La mujer que enamoró a un ángel, y no supo cómo dejarlo


La mujer que enamoró a un ángel, y no supo cómo dejarlo.




Algunos ocultistas comparan a los ángeles de las religiones monoteístas con los viejos dioses del paganismo, y no sin razón.

Los ángeles son, tal vez, las criaturas más sexuales que aparecen en los mitos bíblicos, y más aún, las que más se sienten atraídos por los seres humanos, dejando en ridículo la libido de dioses probadamente calenturientos, como Zeus, por ejemplo, o incluso Afrodita, la diosa griega del amor.

El libro de Enoc sostiene que en la antigüedad los ángeles se sintieron atraídos por la belleza de las hembras humanas. Algunos, de hecho, descendieron de los cielos, liderados por Semihazah, y se unieron a ellas carnalmente.

De aquellos encuentros escandalosos nacerían los Nephilim, los Vigilantes, y una larga corte de híbridos que morirían ahogados durante el Diluvio.

A esta lucha se la conoce como la Segunda Guerra de los Ángeles, durante la cual Dios utilizó toda clase de artimañas para obtener la victoria, entre ellas, las habilidades persuasivas y la seducción de Yecum, una ángel de pasado más bien deshonroso pero capaz de encender la lujuria del más atildado mensajero de los cielos.

No obstante, la línea de sangre de estos ángeles nunca se cortó.

De hecho, muchos creen que todas las personas con especial habilidad para la magia son descendientes de los Nephilim, es decir, parte de una estirpe de híbridos que descienden de la unión de los ángeles con las mujeres humanas.

Tampoco es necesario retroceder hasta los tiempos bíblicos para encontrar ejemplos de relaciones entre ángeles y mujeres mortales.

Ida Craddock fue una feminista criada entre los cuáqueros de Filadelfia; y la primera mujer, de hecho, en ser admitida en la Universidad de Pennsylvania. Durante buen parte de su juventud se ganó la vida ejerciendo el cargo de profesora de estenografía, hasta que se unió a la Sociedad Teosófica de H.P. Blavatsky, Annie Besant y otros, donde se sintió fuertemente atraída por el yoga y el ocultismo.

En 1893 Ida Craddock se mudó a Chicago, donde participó en un concurso de baile realizando una versión bastante escandalosa de la danza del ombligo. Naturalmente, las autoridades la descalificaron, argumentando que sus movimientos antinaturales infundían una especie de repulsión entre los jurados.

Ida Craddock defendió su inquietante performance en un periódico local, asegurando que esos movimientos provenían de una antigua tradición de hembras capaces de seducir a los ángeles, lo cual fue recibido con cierta indignación por los lectores.

A partir de allí, esta extraña y fascinante mujer desarrolló una teoría polémica, al menos para la época, la cual sostenía que el miedo y aún el rechazo por el sexo provenía de una profunda ignorancia de las técnicas apropiadas para conferir y recibir placer.

La Sociedad para la Supresión del Vicio (Society for the Suppression of Vice), liderada por Anthony Comstock, atacó a Ida Craddock asegurando que era inmoral que una mujer tuviera semejantes conocimientos sin estar debidamente casada.

Ida Craddock respondió que sí estaba casada, pero no con un hombre mortal, si no con un ángel.

Desde luego, este matrimonio inconcebible despertó toda clase de polémicas. Tomemos como ejemplo un párrafo del diario personal de Ida Craddock, fechado el 11 de octubre de 1894:


Anoche Soph y yo nos unimos, mayormente en el clítoris, donde su órgano fue durante gran parte del tiempo perceptible en su textura.

(Last night, Soph and I united, mainly at the clitoris, where his organ was for a great part of the time strongly perceptible in its texture)


Existen otros registros de aquel encuentro con el ángel, que Ida Craddock llamá Soph; de hecho, sus vecinos reportaron aquella noche una serie de ruidos perturbadores a las autoridades policiales.

Ida Craddock nos dejó una vasta bibliografía sobre el tema del amor entre los ángeles y los humanos. Su libro: Novios celestiales (Heavenly Bridegrooms), celebra estos encuentros portentosos; así como en Matrimonio psíquico (Psychic Wedlock) revela secretos insospechados en el goce femenino.

Eventualmente Ida Craddock caería bajo las garras de la censura, e incluso sería encarcelada durante un tiempo por distribuir material inapropiado a través del correo federal.

A pesar de estas controversias, Ida Craddock recuperó parte del interés por la personalidad y los hábitos mundanos de los ángeles; particularmente por las antiguas tradiciones de comercio carnal con los ángeles de la guarda, algo que se observa con notable nivel de detalle en varios libros prohibidos y grimorios, por ejemplo, El libro de Abramelin (The Book of Abramelin); obra que describe el arduo proceso de 18 meses para conseguir que el ángel guardián conceda a practicar todo tipo de relaciones.

En cierta forma, la idea del amor con los ángeles también tiene su contrapartida, es decir, con demonios, personalizados en las figuras de los íncubos y súcubos.

Ahora bien, todo parece indicar que resulta mucho más sencillo acostarse con un ángel que dejarlo.

Al igual que las parejas humanas, los ángeles pueden llegar a ser —en opinión de Ida Craddock, que nunca pudo dejar a su ángel a pesar de sus esfuerzos— tan obsesivos, parasitarios, e incluso peligrosos como cualquier amante abandonado.

De hecho, la autora sostiene que muchas mujeres no logran encontrar al hombre adecuado debido a que su ángel de la guarda no se los permite.

Estas mujeres desdichadas han tenido la mala fortuna de poseer ángeles celosos, resentidos, que incluso desvían su atención en el momento del clímax.

La investigadora propone varias recetas absurdas para combatir a estos ángeles despechados. No obstante, advierte que todas las mujeres que logran entablar este tipo de relaciones descienden de los Nephilim, es decir, que ellas mismas participan del árbol genealógico de los ángeles y los mortales.

A estas hembras se las reconoce por su frecuentación con la magia, por su afinidad por los animales, la noche, la soledad, y en la total ausencia de hombres en sus vidas.




Más libros de ángeles y angelología. I Feminología: mitología de la mujer.


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El artículo: La mujer que enamoró a un ángel, y no supo cómo dejarlo fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Anónimo dijo...


"Al igual que las parejas humanas, los ángeles pueden llegar a ser —en opinión de Ida Craddock, que nunca pudo dejar a su ángel a pesar de sus esfuerzos— tan obsesivos, parasitarios, e incluso peligrosos como cualquier amante abandonado.

De hecho, la autora sostiene que muchas mujeres no logran encontrar al hombre adecuado debido a que su ángel de la guarda no se los permite."

en lo que se esto es muy cierto xD todo caido o angel es posesivo y celoso



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