El Pantano Arquetípico en el Horror


El Pantano Arquetípico en el Horror.




Uno de mis escenarios predilectos para un relato de terror es el Pantano, probablemente porque nunca estuve en uno. Muchos autores aprovecharon este escenario perturbador, a mitad de camino entre el agua y la tierra firme; cuyo caracter intermedio, indeciso, es fuente de pavor y desorientación.

Después de todo, el Pantano Arquetípico es un excelente lugar para perderse y morir de forma espantosa, completamente aislado, pero también para encontrarse con uno de los mejores representantes de aquel reino: los anfibios.

En términos psicológicos, Carl Jung se aproxima al Pantano Arquetípico como un terreno intermedio, un equilibrio inestable entre lo sólido y lo líquido, y donde las categorías son difusas. Las cosas cambian de forma en el Pantano Arquetípico, los renacuajos se convierten en ranas. En efecto, los pantanos, ciénagas, lodazales, humedales, constituyen el reino de los anfibios, criaturas espiritualmente ligadas a su origen oscuro y acuoso.

La historia de Lovecraft: El pantano de la luna (The Moon-Bog, 1921) es, por varias razones, uno de los mejores relatos de terror de pantanos, e increíblemente uno de los más criticados de la producción literaria del maestro de Providence. L. Sprague de Camp lo califica de «mediocre» en su libro: Lovecraft: una biografía (Lovecraft: a Biography). S.T. Joshi, en su estudio: Yo soy Providence (I am Providence), lo rebaja a un cuento escrito por encargo para una reunión de autores aficionados en el día de San Patricio: una historia de venganza sobrenatural muy convencional sobre unos espíritus de la naturaleza que se vengan de la profanación de los seres humanos. En lo personal, este tipo de reduccionismo me parece detestable. Usando el mismo criterio podríamos decir que El Señor de los Anillos es la historia de unos duendecillos que tratan de destruir un anillo mágico.

Tal vez este tipo de miradas prejuiciosas sean simplemente incapaces de apreciar uno de los cuentos más abiertamente sobrenaturales de Lovecraft. Además, El pantano de la luna es significativo por su conexión con muchas historias posteriores de los Mitos de Cthulhu. En esencia, este Pantano Arquetípico de Lovecraft es una exquisita inversión del cuento de hadas.

El pantano de la luna cuenta la historia de Denys Barry, un sujeto que regresa a las tierras ancestrales de Irlanda para comprar y reconstruir un antiguo castillo. Las renovaciones incluyen el drenado de un pantano que rodea una isla con ruinas misteriosas. La gente está asustada. Hay rumores sobre una ciudad sumergida en el pantano, pero Barry, como casi todos los protagonistas del cuento de hadas típico, es lo suficientemente arrogante como para despreciar este tipo de advertencias (ver: ¡No salgas del camino! El modelo Caperucita Roja en el Horror)

Barry invita al narrador a quedarse con él mientras comienzan las obras. En una serie de sueños cada vez más horribles, el narrador percibe una influencia siniestra que emana de las ruinas de la isla, algo que atrae a los obreros, incluso a Barry y a él mismo hacia el pantano para recrear antiguas ceremonias blasfemas relacionadas con una diosa de la luna. En esta fábula invertida, los hombres se transforman en ranas, el narrador sufre un brote psicótico y Barry experimenta una terrible asunción al cielo de la diosa de la luna.

Esto pone de cabeza la célebre fábula de los hermanos Grimm: El príncipe rana. En algunas versiones, la princesa besa a la rana para romper un hechizo y transformarlo de nuevo en príncipe. En otras, duerme con él durante algunas noches para lograr el mismo resultado (es interesante notar que este proceder es inverso al de la vida real). Sin embargo, en el cuento original de los hermanos Grimm, la princesa termina arrojando a la rana contra una pared (ver: La princesa, el sapo y un beso que jamás existió). En cualquier caso, parecen estar sucediendo muchas más cosas aquí; pero, como ocurre con los mejores cuentos de hadas, las versiones originales son más oscuras, más arquetípicas y perturbadoras que las versiones desinfectadas que nos leían cuando éramos pequeños.

El pantano de la luna también es interesante en este aspecto. Hay muchas cosas que suceden en un segundo plano que de algún modo resultan inquietantes. Por ejemplo, la legendaria ciudad que acecha bajo el pantano era un puesto de avanzada griego. De este modo, Lovecraft superpone creativamente su fascinación por los mitos griegos y los mitos celtas. En la escena culminante, las ruinas de la isla en el pantano se transforman en un espléndido templo, donde el narrador se descubre a sí mismo rezando a las antiguas deidades griegas.

Lovecraft usa todos los elementos del Pantano Arquetípico, pero también añade una gran cantidad de material de su propia cosecha. Por ejemplo, vincula hábilmente el croar de las ranas en el pantano con el salvaje toque de flauta que se oye en la noche mientras los antiguos rituales paganos se manifiestan espectralmente. Casi todo el relato es una serie de sueños recordados a la luz de la luna, donde las imágenes del pasado se mezclan con el presente, donde los sonidos de la naturaleza se transforman en los murmullos de la adoración religiosa, y donde el horror se manifiesta a través de una extraña fascinación (ver: La atracción por lo Macabro en la ficción)

Los fanáticos de Lovecraft encontrarán en El pantano de la luna algunas conexiones sutiles con otras historias. Otro descendiente de antiguos nobles ingleses también regresa a sus tierras ancestrales para restaurar Exham Priory en Las ratas en las paredes (The Rats In the Walls), con consecuencias igualmente desastrosas. Hay una referencia aparentemente casual al Monte Maenalus, la ubicación de Kalos y Musides, los escultores condenados de El árbol (The Tree); y varias insinuaciones de híbridos humanoides anfibios, ya presentes en Dagón (Dagón), y que luego recibirían mayor mayor desarrollo en La sombra sobre Innsmouth (The Shadow Over Innsmouth).

Hay otras aproximaciones interesantes al Pantano Arquetípico en la ficción, distintas de las de Lovecraft. Una de ellas es Madre de sapos (Mother of Toads), de Clark Ashton Smith, una fábula onírica, aunque no especialmente edificante. El cuento forma parte del Ciclo de Averoigne, y está ambientado en algún lugar de la Francia medieval, donde una cristiandad apenas establecida todavía compite con el paganismo.

Madre de sapos no tiene la intención de excitar, pero de algún modo retorcido lo consigue al abordar un tema inquietante: el miedo masculino a la Madre Tierra y el horror a lo femenino en general. De hecho, fue rechazado en varias revistas, hasta que Clark Ashton Smith depuró los pasajes más lascivos para ser admitido en Weird Tales.

Aquí, un joven aprendiz del boticario local rechaza los avances de una hechicera obesa, cuyos atributos físicos se parecen mucho a los de los batracios que merodean su casa en el pantano. A menos que el lector tenga fobia a los sapos o ranas, las escenas más lascivas de Madre de sapos son más repugnantes que horribles, aunque este puede haber sido intencionalmente. Es curioso que, a pesar de la prevalencia de batracios en esta historia, Clark Ashton Smith no haga referencia a Tsathoggua, el dios anfibio que fue su contribución al panteón de las deidades de los Mitos de Cthulhu.

Otro acercamiento distinto al Pantano Arquetípico puede encontrarse en Padre rana (Frogfather), de Manly Wade Wellman, donde un joven y un anciano aborígenes ayudan a un capitalista local en una expedición en un remoto pantano del sur de los Estados Unidos. El lector habituado al trabajo de Manly Wade Wellman sabe que la arrogancia de los burgueses adinerados los conducirá inexorablemente a una terrible fatalidad a manos de alguna monstruosidad que los lugareños conocen lo suficientemente bien como para dejar en paz.

Si bien no hay una continuidad temática en estos tres relatos, el Pantano Arquetípico es el mismo. Para Clark Ashton Smith, el pantano simboliza el miedo a la naturaleza. Lovecraft lo usa como expresión del poder innato de ciertos lugares y de su historia olvidada. Wellman, a su vez, está preocupado por la justicia social y las consecuencias de la arrogancia y la codicia de la civilización que avanza sobre la naturaleza.

Imágenes y metáforas de pantanos impregnan el relato de terror desde sus inicios, tal vez porque ofrece un entorno único. Por ejemplo, la muerte por ahogamiento, en sí misma una muerte espantosa, se intensifica en un entorno como un pantano. Ahogarse en el mar puede ser más rápido y violento, es cierto, pero ahogarse en un pantano nos da tiempo de sentir pánico; nos permite luchar y luego, quizás, aceptar nuestra impotencia mientras esperamos que el lodo llene nuestros pulmones (ver: La Tierra como superorganismo consciente en la ficción). La depresión puede sentirse como un proceso igualmente lento y agonizante.

El Pantano Arquetípico tiene una consistencia fronteriza: no es agua ni tierra, sino una mezcla potencialmente peligrosa entre los dos. En un nivel abstracto, su naturaleza los hace difíciles de categorizar y por lo tanto nos inquieta; precisamente porque desafía nuestras tendencia a esquematizar y rechazar cualquier elemento sensorial discordante: lo pegajoso, lo viscoso, lo repiliano, lo sucio, lo anfibio, todo esto forma parte de esta metáfora ambiental particularmente poderosa (ver: Black Goo y otras monstruosidades amorfas en la ficción)




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1 comentarios:

Tezcatlipoca dijo...

Estar en un pantano es una sensación tremendamente inquietante, aún sin estar atrapado del todo en el lodo la sensación de asfixia es inevitable. puedo ver porque estos maestros han optado por el pantano como escenario de sus obras, es un lugar naturalmente aterrador.



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