy en día».
Los orígenes de los Orcos en la cosmología de la Tierra Media se describen en El Silmarillion. Morgoth, un poderoso Vala caído, capturó a algunos Elfos [Quendi] en el amanecer de esta raza. La idea es clara y muy atractiva; en definitiva, sitúa a los Elfos y los Orcos en los extremos de una misma genética. No obstante, Tolkien vaciló entre este concepto de Orcos creados genéticamente a partir de Elfos con otros orígenes. En algunos casos, exploró la posibilidad de que los Orcos hubiesen sido creados a partir de hombres. Incluso jugó con la idea de que eran simplemente animales astutos, que carecían del elemento espiritual, o con el concepto más audaz de que los primeros Orcos eran Maiar [espíritus divinos] al servicio de Morgoth. Tanto los conceptos de Orcos-Hombres como Orcos-Bestias parecen provenir de la renuencia personal de Tolkien a contaminar a los Elfos, su raza ideal. Sin embargo, siguió volviendo a la idea original en múltiples ocasiones, y hasta reconoció que los Orcos como producto de la manipulación genética de los Elfos era el origen más viable para estas criaturas. Sin embargo, este no es el final de la superposición de los Orcos con otras razas.
En El Señor de los Anillos, Tolkien nos presenta Orcos cruzados con humanos. Nunca se dice definitivamente que los Uruk-Hai, que pueden soportar el sol mejor que los Orcos normales, son en parte humanos. Esto solo se sugiere en un comentario de Bárbol:
[Es una marca de las cosas malas que vinieron en la Gran Oscuridad, que no puedan soportar el Sol, pero los Orcos de Saruman pueden soportarlo, incluso si lo odian. Me pregunto qué habrá hecho. ¿Son Hombres a los que ha arruinado o ha mezclado con Orcos? ¡Eso sería un mal negro!]
Esta modificación genética se confirma en uno de los escritos posteriores de Tolkien:
[Los hombres podrían, bajo el dominio de Morgoth o sus agentes, en unas pocas generaciones ser reducidos casi al nivel de los Orcos, y luego obligados a aparearse con Orcos para engendrar nuevas razas, más grandes y astutas]
No hay duda de que, en la Tercera Edad, Saruman redescubrió esta ingeniería genética, probablemente al estudiar al Enemigo, y que en su ansia de dominio cometió su acto más perverso: el mestizaje de Hombres y Orcos [ver: El misterioso Anillo de Saruman]. Pero, independientemente de sus orígenes, lo que plantea Tolkien es que los Orcos no son una forma de vida original, son una forma de vida anterior que se corrompió. Su voluntad está indisolublemente ligada a la de los principales poderes malignos de la Tierra Media, primero a la de Morgoth, luego a la de Sauron, y finalmente a la de Saruman, en el caso de los Uruk-hai.
La falta de un Lenguaje Orco es una prueba de que Tolkien no se involucró imaginativamente con ellos:
[Se dice que (los Orcos) no tenían un idioma propio, pero que tomaron lo que pudieron de otras lenguas y lo pervirtieron a su propio gusto, sin embargo, solo forjaron jergas brutales, apenas suficientes incluso para satisfacer sus propias necesidades.]
Como resultado, los Orcos usaron el Westron, la Lengua Común, para la comunicación entre tribus. En la Segunda Edad, sin embargo, Sauron creó la Lengua Negra para que fuera el idioma de todos sus sirvientes, como una especie de esperanto del mal y, como el esperanto, nunca logró su objetivo [ver: Sauroniano: análisis de la Lengua Negra de Mordor]. Algunas palabras fueron utilizadas por los Orcos de manera inconsistente, especialmente entre los Orcos de Mordor. Pero incluso aquí Tolkien prefirió no dar rienda suelta a su fascinación lingüística. Solo escribió algunas notas sobre la Lengua Negra, y aunque esta es consistente, no sabemos demasiado sobre ella. No obstante, sí queda claro que los Orcos hablan con un tono agudo, vulgar y abreviado, claramente diferente de los elegantes rebusques medievales de los buenos. [ver: ¿Qué significa realmente la inscripción en el Anillo Único?]
Los Orcos, en cualquier caso, estaban lejos de ser invulnerables: estaban sujetos a enfermedades, podían morir, y necesitaban comida, bebida y descanso. La comida orca, aunque poco apetitosa por regla general, puede ser consumida por otras razas: Tuor siente hambre cuando ve a los Orcos asar carne; y en manos de los Uruk-Hai, Merry y Pippin se alimentan de pan orco y beben un extraño brebaje, por cierto, asqueroso, pero útil para recuperar fuerzas. Los Orcos que toman cautivo a Frodo asaltan su suministro de alimentos, y aunque desdeñan específicamente las lembas, comen el resto. También se dice que los Orcos comen caballos, ponis y burros y, lo que es más famoso, carne humana.
Al principio, Pippin se niega a comer un trozo de carne seca que le da un Orco, no tanto por delicadeza, sino porque no sabía qué tipo de carne podía ser. Sorprendentemente, no hay referencias canónicas de Orcos comiendo a otros Orcos [aunque presumiblemente la cadena alimentaria en Moria tuvo que funcionar de alguna manera]. Es curioso que los Orcos temieran que los Elfos los atormentaran y se los comieran si los hacían cautivos, cuando los Elfos claramente no participaban en ninguna de las dos actividades. En cuanto a la reproducción, los Orcos evidentemente se reproducen como los humanos, los Hobbits, los Enanos y los Elfos: a través del sexo que conduce al embarazo y la maternidad. Incluso se les conoce como formidables reproductores que se multiplican como moscas. Como se señaló anteriormente, los Orcos pueden y se cruzan con humanos mortales. A pesar de estas constantes referencias, Tolkien nunca nos presenta una Orco hembra [ver: La diversidad de género en «El Señor de los Anillos»]
[Sin embargo, esto lo sostienen los sabios de Eressëa, que todos los Quendi que llegaron a manos de Melkor, antes de que Utumno fuera quebrantado, mediante lentas artes de crueldad fueron corrompidos y esclavizados; y así Melkor engendró la raza de los Orcos, en envidia y burla de los Elfos, de quienes luego fueron los enemigos más acérrimos]
Estas lentas artes de crueldad empleadas por Morgoth no son simplemente un látigo, un potro, o cualquier otro método de tortura conocido. De este modo, eventualmente la víctima moriría, incluso si es un resistente Elfo. No, la corrupción de los Quendi que eventualmente terminó en la forja de los Orcos no ocurrió de la noche a la mañana. Morgoth se tomó su tiempo:
[Porque los Orcos tenían vida y se multiplicaban a la manera de los Hijos de Ilúvatar; y nada que tuviera vida propia, ni apariencia de vida, podría haber hecho Melkor desde su rebelión en la Ainulindalë, antes del Principio: eso dicen los sabios.]
En otras palabras, Melkor [Morgoth] no podía crear a partir de la nada, pero podía modificar lo que ya existía, corromperlo [alterarlo genéticamente]. ¿Cómo? Bueno, no conocemos los secretos de la ciencia de Morgoth, pero para degradar de tal forma a un grupo de Elfos se necesita paciencia, mucha paciencia; generaciones enteras de pruebas, experimentación, depuración genética, cruzas entre los productos más refinados, etc.
Ahora bien, si Melkor no podía crear nada que no haya estado antes en la Ainulindalë, entonces los Orcos estaban predestinados a existir, precisamente porque la Llama Secreta estuvo involucrada en su creación, ya sea directamente, por la intervención de Eru, o indirectamente, a través de la corrupción de los Elfos. Esto significa también que los espantosos experimentos de Morgoth también estaban predestinados, lo cual erradica la elección de los actos del primer Señor Oscuros. Al igual que los Orcos parecen programados para odiar a los Elfos, Morgoth estaba programado para crear a los Orcos.
El principal problema con los Orcos es el tema del Mal Hereditario. Morgoth podría ser capaz de corromper a un Elfo, o varios, para convertirlos en seres malvados. Esto es perfectamente razonable y excluye cualquier tipo de ingeniería genética. Pero, ¿cómo ese mal podría transmitirse automáticamente a la siguiente generación? ¿Es Morgoth lo suficientemente poderoso como para introducir la condenación a una especie, transformándola en algo más, algo programado para el mal, sin esperanza de redención?
Si Morgoth simplemente hubiese torturado a un par de Elfos y los hubiese transformado en sus servidores, Tolkien nos habría ahorrado el dilema del Mal Hereditario en la Tierra Media. Sin embargo, los Orcos se reproducen, y cada generación mantiene ese mal interior intacto. No solo nacen predispuestos al mal, sino directamente diabólicos [aunque sabemos muy poco de la miserable infancia orca] e incapaces de redimirse. Este era el dilema de Tolkien cuando introdujo a los Orcos en Arda.
Morgoth no puede crear una nueva forma vida, solo títeres [como los Enanos originales de Aulë], aunque sí puede corromper formas de vida existentes. Pero, si los Enanos originales solo se movían cuando Aulë posaba su consciencia sobre ellos, hasta que Eru decidió darles independencia, ¿cómo Morgoth pudo modificar una raza para hacerla hereditariamente malvada, poniéndola así fuera de la gracia de Eru?
Si bien los Orcos entraron originalmente en la Tierra Media porque la historia necesitaba un suministro constante de enemigos que pudieran ser masacrados sin remordimiento, J.R.R. Tolkien combinó algunos elementos del folclore y la mitología para darles un trasfondo histórico, incluso social, que los justificara. Y lo hizo tan bien que, en el proceso, creó un nuevo arquetipo. Pero, para llegar a esta especie de ingenieria genética que creó a los Orcos, primero analicemos todo lo que sabemos de ellos.
Todos aquellos que hayan llegado a este artículo saben qué es un Orco: seres sapientes, bípedos, que sirven al mal en la Tierra Media. Tolkien señaló en una de sus cartas que había adaptado la palabra del Inglés Antiguo orc, que significa «demonio», usando este término «solo por su idoneidad fonética». En esta misma carta, Tolkien señala que los Orcos «deben mucho a la tradición de los goblins, especialmente como aparece en George MacDonald». En correspondencia posterior, Tolkien señala cómo la idea de los goblins se fusionó con un concepto más moderno; el del mal inherente al ser humano. En efecto, Tolkien compara varias veces a los humanos malvados o mezquinos con los Orcos, quienes «son fundamentalmente una raza de criaturas encarnadas y racionales, aunque horriblemente corruptas, no más que muchos Hombres de hoy en día».
Los orígenes de los Orcos en la cosmología de la Tierra Media se describen en El Silmarillion. Morgoth, un poderoso Vala caído, capturó a algunos Elfos [Quendi] en el amanecer de esta raza. La idea es clara y muy atractiva; en definitiva, sitúa a los Elfos y los Orcos en los extremos de una misma genética. No obstante, Tolkien vaciló entre este concepto de Orcos creados genéticamente a partir de Elfos con otros orígenes. En algunos casos, exploró la posibilidad de que los Orcos hubiesen sido creados a partir de hombres. Incluso jugó con la idea de que eran simplemente animales astutos, que carecían del elemento espiritual, o con el concepto más audaz de que los primeros Orcos eran Maiar [espíritus divinos] al servicio de Morgoth. Tanto los conceptos de Orcos-Hombres como Orcos-Bestias parecen provenir de la renuencia personal de Tolkien a contaminar a los Elfos, su raza ideal. Sin embargo, siguió volviendo a la idea original en múltiples ocasiones, y hasta reconoció que los Orcos como producto de la manipulación genética de los Elfos era el origen más viable para estas criaturas. Sin embargo, este no es el final de la superposición de los Orcos con otras razas.
En El Señor de los Anillos, Tolkien nos presenta Orcos cruzados con humanos. Nunca se dice definitivamente que los Uruk-Hai, que pueden soportar el sol mejor que los Orcos normales, son en parte humanos. Esto solo se sugiere en un comentario de Bárbol:
[Es una marca de las cosas malas que vinieron en la Gran Oscuridad, que no puedan soportar el Sol, pero los Orcos de Saruman pueden soportarlo, incluso si lo odian. Me pregunto qué habrá hecho. ¿Son Hombres a los que ha arruinado o ha mezclado con Orcos? ¡Eso sería un mal negro!]
Esta modificación genética se confirma en uno de los escritos posteriores de Tolkien:
[Los hombres podrían, bajo el dominio de Morgoth o sus agentes, en unas pocas generaciones ser reducidos casi al nivel de los Orcos, y luego obligados a aparearse con Orcos para engendrar nuevas razas, más grandes y astutas]
No hay duda de que, en la Tercera Edad, Saruman redescubrió esta ingeniería genética, probablemente al estudiar al Enemigo, y que en su ansia de dominio cometió su acto más perverso: el mestizaje de Hombres y Orcos [ver: El misterioso Anillo de Saruman]. Pero, independientemente de sus orígenes, lo que plantea Tolkien es que los Orcos no son una forma de vida original, son una forma de vida anterior que se corrompió. Su voluntad está indisolublemente ligada a la de los principales poderes malignos de la Tierra Media, primero a la de Morgoth, luego a la de Sauron, y finalmente a la de Saruman, en el caso de los Uruk-hai.
La falta de un Lenguaje Orco es una prueba de que Tolkien no se involucró imaginativamente con ellos:
[Se dice que (los Orcos) no tenían un idioma propio, pero que tomaron lo que pudieron de otras lenguas y lo pervirtieron a su propio gusto, sin embargo, solo forjaron jergas brutales, apenas suficientes incluso para satisfacer sus propias necesidades.]
Como resultado, los Orcos usaron el Westron, la Lengua Común, para la comunicación entre tribus. En la Segunda Edad, sin embargo, Sauron creó la Lengua Negra para que fuera el idioma de todos sus sirvientes, como una especie de esperanto del mal y, como el esperanto, nunca logró su objetivo [ver: Sauroniano: análisis de la Lengua Negra de Mordor]. Algunas palabras fueron utilizadas por los Orcos de manera inconsistente, especialmente entre los Orcos de Mordor. Pero incluso aquí Tolkien prefirió no dar rienda suelta a su fascinación lingüística. Solo escribió algunas notas sobre la Lengua Negra, y aunque esta es consistente, no sabemos demasiado sobre ella. No obstante, sí queda claro que los Orcos hablan con un tono agudo, vulgar y abreviado, claramente diferente de los elegantes rebusques medievales de los buenos. [ver: ¿Qué significa realmente la inscripción en el Anillo Único?]
Los Orcos, en cualquier caso, estaban lejos de ser invulnerables: estaban sujetos a enfermedades, podían morir, y necesitaban comida, bebida y descanso. La comida orca, aunque poco apetitosa por regla general, puede ser consumida por otras razas: Tuor siente hambre cuando ve a los Orcos asar carne; y en manos de los Uruk-Hai, Merry y Pippin se alimentan de pan orco y beben un extraño brebaje, por cierto, asqueroso, pero útil para recuperar fuerzas. Los Orcos que toman cautivo a Frodo asaltan su suministro de alimentos, y aunque desdeñan específicamente las lembas, comen el resto. También se dice que los Orcos comen caballos, ponis y burros y, lo que es más famoso, carne humana.
Al principio, Pippin se niega a comer un trozo de carne seca que le da un Orco, no tanto por delicadeza, sino porque no sabía qué tipo de carne podía ser. Sorprendentemente, no hay referencias canónicas de Orcos comiendo a otros Orcos [aunque presumiblemente la cadena alimentaria en Moria tuvo que funcionar de alguna manera]. Es curioso que los Orcos temieran que los Elfos los atormentaran y se los comieran si los hacían cautivos, cuando los Elfos claramente no participaban en ninguna de las dos actividades. En cuanto a la reproducción, los Orcos evidentemente se reproducen como los humanos, los Hobbits, los Enanos y los Elfos: a través del sexo que conduce al embarazo y la maternidad. Incluso se les conoce como formidables reproductores que se multiplican como moscas. Como se señaló anteriormente, los Orcos pueden y se cruzan con humanos mortales. A pesar de estas constantes referencias, Tolkien nunca nos presenta una Orco hembra [ver: La diversidad de género en «El Señor de los Anillos»]
La terrible cuestión de que los Orcos puedan cruzarse con los Elfos nunca es explorada en detalle. Tolkien es demasiado elegante para postular una situación en la que una Elfo deba ser sometida de este modo [una relación consensuada es inimaginable aquí], pero no obstante hace algunas insinuaciones, como los Orcos que toman cautiva a la elfa Celebrían, hija de Galadriel. Tolkien tampoco dice nada sobre la infancia o la crianza de los Orcos. ¿Estos nacían con una natural inclinación por el mal? ¿O se les enseñaba a ser crueles y despiadados? Es evidente que el tema de la infancia era importante para Tolkien, como queda claro en sus notas sobre niños hobbit y niños elfos. Es probable que, debido a ese interés, haya omitido decir algo sobre la miseria de la infancia orca.
En cuanto al aspecto físico [todos hemos sido condicionados por las películas], tanto El Señor de los Anillos como El Silmarillion carecen de descripciones precisas sobre la apariencia de los Orcos. De hecho, Tolkien proporciona más descripciones sobre cómo huelen los Orcos que sobre cómo se ven realmente. Sin embargo, en una carta posterior proporcionó una descripción de cómo él se imaginaba a los Orcos [empleando algunos estereotipos raciales obsoletos en nuestros días]. Irónicamente, escribió esto en una carta en la que criticaba el tratamiento cinematográfico propuesto de sus obras:
[Los Orcos son corrupciones de la forma humana, cuya forma más perfecta se encuentra en los Elfos. Son (o eran) rechonchos, anchos, de nariz chata, de piel cetrina, bocas anchas y ojos rasgados; de hecho, versiones degradadas y repulsivas de los tipos mongoles menos adorables (para los europeos)]
En las películas de Peter Jackson, las interpretaciones de los Orcos son más neutrales desde el punto de vista racial que la descripción de Tolkien, utilizando una paleta de grises con imperfecciones dermatológicas [ver: ¿Cómo era el aspecto de Sauron en realidad?]
Ahora bien, no todo era guerra y saqueo entre estas criaturas. Los Orcos, de hecho, tenían una vena creativa. Un pasaje de El Hobbit describe lo siguiente: «No hacen cosas hermosas, pero hacen muchas cosas inteligentes: martillos, hachas, espadas, dagas, picos, tenazas y otros instrumentos de tortura». Por otro lado, no hay mucho lugar para el placer entre los Orcos, aparte de la diversión que deriva de su crueldad. Como un posible vestigio de sus orígenes élficos, cantan; y son capaces de tener amistades duras y alianzas entre clanes, aunque estas son notablemente frágiles. Otro signo del origen genético de los Orcos como Elfos se encuentra en su capacidad de comunicación con ciertos animales. Así como los Elfos pueden comunicarse con animales buenos, los Orcos hacen lo mismo con los Huargos y lobos comunes.
Debido a que Tolkien nunca nos brinda la perspectiva narrativa de los Orcos, los lectores los experimentamos a través de sus actos, pero sobre todo sobre cómo los ven los demás. Nunca se presentan como comprensivos, amables o deseando estar libres del mal [aunque sí desean ser libres de sus amos]. El único personaje que intenta parlamentar con los Orcos, tratando de razonar con ellos [y por lo tanto humanizándolos un poco], es Gandalf, en el episodio de El Hobbit donde los Orcos capturan al grupo de Enanos y Bilbo. El rey de los Orcos, el Gran Goblin, no parece tener ningún interés en dialogar con Gandalf y de inmediato se produce una pelea.
No podemos culpar a Gandalf por intentarlo, tampoco a los demás por odiar a los Orcos. De hecho, no hay ningún personaje bueno que no haya sido afectado de una forma y otra por los Orcos: las guerras con los Enanos, el ataque a la Comarca, los bosques arrasados de los Ents, la guerra con Gondor y Rohan. Esto es en términos generales, pero también hay odios personales. Por ejemplo, los Orcos capturaron, envenenaron y atormentaron a la madre de Arwen, Celebrían. Si bien ella es rescatada, no puede ser curada, y parte hacia las Tierras Imperecederas. Esto configura una futura tragedia que casi parece predestinada. Los hijos de Celebrían juran venganza y se dedican a cazar Orcos, a veces en compañía de los antepasados de Aragorn. En una de esas cacerías, los Orcos matan al padre de Aragorn. Así, los Enanos, los Mortales, los Elfos e incluso los Hobbits han sufrido a manos de los Orcos, y podrían haber sufrido mucho más si Sauron hubiera triunfado [ver: Cómo desaparecieron los Orcos de la Tierra Media después de la derrota de Sauron]
Si buscamos información sobre la ingeniería genética que creó a los Orcos encontraremos muy poco en El Silmarillion, donde estos se presentan como hordas de maldad sin rostro, incluso en el episodio donde los Elfos se encuentran por primera vez con los Orcos. No debían ser tan feos en aquel entonces, porque los Elfos los confunden con los Avari:
[Entre ellos estaban los Orcos, que luego provocaron la ruina en Beleriand; pero aún eran pocos y cautelosos. De dónde venían, o qué eran, los Elfos no lo sabían, pero creían que tal vez eran Avari que se había vuelto malvados y salvajes en la naturaleza.]
Tras esta tímida aparición de los Orcos, participan en una serie de batallas, cuyo éxito está vinculado a la suerte de sus amos. Cuando sus amos caen, los Orcos se dispersan y menguan, pero, como el mal mismo, algunos siempre sobreviven para reproducirse y ser convocados nuevamente. En general, los Orcos de El Silmarillion presentan un tipo de mal muy impersonal, tal es así que ninguno merece un nombre.
Los Orcos tienen varios niveles de importancia, más allá de ser carne para las espadas élficas. Si bien su rol es simple, es su lugar en la cosmología de la Tierra Media lo que los hace complejos, y plantea cuestiones de suma importancia como la naturaleza del mal, el libre albedrío y la redención. Al ser creados genéticamente, no parecen destinados a existir, sin embargo, existen, y prosperan en las circunstancias más adversas. Al respecto, Frodo señala lo siguiente después de presenciar a un Orco matando a otro, un acto que evita que Sam y él sean descubiertos:
[Ese es el espíritu de Mordor, Sam; y se ha extendido por todos sus rincones. Los Orcos siempre se han comportado así, o eso dicen todas historias, cuando están solos. Pero no puedes sacar mucha esperanza de eso]
La maldad de los Orcos no es la de los Ghouls o los Zombis somnolientos. Hay una vitalidad terrible en ellos, que se muestra en su ferocidad, disposición para luchar y reproducirse, y sus emociones impulsivas. Los Orcos, en cierto modo, están vivos pero caídos; un fenómeno de ingeniería genética, como si estuviesen programados para ser como son.
Ahora bien, si los Orcos son Elfos modificados genéticamente, ¿pueden redimirse?
Si buscamos información sobre la ingeniería genética que creó a los Orcos encontraremos muy poco en El Silmarillion, donde estos se presentan como hordas de maldad sin rostro, incluso en el episodio donde los Elfos se encuentran por primera vez con los Orcos. No debían ser tan feos en aquel entonces, porque los Elfos los confunden con los Avari:
[Entre ellos estaban los Orcos, que luego provocaron la ruina en Beleriand; pero aún eran pocos y cautelosos. De dónde venían, o qué eran, los Elfos no lo sabían, pero creían que tal vez eran Avari que se había vuelto malvados y salvajes en la naturaleza.]
Tras esta tímida aparición de los Orcos, participan en una serie de batallas, cuyo éxito está vinculado a la suerte de sus amos. Cuando sus amos caen, los Orcos se dispersan y menguan, pero, como el mal mismo, algunos siempre sobreviven para reproducirse y ser convocados nuevamente. En general, los Orcos de El Silmarillion presentan un tipo de mal muy impersonal, tal es así que ninguno merece un nombre.
Los Orcos tienen varios niveles de importancia, más allá de ser carne para las espadas élficas. Si bien su rol es simple, es su lugar en la cosmología de la Tierra Media lo que los hace complejos, y plantea cuestiones de suma importancia como la naturaleza del mal, el libre albedrío y la redención. Al ser creados genéticamente, no parecen destinados a existir, sin embargo, existen, y prosperan en las circunstancias más adversas. Al respecto, Frodo señala lo siguiente después de presenciar a un Orco matando a otro, un acto que evita que Sam y él sean descubiertos:
[Ese es el espíritu de Mordor, Sam; y se ha extendido por todos sus rincones. Los Orcos siempre se han comportado así, o eso dicen todas historias, cuando están solos. Pero no puedes sacar mucha esperanza de eso]
La maldad de los Orcos no es la de los Ghouls o los Zombis somnolientos. Hay una vitalidad terrible en ellos, que se muestra en su ferocidad, disposición para luchar y reproducirse, y sus emociones impulsivas. Los Orcos, en cierto modo, están vivos pero caídos; un fenómeno de ingeniería genética, como si estuviesen programados para ser como son.
Ahora bien, si los Orcos son Elfos modificados genéticamente, ¿pueden redimirse?
Tolkien era reacio a descartar esto, aunque, al igual que con otros puntos cosmológicos en sus notas, explora varias interpretaciones. En uno de los textos de El Anillo de Morgoth (Morgoth's Ring), dice que los Orcos «podrían haberse vuelto irredimibles, al menos por los Elfos y los Hombres». En el mismo texto, parece contradecirse cuando afirma que, si un Orco alguna vez pedía misericordia, las buenas personas estaban obligadas a concederla, «incluso a un costo». Esto hace suponer que el arrepentimiento y la redención de un Orco, por improbable que fuera, era posible.
Un comentario en la Carta 153 echa algo de luz sobre la contradicción de los Orcos en términos de ingeniería genética; si bien no presenta una solución, resume el enigma cosmológico de los Orcos:
[Los Orcos serían los mayores pecados de Morgoth, abusos de su más alto privilegio, criaturas engendradas por el pecado y naturalmente malas. Casi escribí «irremediablemente malas»; pero eso sería ir demasiado lejos. Porque al aceptar o tolerar su creación, necesaria para su existencia real, incluso los Orcos se convertirían en parte del mundo, que es de Dios y, en última instancia, bueno]
Tolkien, entonces, es consciente de que Morgoth no creó a los Orcos, sino que corrompió a otra raza, los Elfos, y la modificó para adecuarse a sus intereses y necesidades. También parece haber sido consciente del atractivo que los Orcos tendrían para algunos lectores. La Nueva Sombra (The New Shadow) es el fragmento inicial de una historia ambientada en Gondor, unos cien años después de la caída de Sauron, donde se insinúa una especie de Culto de los Orcos entre los adolescentes de Minas Tirith [básicamente son chicos que juegan a ser Orcos]. En este futuro, una vez que los Orcos se han desvanecido lo suficiente como para ser solo parte del folclore, o una palabra, el mal intrínseco que los forjó genéticamente de algún modo persiste, inicialmente con cierta inocencia, en el juego de los niños, como señar de la potencial corrupción de los mortales.
Nunca sabremos en qué terminaba esta historia. Tolkien intentó trabajar en ella varias veces. Sin embargo, la abandonó sistemáticamente, diciendo que le resultaba «siniestra y deprimente; no vale la pena». Tolkien, al final, se negó a aplicar más creatividad a sus Orcos que la necesaria para hacerlos probables en la Tierra Media. En sus escritos, no tienen nada de valor que llamar propio, son tratados como carne de cañón y nunca se muestra su elusiva redención. Pero, tal vez, los Orcos abandonados a sí mismos, sin la necesidad [o la programación] de adorar a Morgoth y Sauron, por fin encontraron la gracia de Eru eventualmente.
Tierra Media. I Taller gótico.
Más literatura gótica:
Un comentario en la Carta 153 echa algo de luz sobre la contradicción de los Orcos en términos de ingeniería genética; si bien no presenta una solución, resume el enigma cosmológico de los Orcos:
[Los Orcos serían los mayores pecados de Morgoth, abusos de su más alto privilegio, criaturas engendradas por el pecado y naturalmente malas. Casi escribí «irremediablemente malas»; pero eso sería ir demasiado lejos. Porque al aceptar o tolerar su creación, necesaria para su existencia real, incluso los Orcos se convertirían en parte del mundo, que es de Dios y, en última instancia, bueno]
Tolkien, entonces, es consciente de que Morgoth no creó a los Orcos, sino que corrompió a otra raza, los Elfos, y la modificó para adecuarse a sus intereses y necesidades. También parece haber sido consciente del atractivo que los Orcos tendrían para algunos lectores. La Nueva Sombra (The New Shadow) es el fragmento inicial de una historia ambientada en Gondor, unos cien años después de la caída de Sauron, donde se insinúa una especie de Culto de los Orcos entre los adolescentes de Minas Tirith [básicamente son chicos que juegan a ser Orcos]. En este futuro, una vez que los Orcos se han desvanecido lo suficiente como para ser solo parte del folclore, o una palabra, el mal intrínseco que los forjó genéticamente de algún modo persiste, inicialmente con cierta inocencia, en el juego de los niños, como señar de la potencial corrupción de los mortales.
Nunca sabremos en qué terminaba esta historia. Tolkien intentó trabajar en ella varias veces. Sin embargo, la abandonó sistemáticamente, diciendo que le resultaba «siniestra y deprimente; no vale la pena». Tolkien, al final, se negó a aplicar más creatividad a sus Orcos que la necesaria para hacerlos probables en la Tierra Media. En sus escritos, no tienen nada de valor que llamar propio, son tratados como carne de cañón y nunca se muestra su elusiva redención. Pero, tal vez, los Orcos abandonados a sí mismos, sin la necesidad [o la programación] de adorar a Morgoth y Sauron, por fin encontraron la gracia de Eru eventualmente.
Tierra Media. I Taller gótico.
Más literatura gótica:
- ¿Quién era Boca de Sauron en realidad?
- Aragorn, el Sendero de los Muertos y un pasaje a la Cuarta Dimensión.
- El horror cósmico en El Señor de los Anillos.
- ¿Qué pasó con Aragorn y Arwen después de «El Señor de los Anillos»?
- El misterio de Tom Bombadil.
3 comentarios:
Es interesante la teoría de los orcos como productos de un mestizaje entre
elfos y humanos. Implicaría que el hijo de Arwen y Eregon podría resultar un potencial orco?
No se presentan orcos femeninos. ¿Y si no hay? Podría ser que buscaran mujeres entre las humanas, elfas. Para reproducirse, placer o una especie de venganza por ser masacrados, degradar en una manera retorcida a la especies enemigas.
Por lo que Arwen, hija de Galadriel, podría ser hija de algún orco.
Podría ser que elfos hayan sido corrompidos al ser obligados a ejercer la crueldad, más que al recibirla. Y al convertirse en orcos sus descendientes, esa crueldad se haya convertido en parte de su naturaleza.
Interesante artículo.
Muy interesante
Yo soy de la teoria que los orcos fueron el resultado de amalgamas entre animales ya existentes, y que su sapiencia mas bien basica no es mas que el resultado de algun tipo de "aprendizaje" como el de un perro o un mono...
Publicar un comentario