Lovecraft - King: dos miradas sobre la Oscuridad.
Stephen King y H.P. Lovecraft, una discusión interesante, sin dudas, pero estéril cuando lo que verdaderamente importa es subjetivo (como todo lo que verdaderamente importa); en este caso, la posibilidad de disfrutar de dos grandes autores del género.
No es nuestra intención establecer aquí una especie de competencia, ni siquiera plantear cierto favoritismo, ciertas afinidades por uno u otro, sino más bien analizar de qué modo King y Lovecraft nos invitan al Sótano de nuestro inconsciente, qué caminos eligen para ese descenso, y cual es la mirada particular que cada uno de ellos tiene sobre la Oscuridad.
Hace un tiempo nos sumergimos en los túneles y catacumbas de la ficción (ver: El Horror siempre viene desde el Sótano), y descubrimos que, más allá del Sótano, existen regiones todavía más profundas e inquietantes.
Esa experiencia, cuando es individual, a menudo se centra en la figura de un niño, totalmente aterrorizado, que baja al sótano y se encuentra cara a cara con la oscuridad. Pensemos, por ejemplo, en la primera aparición de Pennywise —tal vez el mejor villano dentro del Multiverso de Stephen King—, en el sótano de los Denbrough.
No obstante, cuando esa experiencia individual se vuelve colectiva, el Sótano de una casa, por aterrador que sea, resulta inadecuado para personificar los sustratos más insondables del inconsciente colectivo. Se necesita algo más. Un lugar común, público.
Los miedos y ansiedades particulares, dentro del Horror, a menudo se expresan en esa exploración por los sótanos de una casa. Sin embargo, esos miedos individuales echan raíces en lo colectivo, así como los sótanos pueden terminar siendo anexos de las dependencias del infierno. Después de todo: ¿qué hay debajo del Sótano? ¿Acaso éste, como metáfora de nuestro inconsciente, no está conectado con niveles inferiores que no pertenecen a una sola persona, sino a todas? (ver: Horror Uterino: descenso hacia el inconsciente colectivo)
Si el Sótano, o cualquier espacio debajo de nuestras casas, es una metáfora del inconsciente del individuo, ¿qué hay debajo de nuestras ciudades que pueda representar al inconsciente colectivo, es decir, a los miedos y ansiedades que compartimos como sociedad? Podemos pensar en la red de subterráneos, en las cloacas, como formas urbanas de las antiguas catacumbas de la literatura gótica.
Ese tránsito de lo particular a lo colectivo, del miedo del individuo a los miedos de una sociedad, es uno de los aspectos más interesantes del Horror.
Stephen King nos hace frecuentar por diversos sótanos en su obra, pero es en It donde consigue pasar del terror del individuo a lo colectivo con mayor brillantez.
Al comienzo, la historia nos sitúa en el sótano de los Denbrough (Sótano - Inconsciente Personal —o familiar, en términos de familia como unidad social—), donde Georgie baja a buscar parafina para el barquito de papel que le hizo su hermano, Bill, y descubre allí una presencia inquietante.
Ya al final de la historia, pasamos a las cloacas (Sótano Colectivo - Inconsciente Colectivo), la verdadera guarida de It. En este contexto, Pennywise es la personificación del subconsciente de Derry, es decir, la síntesis de los miedos de toda una sociedad, pero también de sus deseos reprimidos (ver: ¿Qué es «IT» en realidad?).
En Salem's Lot se produce una dinámica similar: Jerusalem's Lot es un pueblo decadente, que debido a esa degradación termina siendo infestado de vampiros (según Stephen King, los vampiros requieren sitios malditos para proliferar). El líder de estas criaturas, Barlow, se esconde en el sótano de la Casa Marsten, situada en lo alto de una colina que domina todo el pueblo, literalmente.
Todo es cuestión de perspectiva. Desde la superficie, ir al Sótano implica un descenso, pero el Sótano también puede ser la parte superior de horrores más profundos y olvidados.
En este contexto, los descensos al sótano colectivo son innumerables en la obra de H.P. Lovecraft; basta citar relatos como El modelo de Pickman (Pickman's Model), El ceremonial (The Festival), El horror en Red Hook (The Horror at Red Hook), El horror oculto (The Lurking Fear), Las ratas en las paredes (The Rats in the Walls), como los más paradigmáticos.
Tanto Stephen King como Lovecraft (ver: Stephen King en los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft) nos invitan a descender hacia el Sótano Colectivo, pero desde una perspectiva diferente.
King, a menudo, utiliza a los niños como los únicos capaces de enfrentarse a los horrores de las profundidades, quizás porque son los únicos en condiciones de aceptarlos.
Lovecraft, por el contrario, se caracteriza por la proverbial ausencia de niños en su ficción; en cambio, prefiere que el descenso sea liderado por un outsider de la sociedad, un paria, un ermitaño urbano, en general bajo la figura de un erudito completamente indiferente ante las preocupaciones sociales más comunes.
Hay más similitudes que diferencias entre estos dos acercamientos.
En ambos casos, solo las personas extraordinarias poseen algún grado de inmunidad ante la Oscuridad. El resto sencillamente no posee la sensibilidad necesaria para detectarla, con lo cual caen fácilmente bajo sus garras y frecuentemente terminan siendo herramientas al servicio de la Oscuridad.
En Derry, Jerusalem's Lot, Dunwich, Arkham, las personas comunes carecen de importancia, salvo como expresiones del inconsciente colectivo que habita, o subyace, debajo de sus arquitecturas.
En este sentido, los habitantes de todos esos pueblos no revisten ningún interés para la Oscuridad. Después de todo, ya son sus presas, ya están bajo su control, y la Oscuridad los articula, y los sacrifica, como si fueran piezas de ajedrez en una partida cuyo objetivo final es apropiarse de las personas extraordinarias.
Para King, los sujetos extraordinarios siempre son niños o, a lo sumo, personas adultas con un nivel superior de pureza.
Para Lovecraft, las personas extraordinarias son aquellas que se resisten al sutil embrujo de lo social, aquellas que rechazan los trabajos ordinarios, las opiniones ordinarias, y prefieren vivir recluidas o aisladas de los demás.
En ambos casos, las víctimas preferidas de la Oscuridad son aquellas que, de un modo u otro, se resisten a su infuencia, y a ser parte de su rebaño.
King y Lovecraft plantean caminos alternativos para llegar a esa Oscuridad Primordial, pero cuyo trazo es similar, sino idéntico, aunque el panorama que se observa desde esas perspectivas sea diferente.
En resumen: son muchos más los elementos que acercan a estos dos grandes maestros del género que aquellos que los distancian.
Taller literario. I El lado oscuro de la psicología.
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