Cómo comunicarse con alguien a través de los sueños.
Hace poco nos hacíamos la siguiente pregunta: si dos personas tienen el mismo sueño, ¿sigue siendo sólo un sueño?.
Precisamente de eso se tratan los sueños telepáticos: cuando dos personas sueñan lo mismo.
Este extraño fenómeno, que a simple vista parece sumamente improbable, fue estudiado por las mentes más brillantes del psicoanálisis, entre ellos, nada menos que Sigmund Freud, Carl Jung y Marie-Louise von Franz, entre otros.
Los sueños telepáticos son en esencia, la única forma de comunicarse con alguien a través de los sueños. No se trata de entrar en los sueños de otra persona, sino más bien de la posibilidad de crear una realidad onírica compartida en la que ambos soñadores pueden interactuar en el mismo escenario.
En este sentido, Sigmund Freud elaboró la teoría de que el sueño puede favorecer la comunicación telepática entre dos personas vinculadas emocionalmente, del mismo modo que podría ocurrir a través de la meditación o cualquier otro estado alterado de la consciencia. En 1922 publicó un ensayo muy interesante al respecto, titulado Sueños y telepatía (Traum und Telepathie), donde examina varias cuestiones, entre ellas, la posibilidad de comunicarse con alguien a través de los sueños.
Otros investigadores, como Nandor Fodor, fueron todavía más lejos al sostener que los sueños son algo así como una frecuencia, un pulso, que le permite a la consciencia desplazarse libremente en el tiempo y el espacio.
Si bien no hay pruebas concluyentes al respecto de la posibilidad de hackear los sueños de otra persona; Carl Jung definió el mecanismo por el cual es posible comunicarse a través de los sueños, y lo llamó transferencia onírica.
Carl Jung sostuvo que los sueños, además de ser un producto del inconsciente, emplean arquetipos, básicamente símbolos del inconsciente colectivo. Podemos pensarlo como un lenguaje universal, que todos comprendemos a nivel del sueño. Según sus investigaciones, son éstos los símbolos elementales que pueden transmitirse de forma telepática hacia personas con las cuales tenemos un vínculo emocional.
El problema con este tipo de sueños telepáticos es que rara vez influyen en el argumento principal del sueño. De hecho, el mensaje comunicado en sueños puede ser a través de un suceso completamente irrelevante, incluso trivial, dentro del sueño compartido. En definitiva, nadie sabe como empiezan y terminan sus sueños; precisamente porque estos no son una secuencia ordenada de episodios, sino más bien una experiencia integral que se basa en símbolos y que prescinde de la continuidad.
En vez de pensar en los sueños como un terreno donde la mente consciente retrocede, debemos imaginarlo como una región totalmente liberada de las reglas y construcciones de la razón. En este contexto, en los sueños nuestra consciencia se expande, y ejerce capacidades sobre las que sabemos muy poco.
Ahora bien, la telepatía es considerada un mecanismo de emisión y recepción de pensamiento, pero también es lógico suponer que ambos, emisor y receptor, intercambian información en el proceso. En cualquier caso, esta sería la única forma de comunicarnos a través de los sueños.
Esta comunicación no siempre es consentida; quiero decir, no ocurre únicamente entre dos personas que acceden, a nivel subconsciente, a comunicarse entre sí en sueños. Pero cuando un elemento invasor u hostil se introduce en nuestros sueños, nuestra mente rápidamente enciende las alarmas correspondientes y el sueño se termina. Estas son, esencialmente, aquellas pesadillas que nos hacen despertar de repente.
Cuando estamos soñando nada en el sueño nos parece extraño. Recién cuando despertamos somos capaces de distinguir que, por ejemplo, hablar con una persona muerta o con un monstruo, no son cosas habituales ni lógicas. Ahora bien, cuando alguien se comunica en sueños con nosotros de forma hostil, nos deja una impresión contraria: incluso dentro del sueño podemos darnos cuenta de que algo anda mal, algo inexplicable, pero también inquietante y perturbador.
En este sentido, al comunicarse con otra persona en sueños ambos acceden a otro plano onírico, esencialmente un sueño dentro de un sueño. Si la comunicación es hostil, se ingresa en un terreno todavía más peligroso: las pesadillas dentro de otras pesadillas.
Más allá de esto, comunicarse en sueños con otras personas es algo muy frecuente, pero rara vez ocurre de un modo totalmente equilibrado entre el emisor y el receptor. De hecho, es más improbable encontrarse con alguien conocido dentro de un sueño, es decir, con su consciencia, no con su imagen, que recibir la visita de otros sin que esto tenga que ver necesariamente con algún tipo de comunicación.
Otras personas pueden estar soñando nuestro mismo sueño sin que nosotros, o ellas, podamos advertirlo.
Si los sueños son, como usualmente los define la psicología, hechos de la mente, también podemos deducir que son un plano de realidad distinto al de la vigilia.
Y del mismo modo en el que todos los días salimos a la calle para realizar nuestras actividades y, quizás, nos encontramos por casualidad con alguien que conocemos, o bien para encontramos específicamente con esa persona, en el sueño puede ocurrir exactamente lo mismo pero dentro de otro plano de la realidad.
La teoría de los arquetipos sostiene que todos estamos conectados, y que todos hablamos la lengua común de los símbolos del sueño. Después de todo, que dos personas se comuniquen en sueños no es menos extraño que saber, o adivinar con cierto grado de precisión, lo que está pensando o sintiendo una persona con la que tenemos un fuerte lazo emocional.
Si bien no hay una receta en particular para comunicarse mediante los sueños, incluso para sujetos que manejan a la perfección las reglas de los sueños lúcidos, lo que sí existen son componentes fundamentales que nos permiten reconocer este tipo de comunicación.
El primero de estos componentes es el contenido expreso del sueño, es decir, aquellos elementos que el soñador manifiesta en el sueño. El segundo es el contenido simbólico. La comunicación, en general, se establece en este nivel.
Si soñamos con una expareja, por ejemplo, no significa que ella esté comunicándose con nosotros en sueños. La comunicación, en todo caso, se establece a través de símbolos difíciles de interpretar estando despiertos, pero claramente comprensibles al soñar.
En este contexto, la repetición de ciertos personajes en el sueño es un buen indicador. Por ejemplo, aquellos que sueñan siempre con la misma persona pueden estar seguras de que alguien está comunicándose a través de los sueños.
A muchas personas les cuesta mucho recordar sus sueños; de todos modos, uno de los indicadores de la presencia de un sueño telepático es bastante fácil de recordar: en el sueño conversamos con alguien que no conocemos, pero que al mismo tiempo nos parece sumamente familiar, o incluso nos recuerda a alguien.
En resumen: comunicarse con alguien en sueños es algo que ocurre de forma más espontánea que voluntaria.
Si los sueños son una manera de expresar aquello que reprimimos durante el día, cualquier tipo de comunicación telepática debe darse dentro de este mismo esquema. El deseo no concretado de hablar con alguien puede derivar en una comunicación. Del mismo modo, cierta hostilidad reprimida hacia alguien en particular puede conducir al pernicioso hábito de crear y proyectar pesadillas a distancia.
Es por eso que cuando nos comunicamos en sueños el material onírico carece de detalles circunstanciales.
No podemos recordar el lugar, ni el contexto, pero sí los símbolos primarios, elementales, que subyacen en el sueño. Esto, al menos cuando se produce después de una comunicación con alguien a quien queremos sinceramente, nos produce un despertar lleno de emociones tanto o más intensas que las que podemos experimentar en la vida real.
En términos menos ambiguos: cuando nos comunicamos a través de los sueños rápidamente advertimos que no estamos frente a un sueño común y corriente; precisamente porque en ningún momento nos sentimos solos, o dueños del sueño; sino exactamente lo contrario: sabemos que hay alguien más, aunque luego el mensaje comunicado se pierda, como tantas otras cosas importantes, en la monótona dinámica de la realidad.
Diccionario de sueños. I El lado oscuro de la psicología.
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