Mary Shelley: madre de la ciencia ficción:
Biografía y documental.
Mary Wollstonecraft Godwin -más conocida como Mary Shelley (1797-1851), fue dramaturga, ensayista, filósofa y acaso la mejor escritora inglesa de su tiempo.
Su genialidad tal vez no sea un producto espontáneo, sino algo cultivado desde su más tierna infancia. Su padre fue el filósofo William Godwin (1756-1836), autor de Caleb Williams (Caleb Williams); y su madre nada menos que la filósofa feminista Mary Wollstonecraft (1759-1797), una de las precursoras de la lucha por los derechos de la mujer.
Biografía y documental.
Mary Wollstonecraft Godwin -más conocida como Mary Shelley (1797-1851), fue dramaturga, ensayista, filósofa y acaso la mejor escritora inglesa de su tiempo.
Su genialidad tal vez no sea un producto espontáneo, sino algo cultivado desde su más tierna infancia. Su padre fue el filósofo William Godwin (1756-1836), autor de Caleb Williams (Caleb Williams); y su madre nada menos que la filósofa feminista Mary Wollstonecraft (1759-1797), una de las precursoras de la lucha por los derechos de la mujer.
Para mayores estímulos, Mary Shelley se casó con el gran poeta de su tiempo, Percy Shelley (1792-1822), con quien lo unió un amor profundo y sincero, además de una sucesión impensada de tragedias familiares.
Su clasificación como Madre de la Ciencia Ficción es perfectamente justa. A ella le debemos una continuidad de novelas góticas que experimentan con los peligros de la ciencia, y en especial con los dilemas éticos y morales que plantea todo avance científico. El ejemplo más conocido es su novela Frankenstein o el moderno Prometeo (Frankenstein or The Modern Prometheus), de 1818; aunque no será el único de su obra.
Mary Shelley nunca conoció a su madre. Mary Wollstonecraft murió al darla a luz. Tanto ella como su hermana mayor, Fanny Imlay (que luego se suicidaría) fueron criadas por su padre, quien las educó en un ambiente progresista. En 1814 Mary inició un romance con uno de los seguidores de su padre, un joven apuesto e intelectualmente demoledor llamado Percy Bysshe Shelley, quien ya estaba casado. El romance fue verdaderamente fulminante, a tal punto que Percy Shelley abandonó a su esposa y huyó con Mary en un largo periplo por Europa, acompañados inicialmente por una media hermana, Claire Clairmont.
Durante dos años ambos vivieron en una especie de idilio de reclusión. Regresaron a Inglaterra cuando Mary Shelley quedó embarazada de una niña, que nacería prematuramente y no lograría sobrevivir. La pareja cayó en una profunda depresión, pero continuaron juntos, tratanto de sortear deudas y apremios económicos. A finales de 1816 pudieron casarse oficialmente luego del suicidio de Harriet, la primera esposa de Percy Shelley.
En 1817 se produjo un suceso asombroso. El matrimonio pasó un verano en compañía de lord Byron, John William Polidori y Claire Clairmont, en Villa Diodati, muy cerca de Ginebra, Suiza. Allí se planteó una especie de desafío creativo por el cual todos los presentes se comprometieron a crear una obra de ficción. Lord Byron solo realizaría un boceto de una historia inconclusa llamada El entierro (The Burial); John William Polidori escribiría El vampiro (The Vampyre), y Mary Shelley nada menos que Frankenstein.
Un año después, en 1818, Percy y Mary Shelley se mudaron a Italia junto con sus dos hijos, que fallecieron prematuramente. Luego de largos meses de depresión y tristeza, Mary Shelley cedió ante los deseos de su esposo y quedó embarazada por última vez. Este niño fue el único que sobrevivió la infancia. Se llamó Percy Florence.
Pero la tragedia ya estaba anclada a la vida de Mary Shelley. El niño vivió, pero la muerte reclamó otro sacrificio, esta vez, su esposo. En 1822 Percy Shelley se ahogó al hundirse su velero durante una tormenta en la Bahía de La Spezia.
Un año después Mary Shelley regresó a Inglaterra. Se dedicó obsesivamente a cuidar a su hijo, pero también a su carrera como escritora, algo que había descuidado en favor de su marido. Durante los siguientes años fue asolada por incontables enfermedades producto de un tumor cerebral que acabaría con ella a los 53 años de edad.
Más allá de un círculo de admiradores y eruditos, la obra de Mary Shelley no alcanzó el reconocimiento que merecía sino hasta la década de 1970. Hasta entonces su novela Frankenstein era la única prueba masiva de su genialidad, casi como un signo fatuo, casual, espontáneo; el producto azaroso de una mujer dedicada a publicar y publicitar la obra de su marido.
Su clasificación como Madre de la Ciencia Ficción es perfectamente justa. A ella le debemos una continuidad de novelas góticas que experimentan con los peligros de la ciencia, y en especial con los dilemas éticos y morales que plantea todo avance científico. El ejemplo más conocido es su novela Frankenstein o el moderno Prometeo (Frankenstein or The Modern Prometheus), de 1818; aunque no será el único de su obra.
Mary Shelley nunca conoció a su madre. Mary Wollstonecraft murió al darla a luz. Tanto ella como su hermana mayor, Fanny Imlay (que luego se suicidaría) fueron criadas por su padre, quien las educó en un ambiente progresista. En 1814 Mary inició un romance con uno de los seguidores de su padre, un joven apuesto e intelectualmente demoledor llamado Percy Bysshe Shelley, quien ya estaba casado. El romance fue verdaderamente fulminante, a tal punto que Percy Shelley abandonó a su esposa y huyó con Mary en un largo periplo por Europa, acompañados inicialmente por una media hermana, Claire Clairmont.
Durante dos años ambos vivieron en una especie de idilio de reclusión. Regresaron a Inglaterra cuando Mary Shelley quedó embarazada de una niña, que nacería prematuramente y no lograría sobrevivir. La pareja cayó en una profunda depresión, pero continuaron juntos, tratanto de sortear deudas y apremios económicos. A finales de 1816 pudieron casarse oficialmente luego del suicidio de Harriet, la primera esposa de Percy Shelley.
En 1817 se produjo un suceso asombroso. El matrimonio pasó un verano en compañía de lord Byron, John William Polidori y Claire Clairmont, en Villa Diodati, muy cerca de Ginebra, Suiza. Allí se planteó una especie de desafío creativo por el cual todos los presentes se comprometieron a crear una obra de ficción. Lord Byron solo realizaría un boceto de una historia inconclusa llamada El entierro (The Burial); John William Polidori escribiría El vampiro (The Vampyre), y Mary Shelley nada menos que Frankenstein.
Un año después, en 1818, Percy y Mary Shelley se mudaron a Italia junto con sus dos hijos, que fallecieron prematuramente. Luego de largos meses de depresión y tristeza, Mary Shelley cedió ante los deseos de su esposo y quedó embarazada por última vez. Este niño fue el único que sobrevivió la infancia. Se llamó Percy Florence.
Pero la tragedia ya estaba anclada a la vida de Mary Shelley. El niño vivió, pero la muerte reclamó otro sacrificio, esta vez, su esposo. En 1822 Percy Shelley se ahogó al hundirse su velero durante una tormenta en la Bahía de La Spezia.
Un año después Mary Shelley regresó a Inglaterra. Se dedicó obsesivamente a cuidar a su hijo, pero también a su carrera como escritora, algo que había descuidado en favor de su marido. Durante los siguientes años fue asolada por incontables enfermedades producto de un tumor cerebral que acabaría con ella a los 53 años de edad.
Más allá de un círculo de admiradores y eruditos, la obra de Mary Shelley no alcanzó el reconocimiento que merecía sino hasta la década de 1970. Hasta entonces su novela Frankenstein era la única prueba masiva de su genialidad, casi como un signo fatuo, casual, espontáneo; el producto azaroso de una mujer dedicada a publicar y publicitar la obra de su marido.
Sin embargo, Mary Shelley tenía otras joyas invaluables en su obra.
Poco a poco se fueron releyendo obras que actualmente se consideran como clásicos de la literatura gótica y el relato fantástico. Entre ellas se cuentan las novelas históricas: Valperga (Valperga, 1823), y Perkin Warbeck (Perkin Warbeck, 1830); la novela apocalíptica: El último hombre (The Last Man, 1826); Lodore (Lodore, 1835) y Falkner (Falkner, 1837), además de cuentos clásicos como: El mortal inmortal (The Mortal Inmortal), El sueño (The Dream), La prueba de amor (The Trivial of Love), La transformación (The Transformation), Maurice, o la cabaña del pescador (Maurice, or The Fisher's Cot) y Roger Dodsworth, el inglés reanimado (Roger Dodsworth, the Reanimated Englishman).
Si leemos con justicia a Mary Shelley descubriremos una faceta contrarrevolucionaria, que incluso atenta contra el individualismo planteado por el romanticismo, y, por desplazamiento, con las opiniones de su esposo, Percy Shelley, y de su padre, William Godwin, quienes creían que el verdadero cambio social opera desde el individuo hacia grupo social que lo rodea. Mary Shelley, en cambio, creía que el único cambio posible era a través de la cooperación y la compasión, representadas en la mujer que traza una educación social y cívica para sus hijos.
Hasta aquí hemos repasado superficialmente la vida de Mary Shelley, una vida que debió enfrentar pérdidas irreparables y tristezas continuadas. Sin embargo, hay otra Mary Shelley, que surge brillante y poderosa como la aurora en sus obras. A través de ellas podemos hacernos una idea, incompleta e inacabada, de la mujer que sufrió dolores indecibles pero que nunca abandonó sus creencias.
A continuación les dejamos un interesante documental sobre Mary Shelley, enfocado en acaso la única maternidad que no le trajo desconsuelo: la ciencia ficción.
Mary Shelley: profeta de la ciencia ficción:
Poco a poco se fueron releyendo obras que actualmente se consideran como clásicos de la literatura gótica y el relato fantástico. Entre ellas se cuentan las novelas históricas: Valperga (Valperga, 1823), y Perkin Warbeck (Perkin Warbeck, 1830); la novela apocalíptica: El último hombre (The Last Man, 1826); Lodore (Lodore, 1835) y Falkner (Falkner, 1837), además de cuentos clásicos como: El mortal inmortal (The Mortal Inmortal), El sueño (The Dream), La prueba de amor (The Trivial of Love), La transformación (The Transformation), Maurice, o la cabaña del pescador (Maurice, or The Fisher's Cot) y Roger Dodsworth, el inglés reanimado (Roger Dodsworth, the Reanimated Englishman).
Si leemos con justicia a Mary Shelley descubriremos una faceta contrarrevolucionaria, que incluso atenta contra el individualismo planteado por el romanticismo, y, por desplazamiento, con las opiniones de su esposo, Percy Shelley, y de su padre, William Godwin, quienes creían que el verdadero cambio social opera desde el individuo hacia grupo social que lo rodea. Mary Shelley, en cambio, creía que el único cambio posible era a través de la cooperación y la compasión, representadas en la mujer que traza una educación social y cívica para sus hijos.
Hasta aquí hemos repasado superficialmente la vida de Mary Shelley, una vida que debió enfrentar pérdidas irreparables y tristezas continuadas. Sin embargo, hay otra Mary Shelley, que surge brillante y poderosa como la aurora en sus obras. A través de ellas podemos hacernos una idea, incompleta e inacabada, de la mujer que sufrió dolores indecibles pero que nunca abandonó sus creencias.
A continuación les dejamos un interesante documental sobre Mary Shelley, enfocado en acaso la única maternidad que no le trajo desconsuelo: la ciencia ficción.
Mary Shelley: profeta de la ciencia ficción:
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El artículo: Documental sobre Mary Shelley (Mary Shelley: la madre de la ciencia ficción) fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
1 comentarios:
Verdaderamente maravilloso
Sorprendente. Amo a franky. Es mi heroe. Hay que ver este documental tan hermoso.
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