Sheol: el infierno hebreo


Sheol: el infierno hebreo.




El Sheol, posiblemente, es el infierno más extraño de todas las mitologías. Ciertamente es peor que el Hades de los mitos griegos, el Hel de los mitos nórdicos, y el Annwn, de los mitos celtas.

El Sheol es, en esencia, el infierno de los mitos hebreos, y lo primero que debemos hacer para comprenderlo es eludir toda idea sobre lo que un infierno debería ser. Sheol (שאול), en esencia, es la tumba común de toda la humanidad, una morada descomunal, sombría, una fosa muda, global.

Muchas traducciones de la Biblia vuelcan equivocadamente el término hebreo Sheol por el latino Infernus, y pronto veremos por qué. La palabra sche'óhl, según los especialistas, deriva de scha-'ál, un verbo que significa «solicitar». En este sentido, Samuel Pike sugiere que el Sheol es algo así como una cámara común, un depósito; y que su nombre deriva la insaciabilidad de las tumbas, como si siempre estuviesen reclamando más.

Esto apunta a que el She'ol no es un lugar, sino más bien una condición espiritual.

El término Sheol es intraducible al español. No poseemos ningún término análogo. La palabra infierno, decíamos, es claramente errada, ya que el Sheol es la morada de todos los muertos sin distinción. Los buenos, los santos y los cretinos, todos, tienen allí su morada.

La palabra infierno describe un lugar físico, más que espiritual, opuesto del Cielo: refiere a una región de réprobos, y no una morada común para toda la humanidad.

Las primeras traducciones de la Biblia aumentaron la confusión general, traduciendo Sheol por Infierno, Hades y Gehena, indistintamente, dando una idea falsa sobre el sentido original del término.

La condición de los muertos en el Sheol no es de sufrimiento ni de placer. Tampoco se lo asociaba con recompensas o castigos. Da lo mismo ser un canalla o un santo, todos duermen juntos en esa ciclópea morada subterránea.

Hasta aquí, nuestro destino como herederos de la tradición judeocristiana era una siesta lenta y abúlica hasta que la bondad de Jehová se dignase a despertarnos. Afortunadamente, el pensamiento griego golpeó como un rayo sobre los hebreos más sabios.

Grecia los bendijo con la idea de que el alma es inmortal, idea que penetró en el pensamiento judío como una llama de esperanza; lo cual modificó la esencia más bien resignada del Sheol, que pasó de ser una región concreta a un estado mental, algo así como un estado de inconsciencia espiritual colectiva.

Los mitos bíblicos, y dentro de ellos los Salmos, aseguran que los habitantes del Sheol no alaban ni mencionan a Dios. No obstante, nadie se atreve a decir que el Sheol consiste en un estado de separación de Dios, ya que, según las Escrituras, el Sheol está situado justo enfrente de Dios. Este detalle es sumamente perturbador, ya que pensar que algo está frente a Dios equivale a decir que Dios no es parte de él.

Para sosiego de los temerosos llegó Lucas, quien citó las palabras de Pedro valiéndose de la palabra griega hades (haidés), una morada menos espeluznante. Si nos valemos únicamente de las Escrituras, el Sheol jamás es descrito como un sitio deseable. Morada oscura, Tierra de Tinieblas, Región del Silencio, son algunos de los epítetos de este no lugar; un rincón poco aconsejable del universo, e igualmente inevitable.




Mitología. I Libros prohibidos.


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