«Siempre por primera vez»: André Breton; poema y análisis.
Siempre por primera vez (Toujours pour la première fois) es un poema de amor del escritor francés André Breton (1896-1966), escrito en 1934.
Siempre por primera vez, uno de los mejores poemas de André Breton, es una historia de amor; en realidad, una historia sobre el anhelo del amor. A primera vista, el poema está escrito como una nota para una mujer que el narrador nunca ha conocido, y a quien espera conocer algún día:
de la fusión sin esperanza de tu presencia y de tu ausencia
he encontrado el secreto
de amarte
siempre por primera vez
he encontrado el secreto
de amarte
siempre por primera vez
Siempre por primera vez de André Breton también podría ser la historia de un amor no correspondido, o incluso una aventura clandestina. Sin embargo, sabemos que la mujer no regresa a la casa del narrador, sino que «regresas a cierta hora de la noche a una casa oblicua a mi ventana». Perfecto, se trata de una vecina, pero entonces el autor añade: «casa imaginada». En este punto es aconsejable dejar de lado las interpretaciones habituales, incluso la forma habitual de leer, porque lo cierto es que André Bretón escribe para que el lector se encuentre al límite de su respiración [idealmente, la poesía se lee en voz alta]. No hay signos de puntuación, lo cual es interesante porque el surrealismo a menudo raya con la locura, y este poema en particular parece escrito por alguien con los ojos desorbitados.
Siempre por primera vez no puede analizarse desde la frialdad. El Narrador está alterado, la lectura es vertiginosa, y están sucediendo muchas cosas sin ocurrir nada realmente.
El estilo de André Breton depende en gran medida de la escritura automática, en palabras que se correlacionan sin subordinarse unas a otras, en interrupciones y reanudaciones, en bloques de pensamiento que se suceden como vagones de tren completamente aislados, en cambios abruptos en los contextos del lenguaje y, tal vez lo primero que salta a la vista, en la eliminación de la gramática tradicional. Siempre por primera vez es un poema surrealista que genera una visión y la expresa desvinculándose de los patrones lingüísticos tradicionales, lo cual, a su vez, exige que el lector se despoje de los hábitos tradicionales de pensamiento para interpretarlo.
Aquí, André Bretón genera una brecha entre el comienzo de este amor y su declive para que el Narrador, al final, pueda inclinarse sobre el enorme vacío en el medio y comenzar de nuevo como si fuera siempre la primera vez.
Ahora bien, para representar esta especie de bucle, este sentido de siempre comenzar por primera vez, Andre Bretón no brinda ninguna declaración de tema, nada que pueda conducir a un final; y lo logra vinculando varios conjuntos de imágenes [referencias a la vista, la angularidad, las flores, las brechas de tiempo] de modo que cada vez que se menciona una imagen parece emerger de un contexto nuevo, sin relación con lo anterior. Sin embargo, emergen algunas [oscuras] asociaciones: la «casa oblicua a mi ventana», el «ángulo fugitivo de una cortina», las «cosechadoras en diagonal», la «escuadra de lo deslumbrante», que sugieren tenues conexiones geométricas que aún no han sido explicadas. Más adelante, las imágenes parecen estar en el «centro de un gran trébol blanco», agregando nuevas categorías, nuevas asociaciones, lo que nos obliga a ver lo anterior de manera diferente, como si fuera la primera vez.
A pesar de todo esto, Siempre por primera vez va construyendo una historia, su historia, que termina como empezó, literalmente, comenzando de nuevo. Sin embargo, ese triunfo sobre el tiempo no es completo: el poema de André Bretón también reconoce la profundidad de la brecha entre los dos inicios. En el medio hay «plantas despobladas», «sin esperanza», «desconocida». El estilo de André Breton proporciona una protección contra el tiempo, pero la amenaza todavía está al acecho.
Siempre por primera vez lucha [en vano] contra el lenguaje. La comunicación opera sobre códigos compartidos entre el emisor y el receptor; y todo mensaje, incluída la poesía, alude la masa de mensajes pasados formulados en el mismo código, que han establecido nuestros hábitos de reconocimiento. Para evitar todo esto habría que hablar o escribir no-palabras, es decir, una sucesión de sonidos que no tengan adjunta una carga de significado [ver: Sobre los Nombres Bárbaros de Evocación]. Pero eso sería no hablar en absoluto, sino emitir sonidos, como el de las hojas de los árboles agitadas por el viento. En este contexto, el poema de André Breton nos invita a regresar al mito de la inocencia, al Edén, donde, al no haber una secuencia histórica, nada lleva consigo la carga del significado, las cosas simplemente suceden, son, quizás siempre por primera vez.
André Bretón es ambicioso. Trata de que nuestra atención se centre menos en las imágenes que presenta que en nuestros sentimientos asociados a ellas, derribando en el camino nuestras expectativas [hábitos] sobre la sucesión temporal. Sin embargo, en esa atemporalidad, por extraña o inaceptable que parezca, todavía estamos controlados por las viejas expectativas. No poseemos la inocencia adánica para ver siempre por primera vez.
Para André Breton el amor ofrece la esperanza de esa renovación en el encuentro con el otro; no el amor romántico, que también es una construcción, una narrativa preestablecida, sino el amor despojado de expectativas, como el que uno puede sentir por una mujer que no conoce, a cierta hora de la noche.
Siempre por primera vez.
Toujours pour la première fois, André Breton (1896-1966)
Siempre por primera vez
apenas te conozco de vista
regresas a cierta hora de la noche a una casa oblicua a mi ventana
casa imaginada
donde de un segundo a otro
en la negrura intacta
espero que se produzca una vez más la fascinante desgarradura
la desgarradura única
de la fachada y de mi corazón
cuanto más me acerco a ti
en realidad
más canta la llave en la puerta de la habitación desconocida
donde te me apareces sola
estás fundida en el resplandor
el ángulo fugitivo de una cortina
es un campo de jazmines que he visto al amanecer en una carretera de los alrededores de Grasse
con sus cosechadoras en diagonal
detrás de ellas el ala sombría cayendo de las plantas despobladas
delante de ellas la escuadra de lo deslumbrante
la cortina imperceptiblemente levantada
vuelven en tumulto todas las flores
eres tú luchando con esa hora larga nunca bastante turbia
hasta el sueño
como si pudieras ser la misma
con la diferencia que quizás no te encuentre jamás
haces como si no supieras que te observo
no estoy seguro de que lo sepas
tu ociosidad me llena los ojos de lágrimas
una nube de interpretaciones rodea cada uno de tus gestos
es una melosa caza nocturna
hay unas mecedoras en un puente
unas ramas que pueden arañarte en el bosque
hay en un escaparate de la calle Notre-Dame-de Lorette
dos bellas piernas cruzadas presas de unas largas medias
que se abren en el centro de un gran trébol blanco
hay una escalera de seda desplegada sobre la hiedra
solo queda
asomarme al abismo
de la fusión sin esperanza de tu presencia y de tu ausencia
he encontrado el secreto
de amarte
siempre por primera vez
Poemas góticos. I Poemas de amor.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de André Breton: Siempre por primera vez (Toujours pour la première fois), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
El estilo de André Breton depende en gran medida de la escritura automática, en palabras que se correlacionan sin subordinarse unas a otras, en interrupciones y reanudaciones, en bloques de pensamiento que se suceden como vagones de tren completamente aislados, en cambios abruptos en los contextos del lenguaje y, tal vez lo primero que salta a la vista, en la eliminación de la gramática tradicional. Siempre por primera vez es un poema surrealista que genera una visión y la expresa desvinculándose de los patrones lingüísticos tradicionales, lo cual, a su vez, exige que el lector se despoje de los hábitos tradicionales de pensamiento para interpretarlo.
Aquí, André Bretón genera una brecha entre el comienzo de este amor y su declive para que el Narrador, al final, pueda inclinarse sobre el enorme vacío en el medio y comenzar de nuevo como si fuera siempre la primera vez.
Ahora bien, para representar esta especie de bucle, este sentido de siempre comenzar por primera vez, Andre Bretón no brinda ninguna declaración de tema, nada que pueda conducir a un final; y lo logra vinculando varios conjuntos de imágenes [referencias a la vista, la angularidad, las flores, las brechas de tiempo] de modo que cada vez que se menciona una imagen parece emerger de un contexto nuevo, sin relación con lo anterior. Sin embargo, emergen algunas [oscuras] asociaciones: la «casa oblicua a mi ventana», el «ángulo fugitivo de una cortina», las «cosechadoras en diagonal», la «escuadra de lo deslumbrante», que sugieren tenues conexiones geométricas que aún no han sido explicadas. Más adelante, las imágenes parecen estar en el «centro de un gran trébol blanco», agregando nuevas categorías, nuevas asociaciones, lo que nos obliga a ver lo anterior de manera diferente, como si fuera la primera vez.
A pesar de todo esto, Siempre por primera vez va construyendo una historia, su historia, que termina como empezó, literalmente, comenzando de nuevo. Sin embargo, ese triunfo sobre el tiempo no es completo: el poema de André Bretón también reconoce la profundidad de la brecha entre los dos inicios. En el medio hay «plantas despobladas», «sin esperanza», «desconocida». El estilo de André Breton proporciona una protección contra el tiempo, pero la amenaza todavía está al acecho.
Siempre por primera vez lucha [en vano] contra el lenguaje. La comunicación opera sobre códigos compartidos entre el emisor y el receptor; y todo mensaje, incluída la poesía, alude la masa de mensajes pasados formulados en el mismo código, que han establecido nuestros hábitos de reconocimiento. Para evitar todo esto habría que hablar o escribir no-palabras, es decir, una sucesión de sonidos que no tengan adjunta una carga de significado [ver: Sobre los Nombres Bárbaros de Evocación]. Pero eso sería no hablar en absoluto, sino emitir sonidos, como el de las hojas de los árboles agitadas por el viento. En este contexto, el poema de André Breton nos invita a regresar al mito de la inocencia, al Edén, donde, al no haber una secuencia histórica, nada lleva consigo la carga del significado, las cosas simplemente suceden, son, quizás siempre por primera vez.
André Bretón es ambicioso. Trata de que nuestra atención se centre menos en las imágenes que presenta que en nuestros sentimientos asociados a ellas, derribando en el camino nuestras expectativas [hábitos] sobre la sucesión temporal. Sin embargo, en esa atemporalidad, por extraña o inaceptable que parezca, todavía estamos controlados por las viejas expectativas. No poseemos la inocencia adánica para ver siempre por primera vez.
Para André Breton el amor ofrece la esperanza de esa renovación en el encuentro con el otro; no el amor romántico, que también es una construcción, una narrativa preestablecida, sino el amor despojado de expectativas, como el que uno puede sentir por una mujer que no conoce, a cierta hora de la noche.
Siempre por primera vez.
Toujours pour la première fois, André Breton (1896-1966)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Siempre por primera vez
apenas te conozco de vista
regresas a cierta hora de la noche a una casa oblicua a mi ventana
casa imaginada
donde de un segundo a otro
en la negrura intacta
espero que se produzca una vez más la fascinante desgarradura
la desgarradura única
de la fachada y de mi corazón
cuanto más me acerco a ti
en realidad
más canta la llave en la puerta de la habitación desconocida
donde te me apareces sola
estás fundida en el resplandor
el ángulo fugitivo de una cortina
es un campo de jazmines que he visto al amanecer en una carretera de los alrededores de Grasse
con sus cosechadoras en diagonal
detrás de ellas el ala sombría cayendo de las plantas despobladas
delante de ellas la escuadra de lo deslumbrante
la cortina imperceptiblemente levantada
vuelven en tumulto todas las flores
eres tú luchando con esa hora larga nunca bastante turbia
hasta el sueño
como si pudieras ser la misma
con la diferencia que quizás no te encuentre jamás
haces como si no supieras que te observo
no estoy seguro de que lo sepas
tu ociosidad me llena los ojos de lágrimas
una nube de interpretaciones rodea cada uno de tus gestos
es una melosa caza nocturna
hay unas mecedoras en un puente
unas ramas que pueden arañarte en el bosque
hay en un escaparate de la calle Notre-Dame-de Lorette
dos bellas piernas cruzadas presas de unas largas medias
que se abren en el centro de un gran trébol blanco
hay una escalera de seda desplegada sobre la hiedra
solo queda
asomarme al abismo
de la fusión sin esperanza de tu presencia y de tu ausencia
he encontrado el secreto
de amarte
siempre por primera vez
Toujours pour la première fois
C’est à peine si je te connais de vue
Tu rentres à telle heure de la nuit dans une maison oblique à ma fenêtre
Maison tout imaginaire
C’est là que d’une seconde à l’autre
Dans le noir intact
Je m’attends à ce que se produise une fois de plus la déchirure fascinante
La déchirure unique
De la façade et se mon cœur
Plus je m’approche de toi
En réalité
Plue la clé chante à la porte de la chambre inconnue
Où tu m’apparais seule
Tu es d’abord tout entière fondue dans le brillant
L’angle fugitif d’un rideau
C’est un champ de jasmin que j’ai contemplé à l’aube sur une route des environs de Grasse
Avec ses cueilleuses en diagonale
Derrière elles l’aile sombre tombante des plants dégarnis
Devant elles l’équerre de l’éblouissant
Le rideau invisiblement soulevé
Rentrent en tumulte toutes les fleurs
C’est toi aux prises avec cette heure trop longue jamais assez trouble jusqu’au sommeil
Toi comme si tu pouvais être
La même à cela près que je ne te rencontrerai peut-être jamais
Tu fais semblant de ne pas savoir que je t’observe
Merveilleusement je ne suis plus sûr que tu le sais
Ton désœuvrement m’emplit lex yeux de larmes
Une nuée d’interprétations entoure chacun de tes gestes
C’est une chasse à la miellée
Il y a des rocking-chairs sur un pont il y a des branchages qui risquent de t’égratingner dans la forét
Il y a dans une vitrine run Notre-Dame-de-Lorette
Deux belles jambes croisées prises dans de hauts bas
Qui sévasent au centre d’un grand trèfle blanc
Il y a une échelle de soie déroulée sur le lierre
Il y a
Qu’à me pencher sue le précipice et de ton absence
J’ai trouvé le secret
De t’aimer
Toujours pour le première fois
André Breton (1896-1966)
C’est à peine si je te connais de vue
Tu rentres à telle heure de la nuit dans une maison oblique à ma fenêtre
Maison tout imaginaire
C’est là que d’une seconde à l’autre
Dans le noir intact
Je m’attends à ce que se produise une fois de plus la déchirure fascinante
La déchirure unique
De la façade et se mon cœur
Plus je m’approche de toi
En réalité
Plue la clé chante à la porte de la chambre inconnue
Où tu m’apparais seule
Tu es d’abord tout entière fondue dans le brillant
L’angle fugitif d’un rideau
C’est un champ de jasmin que j’ai contemplé à l’aube sur une route des environs de Grasse
Avec ses cueilleuses en diagonale
Derrière elles l’aile sombre tombante des plants dégarnis
Devant elles l’équerre de l’éblouissant
Le rideau invisiblement soulevé
Rentrent en tumulte toutes les fleurs
C’est toi aux prises avec cette heure trop longue jamais assez trouble jusqu’au sommeil
Toi comme si tu pouvais être
La même à cela près que je ne te rencontrerai peut-être jamais
Tu fais semblant de ne pas savoir que je t’observe
Merveilleusement je ne suis plus sûr que tu le sais
Ton désœuvrement m’emplit lex yeux de larmes
Une nuée d’interprétations entoure chacun de tes gestes
C’est une chasse à la miellée
Il y a des rocking-chairs sur un pont il y a des branchages qui risquent de t’égratingner dans la forét
Il y a dans une vitrine run Notre-Dame-de-Lorette
Deux belles jambes croisées prises dans de hauts bas
Qui sévasent au centre d’un grand trèfle blanc
Il y a une échelle de soie déroulée sur le lierre
Il y a
Qu’à me pencher sue le précipice et de ton absence
J’ai trouvé le secret
De t’aimer
Toujours pour le première fois
André Breton (1896-1966)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Poemas góticos. I Poemas de amor.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de André Breton: Siempre por primera vez (Toujours pour la première fois), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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