¿La palabra «CTHULHU» es un código secreto?
En El Espejo Gótico nos gustan mucho este tipo de curiosidades alrededor de la figura de H.P. Lovecraft y los Mitos de Cthulhu, no porque creamos que sean posibles, ni siquiera probables (ver: Richard S. Shaver y el mapa oculto en un cuento de Lovecraft). A veces, una línea de investigación, o de especulación, no conduce a ninguna parte, o demuestra ser falsa al final del camino, lo cual no impide que el recorrido sea divertido [ver: «¡Iä! ¡Iä! ¡Cthulhu fhtagn!»: análisis del R'lyehian, la lengua de Cthulhu]
Y esta es la madre de todas las especulaciones respecto del tema: ¿la palabra «CTHULHU» es un código secreto? (ver: Cthulhu: origen e historia según el canon de H.P. Lovecraft)
Comencemos, entonces, este camino especulativo; por cierto, tortuoso y sin demasiados fundamentos, pero ciertamente entretenido.
Mucho se ha escrito acerca de la posibilidad de que H.P. Lovecraft haya tenido trato con el ocultista Aleister Crowley (ver: La conexión Lovecraft-Crowley). Después de todos, ambos abordaron el mismo tema pero desde perspectivas diferentes. Crowley tradujo sus visiones en un sistema de creencias relacionadas con el ocultismo, llamado Thelema, mientras que Lovecraft habría utilizado sus propias visiones de otros mundos y seres interdimensionales como material de ficción.
Realmente no hay pruebas de que Lovecraft y Crowley se hayan conocido, ni siquiera que hayan intercambiado correspondencia, pero al menos podemos decir que solo existía un grado de separación entre ambos; una mujer, más precisamente.
Existe la creencia de que la esposa de Lovecraft, Sonia Greene, con quien estuvo casado un par de años, había sido amante de Aleister Crowley (ver: H.P. Lovecraft y Sonia Greene: una historia de amor). Es una conjetura,probablemente falsa, pero lo cierto es que Aleister Crowley estaba en Nueva York durante 1918, tratando de establecer su reputación contribuyendo en revistas como The International and Vanity Fair. En esa época, Sonia Greene se había unido a una especie de club de lectura llamado Walker's Sunrise Club, al cual asistía Crowley regularmente. Según el rumor, allí se habrían conocido, y luego mantenido algunos encuentros irregularmente durante los siguientes meses.
Un par de años después, Sonia Greene se casó con Lovecraft, a quien conoció en un grupo periodismo aficionado. Algunos afirman que, de hecho, Lovecraft escuchó hablar del Necronomicón a Sonia, quien a su vez habría sido instruida por Crowley.
Tales afirmaciones son, como mínimo, infundadas, cuando no maliciosas, pero lo cierto es que fue después de conocer a Sonia que Lovecraft mencionó por primera vez al Necronomicón en uno de sus relatos: El sabueso (The Hound).
Esta es, naturalmente, una coincidencia; quiero decir, que Lovecraft mencione al Necronomicón por primera vez a medidados de octubre de 1921, solo tres meses después de haber conocido a una mujer que había sido amante de Crowley.
Para refutar esta línea de investigación hay que decir que el maestro de Providence ya había mencionado al autor del Necronomicón, el árabe loco Abdul Alhazred, en el relato: La ciudad sin nombre (The Nameless City), escrito en enero de 1921, seis meses antes de conocer a Sonia Greene. También hay que añadir la hipótesis de que Dagón fue en realidad una primera versión de Cthulhu (ver: ¡Dagón es Cthulhu!)
Hasta aquí, lo único que resulta medianamente lógico entre una posible contacto entre Lovecraft y Crowley; pero esto no es tan relevante para la teoría de Cthulhu como un código secreto. Lo más interesante, quizás, sean las similitudes entre la tesis mágica de Aleister Crowley, su sistema de creencias mágicas y filosóficas, y la ficción de Lovecraft. Al respecto vale la pena mencionar el trabajo de Kenneth Gran, que era estudiante de Aleister Crowley, y que más tarde se convirtió en un acérrimo defensor del simbolismo oculto en los relatos de Lovecraft.
Nos hemos alejado un poco del camino principal de este artículo, pero era necesario dar ese rodeo para abordar el tema sin mayores referencias que obstaculicen el andar.
Ahora bien, si la palabra CTHULHU es un código secreto, primero deberíamos asumir que Lovecraft era ocultista, pero sabemos que no lo era. Él mismo se definía abiertamente como un ateo materialista, y esa afirmación es la que se repite una y otra vez en todas sus biografías. De hecho, ante la mínima insinuación de que el maestro de Providence quizás practicaba algún tipo de magia, las reacciones del mundo académico suelen ser tan agresivas como extravagantes.
—¡Lovecraft era ateo y materialista! —podría exclamar alguno de estos individuos.
—¿Cómo lo sabe? —diríamos nosotros.
—¡Porque él mismo lo decía púbicamente!
Razonamientos como éstos son fáciles de desactivar.
Uno sencillamente no puede saber qué hace un hombre en su vida privada, independientemente de lo que diga en público. En ese caso, no habría políticos militando en sociedades secretas. De hecho, hasta podemos pensar que una de las condiciones necesarias para practicar la magia en ciertos círculos es negar públicamente que uno participa en esas actividades.
Es decir que no podemos tomar como una certeza absoluta lo que alguien afirma públicamente respecto de este tipo de prácticas, pero sí podemos analizar otros factores.
Uno de ellos es el ensayo de 1921 (un año significativo, sin dudas) Una confesión de infidelidad (A Confession of Unfaith) —la palabra infidelidad, en este caso, tiene que ver con la pérdida de la fe, no de la fidelidad conyugal—. Este es uno de los ensayos más personales del maestro de Providence, donde rastrea el origen de su rechazo por el cristianismo.
En uno de sus párrafos dice lo siguiente:
Cuando tenía alrededor de siete u ocho años era un genuino pagano. Literalmente construí altares a Pan, Apolo, Diana y Atenea, y he observado dríadas y sátiros en el patio trasero. Si un cristiano me dice que ha sentido la realidad de su Jesús y su Jehová, puedo responderle que yo he visto las pezuñas de Pan.
Aquí, Lovecraft comenta su rechazo por el cristianismo ortodoxo impuesto por su familia, cuando, bajo la influencia de los mitos griegos, su imaginación, y probablemente también su espiritualidad, se expandieron en otros sentidos. De eso se trata la magia realmente.
Es decir que aquí tenemos el testimonio del propio Lovecraft afirmando que participó en prácticas mágicas durante su juventud. A una edad muy temprana, incluso para los estándares lovecrafttianos, el maestro de Providence estaba practicando rituales paganos en su patio trasero, más o menos en la misma época en la que Aleister Crowley empezaba a rechazar las creencias cristianas de su padre.
En efecto, Lovecraft estaba haciendo magia mucho antes que Aleister Crowley; y no es ilógico deducir que esas prácticas abrieron su mente de muchas maneras.
Ahora bien, para el sistema de Crowley, Thelema, el número 93 es de suma importancia. De hecho, la filosofía de Thelema se resume en dos frases de El libro de la ley (Liber AL vel Legis), que, en términos numerológicos, redondean esa cifra:
1- Haz lo que quieras será toda la ley (Do what thou wilt shall be the whole of the Law)
2- El amor es la ley, el amor bajo la voluntad (Love is the law, love under will)
Los dos términos principales en estas declaraciones son Voluntad (Will) y Amor (Love). En griego, estos términos son Thelema y Agape, respectivamente. Si aplicamos sobre ellos el principio de la Isopsefía, es decir, aplicarle un valor numérico a cada letra, ambas palabras suman 93.
El número 93 es tan importante en la filosofía de Thelema que a menudo se utiliza como saludo secreto entre los Thelemitas, es decir, como un código entre iniciados. Dicho esto, así es como Lovecraft y Crowley, supuestamente, se habrían enviado mensajes codificados.
Echemos un vistazo a la palabra Cthulhu (ver: ¿Cómo se pronuncia «CTHULHU» en realidad?)
C (3), T (20), H (8), U (21), L (12) , H (8), U (21) = 93.
Según aquellos que suscriben a esta teoría, no es coincidencia que la palabra Cthulhu sume 93. Por lo tanto, el Culto de Cthulhu es una referencia al Culto de Thelema, los Mitos de Cthulhu serían una expresión simbólica, en el marco de la ficción, de los Mitos de Thelema, y finalmente La llamada de Cthulhu sería en realidad El llamado de Thelema.
Ahora bien, la trama se complica aun más cuando examinamos el lugar de residencia de Cthulhu, R’lyeh.
R (18), L (12), Y (25), E (5), H (8) = 68.
R'lyeh, la ciudad hundida donde se dice que reside Cthulhu, suma entonces el número 68. Cuando a este resultado se le agrega la cifra de Cthulhu, obtenemos 161. Este número quizás haga referencia al Liber 161, donde precisamente se describe la naturaleza y ubicación de ciertos demonios o seres interdimensionales.
Como teoría no deja de ser interesante, aunque sus fundamentos estén basados en falacias. Sabemos perfectamente que Lovecraft se inspiró en dos cuestiones muy precisas cuando ideó a Cthulhu (ver: Un sueño, un terremoto, y el nacimiento de Cthulhu), y ninguna de ellas tiene relación con el ocultismo.
Sin embargo, la idea de que la ficción pueda ser en realidad una especie de código secreto entre iniciados, una herramienta de diálogos simbólicos, arcanos, es verdaderamente interesante.
Mitos de Cthulhu. I H.P. Lovecraft.
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