La Cosa que brilla, tiembla y ríe: análisis de «Más allá del muro del sueño».


La Cosa que brilla, tiembla y ríe: análisis de «Más allá del muro del sueño».




«Me he preguntado con frecuencia si la mayoría de la humanidad
se detiene alguna vez a reflexionar sobre el significado, a veces titánico, de los sueños
y del mundo oscuro al que pertenecen.»



Hoy en El Espejo Gótico analizaremos el relato de H. P. Lovecraft: Más allá del muro del sueño (Beyond the Wall of Sleep), publicado originalmente en la edición de octubre de 1919 de la revista Pine Cones, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1943: Más allá del muro del sueño (Beyond the Wall of Sleep).


«Mientras dos hombres de tamaño mediano intentaban contenerlo, luchó con una fuerza y una furia maniáticas, gritando su deseo y necesidad de encontrar y matar a cierta cosa que brilla, tiembla y ríe


Resumen:

El Narrador se presenta como un individuo culto dispuesto a reflexionar sobre el significado de los sueños, aunque de hecho es un interno en un hospital psiquiátrico. Algunos sueños, afirma, pueden ofrecer visiones de otras realidades; más aún, conjetura que los sueños son nuestro plano de existencia primario, y nuestras vidas físicas meros fenómenos secundarios [ver: Por qué nuestra realidad es quizás un sueño dentro de un sueño]

Joe Slater es un descendiente de los campesinos que se asentaron en la región de Catskills, ahora «degradados» por su aislamiento. Es un sujeto alto, de contextura musculosa, debido a su oficio de cazador y trampero; sin embargo, su labio inferior caído le da un aire de idiotez. Sus amigos lo consideran un tipo extraño debido a las historias que cuenta. En «la jerga degradada de su entorno» hablaba con entusiasmo de «grandes edificios de luz» y «océanos de espacio». Ante estas maravillas parecía tan desconcertado como sus oyentes.

Su deterioro mental empeoró con los años. Despertaba por la mañana pero parecía continuar en el sueño, a menudo gritando algo sobre «una cosa que brilla, tiembla y ríe». Atacó a un vecino que intentaba contenerlo, convirtiéndolo en una masa irreconocible y sin vida. Al ser detenido por las autoridades no recordaba nada del crimen excepto que despertó y vio el cadáver destrozado a sus pies.

Los médicos advierten otros incidentes de furia al despertar, durante los cuales Slater asegura que debe matar a su enemigo onírico flotando a través del vacío, quemando todo lo que se interponga en su camino. Los profesionales están maravillados con las elaboradas imágenes que este analfabeto es capaz de evocar; y diagnostican que sus sueños se han apoderado de su consciencia, de modo que deciden internarlo en una institución psiquiátrica [ver: Dreamwalking: cuando alguien extraño entra en tus sueños]

Fascinado por estos vívidos sueños, el Narrador se hace amigo de Slater y escucha «sin aliento a sus caóticas pero cósmicas imágenes». Especula que «algo» puede estar habitando el cuerpo de Slater, «algo» que lucha por comunicarse a través de una lengua que no conoce. Oportunamente, las teorías del Narrador sobre la naturaleza energética de la mente lo han llevado a diseñar un dispositivo para la recepción del pensamiento, similar a un telégrafo inalámbrico. Con la esperanza de escuchar los sueños de Slater, ajusta el aparato a la cabeza de su amigo y el receptor a la suya. Por desgracia, el tiempo para sus experimentos se agota: Joe Slater está muriendo.

El Narrador hace un último intento y se conecta con la mente de Slater. Ambos se quedan dormidos. De repente, una melodía lo despierta a un espectáculo de majestuosa belleza: edificios de luz, paisajes extraterrenos, etc.. Él mismo flota como un ser de luz. Durante esta conexión se entera que la entidad que ocupa el cuerpo de Slater pronto se liberará. Entonces podrá perseguir a su enemigo incluso hasta los «campos más remotos del éter» para satisfacer allí «una venganza cósmica que sacudirá las esferas».

El Narrador despierta.

Slater lo mira con ojos que ya no son idiotas, sino que pertenecen «a una mente activa de alto orden». Telepáticamente, la Entidad [desde más allá del muro del sueño] le informa que Joe Slater, demasiado animalesco para darle soporte a su intelecto cósmico, está muerto.

Sin embargo, a través de Slater la entidad se ha reencontrado con un «hermano». En efecto, el Narrador también es «un vagabundo de vastos espacios y viajero en muchas eras» que puede ocupar temporalmente cuerpos físicos. Sobre el «Enemigo», la Entidad sólo puede decir que los seres humanos han sentido su presencia malévola, y por eso han llamado Algol a su estrella. Esta noche, se vengará de él, como verá el Narrador si mira al cielo cerca de Algol. Con eso, la Entidad deja el cuerpo sin vida de Slater.

El Narrador nunca podrá olvidar lo que vio en el cielo la noche en que murió Joe Slater. No es el único testigo. El eminente astrónomo Garrett P. Serviss comenta:


«El 22 de febrero de 1901 se descubrió una maravillosa estrella nueva… no muy lejos de Algol. Hasta entonces no se había visto ninguna estrella en ese punto. En veinticuatro horas, se había vuelto tan brillante que eclipsaba a Capella. En una semana o dos se había apagado visiblemente y en el transcurso de unos meses apenas se podía distinguir a simple vista.»

***


Es probable que el título de esta historia haya sido influenciado por el relato de Ambrose Bierce: Más allá del muro (Beyond the Wall), y quizás por un pasaje de la novela de Jack London: Antes de Adán (Before Adam) [que trata sobre el concepto de memoria genética o hereditaria]: «Ninguno de mi especie jamás rompió el muro de mi sueño».

Más allá del muro del sueño es otro cuento temprano de Lovecraft. Al igual que El grabado en la casa (The Picture in the House), comienza con una especie de manifiesto donde se establecen los fundamentos de las Tierras del Sueño [Dreamlands], esto es, la idea de que los sueños no emergen de las profundidades del inconsciente sino que constituyen la realidad primaria, mucho más vital e importante que la vigilia [ver: Análisis de «El grabado en la casa»]

Para eso, Lovecraft denosta a Sigmund Freud, algo necesario si se quiere plantear que los sueños son algo más que la representación simbólica de deseos reprimidos. Curiosamente, la versión original del cuento no incluye ningún comentario sarcástico hacia Freud. Este se añadió en posteriores revisiones. El «simbolismo pueril» freudiano al que hace referencia el Narrador de Más allá del muro del sueño evidentemente alude a las interpretaciones sexuales que Freud dio a muchos sueños [ver: Lovecraft vs. Freud: la interpretación de los sueños según Cthulhu]

Lovecraft cita a Sigmund Freud en sus primeros cuentos [como en Más allá del muro del sueño y Desde el más allá (From Beyond)], pero no en historias posteriores. Esto tiene sentido si tomamos en cuenta que sus primeros relatos pertenecen al Ciclo Onírico, y los sueños fueron el componente principal del psicoanálisis de Freud. Sin embargo, el Flaco de Providence no tenía una visión tan simplificada del pensamiento freudiano. Si bien consideraba que muchas de sus teorías eran extravagantes, aceptaba otras. Tal es así que en una de sus cartas comenta: «Puede que no nos guste aceptar a Freud, pero temo que tendremos que hacerlo».

Los prejuicios raciales de Lovecraft están presentes en Más allá del muro del sueño, pero subordinados a las necesidades de la historia; de hecho, brindan un par de argumentos interesantes: el analfabetismo de Joe Slater [producto del aislamiento geográfico y su resultado inevitable: la endogamia] lo vuelve una presa ideal para la ocupación espiritual. Después de todo, una mente «inferior» es más fácil de desalojar; sin embargo, Lovecraft también establece que todos los humanos, no solo Slater, son meros depósitos temporales de fuerzas infinitamente más poderosas. Si bien estas entidades pueden encontrar a Slater más problemático que un académico, al menos para expresarse en nuestro mundo, en última instancia ambos son impedimentos para seguir adelante con su venganza [ver: Lovecraft y las lenguas extraterrestres]

Básicamente, todos somos primates a sus ojos, pero con una capacidad innata para soñar. Más adelante en la obra del Flaco de Providence, los Yith encuentran bastante cómodos a los cuerpos humanos.

Lejos de sus ataques más virulentos, creo que Lovecraft quiere que experimentemos cierta simpatía por Slater, cuya familia nunca va a visitarlo en el manicomio, lo cual coloca al Narrador como su único contacto humano. No es el bruto babeante de otros cuentos lovecraftianos. Cuando no está teniendo sueños aterradores, Slater se sienta frente a la ventana enrejada y teje cestas, y tal vez añora su antigua libertad en las montañas. No es un mal tipo, aún así, un hombre educado, como el Narrador, sólo puede vincularse con él desde la distancia emocional. De hecho, es el Narrador quien lo ve como un sujeto degradado, perezoso y estúpido, no necesariamente Lovecraft, quien lo describe a través de sus acciones como una víctima. Si el Narrador, intelectualmente «superior», utiliza a Slater para sus experimentos como si se tratara de un animal de laboratorio, la Entidad se comporta como si fuera una prisión de carne, quizás impuesta por el propio opresor.

Es decir que la intención de Lovecraft no necesariamente estaba motivada por sus prejuicios: simplemente buscaba proporcionar contraste entre un humano rudo e ignorante y la inteligencia extraterrestre alojada en su cuerpo. Quizás por eso no se da ninguna explicación de por qué la Entidad se encuentra atrapada en el cuerpo de Slater, casi como si Lovecraft no considerara que tal explicación fuera necesaria.

El final de Más allá del muro del sueño sugiere que la Entidad que ocupa temporalmente el cuerpo de Slater por fin se vengó en las proximidades de Algol, generando una supernova visible desde la Tierra un día después. Esto es absurdo en términos astronómicos, debido al tiempo que le tomaría a la luz de esa explosión llegar a la Tierra, pero Lovecraft menciona oportunamente los viajes en el tiempo mucho antes del climax de la historia [ver: Viajes en el tiempo y la tecnología de los Antiguos]. De todos modos, ese nivel de sincronización no tiene sentido: la entidad se libera del cuerpo de Slater, y esa misma noche se observa un fenómeno extraño en la región de Algol. ¿Quién sabe? Tal vez las entidades de luz desean que las personas que viven en la tierra en 1901, a quienes desprecian, obtengan un fragmento del drama cósmico. El grado de planificación que eso requeriría es inconcebible.

Garrett P. Serviss, que corrobora la explosión de la supernova al final de la historia, fue un astrónomo real [y escritor de ciencia ficción]. De hecho, Lovecraft cierra el cuento con una cita tomada Astronomía a simple vista (Astronomy with the Naked Eye, 1908) de Serviss. Algol también es una estrella real. Su nombre proviene del árabe Ra’s al-Ghul [«cabeza del Ghoul»]. En realidad es una binaria eclipsante, es decir, dos estrellas [Beta Persei A y Beta Persei B], de modo que podemos percibir periódicamente sus eclipses y, en consecuencia, las variaciones en la intensidad de luz que nos llega. En resumen, se trata de una estrella adecuada para desempeñar el papel de opresor cósmico que cumple en Más allá del muro del sueño, con su Nova vecina apropiada para cumplir el rol de vengador.

Imagino que Lovecraft se entusiasmó con la posibilidad de relacionar a Algol con la Nova de 1901; pero si pensamos más en Algol como entidad inteligente, ¿son todas estas entidades de luz estrellas [¡edificios de luz!] y otros fenómenos astronómicos? En cualquir caso, la venganza de la Entidad fracasa. Aparece cerca de Algol como una Nova, pero la explosión no destruye a Algol. La Nova se enciende, como en una breve escaramuza, y luego se desvanece, dejando a Algol todavía brillante. De todos modos, la idea de que las supernovas sean el resultado de conflictos cósmicos, o al menos evidencias de inconcebibles combates interestelares, es muy interesante.

Lovecraft presenta aquí otro dispositivo tecnológico que eventualmente se convertirá en un cliché de la ciencia ficción, basado en la idea de que el pensamiento puede convertirse en energía electromagnética, y por lo tanto transmisible. Esta idea sería explorada con mayor profundidad en El que susurra en la oscuridad (The Whisperer in Darkness) y La sombra fuera del tiempo (The Shadow Out of Time). Más allá del muro del sueño también prefigura el contexto más complejo de La Sombra por la mención del imperio Tsan-Chan, que veremos 3000 años después de los experimentos del Narrador con Slater. En La Sombra, el reinado de Tsan-Chan ocurre alrededor del año 5000 d. C. Mas aún, la Entidad que ocupa el cuerpo de Slater menciona a los insectos filósofos en la cuarta luna de Júpiter; quienes son los coleópteros inteligentes que vemos en La Sombra, cuyo destino es dominar la Tierra después de la humanidad [ver: El cerebro en el frasco: análisis de «El que susurra en la oscuridad»]

El tema de la locura, presente en muchos cuentos de Lovecraft, siempre es una herencia paterna [ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft]. El Narrador recibe una advertencia de manera «paternal» del director del psiquiátrico, el «viejo doctor Fenton», un simbólico sustituto académico de Winfield, quién padecía sífilis y sus peores síntomas, relacionados con el deterioro cognitivo. Por su parte, Joe Slater, descrito significativamente como «cabeza» de su familia, debe ser restringido por la fuerza por parte del personal del manicomio, algo similar a lo que sucedió en el confinamiento del padre de Lovecraft. Sin embargo, el ambiente depresivo de la institución psiquiátrica pudo haber sido estimulada por el Hospital Butler, dunda la madre de Lovecraft fue hospitalizada durante el período en el que se escribió Más allá del muro del sueño.

En todo esto, sobre todo en el desdén del Narrador hacia las personas que lo rodean, hay algo de comedia, probablemente involuntaria. Uno se pregunta qué pensaban todos esos «mediocres» y «cínicos» de su poco ética experimentación telepática [enfocada oportunamente sobre poblaciones vulnerables]. Evidentemente, el consentimiento informado era entonces algo tan inimaginable como los seres interdimensionales.

El uso que hace Lovecraft de la palabra «sueño» puede confundir al lector ocasional de su obra. Definitivamente no son «reflejos tenues y fantásticos de nuestras experiencias de vigilia», sino «vislumbres diminutos de una esfera de existencia» diferente. En otras palabras, los «sueños» de Lovecraft son una expansión de la pobre percepción diurna, una vía de acceso a una realidad mucho más amplia y compleja. Es significativo que Lovecraft utilice alternativamente los términos «sueño» y «visión» en muchas historias. De hecho, los Mitos de Cthulhu podrían interpretarse como pequeños fragmentos que contienen diminutas revelaciones de ese otro plano que los seres humanos habitualmente no podemos percibir.

En estas historias donde entra a jugar la percepción de la suprarrealidad, o fragmentos de ella, aparece otro motivo recurrente en Lovecraft: el conocimiento. Y es el conocimiento lo que generalmente permite a los personajes amplificar su percepción. En Más allá del muro del sueño encontramos este motivo en el dispositivo fabricado por el Narrador, una especie de «radio cósmica» que permite vislumbrar una realidad diferente a través del cerebro de Joe Slater. Está claro, entonces, que Lovecraft no odiaba el conocimiento ni estaba tratando de evadirse de la realidad, sólo desconfiaba del final al cual puede conducir el mal uso del conocimiento y de la capacidad del hombre para enfrentarse a la realidad última.




H. P. Lovecraft. I Mitos de Cthulhu.


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