Nosferatu no existe [ni siquiera en el Paso de Borgo]


Nosferatu no existe [ni siquiera en el Paso de Borgo]




5 de mayo.  Jonathan Harker parte hacia el Paso de Borgo con un diccionario políglota en su bolso. Es un artículo oportuno. Tiene que buscar palabras como ördög [«Satanás»], pokol [«infierno»], stregoica [«bruja»], vrolok y vlkoslak («licántropo» en eslovaco y servio). El diccionario de Harker es apócrifo, por lo tanto, las traducciones que encuentra son a veces aproximadas y otras incorrectas. Ördög, por ejemplo, no significa «Satanás», sino «diablo», y además tiene poca o ninguna connotación religiosa [ver: Porque los muertos viajan deprisa]. Pero el peor desacierto lingüístico de la novela de Bram Stoker, y paradójicamente uno de sus grandes aportes al folklore de los vampiros, es la palabra nosferatu.

Nosferatu aparece dos veces en Drácula (Dracula), pero tiene una importancia decisiva: es la declaración definitiva sobre los poderes del Conde. La primera se produce en el capítulo XVIII, durante una larga exposición del profesor Van Helsing:


«El nosferatu no muere como la abeja después de picar. Sólo se vuelve más fuerte, y siendo más fuerte tiene aún más poder para obrar el mal. Este vampiro que está entre nosotros es tan fuerte en persona como veinte hombres; es más astuto que los mortales, porque su astucia crece con las edades (...) puede, dentro de su alcance, dirigir los elementos: la tormenta, la niebla y el trueno; puede comandar las cosas más malignas: la rata, el búho y el murciélago, la polilla, el zorro y el lobo; puede crecer y hacerse pequeño; a veces puede desaparecer y volverse invisible.»


La segunda mención de la palabra nosferatu también es en boca de Van Helsing, esta vez consolando a Arthur Holmwood después de que este despacha a su prometida, Lucy Westenra [ver: Bloofer Lady: la transformación de Lucy Westenra]:


«Amigo Arthur, si hubieras encontrado ese beso antes de que la pobre Lucy muriera; o de nuevo, anoche cuando le abriste los brazos, con el tiempo, cuando hubieras muerto, te habrías convertido en nosferatu, como lo llaman en Europa del Este, y siempre harías más de esos No-Muertos que tanto nos han llenado de horror.»


Para Van Helsing, nosferatu es una palabra rumana, sinónimo de no-muerto. No parece tener dudas al respecto. Tampoco Bram Stoker, que identificó su fuente en la autora británica Emily Gerard; más precisamente en su artículo Supersticiones transilvanas (Transylvanian Superstitions, 1885) y en su diario de viaje La tierra más allá del bosque (The Land Beyond the Forest), un título elegante para referirse a Transilvania, que significa «más allá del bosque». Gerard escribe:


«... hay dos tipos de vampiros: vivos y muertos. El vampiro vivo es en general el descendiente ilegítimo de una pareja ilegítima, pero incluso un pedigrí impecable no asegurará a nadie contra la intrusión de un vampiro en su bóveda familiar, ya que toda persona asesinada por un nosferatu se convierte igualmente en vampiro después de la muerte, y continuará chupando la sangre de otras personas inocentes hasta que el espíritu haya sido exorcizado, ya sea abriendo la tumba de la persona sospechosa y clavando una estaca en el cadáver, o disparando un tiro de pistola en el ataúd.» Supersticiones transilvanas.


Los primeros en advertir una incongruencia en la palabra nosferatu fueron Nina Auerbach y David J. Skal en una nota al pie de la edición crítica de Drácula:


«La palabra nosferatu no aparece en ningún diccionario rumano o húngaro, ni en ningún texto estándar sobre el folclore de Europa del Este disponible para Gerard. Es posible ella confundiera el adjetivo rumano nesuferit en relación con los vampiros y sin darse cuenta acuñó el término ahora familiar.»


Otros autores conectan la palabra nosferatu con el eslavo nesufur-atu, que supuestamente deriva del griego nosophoros [«portador de enfermedad»], del cual hablaremos más adelante. Pero volvamos a Emily Gerard:


«Más decididamente malvado, sin embargo, es el vampiro, o nosferatu, en el que cada campesino rumano cree tan firmemente como cree en el cielo o el infierno (...) En casos muy obstinados, se recomienda cortarle la cabeza y colocarla en el ataúd con la boca llena de ajo, o extraer el corazón y quemarlo, esparciendo las cenizas sobre la tumba.»


Gerard es contundente. La palabra nosferatu es sinónimo de «vampiro», y añade que «cada campesino rumano cree» en esta leyenda. Esto puede llevarnos a pensar que Gerard escuchó el término nosferatu repetidamente en sus viajes por Transilvania. Sin embargo, la palabra nosferatu ya había aparecido anteriormente en un artículo de 1865, escrito en alemán por Wilhelm Schmidt, y publicado en la revista Österreichische Revue. Este artículo [titulado El año y sus días en la opinión y costumbre de los rumanos de Transilvania (Das Jahr und seine Tage in Meinung und Brauch der Rumänen Siebenbürgens)] examina superficialmente las costumbres de Transilvania. No podemos saberlo con certeza, pero es probable que Emily Gerard, como crítica de literatura alemana que vivía en Austria, haya leído el artículo de Schmidt, que si bien no identifica la nacionalidad de la palabra nosferatu, esta aparece en cursivas, lo cual significa que debe pertenecer a un idioma distinto del alemán. Schmidt, al igual que Gerard después, no vacila al identificar a nosferatu como sinónimo de «vampiro».

Schmidt escribe:


«En este punto llego al vampiro-nosferatu. Consiste en la descendencia ilegítima de dos personas engendradas ilegítimamente o en el desafortunado espíritu de alguien asesinado por un vampiro, que puede aparecer en forma de perro, gato, sapo, rana , piojo, pulga, insecto, y juega malas pasadas a las parejas recién comprometidas como íncubo o súcubo. Lo que se creía sobre esto y se usaba como defensa hace más de 100 años sigue siendo cierto hoy en día, y difícilmente puede haber un pueblo que no esté en condiciones de presentar una experiencia personal o al menos un rumor con firme convicción de la veracidad.»


Emily Gerard evidentemente se basó más en el artículo de Wilhelm Schmidt que en cualquier experiencia personal que haya tenido en Transilvania. No hay inconsistencias en las dos descripciones: para ambos autores, nosferatu es sinónimo de vampiro y sus leyendas están ampliamente extendidas en la cultura popular. Sin embargo, nosferatu no es una palabra rumana conocida en ninguna fase histórica.

En Un diccionario de vampiros (A Dictionary of Vampires), el antologista Peter Haining [muy apreciado por El Espejo Gótico] identifica una fuente anterior al nosferatu de Gerard y Schmidt, el libro de lingüista transilvano Heinrich von Wlislocki: Roumanian Superstitions [«Supersticiones rumanas», 1861]. Haining es un poco laxo con las fechas y los títulos, en primer lugar, porque Wlislocki solo escribió en alemán [Haining proporciona un título en inglés], y además nació en 1856, lo cual hace poco probable que haya podido escribir Supersticiones rumanas con solo cinco años de edad.

Así como Emily Gerard realizó sus tajantes afirmaciones no por lo que había oído en Transilvania, sino por lo que había leído en el artículo de Schmidt, Peter Haining nunca leyó el libro de Heinrich von Wlislocki sencillamente porque no existe, sino que derivó su cita de un extracto del libro del psicoanalista Ernest Jones: Sobre la pesadilla (On the Nightmare), que a su vez cita un artículo de Heinrich von Wlislocki de 1896: Atormentadores en la creencia popular rumana (Quälgeister im Volksglauben der Rumänen):


«El Nosferat no solo chupa la sangre de las personas dormidas, sino que también hace travesuras como Incubus o Succubus. El Nosferat es el hijo ilegítimo nacido muerto de dos personas que son igualmente ilegítimas. Apenas se entierra deja su tumba. Visita a las personas de noche en forma de gato negro, perro negro, escarabajo, mariposa. Cuando su sexo es masculino, visita a las mujeres; cuando es mujer, hombres. Con los jóvenes se entrega a orgías sexuales hasta que enferman y mueren de agotamiento. En este caso también aparece bajo la forma de un hermoso joven o una linda muchacha, mientras la víctima yace medio despierta y se somete sin resistencia. A menudo sucede que las mujeres quedan preñadas de la criatura y dan a luz hijos que pueden ser reconocidos por su fealdad y por tener pelos en todo el cuerpo. Luego se convierten en brujas, generalmente Moroiu. El Nosferat se aparece a los novios y novias y los vuelve impotentes y estériles.»


La descripción de Wlislocki de der Nosferat es más extensa que las de Schmidt y Gerard, y además enfatiza la naturaleza dual de esta criatura como chupasangre e íncubo o súcubo, dependiendo de su sexo [ver: Íncubos y Súcubos]. De hecho, der Nosferat de Wlislocki parece estar más interesado en las prácticas sexuales que en beber sangre, y mucho menos en esparcir enfermedades [ver: Strigoi: los vampiros que inspiraron la leyenda de Drácula]

Esto nos lleva a otra etimología propuesta para nosferatu: el griego νοσοφόρος [nosophoros: noso y phoros, «enfermedad» y «portador» respectivamente] que significa «portador de enfermedad», la cual presenta algunas dificultades.

Wilhelm Schmidt, Emily Gerard y Heinrich von Wlislocki, quienes recogieron el término en Transilvania, aseguran que la palabra nosferatu es rumana, no griega. Wlislocki, de hecho, era lingüista, y ni siquiera menciona de pasada un probable origen griego de su nosferat. Pero las dos objeciones más serias a la etimología nosophoros son, en primer lugar, que el rumano es una lengua romance, y si bien incorpora algunas palabras del griego, la cifra es despreciable y no tiene impacto real en el vocabulario. En segundo lugar, aunque nosophoros es un término compuesto válido en el griego, es decir, es estructuralmente correcto, no hay evidencia de que la palabra haya existido en alguna fase del idioma griego. Lo más cercano es nosēphoros, y solo se encuentra en un tratado de medicina del siglo II.

Algunos defensores de la etimología nosophoros presentan la forma intermedia eslava nesufur-atu o nosufur-atu, que de algún modo habría migrado al uso común rumano, pero al igual que la etimología griega, el término no está registrado en ninguna fuente escrita, lo cual socava la probabilidad del argumento.

Otra etimología sugiere que nosferatu significa «no respira», y que de algún modo el segundo morfema de la palabra está relacionado con el verbo latino spirare [«respirar»], aunque esta supuesta relación transgreda todo lo que sabemos sobre lexicografía.

Todas estas etimologías [incluida la de nosophoros, que muchos aceptan sin cuestionamientos] carecen de fundamentos sólidos. Uno puede aceptar que el rumano haya incorporado un término griego, pero más difícil de tragar es que haya incorporado un término griego desconocido en la lengua griega.

Existe la posibilidad de que Wilhelm Schmidt, Emily Gerard y Heinrich von Wlislocki hayan escrito nosferatu [o nosferat, en el caso de Wlislocki] pero no hayan oído exactamente ese término. En otras palabras, estos tres exploradores de Transilvania anotaron lo que sus oídos captaron de una palabra rumana distinta. Emily Gerard era escocesa, y estaba más familiarizada con el folklore transilvano que con la lengua. Schmidt y Wlislocki eran folkloristas y lingüistas, por lo tanto, no es improbable que hayan intentado darle una ortografía lógica a un término de un dialecto rumano que no conocían.

La clave del origen de nosferatu, entonces, tal vez esté en lo poco estandarizado que estaba el rumano en el siglo XIX, lleno de dialectos y variantes locales. Esto, naturalmente, presentaba una gran dificultad, y muchos diccionarios de la época empezaron a establecer una ortografía latinizada de términos regionales. Por ejemplo, la definición de íncubo es unu spiritu necuratu [«un espíritu inmundo»]. De hecho, uno de los candidatos para el origen de nosferatu es el rumano necurat [«inmundo», de ne, «no»; y curatu, «limpio»; se usa como eufemismo cuando se refiere al Diablo u otros seres malignos], no en términos de suciedad terrenal sino de impureza espiritual. Otros candidatos son nesuferit [«insufrible», de ne, «no»; y suferitu, «sufrido»] y nefârtat [«sin hermanos», en el sentido de que no hay otros como él porque no es humano]. Si uno quisiera darle una forma nominativa masculina a nefârtat, en rumano, sería nefârtatu. De hecho, las palabras nefârtatu, nesuferitu y necuratu eran usadas comúnmente en el siglo XIX, y bien podrían haber sido escritas como nosferatu por Wilhelm Schmidt, Emily Gerard y Heinrich von Wlislocki.

No hay ningún diccionario o enciclopedia rumana del siglo XIX donde aparezca la palabra nosferatu. Esto implica que, si realmente es una palabra rumana, forma parte de una expresión dialectal arcaica, o poco conocida, o quizás ambas cosas. Nosferatu también brilla por su ausencia en todos los libros sobre folclore rumano además de los de Schmidt, Gerard y Wlislocki. Teniendo en cuenta la extraordinaria cantidad de términos rumanos para «vampiro» y criaturas asociadas, esta prolija ausencia es extraña.

El origen de la palabra nosferatu es oscuro. Nunca sabremos exactamente dónde se originó, pero lo más probable es que Emily Gerard haya escuchado mal una palabra rumana, o le haya dado una ortografía errónea. Lo mismo habría sucedido en los casos de Schmidt y Wlislocki, lo cual no sería una rareza porque todos estos autores intentaron darle forma escrita a palabras rumanas arcaicas, lo cual implica la posibilidad de haber introducido pequeños cambios fonéticos. Debido a que la â rumana es muy difícil de pronunciar para los anglo y germanoparlantes, sumado a que la gente de Ardeal [Transilvania] tendría un habla cerrada y arcaica a fines del siglo XIX, es lícito suponer que nefârtatu pudo haber sido oído y escrito como nosferatu. [ver: ¿Quién convirtió a Drácula en vampiro?]

En cualquier caso, Bram Stoker recogió la palabra nosfratu de Emily Gerard y la utilizó en Drácula, donde se sugiere que significa «no-muerto». Pero la palabra solo aparece dos veces en Drácula, y no se popularizó hasta que Murnau estrenó su película en 1922. Desde entonces, nosferatu, una palabra que no existe, quedó grabada para siempre en la cultura popular [ver: El «Drácula» de Stoker NO está inspirado en Vlad Tepes]




Vampiros. I Mitología.


Más literatura gótica:
El artículo: Nosferatu no existe [ni siquiera en el Paso de Borgo] fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

3 comentarios:

srdurito dijo...

Es muy interesante toda la exposición y muy loable la busqueda de fuentes confiables asi también como todo el tiempo invertido para un fin con un resultado elogioso por demás pero hay una cuestión de base que no es menor y sobre la cual se afirma toda la obra incluida la palabra en cuestión: FICCIÓN, todo esto es ficción y no deberia sorprender ni dejar de hacerlo todo lo incluido en la obra porque es ficción y asi mismo todo puede suceder y todo puede ser.

Ariel dijo...

Las entradas sobre "Drácula" siempre me interesan, y esta me gustó y me sorprendió mucho.

Anónimo dijo...

Me encanta tus palabras y tu cultura es brillantemente exquisita. Esto es puro fuego. Edna de Aguadilla te saluda.



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