Cómo desaparecieron los Orcos de la Tierra Media después de la derrota de Sauron


Cómo desaparecieron los Orcos de la Tierra Media después de la derrota de Sauron.




La Guerra del Anillo terminó. Sauron fue derrotado. Aragorn se estableció como rey del Oeste. Los Elfos partieron hacia las Tierras Imperecederas. Los Enanos se recluyeron en las raíces de las montañas... ¿pero qué pasó con los Orcos?

No es mucha la información que brinda J.R.R. Tolkien sobre el destino de los Orcos, pero la suficiente como para sacar algunas conclusiones.

La mayor parte de los Orcos fue diezmada tras la derrota de Sauron. Miles murieron en una sola batalla, frente a la Puerta Negra. Otros tantos fueron perseguidos y asesinados por los Hombres del Oeste en el período posterior a la victoria de Aragorn, Gandalf, y la alianza entre Gondor, Rohan y otros reinos menores.

Los pocos Orcos que lograron sobrevivir se recluyeron en cavernas naturales, es decir, aquellas regiones subterráneas que no fueron creadas por Sauron y el poder del Anillo Único, y que por lo tanto no se derrumbaron cuando ese poder fue vencido.

Así describe J.R.R. Tolkien el estado de desconcierto que barrió a todas las criaturas creadas por Sauron tras la desaparición del Anillo Único, entre ellas, los Orcos y los Trolls:


Como cuando la muerte golpea a la criatura que habita en su colina, y las hormigas vagan sin propósito y luego mueren débilmente, así fue que las criaturas de Sauron, orcos y trolls y bestias esclavizadas por hechizos, corrieron sin sentido de aquí para allá, y algunas se mataron, o se arrojaron en fosas, o huyeron para esconderse en agujeros y lugares oscuros, lejos de toda esperanza.


En otras partes de la Tierra Media, sin embargo, como las Montañas Nubladas, los Orcos no eran tan dependientes de Sauron, y por lo tanto habrían sobrevivido, al menos, durante buena parte de la Cuarta Edad.

Recordemos que la voluntad de los Orcos era controlada por Morgoth, quién de hecho los diseñó, y luego por Sauron. Cuando éste último fue derrotado, todas sus obras físicas colapsaron, y sabemos que otras, acaso más intangibles, también se derrumbaron; de manera tal que la fuerza que unía a los Orcos a su voluntad probablemente desapareció.

En el capítulo El campo de Cormallen (The Field of Cormallen) se dice que el Ejército del Oeste llegó a someter a todos los habitantes el Este y el Sur. No se menciona a los Orcos, ni siquiera que las fortalezas de Mordor hayan sido destruidas por Aragorn. La crónica parece inferir que los Orcos ya habían abandonado esas fortificaciones, o que presentaron tan poca oposición que ni siquiera merecía ser registrada.

Es decir que los Orcos de Mordor se quedaron sin ese Horror fundamental detrás, que de algún modo los sostenía, y probablemente sin la voluntad necesaria como para procurarse la subsistencia. No obstante, para los Orcos más alejados de Mordor la situación no habría sido del todo irreversible.

De hecho, es posible que, tras la muerte de Sauron y la desaparición de su compleja red de magia negra a lo largo de la Tierra Media, el Orco promedio haya quedado simplemente como una persona grotesca, tosca, casi elemental, pero no necesariamente maligna.

Es posible que, en los primeros años de la Cuarta Edad, los Hombres, Elfos y Enanos hayan masacrado a los Orcos como política deliberada; pero dentro de una generación, digamos, unos veinte o treinta años, esto habría cesado y los Orcos sobrevivientes se habrían recluido en las montañas más remotas, donde podrían subsistir bajo tierra con poca necesidad de interactuar con otros.

De hecho, hay un breve texto de Tolkien donde se relata la historia de un grupo de niños de Gondor, en la Cuarta Edad, que juegan a ser Orcos, causando alarma en un anciano que, en su juventud, realmente combatió contra los Orcos, y que ahora ya comenzaban a transformarse en leyenda para quienes nunca los habían visto.

Ya a finales de la Cuarta Edad, la superioridad numérica de los Hombres sobre las otras razas sería abrumadora, y los Orcos, si es que de hecho todavía quedaba alguno, necesariamente debieron esconderse o desaparecer.

En las últimas páginas de El senescal y el rey (The Steward and the King), Aragorn establece algunos pactos estratégicos para su gobierno, y perdona a los pueblos del Este y a los hombres de Harad, quienes antes suministraban alimentos a Mordor. Podemos deducir que si hubiese existido alguna amenaza significativa de los Orcos, ya que esas tierras ahora eran cultivadas por Gondor, habría alguna mención, o combates, o algún tipo de ocupación, pero no hay mención alguna a los Orcos aquí.

En el Apéndice A, en La Casa de Eorl (The House of Eorl), Tolkien cuenta cómo Éomer y los Rohirrim viajaron junto a Aragorn en años posteriores a la Guerra del Anillo para someter a los enemigos del Oeste, incluso más allá del Mar de Rhun. Tampoco se menciona a los Orcos aquí, simplemente a Hombres que, por cobardía, se habían aliado con Sauron.

Por otro lado, cuando Azog, líder de los Orcos, mató a Thror, los Enanos unieron fuerzas, y persiguieron a los Orcos metódicamente, incluso en las regiones más inaccesibles debajo de las Montañas Nubladas. El odio de los Hombres y los Elfos por los Orcos fue menguando con el transcurso de los años, pero no el de los Enanos.


Ambos bandos fueron despiadados, y hubo muerte y hechos crueles por la oscuridad y por la luz.

(Both sides were pitiless, and there was death and cruel deeds by dark and by light)


Aquí, por única vez, Tolkien coloca a los Orcos como víctimas de la crueldad de otra raza, en este caso, de los Enanos. De hecho, los Enanos estaban literalmente enloquecidos por su sed de venganza, y parecían haber adquirido un nuevo pasatiempo: el genocidio.

Durante la batalla final de esta guerra, en Azanulbizar, ante las puertas de Moria, los Enanos sitiaron a los Orcos. Para dar idea del horror de Azanulbizar, Tolkien emplea un recurso muy interesante:


Así comenzó la Batalla de Azanulbizar (o Nanduhirion en la lengua élfica); y la memoria de los Orcos todavía se estremece al recordarla.

(So began the Battle of Azanulbizar (or Nanduhirion in the Elvish tongue), at the memory of which the Orcs still shudder)


Teniendo en cuenta que los Orcos generalmente celebran la posibilidad de matarse unos a otros por cosas brillantes, que se ríen de las crueles desgracias de otros Orcos, y que recurren sin vacilar al canibalismo; uno solo puede imaginar lo horrible que debió haber sido esa batalla como para quedar grabada a fuego en la memoria colectiva de los Orcos.

Lo cierto es que, si bien recuperaron su número tras ese combate, los Orcos ya no fueron los mismos.

Tolkien enfatiza la idea de que los Orcos son, a nivel metafísico, animados por la voluntad de Morgoth, al principio, y de Sauron, más adelante. Esa animación no es física, es decir, no tenía que ver con la animación de sus cuerpos, sino de su voluntad, ya que los Orcos sólo podían odiar —incluso se odiaban unos a otros—, y debían mantenerse siempre en guerra con algún enemigo externo para evitar que se maten entre sí.

Esto podría indicar que, después del fallecimiento de Sauron, los Orcos se habrían destruido a sí mismos de una manera u otra.

Por lo tanto, de toda la evidencia disponible en las obras de J.R.R. Tolkien, los Orcos probablemente se extinguieron, o bien su número llegó a ser tan reducido que no suponían una verdadera amenaza para los cronistas del Oeste, y por lo tanto desparecieron de las crónicas de la Tierra Media.




Tierra Media. I Mitología.


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