Chica Pobre se enamora de Hombre Poderoso.¡BASTA DE CENICIENTA!
La desigualdad social y económica entre dos personas siempre ha resultado un tópico atractivo para la literatura, sobre todo cuando es la mujer quien se ubica en el extremo más austero de ese desbalance.
Si bien existen varios ejemplos exitosos de novelas sobre hombres jóvenes y pobres que se enamoran de una mujer rica y poderosa, por ejemplo, una princesa; esto ni siquiera se compara con la arrasadora ecuación: chica pobre se enamora de hombre millonario (o poderoso, o rey, o empresario, o un largo etcétera).
No es que las desigualdades sociales y económicas sean un ingrediente tramposo en la literatura, por el contrario, es perfectamente legítimo utilizarlas; sin embargo, cuando se las reduce a su expresión más modesta, como la que abordamos en este artículo, el resultado no puede ser otro que, justamente, modestísimo.
Comparemos por un momento las novelas clásicas de amores prohibidos que plantean el escenario de chica pobre se enamora de hombre poderoso, por ejemplo: Orgullo y prejuicio (Pride and Prejudice, Jane Austen), Jane Eyre (Jane Eyre, Charlotte Brontë) y, más cerca en el tiempo, Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, Margaret Mitchell); con obras de enorme popularidad actual como Cincuenta sombras de Grey (Fifty Shades of Grey, E.L. James) y Crepúsculo (Twilight, Stephenie Meyer).
¿En qué se diferencian?
En absolutamente todo, salvo en este tópico literario: chica pobre se enamora de hombre poderoso.
Con esto no estamos diciendo que Cincuenta sombras de Grey tenga los mismos méritos que Orgullo y prejuicio, nada más alejado de nuestra observación. Cualquiera puede abordar un tópico clásico de la literatura sin que su obra llegue jamás a convertirse en un clásico.
Ahora bien, ¿de dónde proviene la fascinación por este tipo de historias?
Probablemente del mismo sitio de donde provienen todos los tópicos literarios universales.
Tomemos como punto de análisis el gran arquetipo del tema: chica pobre se enamora de hombre poderoso, que en cierta medida nos servirá para estudiar a todos sus derivados: Cenicienta (Cinderella).
La Chica Pobre, en el caso de Cenicienta o de cualquier otra historia similar, posee algunas características que la distinguen. Sí, claro, se enamora casi de inmediato del Hombre Poderoso, pero nunca se entrega a él apresuradamente.
Por otro lado, el Hombre Poderoso también siente deseo por la Chica Pobre. ¿Pero por qué? La respuesta es simple: la Chica Pobre SIEMPRE ES LA MUJER MÁS HERMOSA DEL BAILE.
O, llevado a otros ejemplos, la más sensible, la más inteligente, la más inocente; es decir, siempre asume una posición más elevada de la que podría desprenderse prejuiciosamente de su estatus.
Aquí aparece otro truco utilizado hasta el aburrimiento. El Hombre Poderoso no se enamora de la Chica Pobre en cualquier contexto; siempre lo hace cuando ésta interpreta un papel ficticio, que no le corresponde objetivamente pero que es suyo en un nivel moral.
En el caso de Cenicienta, el Príncipe Azul se enamora de ella en el baile, es decir, cuando aparece vestida exquisitamente con ropas que no son propias, o sea, cuando se coloca a sí misma en un contexto que no es naturalmente suyo.
Esta es la razón por la que el maldito zapato de cristal no desaparece a medianoche, cuando el resto de sus ropas, y aún su carruaje, se desvanecen en el aire.
El acto donde el Príncipe Azul le coloca el zapato de cristal representa la aceptación de que Cenicienta pertenece a un orden moral superior, al menos para los parámetros de la época.
Es por eso que la Chica Pobre nunca cambia realmente su esencia, solo evoluciona; no se vuelve más seductora, más audaz o más hermosa. Solo ingresa en un nivel que le corresponde por derecho propio. Es la pobreza (o la timidez) la verdadera impostura.
También hay que decir que en la dinámica de cortejo de la Chica Pobre y el Hombre Poderoso existen ciertas reglas en desuso, al menos en el ámbito objetivo, pero que quizás se perpetúan en el terreno de la fantasía.
Es él, el Hombre Poderoso, quien impone estas reglas; es decir, es el príncipe quién invita a Cenicienta al baile, y no Cenicienta quien busca la forma de contactarlo. Aún después del final abrupto del baile, ella aguarda. Él, por el contrario, la rastrea como un sabueso.
¿Cómo podemos traducir esto?
Muy simple: es el universo del Hombre Poderoso el que absorbe a la Chica Pobre y la invita a ser parte de él.
¿Sería lo mismo si el príncipe abandonara el trono y se dedicara a limpiar establos para vivir en un nivel de igualdad con Cenicienta?
Claro que no. Y lo mismo ocurre en otras variantes: es siempre la Chica Pobre la que debe avanzar hacia el mundo del Hombre Poderoso, nunca al revés.
En resumen: la Chica Pobre siempre actúa para alimentar el ego del Hombre Poderoso.
¿Cómo?
Siendo indulgente, mostrando admiración, sugiriendo con cada pequeño acto que entiende su verdadero potencial. Ninguna otra mujer en la vida del Hombre Poderoso manifiesta el mismo grado de obsesiva apreciación... salvo su madre.
Otro rasgo de la Chica Pobre que desespera al Hombre Poderoso, por ejemplo al príncipe cuando Cenicienta se retira anticipadamente del baile, es que siempre lo deja deseando más.
La entrega no es apresurada, ni siquiera paulatina; se la posterga hasta el ocaso de la historia. Si entre ambos no se establece la dinámica del gato y el ratón, es decir, del hombre que persigue a la mujer para conquistarla, la cosa sencillamente no funciona.
Y en estos tiempos, cada vez más, las historias de amor entre Chicas Pobres y Hombres Poderosos se han vuelto tan burdas, tan predecibles, que solo sirven para engrandecer a las de antaño.
Taller de literatura. I Misterios.
Más literatura gótica:
- Arquetipo de la Mujer Fatal.
- Arquetipo de la Mujer en Apuros.
- Arquetipo del Chico Malo.
- Chicos Malos en la literatura.
5 comentarios:
El leer desglosado un tópico de esta manera pone en evidencia cuántas veces lo he visto casi sin enterarme. Y en qué ocasiones ha sido revertido. Si el hombre poderoso fuese absorbido por el mundo de la chica pobre, ¿podría ser otra cosa que un drama o una distopia?
La realidad es muchas veces mas cruel: dudo sinceramente que la belleza femenina permita traspasar casi sin dificultad la barrera de la clase social por el simple hecho de que no se comparten los mismos "codigos culturales". La clase social, en la mayoria de los casos, marca abismos entre las personas que ni siquiera el pertenecer a la misma clase economica puede subsanar.
Exacto, y por eso en este caso paradigmático de Cenicienta, modelo estructural de tantos otros, la mujer experimenta una suerte de transición que deja un sabor más bien amargo, casi a redención.
Si el Hombre Poderoso fuese absorbido hacia el universo de la Chica Pobre, Laura, creo que lo más probable es que, en simultáneo, se nos lo presente como un sujeto "inusual", por no decir directamente lunático.
Cenicienta no era pobre, era una esclava en su propia casa. Personalmente, creo que tuvo la salida que podía esperarse en esa época. Entre una madrastra que la denigraba al punto de hacerla dormir junto a las cenizas o un hombre poderoso que la ame (o la respete como persona, al menos), ¿qué podía elegir?
Salu2
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