El «cerebro infantil» de Drácula.
En la clásica novela de vampiros de Bram Stoker: Drácula (Dracula), Abraham Van Helsing menciona en varias ocasiones que Drácula tiene un «cerebro infantil» [child-brain], y que, según él, esto es una debilidad frente a los cerebros bien formados de los héroes de la novela. ¿A qué se refiere Van Helsing con «cerebro infantil»? ¿Acaso implica que Drácula actúa de una manera primitiva y, por lo tanto, más predecible?
[«En él los poderes cerebrales sobrevivieron a la muerte física. Aunque parecería que la memoria no estaba del todo completa. En algunas facultades de la mente ha sido, y es, solo un niño.»]
Podemos pensar que Van Helsing está refiriéndose únicamente a la memoria de Drácula, la cual solo sobrevivió parcialmente a su muerte física, y que todavía está en un proceso de desarrollo, como la de un niño. Sin embargo, esto no explica porqué el «cerebro infantil» de Drácula le da una ligera ventaja a los protagonistas. Van Helsing parece asumir que el Conde no es precisamente un gran pensador, sino un depredador que tiende a centrarse en objetivos a corto plazo, sin tener en cuenta un panorama más amplio:
[«Para nuestro bien, (Drácula) todavía tiene un cerebro infantil. Porque si se hubiera atrevido, al principio, a intentar ciertas cosas, hace mucho tiempo que habría estado más allá de nuestro poder.»]
Más adelante:
[«Sin duda se preparó para escapar de nosotros. Pero su mente infantil solo vio hasta ahora.»]
Finalmente:
[«Tengo la esperanza de que nuestro cerebro de hombre, que ha sido del hombre durante tanto tiempo y que no ha perdido la gracia de Dios, llegará más alto que su cerebro infantil, que yació en la tumba durante siglos, y que aún no alcanza nuestra estatura, elaborando planes egoístas y, por lo tanto, pequeños.»]
Para Van Helsing [que bien puede estar equivocado], en lugar de adaptar su comportamiento en respuesta a la razón, Drácula continuará repitiendo las mismas acciones siempre que no sufra consecuencias negativas, o hasta que su mente se desarrolle completamente:
[«El pajarito, el pececito, el animalito, no aprenden por principio, sino empíricamente (...) Hasta que tenga el propósito de hacer más, ¡continuará haciendo lo mismo cada vez, tal como lo ha hecho antes!»]
Es como si la mente de Drácula aprendiera a través de la experimentación, de la prueba y error, en lugar de razonar para obtener los mejores resultados posibles para determinada situación. Sin embargo, Van Helsing se apresura a señalar que Drácula está aprendiendo, y lo ha estado haciendo desde el momento en que se convirtió en Vampiro [ver: ¿Quién convirtió a Drácula en vampiro?]; por lo que esta supuesta ventaja que tienen los protagonistas es, en el mejor de los casos, solo temporal:
[«Pero él está creciendo, y algunas cosas que eran infantiles al principio ahora tienen la estatura de un hombre.»]
Todo esto nos lleva a reflexionar un par de cosas. La primera, y más obvia, es que Drácula realmente es un adversario formidable, en especial si la teoría de Van Helsing es correcta; es decir, que el Conde está aprendiendo a través de un proceso de prueba y error, no de lógica, porque un error en este caso fácilmente terminaría con una estaca clavada en su pecho [ver: ¿Drácula era menos inteligente de lo que creíamos?]
La otra cuestión interesante que plantea la teoría de Van Helsing sobre el cerebro en desarrollo de Drácula tiene que ver con el tiempo. ¿Acaso Drácula no lleva siglos siendo Vampiro? ¿Porqué recién ahora está aprendiendo estas nuevas habilidades? ¿Podría ser que Drácula, en realidad, es un Vampiro «jóven»?
Dada nuestra posición histórica en relación a la psicología, la cual no es la misma que la de Bram Stoker, todo parece indicar que la insinuación de Van Helsing es que Drácula está impulsado predominantemente por el Ello, es decir, es más animal, en términos de impulsos, que un ser humano bien desarrollado; lo cual, francamente, también se aplica a muchos niños. En otras palabras, las acciones de Drácula están condicionadas por sus agrados y desagrados, por el deseo.
Sin embargo, Van Helsing a veces habla de «mente» y otras de «cerebro». Claramente no son lo mismo, pero debemos tener en cuenta que el profesor es holandés, y el inglés no es su lengua materna. O quizás, desde su perspectiva, «mente» y «cerebro» son términos intercambiables.
Mina Harker, con el cerebro trastornado y la sangre envenenada por Drácula, le dice a Van Helsing [en medio de un trance] que «el Conde es un criminal y de tipo criminal. Nordau y Lombroso lo clasificarían con una mente imperfectamente formada». En la misma escena, Mina les dice a los hombres reunidos a su alrededor [Van Helsing, John Seward, Lord Godalming, Quincey Morris y Jonathan Harker] que Drácula es «egoísta; y como su intelecto es pequeño y su acción está basada en el egoísmo, se limita a un propósito». Ese único propósito, en este punto de la novela, es regresar a su tierra natal: Transilvania. Allí, contrariamente a la mayoría de las adaptaciones cinematográficas posteriores, Drácula no es derrotado por una estaca de madera o los rayos del sol, sino por una combinación del kukri de Jonathan Harker y el cuchillo de Quincey Morris. Pero esto no es lo importante. La pregunta aquí sería: ¿por qué Drácula quiere regresar a un lugar bien conocido por Harker, y en consecuencia por el resto de sus enemigos? ¿Acaso esto tiene que ver con su «cerebro infantil» que toma decisiones estrechas, sin tener en cuenta el gran panorama?
Mina hace referencia a «Nordau y Lombroso» [hablaremos sobre ellos más adelante], lo cual sugiere que el regreso de Drácula a su castillo de Transilvania es análogo un criminal lo suficientemente tonto como para regresar a la escena del crimen [ver: Una exploración literaria por el Castillo de Drácula]
Las observaciones de Mina resuenan con las teorías de Van Helsing, quien además de ser un experto en ocultismo también es un científico en ejercicio, convirtiéndolo en un puente entre lo racional y lo [aparentemente] irracional. Van Helsing, entonces, cree que Drácula tiene la mente de un niño, y aunque el Conde se le apareció por primera vez a Lucy Westenra «con un rostro de dulzura y pureza sin igual, su verdadero rostro es espantoso más allá de toda imaginación». Drácula es en realidad más bestia que hombre. Como prueba, Jonathan Harker no solo lo ve escalando los muros del castillo como un murciélago gigante, sino que cuando desembarca del Deméter corre por la ciudad costera de Whitby como un lobo gigantesco [ver: El misterio del «Deméter»]
Los ecos de la Teoría de la Evolución de las Especies de Charles Darwin son evidentes aquí. Al igual que el villano de la novela de Robert Louis Stevenson: El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde (the Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde), escrita once años antes que Drácula, el Conde representa una subespecie, un tipo de criatura que parece y actúa como un ser humano pero que es primordial y atávica. Entre otras cosas, Drácula y los Vampiros en general son seres liminales que desbaratan las diferencias sexuales, pero también las [supuestas] diferencias entre lo que es humano y lo inhumano. Max Nordau, citado por Mina Harker, simplemente habría clasificado a Drácula como un «degenerado»; es decir, alguien tan degradado moralmente que ya no puede ser considerado un ser humano.
Max Nordau, un intelectual victoriano que estudió la histeria y la neurastenia, creía firmemente en la idea de la «degeneración». Según él, esta enfermedad emanaba de la urbanización descontrolada y la vida insalubre que producía, generando una sociedad enfermiza. Nordau afirmaba que el Fin de siècle ejemplificaba el declive de la civilización occidental; y como parte del análisis de este declive, no solo los artistas fueron puestos bajo la lupa, sino también el elemento más odiado de la sociedad: los delincuentes.
A fines del siglo XIX, cuando Drácula fue escrito, floreció la primera etapa de la criminología y la medicina forense. La escuela italiana, liderada por Cesare Lombroso [también citado por Mina Harker], planteó la idea de que existía algo así como un criminal nato. Según Lombroso, la criminalidad era hereditaria, y podía identificarse en los rostros de los propios criminales: las narices aguileñas y los ojos inyectados en sangre eran los rasgos predominantes de los asesinos, mientras que los abusadores tendían a tener «orejas de jarra». Por supuesto, como método de antropología criminal, todo esto es absurdo, pero era lo aceptado en la época. Lombroso realizó innumerables exámenes post mortem en los que creyó descubrir que los criminales tenían una deformación innata en la mandíbula y el cráneo, que de algún modo le recordaban a la forma de un simio [ver: Porque la sangre es la vida: análisis del «Caso Renfield»]
En otras palabras, Lombroso y Nordau [aparentemente también Mina y Van Helsing] consideraban que «el criminal es un ser atávico que reproduce en su persona los instintos feroces de la humanidad primitiva y de los animales inferiores». Las grandes mandíbulas y los cráneos ensanchados pasaron de ser un rasgo inocuo a una señal de que la persona había nacido «para mutilar cadáveres, desgarrar su carne y beber su sangre», escencialmente como los Vampiros de la tradición de Europa del Este [ver: Razas y clanes de vampiros]
Las ideas de Lombroso, aunque absurdas para nosotros, marcaron el comienzo de la categorización criminal. Se registraron distintos tipos de narices, frentes, orejas y ojos; tanto es así que poseer algunos de estos rasgos era una prueba casi incriminatoria de tener comportamientos delictivos. La ficción victoriana devoró estas teorías. Las historias de Sherlock Holmes [Arthur Conan Doyle] presentaban con frecuencia a criminales al estilo de Lombroso, con sus delitos grabados de forma permanente en el rostro. Del mismo modo funcionan Frankenstein y Drácula, cuyos villanos apenas son responsables moralmente de sus actos.
Bram Stoker estaba profundamente interesado en estas teorías antropológicas, tanto es así que, más de una década después de la publicación de Drácula, escribió un artículo en North American Review sobre la «cuestión del vagabundo» en los Estados Unidos, sugiriendo que estas personas [«voluntariamente ociosas»] deberían ser detenidas por el gobierno «para que se les enseñe a ser industriosos». En Drácula, tal gobierno no está presente; sin embargo, los ciudadanos están actualizados en estas teorías y las aplican para explicar el comportamiento del Conde. Los «buenos» en Drácula no vacilan en utilizar elementos profilácticos pre-científicos, como las cruces y el ajo, pero tampoco la tecnología, como los telegramas y los fonógrafos, convirtiéndolos en «presas» para las que el Conde sencillamente no está preparado [ver: El código secreto en el «Drácula» de Bram Stoker]
Es probable que Bram Stoker haya utilizado la ciencia y la tecnología como un ejemplo del triunfo de Inglaterra contra los «primitivos» de Europa del Este; sin embargo, esto es solo una cara de la moneda. La otra es la descripción física de Drácula, la cual está cuidadosamente diseñada para excitar al lector de la época, predominantemente xenófobo. Todos los rasgos del Conde, sobre todo su nariz aguileña, sus labios finos y sus largos incisivos, se inscriben entre los rasgos de los «criminales natos» de Lombroso, en cierto modo determinando las actitudes de un individuo salvaje, primordial, un enemigo de la civilización moderna. Además, debido a que Drácula es capaz de reproducirse a sí mismo, generando otros Vampiros como él, representa tanto el apogeo como la fuente de la criminalidad.
Para el lector victoriano de Bram Stoker, la «desviación» de Drácula era bastante clara. En primer lugar, el Conde no es un europeo de pura sangre. Durante un momento en que su orgullo aumenta a niveles astronómicos, Drácula proclama que su sangre szekely es el producto final de numerosas invasiones de otros pueblos belicosos, desde los berserkers de Islandia hasta la hordas hunas de Atila. Para Jonathan Harker, y probablemente para el lector victoriano, todo esto suena ligeramente «oriental», de modo que la ascendencia de Drácula es vista mayoritariamente como asiática. Y como en toda novela gótica donde el horror proviene de Oriente, Drácula trata sobre un extranjero con hábitos y costumbres alimentarias grotescas que busca cautivar a las buenas mujeres inglesas. Además, hay un antisemitismo poco velado en la descripción de Harker cuando este encuentra en el castillo un gran alijo de oro romano, británico, austríaco, húngaro, griego y turco, casi como un estereotipo del banquero judío.
Como explica el Van Helsing, Drácula también es una advertencia sobre la degeneración de la que habla Nordau. Como el profesor le dice a su amigo Arminus, Drácula fue, en vida, «un brillante soldado, estadista y alquimista» [ver: El «Drácula» de Stoker NO está inspirado en Vlad Tepes]. Desafortunadamente, a pesar de su interés por la ciencia y de asistir a la Scholomance [una escuela folclórica de magia negra dirigida por el Diablo], Drácula no puede superar sus facultades mentales, que siguen siendo infantiles. Como resultado, el Conde no puede ocultar su malignidad. Su rostro se describe a menudo como «distorsionado» o «lleno de ira», y después de cometer su mayor delito [beber la sangre de los vivos] ni siquiera tiene el hábito civilizado de limpiarse los labios. Más aún, después de darse un festín con Mina, Drácula se deleita con su crimen e incluso se burla de sus oponentes al afirmar que conquistará a sus mujeres y las convertirá a todas en sirvientas [ver: Drácula y las mujeres]
Drácula es retratado como alguien que no siente remordimiento por sus acciones, por lo tanto, debe recibir el mayor castigo. Sin embargo, incluso cuando la marca en la frente de Mina desaparece después de que Van Helsing coloca allí una hostia sacramental, y más tarde, cuando el Conde es ejecutado por los «buenos» y su cuerpo se reduce a polvo en la brisa de Transilvania, no hay una verdadera catarsis para los lectores, porque a pesar de toda la parafernalia vampírica, Bram Stoker intenta que el momento más aterrador de la novela sea cuando Drácula pasea despreocupadamente por la ciudad de Londres durante el día.
Aunque sus poderes son más débiles, el Conde es capaz de disfrutar del sol junto con el resto de la humanidad. Esto [al igual que ocurre en el cuento de E.A. Poe: El hombre de la multitud (The Man of the Crowd)] sugiere que el mayor peligro de Drácula es su capacidad para mezclarse con la masa urbana. Es cierto, la elite educada puede reconocer los rasgos distintivos que denuncia Lombroso, pero la mayoría de las personas, sobre todo en una gran ciudad como Londres, no están al día con la vanguardia de la antropología criminal; por lo tanto, las características atávicas del Conde no son tan evidentes para el gran público, por lo que puede caminar tranquilamente en el seno mismo de la sociedad occidental civilizada.
Van Helsing discute repetidamente la teoría de que Drácula tiene un «cerebro infantil», como hemos visto, análogo a los propuestos por la incipiente ciencia de la criminología victoriana para explicar el comportamiento de ciertos individuos «desviados», pero las teorías de Van Helsing van más allá, adentrándose en un territorio cada vez más absurdo. Según él, la banda de guerreros cristianos civilizados [es decir, él y su grupo de Cazadores] poseen «mentes de hombres». Mina, en cambio, posee una menos ventajosa «mente de mujer», pero ella la ha entrenado, ha aprendido algunas habilidades, como la taquigrafía, de modo tal que desarrolló su cerebro lo suficiente como para ganar el elogio de tener ahora una «mente de hombre».
Además de la basura xenófoba y sexista, es difícil imaginar que un Vampiro pueda sobrevivir durante siglos con un «cerebro infantil», superado en número y sin las capacidades estratégicas necesarias. La teoría de Van Helsing parece contraria a la realidad objetiva, sobre todo cuando se nos informa la historia de un señor local llamado Drácula, quien no poseía un «cerebro infantil», sino una mente erudita, adelantada a su tiempo, con variados intereses en la ciencia de la época, como la alquimia. En otras palabras: el Drácula humano buscaba el conocimiento y luchaba por la civilización. ¿Qué ocurrió para que su mente perdiera las habilidades adquiridas durante la vida? ¿Acaso ser Vampiro implica una pérdida de la facultad de razonar?
Supongo que la teoría de Van Helsing implica que Drácula pudo sobrevivir durante tanto tiempo solo porque estaba en Transilvania, una tierra [vista desde la perspectiva británica] salvaje y supersticiosa. Difícilmente el Conde habría sobrevivido el mismo tiempo en Inglaterra [de hecho, su estadía dura muy poco]. Por lo tanto, sus habilidades como Vampiro se han desarrollado para sobrevivir en el contexto transilvano, donde predomina la superstición. Por eso Drácula puede atacar a Lucy fácilmente cuando los «buenos» tratan de defenderla utilizando elementos folclóricos [ver: Bloofer Lady: la transformación de Lucy Westenra], como el ajo y las cruces; pero su mente no estaba cableada para luchar contra enemigos que se utilizan las ventajas de la tecnología. En este contexto, el telégrafo les proporciona a los Cazadores una ventaja que Drácula nunca consigue equilibrar.
Max Nordau, cuyas teorías son personificadas en la novela a través de Van Helsing y Mina Harker, expresó cabalmente las ansiedades victorianas por la posible corrupción de la raza humana, y por lo tanto del Imperio Británico. Su diagnóstico, la «degeneración», es indistinguible de los Vampiros, en términos de un proceso que produce una variación deformada de una especie. En el modelo de Nordau, los «degenerados» son una subespecie separada de la humanidad, del mismo que Drácula. Bram Stoker se basa en el modelo de Nordau para su Vampiro, pero también ha sido utilizado de manera inversa en la ficción gótica, como en El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray), de Oscar Wilde, donde el protagonista cree la condición inevitable de la forma humana es descender a la degeneración física. El descenso de Dorian Gray es constante, pero logra mantener las apariencias debido a que su «degeneración», en vez de quedar grabada en su rostro y ser visible para cualquiera, se imprime en una pintura y se mantiene en secreto.
Desde la perspectiva de Dorian Gray, la noción [abstracta] de alma no tiene valor en comparación con la preservación de su cuerpo juvenil. Concibe la belleza como esencial para la identidad humana, de modo que «cuando uno pierde su buen aspecto, lo pierde todo». En contraste con su buena apariencia, Dorian imagina su figura «rota y deformada» y su cuerpo envejecido como «espantoso, horrible y tosco». Al igual que Nordau, quien describe los rasgos físicos del «degenerado» como «una desviación mórbida de la forma normal», Dorian imagina su cuerpo juvenil como la forma humana normal, y solo puede ver el cuerpo envejecido como una malformación. Sin embargo, al mantener su juventud antinaturalmente, Dorian termina acelerando su transición a la degeneración, de modo tal que, con su muerte temprana a la edad de treinta y ocho años, tiene el mismo cuerpo «marchito, arrugado y repugnante» que predijo su juventud.
En Drácula, Jonathan Harker también tiene un ojo agudo para reaccionar a las teorías de Nordau. Mirando hacia el castillo, Harker ve una figura que sale de una ventana y lo identifica como el Conde Drácula, ya que «conocía al hombre por el cuello y el movimiento de su espalda y brazos». Es decir Harker es capaz de reconocer a Drácula como un «hombre» debido a sus movimientos, sin embargo, momentos después, el movimiento de Drácula se identifica como «animal», arrastrándose por los muros del castillo «tal como un lagarto se mueve a lo largo de una pared». Incapaz de hacer una distinción entre las dos observaciones, Harker cuestiona su concepción de la humanidad:
[«¿Qué clase de hombre es este o qué clase de criatura tiene la apariencia de un hombre?»]
A pesar de estas manifestaciones humanas y animalescas, Harker luego sugiere que Drácula y él son fisiológicamente similares, si no iguales, cuando considera cómo obtener acceso al dormitorio del Vampiro:
[«Donde ha ido su cuerpo, ¿no puede ir otro cuerpo?»]
El uso de la palabra «cuerpo» para describirse a sí mismo como a Drácula derrumba las distinciones entre ambos e implica que seguramente su propio cuerpo es capaz de realizar los mismos actos:
[«Yo mismo lo he visto arrastrarse por la pared hasta su ventana; ¿Por qué no he de imitarle?»]
Al imitar a Drácula, Harker es capaz de una realizar hazaña que antes le hubiera resultado imposible, y podemos percibir esta relación en términos de la condición degenerada de Nordau, donde el sujeto degenerado no es del todo humano, y está caracterizado por su variabilidad mórfica.
Drácula simboliza lo «degenerado», ya que es capaz de asumir una variedad de formas físicas; pero, al imitar al Conde, Harker también se aleja de lo humano. De hecho, al final de la novela, Harker se parece mucho a un Vampiro. La descripción que hace Mina Harker de su esposo, cuando este se acerca al carro que contiene las cajas de Drácula, habla de un hombre impetuoso que salta sobre el carro y, «con una fuerza que parecía increíble, levantó la gran caja llena de tierra». ¿Cómo un ser humano de constitución media podría levantar fácilmente una caja de tierra lo suficientemente grande como para contener el cuerpo, también promedio, de otra persona? Es una proeza, digamos, sospechosa.
Además, Harker es capaz de ejercer una gran capacidad de dominio sobre otros seres humanos «menores». Por ejemplo, es capaz de «aterrorizar» a los gitanos que asisten al Conde, quienes se encogen de miedo y sumisión ante él [ver: Porque los muertos viajan deprisa]
La fuerza sobrenatural de Harker recuerda su primer encuentro con Drácula, donde dice que la mano del Conde «atrapó mi brazo con un agarre de acero; su fuerza debe haber sido prodigiosa». Más adelante, Harker asume otra posición de sumisión, esta vez ante las Tres Vampiresas, hasta que Drácula interrumpe en la habitación [ver: La verdad sobre las tres Vampiresas de Drácula]. En ese momento, Harker se siente tan aterrorizado y se muestra tan sumiso ante Drácula como los gitanos en su presencia:
[«En ese instante otra sensación me atravesó tan rápido como un relámpago. Yo era consciente de la presencia del Conde y de su ser como sumergido en una tormenta de furia.»]
Basta repasar superficialmente los principales rasgos faciales del «degenerado» de Nordau para advertir que Drácula los posee todos: mandíbulas voluminosas, extraordinario desarrollo de los caninos, pómulos prominentes, nariz aguileña, ojos inyectados en sangre y orejas puntiagudas. Cuando se compara con la primera impresión de Jonathan Harker, parece haber una inspiración directa:
[«Su rostro era un aquilino fuerte, muy fuerte, con el puente alto de la nariz delgada. La boca, por lo que pude ver bajo el bigote espeso, era rígida y de aspecto bastante cruel, con los dientes blancos peculiarmente afilados; estos sobresalían sobre los labios. Por lo demás, sus orejas eran pálidas y en la parte superior extremadamente puntiagudas; el mentón era ancho y fuerte, y las mejillas firmes aunque delgadas. El efecto general era de una palidez extraordinaria.»]
En resumen, Van Helsing insiste en que Drácula tiene un «cerebro infantil», que no conoce el alcance total de sus poderes y que recién está poniendo a prueba sus límites. Ahora bien, ¿cómo Van Helsing puede saber tanto sobre el Conde? Eso requeriría un artículo aparte, pero lo importante aquí es que los poderes de Drácula podrían ser muy superiores a los que vemos en la novela. ¿Qué podría hacer el Conde si lograra controlar y dirigir todo su potencial?
Van Helsing claramente utiliza las ideas de Nordau y Lombroso para describir el «cerebro infantil» de Drácula. Es una afirmación arrogante, pero el sentido es claro: el potencial de Drácula está obstaculizado por sus impulsos básicos [la sed de sangre]. Como un niño, el Conde está aprendiendo qué puede hacer con sus poderes, pero con la dificultad de tener que sobrevivir en un mundo de humanos. Drácula está «probando sus límites» en la región más civilizada del mundo a fines del siglo XIX.
Es un gran salto, si lo pensamos detenidamente, pasar de Transilvania, donde la gente lo conoce y le teme; a Inglaterra, donde nadie lo conoce, con excepción de Harker, y todos parecen dispuestos a matarlo. Creo que Bram Stoker intenta que el lector entienda que viajar a Inglaterra implica para el Conde tener que cazar a personas civilizadas y luchar contra hombres de ciencia y tecnología, muy distintos de los supersticiosos campesinos transilvanos. También es importante tener en cuenta que Van Helsing elogia al Drácula humano, afirmando que fue un gran estratega y un líder militar. Esta es una buena pista: Drácula fue brillante, pero todavía no está al día con el nuevo mundo; por eso los «buenos» todavía tienen la oportunidad de vencerlo.
Es sencillo quedar impresionado con las habilidades vampíricas de Drácula, pero lo cierto es que el Conde era mucho más poderoso cuando era un hombre mortal. Fue un voivoda, un caudillo que lideró ejércitos contra el poderoso Imperio Otomano. Como Vampiro, en cambio, ha sido despojado de este poder político, está atado a la necesidad de sangre y posee extrañas vulnerabilidades. Por lo tanto, es más débil como Vampiro que como mortal. Es una sombra de su antiguo yo, no tiene control sobre su sed de sangre o sus deseos. Es tan esclavo de sí mismo como lo son sus víctimas para él. Su mente puede ser más compleja que la de un niño mortal, porque es un adulto y ha vivido mucho más que un niño, pero aún así no puede superar sus impulsos básicos.
Al parecer, regresar a la vida, o a un estado de no-muerte, te roba algo de tu antigua grandeza. Drácula fue un notable estratega que luchó exitosamente, y con muy pocos recursos, contra el Imperio Otomano; sin embargo, no tiene plan de escape para su fracasada invasión a Inglaterra. Regresa a casa, a su castillo, pero ahora la amenaza no son los temerosos campesinos de la zona, sino un grupo de personas determinadas a aniquilarlo.
El Conde es ambicioso. No se conforma con ser un simple Vampiro que se esconde en su castillo y se alimenta periódicamente de campesinos supersticiosos. Van Helsing es claro al respecto: Drácula es una amenaza porque en vida fue tan inteligente que le permitió desarrollar cierto ingenio después de su muerte. En cierto modo, Drácula está intentando rehabilitar su cerebro, recuperar el control de sus facultades intelectuales; está tratando de educar a su «cerebro infantil», incapaz de pensar en términos abstractos. Pero, en última instancia, su «cerebro infantil» es su perdición. No puede anticipar las acciones de sus perseguidores, por lo que, a pesar de sus numerosos poderes, está en desventaja.
Van Helsing [hay que decirlo] es un tipo bastante desagradable. Afirma ser intelectualmente superior a Drácula, pero en muchos casos sus acciones conducen a daños que podrían haberse evitado. El aspecto más exasperante del carácter de Van Helsing es su arrogancia, y dado que ninguno de los demás personajes lo desafían, el autor espera que nosotros, los lectores, aceptemos su autoridad como un hecho, incluida su teoría del «cerebro infantil».
Vampiros. I Taller gótico.
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