Las fantasías privadas de Bram Stoker


Las fantasías privadas de Bram Stoker.




Drácula es una de esas novelas que generan la sensación de que hay algo profundo en sus páginas, algo subterráneo que se expresa de forma simbólica en la historia. Este aspecto fascinante ha justificado la producción de una gran cantidad de estudios que presumen haber encontrado «evidencias» en la vida de Bram Stoker para explicar ese subtexto, un ejercicio por cierto problemático, habida cuenta de las muchas lagunas en las fuentes biográficas del autor (ver: El Drácula de Coppola y las cloacas de Stoker)

Por un lado, se nos pide que aceptemos que Bram Stoker fue una fuente inagotable de neurosis que desbordó las páginas de Drácula, pero todas esas conclusiones están basadas en evidencias más o menos endebles, cuando no directamente falsas; por ejemplo, que el autor fue víctima de violencia infantil, de abuso, que estaba secretamente enamorado de Henry Irving, que su esposa era frígida, que el autor tenía sífilis, que los juicios a Oscar Wilde le proporcionaron inspiración, y que incluso se inspiró en la naturaleza sádica de Vlad el Empalador.

Comencemos con la infancia de Bram Stoker, que desafortunadamente —o afortunadamente para quienes suelen analizarla— está envuelta en un misterio. Bram Stoker escribió al respecto:


Tengo entendido que en mi infancia solía estar al borde de la muerte. Ciertamente, hasta los siete años, nunca supe lo que era estar de pie. Esta temprana debilidad, sin embargo, pasó con el tiempo y me convertí en un niño fuerte.


Ningún investigador ha logrado descifrar la naturaleza exacta de esta supuesta enfermedad infantil, aunque no han faltado conjeturas. Algunos teóricos proponen conclusiones psicológicas sorprendentes a raíz de esta enfermedad; por ejemplo, que Bram Stoker tenía una fijación paterna inusualmente fuerte, y que el núcleo de Drácula se encuentra en la enfermedad infantil del autor, junto con sus sentimientos reprimidos de rivalidad hacia sus hermanos. En este sentido, las primeras miradas psicoanalíticas de Drácula proponen que la novela se basa en el concepto de tríada oral: el deseo de comer, ser comido y dormir (ver: «Drácula» habría sido la novela favorita de Nietzsche)

En este contexto, el hecho de albergar secretamente deseos de muerte hacia sus hermanos es menos impresionante que la hipótesis de que Drácula, y en particular el uso que le da a los vampiros, expresan simbólicamente escenas primaras vinculadas a la lactancia. Más recientemente, sin embargo, se ha ampliado esta propuesta hacia la idea de que los motivos dominantes de Drácula tienen su origen en los tratamientos de sangrado, ocasionados por el malestar infantil de Bram Stoker (ver: Drácula visita Salem's Lot)

El sangrado medicinal, teóricamente aplicado al pequeño y enfermo Bram Stoker, habría sido experimentado primero como la sensación de estar siendo devorado y luego como una amenaza de castración. Esto, al menos en teoría, prepararía el escenario para una mayor ansiedad de castración y la regresión a las fantasías orales luego de que aquel muchacho postrado logró permanecer erguido, tanto en un sentido físico como fálico. Por otro lado, Bram Stoker experimentó el nacimiento de cuatro hermanos antes de los siete años, lo cual le brindó varias oportunidades de ver a su madre embarazada, a sus hermanos amamantando, y de moldear sus sentimientos de rivalidad y enojo hacia ellos (ver: Freud, el Hombre de Arena, y una teoría sobre el Horror)

Así de temerarias son algunas de estas conjeturas.

Sin embargo, hay otras hipótesis, menos edípicas que gástricas. En la década del '60 del siglo pasado circularon rumores académicos que evaluaron la posibilidad de que Drácula tuviese su origen en una pesadilla. No obstante, el sueño de Bram Stoker no habría surgido de una revelación, como el Frankenstein de Mary Shelley, ni siquiera de los intensos dolores físicos, como la obra de Robert Louis Stevenson; sino de una ración demasiado generosa de cangrejo aderezado.

Al parecer, esta era la anécdota que Bram Stoker contaba a todo aquel que le preguntaba el origen de su novela. Probablemente era una historia falsa, o exagerada, pero le permitía evitar elegantemente una larga explicación. Sin embargo, algunos académicos se resistieron a admitir una razón tan banal, tal es así que Joseph S. Bierman, en el ensayo: Drácula: enfermedad infantil prolongada y la tríada oral (Dracula: Prolonged Childhood Illness, and the Oral Triad), arriesga un significado simbólico y ominoso para aquel cangrejo:


Cangrejo, en el horóscopo, constituye el signo del Zodíaco que cubre el período entre el 23 de junio y el 23 de julio. George, el hermano menor de Stoker, nació bajo el signo del cangrejo el 20 de julio. Comer el cangrejo significaba, inconscientemente, devorar y matar al bebé George.


Por extraño que parezca, Bierman no está solo en esta línea desaforada de conjeturas sin ningún fundamento. Seymour Shuster, en un artículo de 1972 publicado en el British Journal of Medical Psychology, titulado: Drácula y el trauma inducido quirúrgicamente en niños (Dracula and surgically induced trauma in children), afirma que Drácula es el resultado de una ansiedad reprimida relacionada con la experiencia infantil del autor con los médicos. Y añade que el terror y la impotencia de Jonathan Harker en el castillo de Drácula son análogos a los del niño que ha sido dejado por su madre en un hospital para someterse a una cirugía o tratamiento de sangrado medicinal.

En este contexto, el bebé que Drácula entrega a sus tres vampiresas representa al propio Bram Stoker; siendo la mordida del vampiro una representación simbólica del pinchazo de la aguja en el niño aterrorizado (ver: Las tres novias de Drácula: la verdadera identidad de las vampiresas más famosas)


¡Drácula —no hace falta que nos lo aclaren— es el Doctor! Después de todo, Bram Stoker a menudo se refería al conde como «Drac», que suena como «Doc», y las dos primeras letras de su nombre forman la abreviatura «Dr.»


El problema con todo esto es que no se han encontrado registros médicos de la supuesta enfermedad infantil de Bram Stoker, razón por la cual nadie sabe si pasó algún tiempo en el hospital. Por otro lado, las similitudes entre «Drac» y «Doc» son, como mínimo, cuestionables.

En el estudio: El mito del vampiro, el Drácula de Stoker y la psicoterapia del abuso sexual vampírico (The Vampire Myth, Stoker's Dracula, and Psychotherapy of Vampiric Sexual Abuse) el psicólogo clínico Daniel Lapin encuentra que la indenfensión de aquel bebé entregado por Drácula es análogo al desamparo de un joven Bram Stoker cuya enfermedad no era otra que ser víctima de algún tipo de maltrato.


Me pregunto cuántos médicos acudieron a la cabecera de ese niño, no pudieron explicar su enfermedad, no pudieron especificar su mecanismo y decidieron que no estaba realmente enfermo.


Lapin postula además que Jonathan, Lucy y Mina (ver: Bloofer Lady: la transformación de Lucy Westenra) funcionan como representaciones de un hermano y dos hermanas de Bram Stoker, por quienes habría asumido un rol protector; y además arriesga la identidad de aquel supuesto abusador:


El abusador original en la vida de Stoker, de quien deriva nuestro Conde ficticio, era indudablemente un hombre de muchas cualidades positivas, como lo son con frecuencia los padres.


La teoría de Lapin se basa en una interpretación tendenciosa de la novela, según él, realizada por un profesional en el tratamiento de víctimas de abuso (ver: La maternidad fallida en «Drácula»). Según Lapin, las imágenes y los patrones de lenguaje recurrentes en Drácula son similares al testimonio de sus pacientes. Esto, y en ausencia de evidencia real, han convencido a muchos de que su teoría es sólida. Los estudiosos del género gótico, por otro lado, probablemente encontraremos otras causas para la recurrencia de imágenes, algo esperable en una obra que se inscribe en un género literario con ciertos parámetros (ver: Mina y Lucy: la ideología de género en «Drácula»).

Mucho más extendida en los círculos académicos es la tesis de que Drácula está inspirado en el anhelo homoerótico insatisfecho de Bram Stoker por su empleador, Henry Irving. El propio Bram Stoker aporta mucha información sobre el actor en Reminiscencias personales de Henry Irving (Personal Reminiscences of Henry Irving), publicado en 1906, es decir, nueve años después de la aparición de Drácula.

Si uno toma el texto al pie de la letra, no hay duda de los sentimientos de afecto hacia Irving. Bram Stoker lo adoró, no en un sentido fraternal, sino de genuina admiración (ver: ¡Este hombre me pertenece!). Sobre su encuentro inicial con Irving, Bram Stoker registra lo siguiente:


A partir de esa hora comenzó una amistad tan profunda, tan cercana, tan duradera como puede ser entre dos hombres. Nunca encontré su apariencia, porte o modales distintos a los mejores. Mi amor y admiración por Irving eran tales que nada de lo que pudiera decirle a los demás, nada que pueda recordarme a mí mismo, podría disminuir su valor.


El vínculo Irving-Drácula se basa en la idea de que el culto a los héroes a menudo va acompañado de ambivalencia, y que tiene su lado opuesto. En otras palabras, Bram Stoker contribuye al culto de su héroe personal, Irving, en Reminiscencias, pero al mismo tiempo enmascara lo que no podía admitir ante sí mismo: que le molestaba el hombre bajo a cuya sombra había trabajado durante tanto tiempo. Para muchos, esta fue una señal para explorar a Irving como el prototipo del Conde Drácula (ver: Atrapado en el cuerpo equivocado: la identidad de género en el Horror)

A propósito, Nina Auerbach comenta lo siguiente:


Siempre hubo algo perverso en Irving, algo no solo astuto, sino cruel: la devota Reminiscencia de Bram Stoker borra el siniestro e invasivo magnetismo que convirtió a su Drácula en una inolvidable caricatura de Irving.


Es decir que la relación con Irving estaba compuesta por una mezcla de adoración, miedo y odio. Como era de esperar, esta relación se ha analizado también en términos sentimentales. En este contexto, la hipótesis general sería la siguiente: escribir Drácula le permitió a Bram Stoker cargar simbólicamente en la historia toda la confusión, la frustración y el dolor que sufría porque no podía reconocer que estaba enamorado de su amigo. Interesante, sin dudas, pero solo una conjetura (ver: Por qué Drácula nunca pudo enamorarse de Mina)

Luego tenemos la «Hipótesis Oscar Wilde»; es decir, la noción de que Oscar Wilde fue una gran influencia en Drácula. ¿Es esto probable? Desde luego, pero el afán de establecer una conexión ha provocado una maliciosa distorsión de los hechos. Florescu y McNally, en Drácula: príncipe de muchos rostros (Dracula, Prince of Many Faces), afirman que la atmósfera londinense en aquel entonces estaba impregnada por el escándalo que suscitó el juicio a Wilde, recordemos, por entablar una relación sentimental con otro hombre. Wilde pasó dos años en prisión, desde 1895 hasta 1897, precisamente el período de tiempo en que Bram Stoker escribió Drácula. [ver: La verdad sobre las tres Vampiresas de Drácula]

Desgraciadamente, esta teoría es falsa.

Si bien es cierto que Bram Stoker escribió Drácula en el mismo período de ebullición por el juicio a Wilde, lo cierto es que pasó cinco años planeando la novela, y de acuerdo a las notas que sobreviven de aquel período de planificación, el perfil de Drácula ya existía, más o menos igual al de la versión final, en la primavera de 1895, mucho antes de que Wilde fuese acusado.

Leer Drácula a la luz de las ansiedades victorianas es algo perfectamente lícito, pero otra cosa es falsear los hechos. Bram Stoker conocía bien a Oscar Wilde, dublinés como él; de hecho, Wilde había cortejado a la esposa de Stoker, Florence Balcombe, mucho antes de que la pareja se conociera. Por otro lado, ambos eran hombres de teatro, de manera tal que sus caminos seguramente se cruzaron de vez en cuando. Bram Stoker pudo haber tenido en mente El retrato de Dorian Gray cuando incluyó a un pintor en sus primeras notas para Drácula, pero afirmar que toda la novela se basa en el miedo que suscitó la abierta bisexualidad de Wilde en la sociedad londinense, es temerario.

También tenemos el rumor de la relación física fallida entre Bram Stoker y su esposa como inspiración para Drácula. Muchas opiniones autorizadas sostienen, sin despeinarse, que Florence Balcombe era «frígida como una estatua». ¿Quienes son estas «autoridades»? Entre ellos están Daniel Farson y Ann Stoker, sobrino nieto y nieta de Bram Stoker respectivamente. Fueron ellos quienes difundieron públicamente toda clase de chismes familiares. Pero, ¿qué tan confiable es la información que depende del folclore familiar? (ver: El Machismo en el Horror)

Si bien es admisible que Bram Stoker pudo haber descuidado a su esposa, la frigidez de Florence Balcombe es cuestión de conjeturas. Este rumor es tan ampliamente aceptado que ha servido de premisa para otras conclusiones audaces, por ejemplo, que Florence, quien supuestamente tenía una vida matrimonial insatisfactoria, sufría además un trastorno menstrual severo. ¿Fue alguna de estas imágenes cotidianas lo que imprimió subliminalmente en Bram Stoker la idea de un mito de formidable poder, a partir de la ferocidad de una mujer frustrada que sangra y arde con impulsos no reconocidos?

Ciertamente es posible, pero eso nos obligaría a admitir la absurda posibilidad de que Drácula de Bram Stoker es solo un intento inconsciente por comprender la dismenorrea que estaba arruinando su matrimonio (ver: Drácula y las mujeres)

Pero las teorías temerarias no terminan con la supuesta frialdad de Florence Balcombe. Se deduce que Bram Stoker, desesperado, recurrió a mujeres profesionales para aliviar el deseo que su esposa no podía safisfacer, con el incómodo resultado de que contrajo sífilis en el proceso. El rumor se extendió como la pólvora, y Florescu y McNally lo explotaron sin demasiados escrúpulos:


Florence se negó a acostarse con él desde que nació su hijo, Noel, en 1879. Stoker hizo lo que hacían los hombres victorianos: se volvió hacia las prostitutas. En esos coqueteos contrajo sífilis. Cuando comenzó a trabajar en Drácula en Cruden Bay, Escocia, en 1895, uno puede imaginarlo como un hombre prematuramente envejecido, asolado por la enfermedad.


Leer el vampirismo en Drácula como una metáfora de la sífilis es, de nuevo, es un ejercicio válido, que de hecho tuvo una resonancia particular en la década de 1990 con la propagación del HIV; pero otra cosa es defender a ultranza esta teoría basándose en información biográfica endeble. Incluso si Bram Stoker hubiera contraído la enfermedad, lo cual no sabemos, es probable que no hubiera ocurrido lo suficientemente temprano como para haber influido en Drácula.

En efecto, no es seguro que Bram Stoker haya padecido esta enfermedad. De hecho, ni siquiera hay datos concluyentes sobre su causa de muerte. En su certificado de defunción se usa el término Ataxia Locomotora, según se cree, una descripción médica prudente de la sífilis terciaria. Sin embargo, esto tampoco es concluyente. Incluso si el médico tratante se refería a la sífilis, bien podría haberse equivocado en el diagnóstico, algo bastante habitual en la época. También debemos tener en cuenta que Bram Stoker padecía otras dolencias que podrían haber contribuido a su muerte: dos accidentes cerebrovasculares y la enfermedad de Bright. Dado que los muertos no cuentan historias, es posible que nunca sepamos de qué murió exactamente.

Por último, está la conexión con el Drácula histórico, Vlad el Empalador, cuya afición por el empalamiento ha llevado a algunos a especular sobre su influencia en la novela de Bram Stoker. ¿Pero qué es exactamente lo que hace de Vlad un modelo tan apropiado para Drácula? Varias cosas, por empezar, pero estas teorías no tienen mucho que ver con la realidad. Es improbable que Bram Stoker conociera los horrores que Vlad experimentó mientras estuvo encarcelado en Turquía; de hecho, los registros históricos existentes al respecto son vagos; y es igualmente improbable que conociera la afición de Vlad por el empalamiento.

¿Es decir que la similitud entre el método para matar a un vampiro y el medio de ejecución favorito de Vlad es solo una coincidencia?

Sí.

La fuente principal de Bram Stoker en relación a las estacas se encuentra claramente en el folclore y la literatura vampírica anterior.

De hecho, hay evidencia concreta que nos invita a deducir que Vlad el Empalador no fue la inspiración para el Drácula de Bram Stoker, o al menos no la influencia más poderosa, pero eso será el tema de nuestro próximo artículo (ver: El «Drácula» de Stoker NO está inspirado en Vlad Tepes)




Taller gótico. I Vampiros.


Más literatura gótica:
El artículo: Las fantasías privadas de Bram Stoker fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Poky999 dijo...

El modo de descartar inferencias erróneas es impresionante. Análisis bien documentado y confiable.
Gracias¡!

Daniel Milano dijo...

Demasiado tentadora la especulación que lleva a considerar a 'Drácula' como una compleja y artística metáfora de la sífilis. Aún cuando Stoker no la hubiera contraído (y asumo que en aquellos días victorianos era tan difícil no hacerlo como en los nuestros evitar el coronavirus), no es descabellado pensar que a la hora de ponerse a trabajar en un libro, hombre de teatro y negocios, Stoker haya visto un filón venal en la sífilis por el miedo que inducía esa enfermedad en cada europeo. No limito la creación de semejante monumento literario a una mera intención comercial, pero tampoco seamos ingenuos: el arte por el arte mismo es, apenas, un hermoso lema que ni Gautier se creía. Stoker pudo contraer la enfermedad y proyectarla en 'Drácula', pensar en la sífilis -como preocupación colectiva-en un jugoso material de trabajo, o ambas. Supongo que algo de todo esto habrá en mi próxima lectura, 'Miedo y deseo', un estudio sobre 'Drácula' de un español, seguramente erudito, cuyo nombre no recuerdo en este instante.
Mientras tanto, vuelvo a dormirme entre las fiebres del covid intentando meter en mi sueño a la Lucy Westenra de la foto de cabecera, la bella y maltratada Sadie Frost, para que haga con mi cuello lo que quiera.



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Poema de Emily Dickinson.
Relato de Edith Nesbit.
Paranormal.


Poema de Charlotte Mew.
Relato de Walter de la Mare.
Demonología.