El acertijo más extraño de la Edad Media


El acertijo más extraño de la Edad Media.




El Exeter Book —o Codex Exoniensis— es un libro medieval del siglo X que recopila buena parte de la poesía anglosajona de su tiempo, así como otros textos de menor relevancia pero igualmente interesantes. Sus páginas agrupan toda clase de curiosidades, entre ellas, los mejores acertijos de la Edad Media; diecinueve, para ser más específicos.

De todos esos acertijos, el número 47 es probablemente el más conocido por los bibliotecarios, restauradores y fanáticos de los libros en general. Sin embargo, un estudio más profundo de esos versos indica que quizás no se trate de un acertijo después de todo, sino de algo completamente distinto:


Un gusano comió palabras.
Creí escuchar una maravilla:
Aquella larva, un ladrón en la oscuridad,
había devorado el famoso canto de un hombre
y su irrefutable fundamento.
Nada aprendió el furtivo huésped
con haber devorado palabras.


La solución de este acertijo medieval, según la mayoría de los estudios que se han llevado a cabo, es polilla; o mejor dicho, la larva de la polilla, también conocida como bookworm o gusano de libro, menos habitual en nuestros libros pero muy frecuente en los manuscritos de la Edad Media.

Esta solución no parece ilógica en la versión en español del acertijo, que comienza con un gusano comió palabras; pero en la versión original en Inglés Antiguo la cuestión se complica.

Allí el acertijo comienza diciendo: Moððe word fræt, literalmente, «una polilla comió palabras». La palabra anglosajona moððe (de la cual deriva la actual moth, «polilla») no deja espacio para otras interpretaciones. En otras palabras: un acertijo no puede dar la solución específica al enigma que plantea.

Más adelante, el acertijo del Exeter Book menciona la palabra larva, pero eso también corresponde a una mala traducción en español. En realidad, la palabra utilizada es wyrm, «gusano»; con lo cual el acertijo especifica no una, sino dos soluciones concretas al enigma; algo decididamente improbable.

Ahora bien, si el misterioso personaje no es en realidad una polilla, una larva o un gusano, ¿entonces quién es el que se alimenta de palabras?

Algunos sostienen que el acertijo 47 del Exeter Book solo puede descifrarse si lo entendemos como una metáfora, algo que hoy en día no parece inusual pero que en la Edad Media conformaba un recurso muy infrecuente, sobre todo en la literatura anglosajona.

En este sentido, la mejor solución podría ser un novicio que lee con voracidad, identificándose además con un estado embrionario, larvático, de su desarrollo intelectual. Sin embargo, el acertijo nos advierte que nada aprendió el furtivo huésped con haber devorado palabras.

La solución del monje o del novicio voraz no aplica con exactitud al acertijo del Exeter Book; o mejor dicho, logra encajar sin resultar totalmente satisfactorio. En parte, debido a que existen muchos otros acertijos con esa solución en particular, entre ellos, uno que proviene del primer volumen del Aenigmata, de Symphosius, el cual contiene los 100 acertijos en latín más conocidos:



Littera me pauit, nec quid sit littera noui.
In libris uixi, nec sum studiosior inde.
Exedi Musas, nec adhuc tamen ipsa profeci.


Las letras me alimentan, pero no conozco qué letras son.
Vivo en los libros, pero no por eso me interesa estudiarlos.
Yo devoré a las Musas, pero sin haber hecho ningún progreso.


Aquí, la polilla —o larva o gusano— encaja a la perfección, precisamente porque se trata de un acertijo y, como tal, no admite segundas interpretaciones. De hecho, la única rama de la literatura que funciona de manera inversa, es decir, haciendo de las segundas, terceras o infinitas interpretaciones su mayor ambición, es la poesía.

Tal como vemos, los acertijos deben ser totalmente honestos con el escenario que plantean, y no pueden ser engañosos en cuanto a su respuesta. El acertijo 47 del Exeter Book, en cambio, hace todo lo posible para obstaculizar la solución, dejando en el camino algunos indicios tan obvios como falsos.

Para descifrar este misterio debemos asumir la estructura mental del público al que iba dirigido.

En el acertijo de Symphosius se habla de littera y libris, literalmente, «letras» y «libros»; pero en el acertijo 47 del Exeter Book solo se habla de wordum, «palabras»; y somos nosotros quienes deducimos erróneamente que esas palabras son parte de un libro.

Nuestra cultura, heredera del pensamiento grecolatino, solo concibe que un devorador de palabras es alguien que está leyéndolas. Sin embargo, para los anglosajones del siglo X esto no era así, y por eso en el acertijo del Exeter Book no hay referencia alguna a la palabra escrita.

Con estos argumentos podemos descartar elegantemente la solución de la polilla, larva, gusano, o cualquier otro insecto con apetito por los manuscritos; así también como la solución del novicio o del monje, junto con la aristocracia, los únicos en la Edad Media con acceso a los libros.

Si descartamos la palabra escrita necesariamente debemos asumir que el acertijo del Exeter Book se refiere a la palabra hablada; ¿pero qué clase de discurso puede ser comido por alguien sin aprender nada en el proceso?

Y lo que es aún más extraño, ¿por qué el acertijo se refiere al devorador de palabras como un þeof in þystro, un «ladrón en la oscuridad»?

Para resolver este acertijo medieval primero debemos establecer algunas cuestiones básicas. A saber:

El acertijo se preocupa por la impermanencia y la fragilidad del ser. Las palabras son valiosas, desde luego, como un tesoro o un banquete que nos trascienden pero que también pueden robarse o devorarse sin sacar de eso ningún provecho intelectual. El devorador, en cualquier caso, ambiciona las palabras, las come y las roba, pero lo hace en la oscuridad, como un gusano.

Ahora bien, lo primero que pensaría un anglosajón del siglo X frente a la palabra wyrm, «gusano», es en un dragón. Pensemos, por ejemplo, en las palabras talladas en la tumba de Beowulf:



Æfter ðam wordum wyrm yrre cwom,
atol inwitgæst, oðre siðe
fyrwylmum fah fionda niosian,
laðra manna— ligyðum for.


(Después de esas palabras el enfurecido dragón regresó, terrible y malicioso, marcado por las llamas crecientes para rastrear al enemigo, el odioso hombre, viajando sobre olas de fuego)


Los dragones medievales —el wyrm del que habla Beowulf— son ladrones de tesoros. No buscan obtener de ellos poder o conocimiento, sino satisfacer su avaricia en la oscuridad. En algunas leyendas los dragones incluso devoran parte del tesoro y paralizan con la mirada a quienes se atreven a entrar en sus dominios, enmudeciéndolos, es decir, robándoles también las palabras.

Desde luego que no podemos probar que la verdadera solución al acertijo del Exeter Book sea efectivamente dragón. Sin embargo, vale la pena mencionar que J.R.R. Tolkien, gran conocedor del Inglés Antiguo, utiliza en El Hobbit (The Hobbit) a un dragón, Smaug, que roba un tesoro sagrado, duerme durante siglos sobre él en la oscuridad de una caverna, y es capaz de enmudecer a sus adversarios con la mirada.

Por otro lado tenemos a Bilbo Bolsón, muy aficionado a los acertijos —de hecho, se apropia del Anillo Único tras una batalla de enigmas con Gollum—, y a quien el propio Smaug se refiere en el capítulo XVI como un ladrón en la oscuridad.




Libros extraños y lecturas extraordinarias. I Libros medievales.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Presentar una adivinanza sin dar la solucion es como "sembrar" ,en los espectadores del Espejo Gotico, una curiosidad de tal magnitud que solo puede compararse con una "llaga en el paladar": por mas que intentemos ignorarla "no podemos dejar de rasparla con la lengua"...excelente tu forma de manipular al lector y sumamente positiva ya que nos induce a indagar y a aprender cosas nuevas...posiblemente (y solo posiblemente) la respuesta se relacione con las larvas de polillas, que devoran el papel de los libros ("devorando" tambien las palabras que emergen del puño de los escritores), pero que a pesar de eso no aprenden nada...Se trata de demostrar que algunas personas adoptan esa misma actitud???...Tal vez algun otro lector mas lucido pueda disipar mis dudas.

Sebastian Beringheli dijo...

Es imposible eludir tu sagacidad, y dudo mucho que encontremos otro lector más lúcido que tú, Maika.

Efectivamente, has dado con la solución, y de manera muy elegante, por cierto. Ya que has sido lo suficientemente delicada como para ubicar un adverbio (posiblemente) cuando sospecho que no había dudas en tu mente.

Un gran saludo...

Anónimo dijo...

La respuesta es un Difunto! Es quien está en su lecho de muerte, en la oscuridad, devora palabras sin saberlo, sin escucharlas, y nada aprende por que ya esta muerto, la referencia de wyrm es al espíritu. Saludos desde Chile.



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