Significado oculto de los cuentos de hadas


Significado oculto de los cuentos de hadas.




Érase una vez que un estudio de animación conocido como Walt Disney Company pronunció un conjuro. Esto le permitió gobernar sobre el Reino del Cuento de Hadas. Desde entonces, generaciones de niños han sido criados a la luz de sus versiones desconcertantes, cuando no directamente trastornados.

Desde luego que no todos las versiones de Disney son nefastas. Por ahí anda Maléfica (Maleficent), que recupera la atmósfera oscura de la Bella Durmiente (Sleeping Beauty). Sin embargo, este tipo de ejemplos no abundan demasiado.

El éxito de los cuentos de hadas, y en todo caso del conjuro de Disney, se resume en los tres pilares o motivos esenciales del mito: iniciación, adoración y advertencia.

Los chicos adoran los cuentos de hadas por su aparente simplicidad. Todo es acción, sin pasajes descriptivos, monólogos o personajes ambiguos. El bueno es bueno y el malo, malísimo.

De hecho, podemos pensar que los cuentos de hada incluso persiguen objetivos lo menos sofisticados posibles, y eso se logra al no describir en detalle casi nada: los bosques son oscuros, las princesas son hermosas, los castillos son mágicos, sin que se nos ofrezca ningún tipo de información adicional.

Ahora bien, en este punto cabe preguntarse cómo y porqué los cuentos de hadas son tan populares siendo historias tan resueltamente básicas.

Es ahí, justamente, donde reside su enorme profundidad.

A pesar de su aparente simplicidad, los cuentos de hadas elaboran motivos realmente complejos, y con una gran carga de contenido iniciático.

Tomemos por ejemplo a una princesa virginal: Aurora, de la Bella Durmiente, su dedo pinchado por el huso, que desde luego sangra, su posterior estado de letargo entre los arbustos de espino, y el despertar gracias al beso del príncipe azul.

Fuera de contexto, la historia de Aurora parece un motivo exiguo para la psicología; sin embargo, ofrece un tipo de simbolismo meridiano: el huso representa la penetración, la sangre, naturalmente, simboliza la primera menstruación, así como el arbusto de espino también manifiesta de forma externa la maduración de Aurora; variante del mito de la vagina dentada analizado Sigmund Freud; capaz de castrar a cualquier príncipe que se atreva a acercarse a ella prematuramente.

Algo similar podemos hallar en cuentos como el de Caperucita Roja, cuyo color reinante, sumado a sus aventuras por lo prohibido, donde acecha lo masculino bajo su forma bestial, no dejan márgenes para el error.

No importa qué autores y recopiladores seleccionemos, los hermanos Grimm, E.T.A. Hoffmann, Hans Christian Andersen o Andrew Lang; todos ellos capturaron la esencia de historias que jamás habían sido escritas, pero que sin embargo existían desde hace cientos y cientos de años; justamente porque la matriz que las sostiene no puede ser sustituida.

En cierta manera, podemos decir que, al ser escritos, los cuentos de hadas se convirtieron en el ganso de los huevos de oro para tipos como Jung y Freud.

A propósito de estos degenerados, ambos recorrieron caminos alternativos para explorar la narrativa y su profundo arraigo en la psique.

Para Carl Jung, los cuentos de hadas están saturados de imágenes arquetípicas, y la razón de su aparente simpleza radica que cada uno de sus personajes simboliza distintos aspectos de nuestra personalidad.

Para Freud, en cambio, los cuentos de hadas cumplen la misma función que los sueños; esto es, la representación de motivos relacionados con los deseos reprimidos; según él, estrictamente de índole sexual.

Uno de los mejores tratados al respecto es la obra de Bruno Bettelheim: El empleo del encantamiento: significado e importancia de los cuentos de hadas (The Uses of Enchantment: The Meaning and Importance of Fairy Tales). Allí se realiza un extraordinario análisis de la figura del Bosque, muy popular en los cuentos de hadas, según el autor, algo así como una representación de nuestra propia oscuridad interior que debe ser atravesada por el héroe e iluminada por su conciencia.

Bruno Bettelheim también identifica la fuerte presencia de los complejos de Edipo y Electra en cuentos como Blancanieves (Snow White), y temas como el onanismo en Jack y las habichuelas mágicas (Jack and the Beanstalk) y el miedo a la castración en Cenicienta (Cinderella).

Menos complejidad ofrecen las típicas metamorfosis que aparecen en los cuentos de hadas, donde lo masculino casi siempre se transforma en reptil (príncipes que se convierten en sapos, principalmente) y lo femenino en ave.

Tampoco conviene descartar algo que los cuentos de hadas vienen construyendo desde hace siglos: en todos ellos se nos ofrece el retrato de una familia disfuncional: princesas abandonadas, niños criados por madrastras, y en general fuera de la órbita del padre, silueta decididamente ineficaz, monstruosa o directamente ausente.

La adaptabilidad de los cuentos de hadas es uno de los secretos de su supervivencia.

Es fácil tomar cualquier ideología y aplicarla con un alto grado de eficiencia sobre ellos: las feministas entendieron que la Bella y la Bestia era una parábola del sacrificio de la mujer ante la sociedad patriarcal; los marxistas consideraron que los siete enanos de Blancanieves representaban las capas del proletariado que se unen para construir una sociedad solidaria, sustentable y basada en el esfuerzo mutuo; incluso los nazis creyeron que el príncipe azul simbolizaba al pueblo ario que debe despertar a Aurora, el amanecer de la nación, dormida bajo el influjo diabólico del comunismo y la judería.

En este punto conviene alertar a todos aquellos que crean que las versiones de Disney de los más famosos cuentos de hadas son un tanto... fuertes.

Claro que motivos como la muerte de la madre o el padre, el exilio (Flautista de Hamelin), el abandono (Hansel y Gretel), la casi invariable naturaleza huérfana de los protagonistas, son elementos fuertes; el regreso a los originales puede ser aún más perturbador.

Con todos sus aciertos y sus deficiencias, las versiones de Disney son siempre menos oscuras que los cuentos de hadas originales.




Más sobre las Hadas. I El lado oscuro de la psicología.


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