«Recuerdo de las vidas pasadas»: Arthur E. Powell.


«Recuerdo de las vidas pasadas»: Arthur E. Powell.




Más allá de las contemporáneas terapias de regresión el concepto de Vidas Pasadas se repite en muchas culturas. Al respecto de esta posibilidad podemos razonar que, como mínimo, todos vivimos al menos una vida, corta o prolongada, según las circunstancias, lo cual no exime a nuestro espíritu de recapitular sobre otras vidas y otras memorias conservadas parcialmente en nosotros [ver: 10 señales para saber dónde y cuándo viviste tus vidas pasadas]

De la vasta y no siempre confiable bibliografía sobre Vidas Pasadas hemos extraído un artículo del investigador Arthur E. Powell, titulado: Recuerdo de las Vidas Pasadas (Memory of Past Lives).






Recuerdo de las vidas pasadas.
Memory of Past Lives, Arthur. E. Powell.

¿Por qué el cerebro del hombre no puede recordar sus vidas pasadas? Evidentemente porque el cerebro físico no puede recordar una vida en la que no participó. Este principio es aplicable a sus cuerpos astral y mental, dado que estos son nuevos para cada encarnación.

Así vemos que el cuerpo causal, siendo el único que persiste de una encarnación a otra, el nivel más bajo en el que se puede esperar conseguir datos verdaderamente dignos de confianza referente a las vidas anteriores, es el del cuerpo causal, porque nada inferior a éste puede darnos evidencia de primera mano.

En vidas pasadas, el ego —o más bien una parte pequeña del mismo— estuvo presente en su cuerpo causal, de manera que es un testigo verdadero. Todos los vehículos inferiores, no siendo testigos, sólo pueden repetir lo que reciben del ego. Por consiguiente, si tenemos presente lo imperfecto que es la comunicación entre el ego y la personalidad en el hombre corriente, vemos enseguida la poca confianza que se puede tener en testimonio de segunda, tercera o cuarta mano.

Si bien es cierto que de los cuerpos astrales y mentales se puede a veces obtener representaciones aisladas de acontecimientos de la vida pasada del hombre, no es posible conseguir un relato secuencial y coherente de ella; y esas mismas representaciones son únicamente reflejos del cuerpo causal, probablemente muy apagados y esfumados, que de vez en cuando encuentran camino para llegar a la conciencia inferior.

Por tanto es muy evidente que, para leer las vidas anteriores con exactitud, en primer lugar es necesario desarrollar las facultades del cuerpo causal. Esto, empero, se podría hacer en niveles inferiores, por medio de la psicometrización de los átomos permanentes, pero como esto sería una hazaña mucho más difícil que el desarrollo de los sentidos del cuerpo causal, sería difícil intentarlo con probabilidades de éxito.

Incluso el método que acabamos de mencionar, existen cuatro otros para leer las vidas pasadas, a saber:

(1) Psicometrización de los átomos permanentes.

(2) Tomar del ego mismo el recuerdo de lo que aconteció.

(3) Psicometrizar al ego, o mejor dicho su cuerpo causal y ver uno mismo las experiencias por las que ha pasado. Este método es más seguro que (2), porque el ego, habiendo visto estas cosas a través de una personalidad anterior, puede tener impresiones de éstas aun imperfectas o basadas en prejuicios.

(4) Utilizar las facultades búdicas, aunándose íntegramente con el ego que está bajo investigación, y leer las experiencias del mismo como si fuesen nuestras propias, es decir, interiormente y no desde afuera. Este método por supuesto requiere un desenvolvimiento mucho más grande.

Los métodos (3) y (4) han sido empleados por los que prepararon la serie de encarnaciones publicadas durante los últimos pocos años en "El Teósofo", habiendo aparecido algunos de éstos en forma de libros. Los investigadores tuvieron además la ventaja de la inteligente cooperación del ego cuyas encarnaciones se describían.

La presencia física del ente de quien se leen las vidas es una ventaja, sin ser esto imprescindible. Es útil en el caso de que este pueda mantener sus vehículos perfectamente serenos, pero si se excita echa a perder todo. El medio ambiente no es de esencial importancia, pero la tranquilidad es esencial por cuanto si las impresiones se han de recibir con claridad, es necesario que esté tranquilo el cerebro físico.

También es necesario extirpar en absoluto todo prejuicio, sino esta producirá el efecto de los vidrios de color que matizan todo lo que ve a través de ellos, dando así una impresión falsa. Podemos decir que existen dos posibles fuentes de error: (1) interés personal (2) puntos de vista limitados.

Dado el hecho que existen diferencias fundamentales de temperamento, es inevitable que colorean las vistas tomadas de otros planos. Todos los que se encuentran más abajo del nivel de Adepto es seguro que hasta cierto punto estarán influenciados en esta forma. El hombre mundano da demasiada importancia a los detalles y omite las cosas de valor, por tener el hábito de hacer esto en su vida diaria. De otra parte, el hombre que se inicia en el Sendero puede, en su entusiasmo y durante un tiempo, perder contacto con la vida humana corriente de la que acaba de salir. Pero aun en este caso tiene la ventaja, porque los que ven el interior de las cosas, están más cercanos a la verdad que los que solo perciben el exterior.

Para reducir esta fuente de error al grado mínimo, es costumbre que trabajen juntas personas de tipo radicalmente diferentes. El segundo peligro mencionado es el de un punto de vista limitado, de tomar una parte por la totalidad. Así, es posible ver una parte pequeña de una comunidad dada, y aplicarla a la comunidad entera, es decir, caer en el error común de generalizar sobre una base de información insuficiente.

Existe, sin embargo, el aura general de una época o de un país, que por lo general impide equivocaciones muy grandes de esta naturaleza. Un psíquico, que no ha sido entrenado a sentir esta aura general, es a menudo inconsciente de ella, y puede así caer en muchos errores. La observación continuada durante un tiempo prolongado demuestra que todos los psíquicos que no están entrenados son a veces dignos de confianza y otras veces todo lo contrario y aquellos que los consultan corren el riesgo consiguiente de ser engañados.

Cuando se contemplan las vidas pasadas, es más seguro si se retiene la plena conciencia física para poder anotar todo mientras se va observando, que de abandonar el cuerpo físico durante las observaciones y confiar en la memoria para su reproducción. Este último plan, sin embargo, se ha adoptado cuando el estudiante, si bien es capaz de ver el cuerpo causal, solo lo puede hacer cuando está dormido el cuerpo físico.

La identificación de egos ofrece a veces cierta dificultad, porque los egos como es natural, cambian considerablemente en el transcurso de algunos millares de años. Algunos investigadores sienten cierta intuición en cuanto a la identidad de un ego determinado, y, aunque tal intuición a menudo puede estar acertada también con toda seguridad en otras estará equivocada. El método más seguro de identificación, aunque más trabajoso, es el de pasar rápidamente los archivos en revista, y seguir al ego concernido a través de ellos, hasta encontrarlo en la época actual.

En ciertos casos, los egos de individuos corrientes son reconocibles inmediatamente, aún después de miles de años: eso no habla muy bien en favor de dichos individuos, puesto que significa que han progresado poco. El tratar de reconocer veinte mil años más atrás, a uno a quien se conoce en la actualidad, es análogo a encontrar como adulto a una persona conocida hace mucho tiempo en el estado de niño. De cuando en cuando el reconocimiento es posible, otras veces el cambio es demasiado grande.

Aquellos que más tarde han alcanzado el estado de Maestros de la Sabiduría, con frecuencia son reconocibles inmediatamente, aun después de miles de años, pero eso se debe a otra razón. Al estar los vehículos ya plenamente armonizados con el ego, toman la forma de la semblanza fiel del Augoides, y así varían poco de vida en vida. De la misma manera, al cambiar el ego mismo en reflejo fiel de la Mónada tampoco cambia mucho, aunque sigue creciendo gradualmente: por esta razón es fácil reconocerlo.

Como ya se ha descrito la naturaleza de los Archivos Akásicos en "El Cuerpo Mental", sólo se mencionará aquí ciertos puntos de aplicación inmediata. Al examinar una vida pasada, el método más fácil es de dejar pasar el registro en su ritmo natural; pero como esto significaría el trabajo de un día dedicado a revisar los acontecimientos de cada día, es evidente que esto no es práctico, salvo cuando se trata de períodos cortos. No obstante, es posible examinar rápidamente un período de miles de años o se puede retener un cuadro determinado todo el tiempo deseado.

Lo que se describe como el desarrollo del registro no es en realidad ningún movimiento de éste, sino que ocurre en la conciencia del observador. Pero la impresión que da es exactamente como si el registro mismo se desenvolviera. Se puede decir que los registros están colocados unos sobre otros en capas, los más recientes arriba y los más antiguos abajo de éstos. Sin embargo aun este símil es engañoso, puesto que da la idea de grosor mientras que los registros no ocupan un espacio mayor que el que toma un reflejo en la superficie del espejo. En realidad la conciencia no se mueve en absoluto en el espacio, sino mejor dicho, se pone, en guisa de manto, una u otra de las láminas del registro, y, al hacer esto se encuentra en medio de la acción de la historia. El método de conseguir las fechas ha sido ya descrito en "El Cuerpo Mental".

Por regla general es algo más fácil leer las vidas para adelante que en sentido inverso, porque en el primer caso trabajamos con la corriente natural del tiempo, en lugar de ir en contra de ella. Los idiomas empleados son casi siempre ininteligibles para el investigador, pero eso tiene poca importancia puesto que los pensamientos atrás de las palabras son accesibles. En varias ocasiones, los investigadores han copiado inscripciones públicas que no podían comprender, y después las han hecho traducir en el plano físico por alguno familiar con este idioma antiguo.

No se ha de considerar a los registros como inherentes originalmente en materia de alguna especie, si bien están reflejados en ellas. Para leerlos, no es necesario ponerse en contacto directo con ningún agrupamiento específico de materia, dado que una vez establecida la conexión se puede leerlos desde cualquier distancia. No obstante, es cierto que cada átomo contiene el registro, o quizá tiene el poder de poner al clarividente en relación con éste y con todo cuanto haya acontecido dentro del radio de su percepción. En realidad, es a causa de este fenómeno que la psicometría es posible. Pero ligado a esto existe una curiosa limitación, consistente en que el psicómetro normal ve mediante dicho fenómeno, solo lo que hubiera visto si hubiese ocupado el lugar en que estaba colocado el objeto psicometrizado.

Por ejemplo, si un hombre psicometriza un guijarro que durante las edades ha descansado en un valle, verá únicamente lo que ha transcurrido durante este período en dicho valle. Su perspectiva estará limitada por las colinas circundantes como si hubiese estado situado todo ese tiempo en el lugar donde estaba el guijarro, y fuera testigo de todas estas cosas.

Existe, empero, una extensión del poder psicométrico, por medio del cual un individuo puede ver los pensamientos y sentimientos de los protagonistas en su drama, como también sus cuerpos físicos. Hay asimismo otra extensión mediante la cual, habiéndose establecido primeramente en este valle, puede hacer de él la base de otras operaciones, y de esta manera pasar por sobre las colinas que Me circundan y ver lo que está más allá de ellas, como asimismo lo que ha sucedido allí desde que fue retirado guijarro, y hasta cierto punto aun lo que aconteció antes de que llegara allí. Pero la persona capaz de hacer todo esto pronto podrá dispensar totalmente de la piedra.

Al usar los sentidos del cuerpo causal, es aparente que todos los objetos emiten imágenes del pasado. Ya hemos observado que la vida se vuelve continuada a medida que se van perfeccionando las facultades internas. No sólo se puede alcanzar la conciencia del ego, sino que es posible retroceder, aun hasta el alma grupal animal, y mirar a través de los ojos animales al mundo que existía entonces. Se dice que la diferencia de perspectiva es tan diferente que imposibilita toda descripción.

Sin semejante continuidad de conciencia, no existe memoria detallada del pasado, ni aún de los acontecimientos más sobresalientes. Sin embargo, existe este hecho, que estamos casi siempre seguros de reconocer y aceptar instantáneamente, tan pronto como se nos aparece en el presente, todo lo que hemos conocido en el pasado. De ahí que, si bien uno puede apreciar intelectualmente la verdad de la encarnación, la prueba práctica se puede conseguir solo en el cuerpo causal, en el que el ego conoce su pasado.

Cuando el hombre, utilizando la conciencia de su cuerpo causal, tiene presente siempre la memoria de todas sus vidas pasadas, es, por supuesto, rapaz de dirigir conscientemente las varias manifestaciones inferiores de si mismo en cada punto de su progreso. Durante las etapas en que el hombre es todavía incapaz de hacer esto, el ego puede grabar su propósito en los átomos permanentes, de manera que el propósito será transferido de vida en vida. El conocimiento de esto no será inherente en el hombre, como parte de su dotación, por así decir, sino que cuando se le presenta en su próxima encarnación, reconocerá inmediatamente la verdad que encierra, la aceptará, y actuará de acuerdo con ella.

En el caso de un renacimiento muy rápido, aumenta considerablemente la posibilidad de recobrar la memoria de la encarnación pasada. Ha habido gran cantidad de átomos y moléculas en los anteriores cuerpos mental y astral que han conservado cierta afinidad con la unidad mental y el átomo permanente astral, y como consecuencia es posible utilizar gran parte del material viejo en la construcción de los nuevos cuerpos mental y astral. Con la ayuda de éstos, es evidente que la memoria de la última encarnación ha de conseguirse con mayor facilidad que en los casos en que ha habido un largo intervalo entre las vidas y todos los materiales viejos han sido dispersados y esparcidos en los varios planos.

Todavía no comprendemos las leyes que gobiernan el poder de imprimir el conocimiento detallado de una vida en el cerebro físico de la siguiente. La evidencia asequible en la actualidad, parecería demostrar que por lo general los detalles se olvidan pero los principios amplios aparecen a la mente nueva como auto-evidentes. Es una experiencia común, al oír una verdad por vez primera, de sentir que uno la ha conocido antes, aunque nunca haya podido formularla en palabras.

En otros casos existe apenas ese grado de recuerdo: no obstante, al presentarse la nueva verdad, es instantáneamente reconocida como tal. Si aceptamos la verdad de la tradición, aun el Buddha Mismo que encarnó con la intención determinada de ayudar al mundo, no conoció con nitidez nada de su misión después de haber ocupado Su nuevo cuerpo, si bien que recobró conocimiento cabal de ésta, pero solo después de buscarlo durante años. Sin duda habría podido hacerlo desde un principio, si así lo hubiese deseado, pero no lo quiso, sometiéndose más bien a lo que parece ser la suerte común.

Por otra parte, puede ser que el Buddha no haya tomado el cuerpo del Príncipe Siddartha desde el momento de nacer, sino cuando se desvaneció éste, después de las largas austeridades do los seis años en que buscaba la verdad. Si es así, no existiría recuerdo alguno, puesto que la entidad en el cuerpo no era el Buddha, sino otra. En todo caso, podemos estar seguros de que el ego; que es el verdadero hombre, siempre sabe lo que ha aprendido una vez: pero no siempre es capaz de fijarlo en su nuevo cerebro sin la ayuda de alguna sugerencia del exterior.

Parece ser regla invariable que el que ha aceptado la verdad oculta en una vida siempre la encuentra en la siguiente, y así revivifica el recuerdo aletargado. Quizá podemos decir que la oportunidad de recuperar la verdad en esta forma, es el karma directo de haberlo aceptado y de haber tratado de vivir de acuerdo con éste en la encarnación anterior.




Libros de Arthur E. Powell. I Libros de teosofía.


El análisis y resumen del artículo de Arthur E. Powell: Recuerdo de las Vidas Pasadas (Memory of Past Lives) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Anónimo dijo...

He muy cierto aun no he podido quitar de mi el pasado fue muy grosero tener que sufrir tanto por una sola cosa es horrible ya que mi vida es un asco lo voy a agradecer te este libro att kristal



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