María Sophia: la verdadera Blancanieves


María Sophia: la verdadera Blancanieves.




El verdadero origen de Blancanieves parece hallarse en la figura de una mujer histórica, o de varias, según la hipótesis que barajemos.

En este caso, la hipótesis en cuestión pertenece al doctor Karlheinz Bartels, quien en 1986, tras largos años de investigación, creyó hallar a la verdadera Blancanieves [Snow White] en una mujer de Lohr am Main, estado de Hesse, Alemania.

El cuento de hadas de Blancanieves ha sido abordado desde la filología, la antropología, la psicología, y siempre con resultados abiertos a la polémica. Recién en las últimas décadas del siglo XX se dio paso a una nueva forma de investigar las raíces legendarias de estas historias populares, cuya fuerza principal proviene de estudios históricos comparativos.

Lohr am Main fue, desde tiempos remotos, una región minera. Se sabe que durante la Edad Media, y aún en épocas más recientes, sus túneles de menor envergadura eran prácticamente inaccesibles para los obreros, de modo que se utilizaba la mano de obra infantil para trabajar en ellos. Una de las pruebas más significativas de ello se desprende del tamaño diminuto de las herramientas de trabajo descubiertas en la región, sin dudas manufacturadas para obreros de pequeña estatura, es decir, niños. Estos pequeños obreros habitaban en una zona adyacente a Lohr am Main, llamada Hanau.

En este contexto, el estudio de Karlheinz Bartels coincide con el de otros analistas del cuento de Blancanieves. Los siete enanos de la historia son, en realidad, niños.

Otra conexión entre Lohr am Main y la historia de Blancanieves se vincula estrechamente con el «ataúd de cristal« en el que fue encerrada la muchacha. Habitáculos similares, aunque de menor tamaño, fueron hallados en distintas excavaciones en la zona. Adicionalmente, en Lohr am Main se trabajaba celosamente el cristal, pero también los espejos. La calidad de estos artefactos era tan alta, tan perfecta, que para muchos visitantes los espejos de Lohr am Main parecían «capaces de hablar».

La reputación de los artesanos de Lohr am Main como grandes trabajadores del cristal y los espejos se prolongó a lo largo de los siglos. Sus espejos eran tan elaborados, anuncia una crónica de 1698, que se ganaron la reputación de «decir siempre la verdad», es decir, de no disimular absolutamente nada de lo que reflejaban.

Los espejos de Lohr am Main se convirtieron en un regalo habitual en las cortes europeas. Las mujeres jóvenes los adoraban, mientras que aquellas que ya manifestaban los primeros síntomas de la decrepitud se rehusaban sensatamente a verse reflejadas en ellos.

Esta idea de que los espejos de Lohr am Main «hablaban» y no solo eso, sino que «siempre decían la verdad», se vinculan directamente con el espejo mágico en Blancanieves, en cuyo marco superior podía leerse: Elle brille à la lumière. Es decir, «Ella es brillante como la luz».

Ahora bien, un cuento de hadas no se construye únicamente con un escenario, sino también con protagonistas que lo habiten. ¿Quién fue, entonces, la Blancanieves real?

La mayoría de los investigadores apuntan a una mujer llamada Maria Sophia Margaretha Catharina, baronesa de von Erthal, nacida en el castillo de Lohr am Main en el año 1725. Todas las crónicas de la época alaban a la muchacha como un faro de belleza y de caridad. Maria Sophia fue, en todos los sentidos, representada como la imagen ideal de una princesa. Esta adoración popular por el carácter cálido y piadoso de Maria Sophia fue quien la llevó a trascender el ámbito de la historia, convirtiéndola en una figura legendaria.

El padre de Maria Sophia, Philipp Christoph von Erthal, administrador que representaba los intereses del emperador entre 1719 y 1748, se instaló en el castillo de Lohr y lo convirtió en su residencia oficial. Para los lugareños, sin dudas, el propio Von Erthal era visto como una especie de rey.

En 1743, tras la muerte de la madre de Maria Sophia, Philipp Christoph von Erthal contrajo matrimonio con Claudia Elisabeth Maria von Venningen, condesa imperial de Reichenstein; quien aprovechó su nueva posición para darle prioridad a sus propios hijos por encima de María Sophia y sus siete hermanos menores. Claudia Elisabeth Maria von Venningen es, claramente, el origen de la madrastra de Blancanieves.

Los registros anuncian que en 1720 los artesanos locales lograron una pequeña hazaña: un espejo de un metro sesenta centímetros de altura, comprado por el padre de María Sophia, Philipp Christoph, como regalo para su segunda esposa, Claudia Elisabeth. Sobre el marco de madera puede leerse en latín: Amour Propre [«amor propio»]. Este espejo, nada menos que el espejo mágico de la madrastra, aún se conserva en el Spessart Museum, ubicado en el castillo de Lohr Castle.

Políticamente cercada por la influencia de su madrastra, María Sophia se instaló a 35 kilómetros de Lohr am Main, en Hanau, región que se hallaba bajo el control del arzobispo de Mainz. Es allí donde Blancanieves entra en contacto con los pequeños obreros de las minas, los enanos del cuento [ver: Final alternativo de Blancanieves]

No es redundante admitir que esta es apenas una historia dentro de la historia, una conjetura más sobre los orígenes del cuento de Blancanieves. El resto se lo debemos a la leyenda y la audacia de los folkloristas [ver: Lo que Disney nunca te contó sobre Blancanieves]




Cuentos de hadas. I Mitología.


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1 comentarios:

Hlnodovic dijo...

Solo un detalla: amour propre es francés, no latín (amor proprius)



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