Despertar justo antes de morir en un sueño.


Despertar justo antes de morir en un sueño.




Muchas personas aseguran haber despertado justo antes de morir en un sueño. Es lícito suponer que esta podría ser una reacción natural ante una pesadilla, un mecanismo de defensa frente a una situación comprometedora para el sujeto soñante. Después de todo, ¿cómo podría continuar el sueño si el propio soñador está muerto?

Sin embargo, hay sueños que continúan, sueños donde el soñador muere y despierta a otra realidad. Estos sueños tienden a ser menos aterradores; de hecho, cuando la persona muere en sus sueños sin despertar la sensación predominante es la tristeza [ver: Si la vida es sueño, ¿la muerte es el despertar?].

Las razones por las que soñamos con la muerte son variadas. Ciertamente estamos programados para temer a la muerte, y soñar con ella podría ayudarnos a manejar nuestros sentimientos sobre nuestra propia mortalidad. No obstante, los sueños de muerte no necesariamente tienen que ver con el final de la vida. Pueden representar otros finales, como el de una relación, un trabajo, una etapa, y reflejar el comienzo de algo nuevo y desconocido. Es cierto, algunos sueños sobre la muerte refieren al final de nuestra vida biológica, pero en otros, quizás en la mayoría, la muerte soñada es simbólica, y refleja cambios, pérdidas y renovaciones [ver: ¿Qué pasa si morís en un sueño?]

Despertar justo antes de morir en un sueño es improbable, porque la muerte no puede representarse en sueños como tal, ya que no es el contenido psíquico de una experiencia vital. En todo caso, estaríamos despertando justo antes de algo que es representado en el sueño como muerte.

A veces la muerte en sueños ni siquiera es el eje del sueño. Por ejemplo, muchas personas seguramente han tenido sueños donde caen desde una gran altura, y despertado antes de estrellarse contra el suelo. Podríamos deducir que esto es bastante similar a despertar justo antes de morir en un sueño, sin embargo, en los sueños de caída la muerte no es importante, la caída sí lo es; por lo que el sueño concluye antes de transformar su mensaje en otra cosa. Al tratar sobre sueños de muerte hay que tener en cuenta el simbolismo de la muerte, fundamentalmente una transformación estructural del ser. Durante nuestra vida pasamos por sucesivas muertes y renacimientos simbólicos: algo de nosotros muere y otra cosa surge.

Recuerdo un sueño que debo haber tenido a los doce años. Estaba jugando en la vereda cuando sentí el deseo de pararme en medio de la calle [frente a mi casa]. Lo hice. Los vehículos hicieron lo posible por evitarme, pero yo quería ser atropellado. Eventualmente sentí un impacto indoloro, y luego los brazos de mi padre llevándome de nuevo a la vereda. Me depositó en el suelo y vi los rostros de mi padre y mi madre, de pie junto a mí, con gestos de profunda decepción. Esto me produjo una terrible sensación de culpa.

Evidentemente fue el sueño de un muchacho que sentía la necesidad de crecer, por lo tanto maté al niño que todavía jugaba en la vereda. Este cambio, esta muerte del niño y el renacimiento de un muchacho adolescente, vendría [según mi inconsciente] con la exagerada decepción de mis padres y mi propia sensación de culpa.

La muerte en sueños, entonces, refiere a esos cambios y renacimientos que signan la vida de todas las personas. Pero, si la muerte no es muerte en el sueño, ¿porqué deberíamos despertar justo antes de morir?

Nuestra propia muerte no puede ser soñada directamente. Esto requeriría una subjetividad [la del soñador] que desaparece con la muerte. Sigmund Freud refleja esto en su observación: «nuestro inconsciente no cree en su propia muerte; se comporta como si fuera inmortal». Nuestro Yo se preocupa por la muerte, reflexiona sobre ella, le teme, pero nuestro Inconsciente no concibe su propia aniquilación. Sencillamente no cree que tal cosa sea posible. De ahí, tal vez, que cuando la muerte se aproxima siempre nos parezca una injusticia.

Freud añade: «es realmente imposible imaginar nuestra propia muerte; siempre que intentamos hacerlo podemos percibir que, de hecho, todavía estamos presentes como espectadores». Es una afirmación lógica: en ausencia de existencia no hay conciencia.

Nuestro Inconsciente no puede representar este estado de no existencia asociado a la muerte física, pero debe lidiar con nuestro sufrimiento [consciente] por la certeza de la muerte. La angustia ante la muerte ocupa un lugar central en nuestra vida y, en última instancia, es a ella hacia donde apuntan todos nuestros miedos. En este contexto, la muerte física es representada en sueños a través de símbolos: viajes, despedidas, mutismo, invisibilidad, esconderse de los demás, un nacimiento [donde el principio refleja el final], todos ellos son representaciones oníricas comunes de la muerte.

En el libro: La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1899), Sigmund Freud menciona los sueños donde muere un ser querido. Según sus obseraciones, la muerte en estos sueños [que dejan al soñador en un estado de angustia y culpa al despertar] actúa como una solución para un conflicto sin resolver con esa persona. En otras palabras, lo que muere en el sueño no es nuestro ser querido, sino un conflicto, un asunto pendiente con él. La muerte soñada ofrece una solución [sobre todo en la neurosis obsesiva] pero también exalta, por contraste, el valor de la vida. Freud reflexiona: «La vida se empobrece, pierde interés, cuando no se arriesga lo más importante, la vida misma». Y es en los momentos de mayor comodidad y seguridad donde nuestro Inconsciente nos invita a soñar con la muerte.

Por supuesto, todos sabemos que la muerte es una consecuencia necesaria de la vida, pero la mayoría del tiempo nos comportamos como si no existiera. El ámbito de los sueños está sujeto a un mayor grado de temeridad. Para nuestro Inconsciente [los estratos más profundos de la mente, compuestos de impulsos instintivos] somos inmortales, y sólo podemos imaginar nuestra propia muerte como espectadores.

Aunque secretamente nos consideramos inmortales, no tenemos mayores dificultades en reconocer la muerte de los demás. El Inconsciente, según Freud, no tiene prejuicios en deshacerse de cualquiera que se interponga en su camino. Cualquiera que nos haya herido u ofendido es castigado en sueños de la manera más radical. Freud comenta: «Nuestro inconsciente asesinará incluso por nimiedades», y añade:


«Si se nos juzga por nuestros deseos inconscientes, nosotros mismos somos, como el hombre primitivo, una banda de asesinos.»


Reconocer la muerte de los demás implica que de algún modo somos conscientes de que la muerte existe. Por eso la civilización forjó toda clase de rituales para lidiar con la muerte con cierta consideración. Cuando alguien muere adoptamos una actitud especial hacia el difunto, una especie de indulto de aquellas cosas que nos disgustaban, elevando y hasta idealizando sus bondades. Más aún, sabiendo que la muerte [después del nacimiento, el hecho más importante de la vida] es inevitable, a menudo la vemos como algo inesperado, casi fortuito, un «acontecimiento casual».

Freud articuló su modelo para interpretar el fenómeno de los sueños en 1899, y aunque continuó aderezándolo en posteriores ediciones de La interpretación de los sueños, se resistió a hacer una revisión estructural. Su tesis podría resumirse del siguiente modo: los sueños son deseos inconscientes que encuentran una vía de realización. En este proceso, los sueños transforman esos deseos inconscientes en representaciones simbólicas más o menos complejas para eludir la autocensura, habida cuenta que muchos de estos deseos son inaceptables para el Ego. Pero si los sueños son sólo representaciones de deseos inconscientes, ¿por qué están tan cargados de ansiedad? ¿Por qué no nos sentimos aliviados al despertar de una pesadilla? ¿Por qué habríamos de despertar de un sueño justo antes de morir? Después de todo, según el modelo freudiano, ha cumplido un deseo reprimido.

El Inconsciente no es un agente desquiciado que se siente inmortal. No concibe su propia muerte, no puede visualizarla, pero tampoco cree que sea algo dañino, e incluso si lo fuera no es susceptible de ser evitada. Pensemos, por ejemplo, en nuestro Yo soñado. Imagina cualquier sueño que hayas tenido. La subjetividad, por supuesto, está en el soñante, en tu punto de vista, pero todo el mundo que te rodea, y las personas que lo pueblan, también son creaciones tuyas. Al despertar, tu subjetividad soñadora muere, realmente muere, junto con todo ese mundo. Para el Inconsciente, la muerte física es similar al despertar. Tu ser proyectado en el sueño está muerto, pero no eras completamente tú mismo. Al morir, desde la perspectiva del Inconsciente, morirá tu Ego, eso que conoces como Yo, pero otras regiones de tu ser despertarán y seguirán funcionando como tú mismo lo haces después de haber muerto en un sueño.

A veces soñamos con nuestra propia muerte para algo más pueda nacer, algo que se está asfixiando en nuestra vida actual. Otras nos proporcionan un «shock de muerte», un confrontamiento directo con nuestra mortalidad. Marie-Louise von Franz, protegida de Carl Jung, abordó este tema comentando uno de sus casos:


«Una vez me consultó una mujer que tenía cáncer, metástasis en todo el cuerpo. Tenía sueños de muerte terribles. Soñaba que su reloj se había parado. Se lo llevó al relojero y él le dijo que no se podía reparar. Soñó que talaban su árbol favorito en el jardín. Ni siquiera tuve que interpretarle los sueños. Dijo con tristeza: Eso indica claramente el resultado de mi enfermedad. Los médicos le dijeron de la manera habitual: Te pondrás mejor. Estarás bien. Pero ella estaba segura de que se estaba muriendo, y ese terrible shock la hizo enfrentarse a la situación. Tenía un problema al que no se había enfrentado antes, y solo puedo decir que sigue viva después de quince años. Tuvo sueños de muerte que le dieron un shock de muerte, y a partir de él eligió vivir. Después de esa experiencia diría que, incluso si las personas tienen sueños de muerte, tal vez sólo signifiquen que deben enfrentarse a la muerte. Esto no quiere decir que la muerte realmente sucederá, sino que debemos enfrentarnos abiertamente al hecho de que nuestra vida podría llegar a su fin.»


La muerte en los sueños es típicamente un símbolo de transformación. Si sueñas que estás muriendo puede indicar una transición por la que estás pasando, la necesidad de un gran cambio. Obviamente, no todos los sueños de muerte significan lo mismo, y cualquier motivo onírico debe ponerse en contexto [del sueño, del soñador]. Dicho esto, el comienzo de un sueño es a menudo una imagen de la situación actual o del problema sobre el que el sueño está trabajando. Ejemplo: sueñas que estás limpiando tu casa cuando alguien golpea la puerta, abres y recibes la visita de un familiar fallecido que trae un canasto de manzanas podridas, etc. Es probable que, al despertar, pongas tu atención en el familiar fallecido con las manzanas podridas, pero el punto de partida de la escena es la clave para interpretar todo lo que viene a continuación; en este caso, estás limpiando/cuidando tu casa, tu espacio, tu intimidad, tu cuerpo [ver: Cómo empiezan y terminan nuestros sueños]

Los sueños siempre plantean el problema y presentan una solución, pero al final todo depende de la honestidad intelectual del soñador al momento de interpretarlos. Por ejemplo, si estás luchando contra un abrumador complejo de inferioridad que pisotea tu voluntad de lograr cualquier cosa en la vida, soñar con volar o escalar una montaña podría ser una mecanismo de compensación, una forma de equilibrar tu estructura psíquica; pero si no partes desde el conocimiento y la aceptación de tu situación actual no aprovecharás el mensaje del sueño y sólo disfrutarás del éxtasis que te ha producido. Si el «mensaje» no es captado por la persona, es probable que el sueño se repita y hasta se vuelva recurrente [ver: ¿Por qué siempre sueño con la misma persona?]

Un principio de la psicología junguiana es que las otras personas en nuestros sueños simbolizan algún aspecto de nosotros mismos. Por ejemplo, si tienes un sueño recurrente con un amigo o un familiar, es probable que centres tu atención en la persona propiamente dicha y el sueño continúe regresando. Supongamos que este familiar o amigo tiene una personalidad agresiva; es posible que su versión soñada simbolice el mismo atributo o potencial dentro de ti. El sueño sólo está haciendo asociaciones con esta persona para decirte algo sobre ti mismo. Este principio general es válido tanto si la persona soñada está muerta como si está viva.

La muerte soñada es el máximo símbolo de cambio, uno tan grande que se está expresando de la manera más espectacular posible. Si es la muerte de otra persona que conoces, debes decidir qué aspecto de tu carácter representa. Si la persona es un extraño, usa cualquier información que puedas recordar del sueño para tratar de entender qué elementos de tu personalidad están experimentando una transformación. El «cambio» puede ser interior [conductas, hábitos, estilo de vida, rasgos de carácter, conductas destructivas] o exterior [ruptura sentimental, mudanza, cambio de trabajo o profesión]. Cuanto más violenta sea la muerte en el sueño, más intenso y profundo será el proceso de cambio por el que estás pasando. Una muerte que ya se ha producido podría indicar que estás en una fase posterior del cambio, en lugar de al principio.

En este contexto, despertar justo antes de morir en un sueño [en términos de muerte simbólica de un aspecto del Ego] podría situarte en una instancia anterior al cambio que debes hacer, o por el cual estás a punto de comenzar.

Los sueños de muerte suelen ser bastante brutales, es como si el Inconsciente quisiera transmitir un mensaje urgente; sin embargo, es necesario hacer una distinción importante. Tener sueños sobre la muerte no significa necesariamente la proximidad de la muerte real; y en muchos casos pueden interpretarse más bien como un memento mori, una meditación sobre la propia mortalidad.

Sigmund Freud hace una distinción crucial entre los dos niveles del sueño: el contenido manifiesto [el sueño tal como lo recordamos al despertar], y el contenido latente [los pensamientos oníricos subyacentes que componen el sueño]. Los deseos expresados en los sueños se encuentran en el nivel del contenido latente, que puede sacarse a la luz mediante la asociación libre y otras técnicas de interpretación. Están representados en el contenido manifiesto, pero de forma disfrazada, a veces de un modo muy básico [sobre todo en los niños] y otras de manera increíblemente ingeniosa. En el modelo freudiano, los sueños son como una especie de válvula de escape que permite liberar la presión acumulada de todo el material reprimido.

Por tratarse de material reprimido por la conciencia, el deseo latente es «disfrazado» en el sueño. Freud especuló que debe haber algo en la mente que se defiende de la realización de este deseo, algo que trabaja activamente para no nos volvamos conscientes de él. Ciertos deseos sexuales [todo deseo implica una prohibición asociada], así como impulsos violentos inaceptables, son «prohibidos» por la conciencia pero continúan latentes. Freud llama a estas prohibiciones internas «censuras», y deduce que «cuanto más estricta sea la censura, más elaborado será el disfraz». Esto nos da una imagen de dos fuerzas opuestas trabajando en la mente: una que experimenta un deseo y otra que lo censura. Para rodear la vigilancia del censor el deseo debe sufrir en los sueños una distorsión. En este sentido, algunos especialistas sostienen que despertar justo antes de morir en un sueño, o por tal caso despertar en medio de cualquier sueño [en general, con una sensación de gran ansiedad, miedo o emoción], es prueba de que el Censor ha descifrado el disfraz y activa el despertar de la conciencia para evitar que el deseo reprimido se realice.

Decodificar el «mensaje» de los sueños puede ser un desafío, pero es posible partir de dos preguntas simples:


a- ¿Qué te hizo sentir el sueño al despertar?

b- ¿Qué cosa en el sueño está relacionada con aquello que hizo sentir?


Las respuestas, si son honestas, pueden darte la clave para interpretar el «mensaje». Insisto en la honestidad porque uno no siempre está dispuesto a admitir excitación, goce, odio, ante situaciones soñadas que resultan aberrantes para la conciencia.

En el modelo original de Freud, la cantidad de cosas representadas por símbolos en los sueños no es particularmente grande: el propio cuerpo, padres, hijos, hermanos, nacimiento, muerte, y algunos más. El cuerpo suele representarse en un espacio interior, una casa [ver: Significado de soñar con la misma Casa]. Los padres aparecen como figuras de autoridad [reyes, jefes, policía] u otras personas respetadas. Los hijos y hermanos se simbolizan como animales pequeños. El nacimiento casi siempre se representa con alguna referencia al agua, y la muerte se sustituye por algún tipo de viaje o partida. La colección más rica de símbolos se reserva para la esfera de la vida sexual, que no detallaremos aquí.

En resumen: despertar justo antes de morir en un sueño no necesariamente tiene que ver con preocupaciones relacionadas con la muerte física, la cual resulta inconcebible, tanto es así que sólo podemos aproximarnos a ella como espectadores. Para finalizar cito un interesante párrafo del cuento de Willard E. Hawkins: El relato del muerto (The Dead Man's Tale):


«Muchas veces, como solían hacer los hombres que sentían la inminencia de la muerte en las trincheras, me había imaginado ese evento en mi mente y me preguntaba cómo sería. Principalmente me había inclinado hacia una creencia en la total extinción del ser. Que, cuando el cuerpo vigoroso no tuviera sus facultades, yo, como criatura espiritual, debería continuar, estaba más allá de lo razonable para mí. El juego de la vida a través de la máquina humana, razoné, era como el flujo de gasolina en el motor de un automóvil. Si se corta ese flujo el motor se vuelve inerte, mientras que el fluido que le había dado poder no era nada en sí mismo. Y así, confieso, fue una sorpresa descubrir que estaba muerto.»




Sueños. I Psicología.


Psicología:
El artículo: Despertar justo antes de morir en un sueño fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

nito dijo...

Valioso informe! Mi último sueño sobre mi muerte fue: En mi propia cocina y por el ventanal, veía dirigirse un BOEING derechito hacia mi. Al momento del impacto desperté! HERMOSO SUEÑO!!!!



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Análisis de «La pequeña habitación» de Madeline Yale Wynne.
Poema de Emily Dickinson.
Relatos de Edith Nesbit.


Paranormal.
Poema de Charlotte Mew.
Relato de Walter de la Mare.