El misterio del «Deméter»: análisis de un capítulo de «Drácula».


El misterio del «Deméter»: análisis de un capítulo de «Drácula».




En El Espejo Gótico hoy analizaremos el último viaje del Deméter, aquel barco de bandera rusa que transportó a Drácula desde su tierra natal en Valaquia hasta la ciudad costera de Whitby, Inglaterra, en la novela de Bram Stoker. Primero repasaremos los puntos más interesantes del viaje y luego analizaremos en detalle lo que ocurrió a bordo [ver: Porque los muertos viajan deprisa]

El Deméter tenía una tripulación escasa: el capitán, dos oficiales y cinco tripulantes, quienes no sabían que estaban transportando a un Vampiro y varias cajas con tierra de Valaquia. El barco partió del puerto de Varna el 6 de julio de 1893. El 16 de julio, el primer oficial, Petrofsky, desapareció misteriosamente. Nadie pudo explicar su ausencia.

El 24 de julio, el Deméter llegó al Golfo de Vizcaya. En este punto, otro miembro de la tripulación desapareció. Los marineros restantes registraron la bodega de carga, pero no encontraron nada más que cajas llenas tierra. El segundo oficial desapareció el 29 de julio. La tripulación comenzó a sospechar que una presencia maligna estaba a bordo con ellos. A finales de julio, solo quedaban el capitán y un oficial. El 1 de agosto, el capitán buscó puerto, pero el Deméter estaba atascado en un misterioso banco de niebla. El oficial restante comenzó a perder la cordura.

El 3 de agosto la niebla aún no se había disipado y el estado mental del segundo oficial empeoró. Antes de que el capitán pudiera tomar acciones para calmar al hombre, el oficial se arrojó al mar. En este punto, incapaz de tripular al Deméter por sí solo, el capitán ató sus brazos al timón y se aferró a un crucifijo. El Deméter finalmente se desvió hacia el puerto de Whitby. El capitán fue encontrado muerto sobre el timón, con una mirada de horror grabada en su rostro. Los testigos de su arribo al puerto, en medio de un clima extraño, afirmaron haber visto un gran lobo huyendo del barco.


El Drácula de Bram Stoker es una novela de vampiros que ha sido ampliamente estudiada y examinada [y probablemente sobreanalizada], en especial en relación al Conde Drácula y los Vampiros, buscando rastros y conexiones con la literatura y el folclore; sin embargo, casi nadie se ha interesado en uno de los episodios más interesantes del libro: la bitácora del Deméter [en realidad, no es la bitácora del barco, sino el registro del capitán]. De hecho, la historia del Deméter es la máxima expresión del gótico náutico.

El primer paso para examinar lo que ocurrió a bordo de este barco, y lo que representa en el contexto de la novela, es analizar el nombre de la embarcación. Deméter era la diosa griega de la fertilidad y la cosecha, que rescató a su hija, Perséfone, del secuestro en el inframundo por parte de Hades. Este mito es una alegoría de la siembra de la semilla de maíz, que simboliza además el ciclo de fertilidad en el que la vida emerge de la muerte. En el caso de Drácula, Deméter también viaja al inframundo: Valaquia, la tierra del Conde, pero no trae consigo la fertilidad, sino más bien la «semilla del mal» representada por Drácula durmiendo en su cajón con tierra [ver: El código secreto en el «Drácula» de Bram Stoker]

El Deméter y lo que sucede a bordo presagian muchos elementos del resto de la novela en un punto en el que el propio Drácula todavía está ocluido por la narrativa. Los pobres desgraciados de Whitby no saben que un Vampiro se aproxima, pero el lector ya ha descifrado la premisa de la historia y está en condiciones de interpretar el oscuro registro del capitán del Deméter.

Bram Stoker estaba fascinado por las historias de mar. Su interés es evidente en sus notas de investigación para Drácula. De hecho, el episodio del Deméter y Whitby es el que contiene más material de investigación. Bram Stoker fue meticoloso aquí. Recopiló información sobre el clima costero, la terminología náutica, los naufragios, las leyendas locales y documentos de la guardia costera de Whitby; incluso habló personalmente con los lugareños. Si Bram Stoker no hubiera pasado sus vacaciones de verano en Whitby, en 1890, Drácula habría tomado una forma completamente diferente.

Por supuesto, la mayor parte de la acción transcurre en Londres y Transilvania, pero Whitby, el puerto de destino del Deméter, es esencial para la historia. Si solo tomamos como referencia la cantidad de notas de Bram Stoker, el viaje y la llegada del Deméter merecen más atención que la que le han dado los eruditos hasta ahora.

En la novela gótica, los barcos funcionan como los castillos, las abadías o las viejas mansiones situadas en áreas remotas, lejos de las poblaciones: son espacios amplios pero claustrofóbicos donde se acentúan los efectos psicológicos del aislamiento. En este contexto, el Barco y la Casa Embrujada se comportan como organismos vivos que se alimentan de sus ocupantes, o bien brindan resguardo para que lo sobrenatural exista en su interior [ver: La Casa como entidad orgánica y consciente en el Gótico]. En palabras de Foucault, el barco es «un trozo de espacio flotante, un lugar sin lugar, que existe por sí mismo, que se cierra sobre sí mismo y al mismo tiempo se entrega a la infinidad del mar». En la literatura gótica, los Barcos [como los castillos y abadías] pueden convertirse en un sistema autónomo y opresivo gobrnado por sus propias reglas internas.

Ahora bien, el uso de los Barcos en la novela gótica se apoya en la precariedad y la peligrosidad de la navegación en aquellos años. Los marineros no se contaban ni entre los vivos ni entre los muertos, precisamente porque su trabajo consistía en desafiar los confines de la vida y la muerte en todo momento. Estar en el mar, dentro de la novela gótica, es estar tanto vivo como muerto, es decir, entre dos estados de existencia. En este contexto, Drácula literaliza las metáforas de liminalidad: es un no-muerto, el destino de la tripulación no es seguro para los que están en tierra [aunque el lector lo sabe], y el Barco en sí está abandonado cuando llega al puerto de Whitby. El Deméter no necesita ser espectral para resonar con las historias de barcos embrujados.

El Deméter de Drácula está inspirado en un barco real. Bram Stoker registró en sus notas el caso de una goleta rusa, el Dimitry, que naufragó en el puerto de Whitby en 1885. Esta embarcación entró en el puerto accidentadamente y golpeó contra el muelle, pero no hubo mayores consecuencias. En la novela, Bram Stoker presenta este incidente inusual, aunque plausible, pero cargado con el significado de la llegada del Vampiro y su papel en la causa del accidente. Además, en las notas de investigación de Bram Stoker se incluye una lista de nombres encontrados en las lápidas de Whitby de marineros y pasajeros perdidos o ahogados desde 1777, que abarca diez páginas mecanografiadas.

Bram Stoker también investigó varios casos escabrosos para el episodio del Deméter; por ejemplo, el naufragio del St. John frente a las costas de Massachusetts en 1849, en el que 145 emigrantes irlandeses perdieron la vida; y el caso del Essex [narrado escalofriantemente en la bitácora de a bordo por el primer oficial, Owen Chase], donde los sobrevivientes recurrieron al canibalismo. Bram Stoker también se interesó en el Mary Celeste, un barco descubierto en 1872, intacto, pacíficamente abandonado, como si su tripulación simplemente se hubiese arrojado al mar; y en la leyenda del Holandés Volador [The Flying Dutchman], un barco maldito que acecha eternamente en el Cabo de Buena Esperanza, condenado a no volver a casa ni a llegar a su destino colonial. El Holandés Volador, entonces, no puede volver a unirse a la tierra, ni puede hundirse; es como Vampiro, existe en perpetua liminalidad, ni vivo ni muerto [ver: Strigoi: los vampiros que inspiraron la leyenda de Drácula]

En Drácula, el Deméter ocupa un estado de existencia similar al de los no-muertos. Cuando por fin se reencuentra con la tierra, no es un regreso sereno a la seguridad, sino un naufragio violento que desata el reinado de terror de Drácula.

Por otro lado, la historia del Deméter subvierte la clásica narración náutica del siglo XIX. Incluso en el mar, como revela el registro del capitán, el viaje del Deméter no fue una empresa heroica o romántica, las cuales suelen predominar en las historias náuticas victorianas, sino una lucha desesperada contra la locura y la muerte. Al usar al Deméter, un barco extranjero, para «invadir» simbólicamente Gran Bretaña, Drácula toca una fibra sensible para las ansiedades de la sociedad en torno al imperio en un momento donde la supremacía naval de Inglaterra era incuestionable.

El Conde Drácula contrata al Deméter para que transporte sus cajas de tierra y, sin que la tripulación lo sepa, a sí mismo, al puerto de Whitby. Cada noche, Drácula emerge para chupar la sangre de la tripulación. Durante los primeros nueve días, el Conde parece contenerse un poco, alimentándose pero sin matar [probablemente para no quedarse sin recursos durante el viaje]; pero al décimo día los tripulantes comienzan a desaparecer. Como resultado de esta depredación, cuando el Deméter toca puerto no hay tripulación. No es exactamente un barco fantasma, como el Mary Celeste, es decir, no es un barco fantasmagótico sino un barco de madera, sólido, pero que adquiere características sobrenaturales en relación con la tormenta y su llegada a Whitby.

El periódico local [el Whitby Dailygraph] realiza un informe de este episodio:


[«El viento amainó por completo durante la noche, y a medianoche hubo una calma mortal y un calor sofocante (...). La única vela visible era una goleta extranjera con todas las velas desplegadas, que aparentemente se dirigía hacia el oeste. La temeridad o la ignorancia de sus oficiales fue un prolífico tema de comentarios mientras permaneció a la vista, y se hicieron esfuerzos para indicarle que redujera velas ante el peligro. Antes de que cayera la noche, se lo vio con las velas ondeando ociosamente mientras rodaba suavemente sobre el oleaje del mar.»]


Desde tierra se observa que el Deméter está inactivo, sin dirección, en un clima sin viento. La descripción periodística, precisa desde el punto de vista meteorológico y náutico, produce una incómoda sensación de anticipación. El informe del Whitby Dailygraph se presenta como un relato fáctico y directo del incidente, pero sus descripciones de la tormenta que se desató repentinamente están cargadas de espeluznantes imágenes góticas:


[«Todo el aspecto de la naturaleza se convulsionó de inmediato. Las olas se levantaron con creciente furia, cada una superando a la siguiente, hasta que en muy pocos minutos el mar recientemente vidrioso se convirtió en un monstruo rugiente y devorador. Olas de cresta blanca golpeaban locamente las arenas y se precipitaban hacia los acantilados, otras rompían en los muelles y con su espuma barrían las luces del puerto de Whitby. El viento rugía como un trueno y soplaba con tanta fuerza que era difícil que incluso los hombres fuertes se mantuvieran erguidos. Masas de niebla marina se precipitaron sobre el puerto, como nubes blancas, húmedas y frías. Bastaba un pequeño esfuerzo de la imaginación para pensar que los espíritus de los perdidos en el mar estaban tocando a sus hermanos vivos con las manos sudorosas de la muerte, y muchos se estremecieron cuando las coronas de niebla marina pasaron.»]


El informe del Whitby Dailygraph está en consonancia con la estrategia narrativa general de Drácula. La novela en su conjunto se compila a través de una variedad de cartas, diarios y otros documentos, lo cual le da un sentido de validación a una historia improbable. Sin embargo, es importante recordar que Mina vuelve a mecanografiar todos estos documentos y, en última instancia, su autenticidad se ve socavada por la observación final de Jonathan Harker:


[«En todo el material que compone este registro apenas hay un documento auténtico; solo es una masa de material mecanografiado.»]


Es decir que la veracidad de la historia se confirma y se pone en duda simultáneamente, se cierne sobre un límite entre lo real y lo irreal. Sin embargo, el informe del Whitby Dailygraph sobre la llegada de Deméter es diferente. Mina recortó y pegó el artículo periodístico en sus documentos, junto con su encuadre práctico del incidente, lo cual construye una escena aparentemente confiable, pero su transcripción a máquina, la inexplicabilidad de algunos de los eventos y las estrategias de representación del artículo funcionan para el efecto contrario.

La cita de La balada del viejo marinero (The Rime of the Ancient Mariner) de Samuel Taylor Coleridge [obra en la que los vivos se juegan el alma en una partida de dados con los muertos a bordo de un barco que solo es visible al atardecer] contribuye a dar un sentido de autenticidad al artículo periodístico al vincularlo a una historia literaria que realmente existe en el mundo fuera del texto. El lector entiende rápidamente la sugerencia: las fuerzas sobrenaturales en el poema de Coleridge son análogas a la historia del Deméter. El cronista del Whitby Dailygraph no sabe que había un Vampiro a bordo del Deméter; el lector sí.

El énfasis en la apariencia fantasmal de la niebla también señala el control que Drácula ejerce sobre el Deméter en este punto; un manto que oculta el barco desde su partida del Báltico y el repentino cambio de viento que lo empuja milagrosamente a través de la estrecha entrada del puerto de Whitby. Por supuesto, la niebla que cubre al Deméter [«que parece moverse con nosotros», dice una entrada del capitán] es creación de Drácula [«Solo Dios puede guiarnos en la niebla, y Dios parece habernos abandonado», anota el capitán].

La transcripción de la bitácora del Deméter, situada cuidadosamente por Bram Stoker después del artículo del Whitby Dailygraph, intensifica el suspenso al cambiar la perspectiva narrativa de la observación en tierra a las aterradores experiencias de la tripulación a bordo del barco.

El diario del capitán, sin embargo, solo ofrece explicaciones parciales, sugerencias que requieren un lector experto [o la retrospectiva de Mina] para que tengan sentido. Los hechos de la desaparición de la tripulación son difíciles de relacionar para el capitán con una explicación racional. La incertidumbre general de la narración se refleja en la inestabilidad del propio Drácula, una figura que se mueve entre estados de existencia. A pesar de su depredación física sobre la tripulación, Drácula también acecha en el Deméter como un fantasma o espíritu incorpóreo:


[«En la guardia de anoche —dice el primer oficial—, lo vi como un hombre, alto y delgado, y horriblemente pálido. Estaba en la proa, mirando hacia afuera. Me arrastré detrás de Él y lo apuñalé; pero el cuchillo lo atravesó, vacío, como el aire.»]


Como en otras partes de la novela, Drácula cambia de forma regularmente. Sus transformaciones en animales, niebla y «polvo elemental», subvierten los límites físicos convencionales y también los sociales, lo que le permite ingresar, por ejemplo, a los reinos domésticos supuestamente seguros e inviolables de las habitaciones de Lucy y Mina [ver: Mina y Lucy: la ideología de género en «Drácula»]. Sin embargo, el mar es el único límite que Drácula no puede cruzar: solo cuando el barco toca la costa puede saltar a tierra. De esta forma, el espacio físico del Deméter produce el máximo horror claustrofóbico: la tripulación está atrapada con un Vampiro, que a su vez también está atrapado allí hasta que el barco toque tierra, lo cual reduce a cero las probabilidades de sobrevivir.

El impacto de descubrir el cuerpo de Drácula en las cajas de la bodega del Deméter lleva al primer oficial al suicidio:


[—¡Sálvame! ¡Sálvame! —gritó y luego miró a su alrededor, al manto de niebla. Su horror se convirtió en desesperación, y con voz firme dijo—: Será mejor que usted también venga, capitán, antes de que sea demasiado tarde. Él está aquí. Ahora sé el secreto. ¡El mar me salvará de Él, y eso todo lo que nos queda!»]


Momentos después, se arroja por la borda.

Tanto para Drácula como para los tripulantes, no hay escapatoria del Deméter mientras el barco se encuentre en el mar; excepto el mar mismo, es decir, la muerte.

Para los espectadores en tierra, el tramo final del viaje del Deméter hacia el puerto, logrando lo imposible al evitar el famoso arrecife de Whitby, parece un milagro, sobre todo cuando un reflector del puerto revela que hay un cadáver amarrado al timón, con la cabeza caída, que se balanceaba horriblemente de un lado a otro con cada movimiento del barco:


[«Un gran asombro se apoderó de todos al darse cuenta de que el barco, como por milagro, había encontrado el puerto, ¡sin dirección excepto por la mano de un hombre muerto!»]


El guardacostas y un médico concluyen que el capitán se amarró al timón en vida, habiéndose «atado sus propias manos, apretando los nudos con los dientes». También se encuentra un crucifijo entre sus manos, lo cual presumiblemente lo protegió de compartir el mismo destino de su tripulación; es decir, ser vaciado de sangre por Drácula y arrojado por la borda [ver: ¡Este hombre me pertenece!]. Es un acto heroico: incluso después de muerto el capitán permanece en el puesto del timonel mientras «el aleteo y los golpes de las velas habían atravesado el timón y lo arrastraban de un lado a otro, de modo que las cuerdas con las que estaba atado había cortado la carne hasta el hueso».

Las víctimas de Drácula en el Deméter están alineadas, como Jonathan Harker, con las mujeres más explícitamente vulnerables, Lucy y Mina [ver: Drácula y las mujeres]. Las ataduras del capitán, que incluyen el rosario, marcan su carne de una manera que presagia la marca de la hostia sagrada que Mina llevará más tarde en la frente. El capitán muerto perpetúa así la imagen convencional del marinero valiente, pero también sugiere su fragilidad. Sin embargo, creo que Drácula recibió un revés aquí. El capitán no murió bajo sus colmillos. El rosario lo protegió lo suficiente como para morir de otras causas. Esto seguramente fue un golpe a la autoestima del Conde [ver: ¿Drácula era menos inteligente de lo que creíamos?]

El movimiento del Deméter [impulsado por Drácula] a través de la tormenta, reanima el cuerpo mutilado del capitán en una espantosa parodia de la vida. Este episodio de la novela subraya las preocupaciones de Bran Stoker por explorar ideas de poder tanto natural como sobrenatural. La relación de Drácula con los fenómenos y fuerzas naturales como el viento y la niebla, sugiere que las raíces de lo sobrenatural yacen en lo natural. Más tarde en la novela, Van Helsing sugiere que la existencia de Drácula puede explicarse por medios físicos, aunque misteriosos. De hecho, las explicaciones naturales y sobrenaturales compiten a lo largo de la novela; y la propia existencia de Drácula se encuentra en la frontera entre estos dos reinos. En otras palabras, el Conde desafía las distinciones tradicionales entre lo natural y lo sobrenatural [ver: ¿Quién convirtió a Drácula en vampiro?]

El Deméter no se desvanece en la niebla como lo haría el típico barco fantasma, sino que ingresa en la materialidad del puerto de Whitby con la mayor parte de la ciudad como testigo. El reencuentro del Deméter con tierra firme no es un hecho tranquilizador, como lo es en muchas historias náuticas donde el protagonista regresa a la seguridad de un puerto. El barco naufraga a último momento y, además, trae consigo a Drácula. De hecho, el naufragio es necesario para que Drácula pueda desembarcar:


[«En el mismo instante en que se tocó la orilla, un perro inmenso saltó a la cubierta desde abajo, como disparado por la conmoción, y, corriendo hacia adelante, saltó desde la proa a la arena.»]


Es decir que el contacto del Deméter con tierra firme es lo que permite que Drácula puede desembarcar. La crónica del Whitby Dailygraph habla de un «perro inmenso», aunque probablemente se trataba de un lobo, una forma que Drácula asume en otras partes de la novela. Sin embargo, la confusión no se debe a una falta de rigor periodístico. De hecho, es comprensible que el cronista haya pensado que se trataba de un perro, porque imaginar que había un lobo a bordo del Deméter era impensable [ver: El origen de la enemistad entre Vampiros y Hombres Lobo]

El Deméter, entonces, desestabiliza los dispositivos convencionales del relato náutico, sobre todo las relaciones entre tierra y mar, seguridad y peligro, vida y muerte, el poder relativo de la ciencia y lo natural ante lo inexplicable y lo sobrenatural. La historia de Deméter expone las fracturas en estas narrativas y juega un papel importante en establecer y desarrollar el malestar que da forma al resto de la novela. Sin embargo, las preocupaciones exploradas en la historia de Deméter se resuelven, al menos en parte, en las últimas etapas de la novela, cuando Drácula huye de regreso a casa, nuevamente por mar.

Van Helsing utiliza la conexión telepática entre Mina y Drácula para intentar rastrear el viaje de regreso del Vampiro por agua [ver: El enlace entre el Vampiro y su víctima]. Aquí, nuevamente, los poderes de Drácula sobre la naturaleza lo ayudan y obstaculizan a sus perseguidores; por ejemplo, utiliza el viento para acelerar el viaje y oculta el barco con niebla. Por otro lado, Van Helsing despliega la «ciencia moderna» del hipnotismo para volver en su contra la conexión telepática de Drácula con Mina [ver: Por qué Drácula nunca pudo enamorarse de Mina]. Durante un estado de trance, Mina informa:


[«Nada; todo está oscuro. Puedo oír las olas golpeando contra el barco, y el agua corriendo. Las lonas y las cuerdas se tensan y los mástiles y las vergas crujen. El viento es fuerte.»]



En este viaje de regreso, Drácula ya no es el depredador, sino la presa. Los términos se han invertido: el Conde está escapando de Van Helsing y su grupo. En lugar de intentar invadir Inglaterra, huye desesperadamente a su suelo natal. Sin embargo, no está vencido aún. El Conde es astuto, y usa los conocimientos de Van Helsing para confundir a sus perseguidores. Sabe que probablemente están monitoreando a Mina, por lo que le oculta que está llegando a Galtaz. Los cazadores suponen equivocadamente que Drácula está en la ruta a Varna, pero nuevamente el equilibrio de poder cambia cuando Mina por fin descubre la ruta por la que el Conde está siendo transportado de regreso a su castillo [ver: Las fantasías privadas de Bram Stoker]

La identificación de Drácula con los barcos de vela pone en evidencia tanto su poder como sus limitaciones. En el siglo XIX, los barcos mercantes de la era de la vela estaban dando paso al vapor. Drácula puede controlar el viento que infla las velas y la niebla que impide la navegación humana, pero no puede afectar las tecnologías modernas del acero y el vapor. Sin embargo, las ventajas que la modernidad otorga a sus perseguidores disminuyen a medida que Drácula se acerca a casa; tal es así que el enfrentamiento final entre los perseguidores y Drácula se resuelve con cuchillos y crucifijos [ver: «Drácula» habría sido la novela favorita de Nietzsche]

Si fuésemos lectores del Whitby Dailygraph, no de El Espejo Gótico, tendríamos más dudas que certezas. Aparte de las divagaciones del capitán del Deméter, no hay nada en sus registros que indique algo sobrenatural en la ausencia de la tripulación. Más aún, no hay nada que diferencie al Deméter de otros barcos que perdieron a sus tripulantes por enfermedad, motín o locura. De hecho, el registro del capitán es vago, hay una ausencia de hechos concretos y el lenguaje utilizado es ambiguo. La nota de apertura, fechada el 18 de julio, establece lo siguiente:


[«Cosas tan extrañas están sucediendo que yo, el capitán, tomaré nota precisa de ahora en adelante.»]


Esto implica que falta información y hace que la exactitud del registro sea cuestionable. Tampoco ayuda que el capitán y el último miembro de la tripulación se nieguen a referirse a Drácula como algo más que «Eso».

Para complicar aún más las cosas, el registro está escrito en ruso y, según el corresponsal del periódico que brinda la traducción, debe tomarse cum grano salis [«con un grano de sal»]; es decir, con cierto grado de escepticismo ya que puede haber algún error o malinterpretación en la traducción al inglés. Todo eso hace que el misterio del Deméter esté lejos de resolverse completamente.




Vampiros. I Taller gótico.


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El artículo: El misterio del «Deméter»: análisis de un capítulo de «Drácula» fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

6 comentarios:

nito dijo...

¡Que estudio profundo!!!! Sabes que nunca leo los analisis, prefiero ir al cuento directamente!, pero en este caso me enganché!

Sebastian Beringheli dijo...

Hacés bien, Nito. Siempre hay que ir por el plato principal y no distraerse con menudencias. Me alegra que te haya gustado en este caso.

nito dijo...

Sebastian, buen momento para agradecer tu trabajo!!!

Anónimo dijo...

Interesantisimo! Me encanto el analisis

Isabel Carrasco dijo...

Gran estudio de uno de los mejores episodios de Drácula.

Sebastian Beringheli dijo...

Gracias, Elisabeth. Y coincido, gran episodio de la novela.



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