Remedios caseros de la Edad Media para curar el MAL DE AMORES


Remedios caseros de la Edad Media para curar el MAL DE AMORES.




El MAL DE AMORES en el medioevo cuenta con una vasta bibliografía. De hecho, el amor como enfermedad en la Edad Media fue uno de los motores principales en el desarrollo de la medicina. No hablamos aquí de pociones de amor de la Edad Media, sino de remedios caseros para curar los malestares producidos por el amor.

El llamado MAL DE AMORES, al cual podríamos definir como una mezcla de desengaño, frustración y tristeza, estaba ampliamente difundido en la Edad Media como un padecimiento tanto físico como emocional. De hecho, el MAL DE AMORES, de acuerdo a los boticarios y herbolarios de la época, podía producir toda clase de desarreglos en el organismo.

En este sentido, los remedios caseros para el MAL DE AMORES no se diferenciaban de los que eran utilizados, por ejemplo, para curar dolores estomacales, urticarias y fuegos de San Antón. La creencia más extendida al respecto sostenía que al curar los malestares físicos que producían las penas de amor estas últimas desaparecían.

La medicina en la Edad Media era, en términos generales, bastante simple y directa en cuanto a ingredientes. A menudo bastaban unas cuantas hierbas, cosechadas en el momento exacto del año, para tratar el MAL DE AMORES. En cualquier caso, sugerimos al lector apesadumbrado por problemas sentimentales que no utilice ninguno de estos brebajes.

Estos son algunos de los más inusuales remedios caseros para el MAL DE AMORES en la Edad Media.



9- Poción de San Pablo para los conudos.

Si uno tenía la mala fortuna de que su pareja le fuera infiel en la Edad Media, es probable que se le recomendara beber la Poción de San Pablo, apta para los cornudos y sus síntomas: problemas estomacales, catalepsia y epilepsia.

Ingredientes: salvia, regaliz, hojas de sauce, hinojo, canela, jengibre, clavo, mandrágora y pimienta.

Si bien esto parece la lista de compras de una bruja, lo cierto es que muchos de estos ingredientes son óptimos para la salud: el regaliz es bueno para tratar la tos y la bronquitis; la salvia mejora la circulación sanguínea; las hojas de sauce contienen ácido salicílico, un componente de la aspirina; el hinojo, la canela y el jengibre cuentan con sustancias carminativas, las cuales ayudan a liberar el gas de los intestinos; la mandrágora, en la dosis precisa, puede reducir los niveles de ansiedad.

De qué forma esta poción es recomendable para la epilepsia y la catalepsia, lo desconocemos, pero sin dudas era uno de los remedios más populares entre los cornudos de la Edad Media.


8- Caldo de orina para los amores no correspondidos.

Si uno estaba enamorado, pero ese amor no era recíproco, ocurrían dos cosas: uno recibía un gancho atroz a la autoestima, y, tras la visita al barbero, un repugnante remedio para aliviar los padecimientos físicos que producía el rechazo.

Se pensaba que el rechazo sentimental, al menos en ciertos casos, producía un agudo dolor en la espalda, y más específicamente el nervio ciático; en cuyo caso se recetaba lo siguiente:

Caldo de gallina, con el agregado de carne de buey, dos cucharadas de pimienta, comino, nueces y buen chorro de orina matinal, desde luego, del propio paciente.

Esto aliviaba los humores acumulados en la espalda, que a su vez se producen, como todos saben, cuando la persona que amamos se empeña obstinadamente en amar a otro.


7- Caracoles para tratar dejar de extrañar a alguien.

De acuerdo a varios tratados medicinales de la Edad Media, el hecho de extrañar excesivamente a alguien genera cierto enrojecimiento en la piel. Para tratar este inopinado síntoma se recomendaba lo siguiente:

Recolectar una docena de caracoles, curarlos durante una semana alimentándolos con hojas de menta, y finalmente frotarlos en las áreas enrojecidas.

Hoy sabemos que la baba de caracol contiene antioxidantes, antisépticos, anestésicos, anti-irritantes, anti-inflamatorios y antibióticos, así también como colágeno y elastina, vitales para la reparación de la piel. Lo que no sabemos es cómo los problemas epidérmicos ocurren como consecuencia de extrañar demasiado a alguien.


6- Puchero fermentado para conseguir marido.

Las solteronas no la pasaban bien en la Edad Media, aunque tampoco las mujeres casadas disfrutaban demasiado que digamos. En cualquier caso se creía que las mujeres que querían conseguir marido, y fracasaban en el intento, podían sufrir graves problemas en la vista.

Se les recetaba lo siguiente.

Cantidades iguales de puerro y cebolla, un diente de ajo, doce gotas de vino y un huevo. Revolver en un recipiente de cobre, dejar reposar durante nueve noches, y luego colar a través de un paño. Entonces, a la medianoche, se aplicaba este puchero, que seguramente desprendía un hedor pestilente, sobre los párpados y los ojos.

La cebolla y el ajo poseen propiedades antibióticas, y quizás podrían haber ayudado a curar infecciones en los ojos, como un orzuelo. Por otro lado, el ácido acético del vino habría reaccionado en el recipiente de cobre para formar sales de cobre, que son bactericidas.

De acuerdo al saber de los antiguos boticarios, esto limpiaba la vista de la solterona, aunque no estamos en condiciones de verificar si realmente servía para conseguir marido.


5- Guiso de búho para la impotencia.

Si bien no se trata de un síntoma del MAL DE AMORES, se creía que las brujas causaban impotencia en los hombres, y que una de las consecuencias de esta desgraciado ataque eran los problemas maritales. En cualquier caso, la impotencia estaba asociada a la gota, y esta podía ser tratada con un exquisito guiso de búho.

La receta era la siguiente:

Un búho, totalmente desplumado y limpio de vísceras, era curado con sal. Luego se lo colocaba en una olla con agua, preferentemente nueva, y era cubierto con una piedra. Tras hervir se lo retiraba del fuego y se lo dejaba enfriar; posteriormente se le agregaba grasa de jabalí, y en última instancia se untaba la preparación en todo el cuerpo, con especial énfasis en las áreas donde la impotencia viril es más evidente.


4- Cebada y verbena para curar el desengaño.

Los desengaños amorosos estaban vinculados en la Edad Media con la cefalea, es decir, con el dolor de cabeza. La receta para curar la migraña, y en consecuencia el sufrimiento producido por el desengaño, era la siguiente:

Picar hojas de verbena y mezclar con cebada. Hervir, dejar enfriar, envolver en un paño y aplicar sobre la frente.

Curiosamente, la mezcla posee fármacos alcaloides que pueden aliviar el dolor de cabeza, aún los más severos, al ser aplicados en cataplasmas, es decir, para su uso externo.

Por otro lado, la verbena posee propiedades comprobadas científicamente para aliviar la ansiedad, e incluso los estados depresivos.


3- Gatos negros para enamorar a un hombre.

Aquellas mujeres que deseaban lucir más atractivas en la Edad Media para enamorar a un hombre pero sin recurrir a la brujería, siempre podían visitar a su boticario de confianza.

Muchos pensaban que el MAL DE AMORES podía producir un agudo dolor de garganta, que afeaba las facciones femeninas; y estas dos afecciones eran tratables con suma benevolencia, salvo para los gatos.

En estos casos el boticario tomaba un gato negro y gordo —lo segundo, muy infrecuente en la Edad Media— y lo desollaba. Se lo hervía, y con la grasa liberada se amasaba una especie de compresa, a la cual se le añadía salvia, albahaca, madreselva y cera. Posteriormente se aplicaba el preparado en el cuello de la mujer.

Si bien el uso de este preparado estaba bastante extendido entre las mujeres que deseaban enamorar a un hombre en particular, también sabemos que era uno de los medicamentos más utilizados por el papa Clemente VI cuando estaba enfermo.

No hay relación entre la receta y la superstición del gato negro.


2- Marrubio para enamorar a una mujer.

Así como las mujeres, se creía, sufrían de dolor de garganta cuando un hombre al que amaban se mostraba inaccesible, los caballeros sufrían de tos. Y para eso se recomendaba lo siguiente:

Hojas de marrubio (Marrubium vulgare), machacadas y filtradas para lograr un té medicinal; el cual de hecho es excelente para tratar la tos.

Al parecer, cuando un hombre quería enamorar a una mujer, pero no lo conseguía, se pensaba que esto podía afectar el tono de su voz; en otras palabras, que podía afeminarlo, haciendo que su voz sea más aguda.

El marrubio, en todo caso, revitalizaba las cuerdas vocales y le permitía al paciente volver a la carga, esta vez con un tono mucho más enérgico y varonil.


1- Comino y anís para el MAL DE AMORES.

El MAL DE AMORES, en términos generales e independientemente de sus causas, producía cólicos, y podía ser tratado del siguiente modo:

Partes iguales de comino y anís. Poner en una olla con vino, cubrirlo, y dejarlo reposar tres días y tres noches. Luego se filtraba el vino, se secaba el preparado, y se lo mezclaba con cenizas de madera de fresno. Este polvo verdaderamente putrefacto era ingerido durante siete días.

Tanto el anís como el comino son carminativos, es decir que este medicamento realmente podía erradicar los cólicos.

Una vez aliviado el malestar gástrico, el MAL DE AMORES también desaparecía, o al menos eso fingían los pacientes medievales.




El lado oscuro del amor. I Amores prohibidos.


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