Summerland: el cielo que cada alma construye para sí misma.
El término Summerland, en tanto paradigma o conceptualización de la vida en el más allá, fue acuñado por los teósofos y, posteriormente, adoptado por ciertas ramas del paganismo tales como el movimiento Wicca.
Summerland es, básicamente, la vida subjetiva en el más allá; es decir, un cielo que no es igual para todas las personas sino que una estructura flexible que se basa en los principios, creencias y deseos de la persona fallecida.
El primero en desarrollar esta idea de un cielo particular para cada sujeto fue Emanuel Swedenborg (1688–1772) —autor de: El cielo y el infierno (De Caelo et Ejus Mirabilibus et de inferno, ex Auditis et Visis)—, cuyas obras inspirarían a Andrew Jackson Davis (1826–1910) y su libro: La gran armonía (The Great Harmonia), donde se aclara que Summerland (en español, tierra del verano), es el punto más alto del desarrollo espiritual en el más allá; es decir, la esfera de existencia más absoluta del plano astral.
Tal como lo sugiere su nombre, Summerland es un sitio de belleza imperturbable, donde cada deseo genuino gestado en el plano físico encuentra su más pura ejecución. En este sentido, sus características recuerdan el Annwn de los mitos galeses, mezcla de cielo e infierno donde todo lo que se inscribe en el alma del sujeto, tanto lo bueno como lo malo, la luz y la oscuridad, se expresan en términos absolutos.
El teósofo C.W. Leadbeater —autor de: El plano astral: escenario, habitantes y fenómenos (The Astral Plane: Its Scenery, Inhabitants And Phenomena), Formas de pensamiento (Thought Forms), El lado oculto de las cosas (The Hidden Side of Things), Sueños: qué son y qué los causa (Dreams: What They Are and How They Are Caused), Significado de los colores y sus emociones (What the Colours Mean), entre otros— sostiene que Summerland también puede oficiar de espacio de crecimiento y espera entre encarnaciones.
Ahora bien, ¿de qué tiene que descansar un alma desencarnada?
Precisamente de la vida en el plano físico, de las emociones, los sentimientos, el dolor, y en general de toda la experiencia vivida en el encierro del cuerpo y sus impulsos orgánicos.
Dentro de Summerland el alma diseña su propio espacio, algo así como una porción de eternidad, con la particularidad de que también puede ser un sitio colectivo donde se vinculan individuos con creencias similares.
El concepto de Summerland se esparce por un número elevado de creencias neopaganas y filosóficas en donde la idea del infierno no tiene cabida. En este contexto, el mismo lugar de privilegio puede asumir la forma de un espacio de castigo poblado por seres imposibles.
Todo depende de la elección que el alma realice para reafirmar sus buenas acciones en la tierra y entender aquellas que han causado daño y sufrimiento a los demás.
Algunos teósofos, sin embargo, consideran que Summerland puede ser un sitio engañoso.
Su belleza, insistimos, producto de los deseos inconscientes del alma, puede confundir al espíritu, haciéndole creer que efectivamente se encuentra en el cielo.
Si el alma no sabe que se encuentra en Summerland, es decir, en un sitio que puede crearse de acuerdo a los propios pensamientos y deseos, se lo suele confundir con un mundo o plano de realidad de materia densa; razón por la cual es muy sencillo terminar vagando como un pelotudo por toda la eternidad, o bien disfrutar de placeres más bien mundanos.
Esa es la razón por la cual muchos teósofos sostienen que los cristianos habitan en cielos cristianos, los judíos en cielos judíos, los hindúes en cielos hindúes, y así con todas las creencias y religiones de la tierra.
Es la formación del alma en la tierra, los credos y simpatías que adquiere, las que le prorcionan la imagen ideal que luego asumirá el Summerland.
El mismo principio podría aplicarse al concepto de infierno, diferente en cada religión.
Según esta propuesta, el Hades realmente existe, así como el Helheim, el Sheol, entre otros inframundos menos populares.
Esta necesidad de crearse uno mismo su propio cielo puede poner en aprietos al agnóstico promedio, y convertir la vida en el más allá del ateo en un insondable pozo donde nada ocurre, donde ni el tiempo ni el espacio son posibles, justamente porque el sujeto no creía que hubiese algo del otro lado.
A modo de actitud preventiva, siempre es conveniente ejercitar la imaginación durante la vida en la Tierra y, de esa forma, establecer algunos puntos esenciales para que en el futuro nuestro propio Summerland no nos presente sorpresas desagradables tales como demonios, réprobos, e incluso cielos con beneficios inciertos.
Misterios miserables. I Fenómenos paranormales.
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woww
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