Detectives paranormales en la literatura


Detectives paranormales en la literatura.




El relato de detectives engendró uno de los subgéneros más populares de lo fantástico, mezcla de historia policial con toda clase de prodigios sobrenaturales: el detective paranormal.

Lo oculto, lo esotérico, es el terreno de caza para estos investigadores del más allá, cuya naturaleza no siempre es crédula, por el contrario, muchos de ellos persiguen lo paranormal justamente para desenmascararlo.

Al contrario de lo que sucede con los relatos clásicos de detectives, los detectives paranormales se involucran en casos de fantasmas, posesión demoníaca, casas embrujadas, fenómenos poltergeist, etc; y casi todos sus ejemplos aprovechan estos eventos para desparramar toda clase de especulaciones metafísicas (ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror)

El primer detective de lo oculto es el doctor Martin Hesselius, creado por Sheridan Le Fanu para su saga En un cristal oscuro (In a Glass Darkly), de 1872. Entre otros casos, Hesselius se ocupa de desentrañar el misterio de Carmilla (Carmilla), aquella vampiresa inmemorial que se alimenta ferozmente de una pobre muchacha de la campiña.

En la misma tradición del doctor Hesselius, y acaso con la misma repulsión por los vampiros, tenemos al celebérrimo Abraham Van Helsing, aquel implacable perseguidor de Drácula en la novela homónima de Bram Stoker; seguido de cerca por Flaxman Low, de E. y H. Heron, cuya saga apareció en Pearson's Magazine entre 1898 y 1899.

Dos de los mejores detectives paranormales que ha dado la ficción son: John Silence, de Algernon Blackwood, y Carnacki creado por William Hope Hodgson. Ambos se ocupan de casos nétamente sobrenaturales, aunque el segundo a menudo encuentra una razón lógica y racional para las extrañezas que atestigua.

Ya en pleno siglo XX Sax Rohmer compuso una de las series más interesantes sobre el subgénero, llamada El detective del sueño (The Dream Detective), protagonizada por Moris Klaw, una especie de investigador que utiliza la energía ódica para resolver sus casos.

Pero no todos los detectives paranormales pertenecen al orden de la ficción. También existieron ocultistas que narraron sus aventuras personales a través de personajes ficticios. Tal es el caso de Dion Fortune, seudónimo de Violet Mary Firth Evans, ocultista y esoterista reconocida en Inglaterra, que contribuyó al género con Los secretos del doctor Taverner (The Secrets of Dr Taverner), un conglomerado de aventuras psíquicas narradas por un asistente, el doctor Rhodes.

Otro colaborador desapercibido fue Aleister Crowley, aquel ocultista temido en todo el mundo civilizado, que en sus horas de ocio imaginó a Simon Iff, menos detective que investigador, aunque con claras inclinaciones por lo asombroso. Por su personalidad y características, Simon Iff se parece notablemente a Neils Orsen, una suerte de policía psíquico creado por Dennis Wheatley.

Desde la llegada del relato pulp los detectives paranormales florecieron de un modo exuberante. Por allí anda Jules de Grandin, creado por Seabury Quinn; John Thunstone y el juez Pursuivant, de Manly Wade Wellman, que investigaba crímenes abominables en las páginas de Weird Tales.

E.C. Vivian, por su parte, incrementó la frondosidad del género con las aventuras del detective ocultista Gregory Gordon George Green, conocido como Gees.

Robert E. Howard, creador de las sagas de Kull y Conan, imaginó las andanzas y pesquisas de Steve Harrison para Strange Detective Stories Magazine.

Margery Lawrence, la reina del espiritismo pulp, amasó a Miles Pennoyer, insaciable perseguidor de prodigios que encabezó una serie de historias llamada: Número siete de la calle Queer (Number Seven, Queer Street).

Los ejemplos de detectives paranormales continuaron en el tiempo. Muchos de ellos incluso viven actualmente, aunque lejos de los intereses del gran público.




Taller gótico. I Universo pulp.


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3 comentarios:

lo juro por mi tatuaje dijo...

Un artículo y sobre todo una biblioteca imprescindibles para los amantes del género. Admiro sobre todo a Blackwood y su Silence, de quien llegué a tomar el nombre para mi propio detective de lo paranormal, Jonathan Silencio. Es un género que creo aún puede dar muchas alegría a la literatura. Felicidades por el blog y el artículo.

Unknown dijo...

Y batman?

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Interesante artículo. Me gusta esta fusión de géneros.
Mencionan a Batman. Antes yo mencionaría a Johnn Constatine.



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