Agartha: el reino subterráneo y la profanación de su leyenda

Agartha: el reino subterráneo y la profanación de su leyenda.

Agartha —también conocida como Agarthi o Agarttha— es, según la leyenda, un reino subterráneo cuyas ciudades e inmensas galerías se extienden bajo el Asia. La capital de este misterioso reino es la ciudad subterránea de Shamballa, ubicada bajo el desierto de Gobi, desde la cual gobierna el Rey del Mundo

En este sentido, la leyenda de Agartha fue propulsada por el esoterismo y el ocultismo, y en especial por René Guenon en su libro: El Rey del Mundo (Le Roi du monde), aunque también existen otras aproximaciones más moderadas al tema. A continuación recopilamos algunas observaciones, hipótesis y teorías sobre Agartha.

Para los mongoles, por ejemplo, Paradesha es la primera ciudad de Agartha, y una de las principales en nuestro tiempo. Habría sido fundada en el año 380.000 a.C, pero su ubicación subterránea sólo retrocede 6.000 años. Ningún texto mongol aclara los problemas logísticos que seguramente habrían surgido como consecuencia de semejante traslado, pero lo cierto es que esa es la fecha estimada por la mayoría de los investigadores de Agartha.

A su vez, Helena Blavatsky —La doctrina secreta (The Secret Doctrine) e Isis sin velo (Isis Unveiled)— sostiene que Agartha está gobernada por la Logia Blanca, y señala al desierto de Gobi como el lugar donde habrian aterrizado los Señores de la Llama, provenientes del planeta Venus, y sitúa su fundación en épocas tan remotas como 15.000.000 millones de años atrás, incluso antes de que en aquel desierto hubiese un mísero grano de arena.

Según Blavatsky, Agartha posee continentes, océanos, ríos y montañas subterráneos. Estima alrededor de cien ciudades subterráneas —conocidas como la Red de Agartha—, y todas, salvo Shambhala, estarían situadas muy cerca de la superficie; entre ellas, Telos y Shasta, una de las más grandes. Blavatsky sostiene que existen distintas razas en Agartha, y que de hecho pueden variar considerablemente en el aspecto.

Louis Jacolliot, quien creyó descifrar el Senzar, la lengua de Dzyan, también se ocupó del misterio de Agartha, al igual que Earlybe Chaney, quien sostuvo que Agartha fue ocupada por las almas de los sabios de otra civilización extraterrestre, aunque por su descripción bien podrían tratarse de seres interdimensionales. Hablamos aquí de los Anunnaki.

Según esta teoría, los hijos de los Annunaki habrían sido los Annu. En un arrebato histérico, Chaney asegura que fueron éstos quienes trajeron al mundo el Arca de la Alianza, esencialmente un arma que manipulaba las variaciones de la gravedad terrestre. Los Annunaki, tras colaborar con la construcción de la Atlántida y Lemuria, finalmente se habrían marchado, dejando atrás a los Annu, ya degradados, como sus representantes en la Tierra. Fue entonces cuando los Annu huyeron hacia Egipto, y luego hacia las recámaras subterráneas Agartha

La historia de Agartha creció, se volvió flexible, y todos los que se demoraron en ella incluyeron detalles más o menos inverosímiles. Ferdinand Ossendowski, por ejemplo, apunta que el reino de Agartha tiene entradas distribuídas por todo el mundo, desde el polo norte hasta Brasil, Siberia, los Andes, Egipto, la Antártida, y otras regiones inhóspitas. Ossendowsi se atreve a dar precisiones demográficas, y comenta que el promedio de habitantes en cada ciudad de Agartha es de unas 500.000 personas.

Si pocos se han puesto de acuerdo sobre la ubicación de Agartha, nadie lo ha hecho respecto de sus pobladores. Muchos teósofos conjeturan que éstos serían los sobrevivientes de Gondwana; Brad Steiger, indudable lector de H.P. Lovecraft, habla de los Antiguos, una raza primordial que habría habitado la superficie de la Tierra hace millones de años, huyendo hacia su interior con la intención de estructurar su propio medio ambiente.

Estos seres son descritos como homínidos de más de tres metros de altura, notablemente longevos y de carácter volátil. Willis Emerson eleva la apuesta, y menciona que los habitantes de Agartha, en promedio, viven entre 600 y 800 años, y que se comunican principalmente de forma telepática.

Es interesante notar que algunos mitos despiertan en la ciencia, o la pseudo-ciencia, lo peor de nuestro racionalismo.

Que yo sepa, pocos investigadores han partido en búsqueda del Sheol, el Annwn, el Hel o el Hades. Por otro lado, hordas de entusiastas buscan con pasión alguna pista sobre Agartha, entre otros continentes subterráneos, sin reparar en el lenguaje del Mito como una forma única de trasmitir ciertos conceptos, ideas, y emociones.

En este tema queda claro que, además de la diferencia nominal, el Mito y leyenda son polos opuestos.

El Mito habla de lo que no puede decirse, de lo incomunicable. Para ello se vale de signos y señales que presionan no sólo sobre nuestro sentido estético, nuestra capacidad de apreciar lo bello y lo sublime, sino sobre algún secreto mecanismo medular que se estremece ante las aguas del Leteo, o tiembla ante el recuerdo arcaico de la oscuridad primordial.

La leyenda transita un sendero menos sublime, menos divino, si se quiere. Su objetivo no es lo Eterno, por lo tanto, su cadáver puede ser degradado fácilmente por oportunistas, y es objeto de las elucubraciones menos poéticas. Después de todo, ¿quién tendría el coraje de añadir algo a la Odisea? Pero con Agartha... bueno, profanar las leyendas siempre ha sido más fácil.




Misterios. I Mitología.


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